Regreso con una nueva historia que salió después de escuchar algunas cuantas canciones de Nashimoto-P en Nico Sound. Primero, es un RusEng o Rusia x Inglaterra. ¿Tienen un problema con esa pareja? No lo lean entonces. Os recomiendo que busquen las canciones, no tienen mucho que ver con la historia pero al menos son un buen acompañamiento para leer el episodio.
I'm Only Just Getting Started
No era necesario que le dijera a alguien que era lo que estaba sintiendo en ese momento, no se comunicaría con nadie y no es como si realmente quisiera que alguien le preguntara sobre su estado. Garabateo oraciones rápidas en su cuaderno, intentando concentrarse en el tema que el profesor estaba desarrollando pero esos condenados murmullos detrás suyo no lo dejaban tener éxito en su proposito de cumplir como un estudiante de excelencia que era, logrando que maldijera repetidas veces en silencio. Era inaceptable, estaban en el penultimo curso ya ¿y no lograban callarse un momento para tomar apunte en clase? Sin contar que los primeros examenes de prueba estaban cercanos. Manada de estupidos.
Solo cuando el profesor se volteo para amenazarlos, y había tardado, creyó que al menos con esa reprimenda se mantendrían callados esa clase o lo que quedaba de ella. Debía aprender de una vez que eso nunca funcionaba, pues inmediatamente después de que el profesor se volteara estos continuaron hablando lo que logró que lo sacarán de sus casillas completamente, así que, girandose para mirar a sus compañeros con el entrecejo fruncido capturó su atención – ¿Quieren guardar silencio? Hay personas a las que les interesa no caer en la mediocridad – escupió sus palabras como veneno, logrando varias expresiones de entre enojo a rostros ofendidos. Una mirada más y se volteo para seguir con su escritura, acontinuación no hubo más que algumos murmullos, intentos de insulto hacía su persona que ya no le afectaban… la mayoría del tiempo
– Que molesto… Por eso no tiene amigos – expresó con disgusto en sus palabras, dejando de poner atención al rubio que ya se había girado para volver al rostro de sus amigas.
– Ya la creo Giselle, además ¿quién estaría interesado en un británico gruñon? Solo miralo – una mueca de asco seguido de una risa de burla fue suficiente para que las otras dos la siguieran. El inglés solo las maldijo en su mente de nuevo, intentando volver a seguir el paso de los escritos del profesor.
– Dejemos de lado el tema del idiota de Arthur – Se habían aburrido más rápido de él que de costumbre, lo que le daba alivio.
– Anda, cuentame más acerca del chico que viste en la dirección, ¿de donde crees que sea? Es un poco extraño que lo recibieran, no aceptan a nadie cuando el curso tiene al menos un mes de empezado – Arthur se detuvo un momento, no le interesaban las absurdas platicas de sus compañeros de atrás, menos tratandose de esas tres arpias detrás de él que eran iguales a sus hermanos, pero era extraño el saber que entraba un chico nuevo a la escuela que se había mantenido de personas de nuevo ingreso que no fueran chicos de primer grado.
– Oh mon dieu~ era enorme, justo más grande que el propio director. Podría incluso ser más alto que el sueco de la clase 4-A – Hizo una mueca, debía estar exagerando por que nadie podría ser más alto que aquel sujeto sueco de grado superior, ¿Cuál era su nombre? Berwald, claro. El rubio era bastante grande, por lo que sabía tenía la altura de un metro ochenta y cinco aproximadamente
– Rubio, tenía un rostro ausente pero se veía salvaje, ah~ estaba a nada de lanzarme a darle un tour como es debido –
– Claro, un Tour con una parada al baño del tercer piso, ¿No, Juliette? – s - ¿Me tomas por una Protituée, Ma chérie? – Sonrió de lado, al tiempo que hacía unos cuantos trazos en la esquina de la hoja de su cuaderno de anotaciones, casi todos la tomaban por eso al ser tan promiscua.
– Como sea, no escuche su nombre pero pude notar unas cosas bastante extrañas en él –
– ¿Aparte de ser más alto que Berwald? –
– Oui, tenía una larga bufanda de color claro. No hace tanto frió para traerla puesta, hablaba algo raro y sus ojos, eran de un color extraño … como dos piedras amatista – el rubio arrugo la nariz, creando en su mente una imagen mental de la persona que describían. No fue muy efectivo pues no contaba con la habilidad de hacerse la imagen correcta de alguien pero no le sonaba algo natural.
El timbre del cambio de clases fue más que suficiente para que la conversación terminara y por lo tanto, el interes de Arthur de escuchar sus voces balbuceando cosas sobre un supuesto estudiante nuevo también. Guardó sus cosas rápidamente en la mochila, la cerró y salió de ahí tan pronto como pudo. No había a nadie a quien tuviera que esperar en el salón.
Muchos podrían decir que sienten lastima por él. No tener amigos era algo que a muchos le espantaba con tan solo imaginarlo, lo que nadie creía era que el inglés pensará que los demás eran los que deberían sentir lastima por si mismos al depender tanto de otras personas para sentirse mejor o apoyarse. A paso rápido se alejaba de los demás, su estomago le demandaba algo de comida desde la mañana pues no había desayunado nada, sus hermanos tenían la culpa de todo, esos bastardos se lo deboraron como si fueran gordos en un restaurante de todo lo que puedan comer completamente gratis.
Tanteó el dinero en la bolsa derecha de su pantalón, manía de asegurarse que el dinero estuviera ahí. Se apartó de todos los grupos que se formaban, en especial de los grandes y posibles zonas de ataque que ya había marcado. Esas zonas de ataque era donde usualmente se encontraban todos esos inutiles bravucones que su oficio no era más que ir a ocupar un espacio en el salón y robar el poco dinero a cada estudiante que no fuera lo suficientemente capaz de defenderse por si mismo. Y no es que él fuera uno de ellos que no pueden golpear bien, pero prefería evitar cualquier problema.
El rubio parecia de aquellos peces aferrados a avanzar contra la corriente, todos avanzando a otro lado diferente, el único que iba a la zona norte del colegio talvez. ¿Quién más iba a ir a ese lado? Estaban los abandonados salones de talleres o las oficinas de administración, y todos querían alguna de las mesas libres cercanas al área prestigiosa de los populares. Sólo hizo falta avanzar unos dos metros más y ya no había nadie a su alrededor, nada más que la a veces perturbadora tranquilidad de esa área consigo. No más murmullos molestos, no más gritos y molestas personas que se empujaban unas a las otras, al fin estaba completamente solo y no se sentía mal por pensar en eso, por que no había más que el inglés pudiera pedir en ese momento de su vida que completa soledad, tranquila y silenciosa.
Sus pasos sólo lo internarón más dentro de aquel laberinto de pasillos en el que se volvía la parte norte de su escuela, subiendo escaleras sin importarle el tiempo o si estaba o no permitido, lo había hecho desde que había llegado a esa escuela y ahsta ahora nadie lo había notado, eso era obvio. Comenzaría de nuevo aquel ritual que había estado haciendo desde hace años cuando encontró una copía del misterioso libro de Las lagrimas de la Bruja de Bhalam, libro que contenía tantos hechizos y conjuros que una bruja tan poderosa como esa que a base de su propia sangre y bilis durante su noche de agonizante muerte pudo haber aprendido durante tres siglos. O al menos eso era lo que decían.
– Funciona esta vez … - realizaba el mismo conjuro desde hace tres meses, anteriormente había demostrado que sus habilidades estaban mejorando cuando el té que había traído lo pudo transformar en saliba de camello o cuando hizo que las sillas que estaban en su salón se movieran al fondo. Era solo cuestión de enfocarse más.
Cerró la puerta de las escaleras, o más bien, la atoró. Dejó su mochila tirada a su suerte en el piso de concreto cuando sacó la copia del libro, abriendo en la pagina que le interesaba y tenía marcada para no perderse. El viento no era tan fuerte, apenas una brisa fresca y agradable. Con la tranquilidad total, de su bolsillo sacó un gis de color morado, no había encontrado de otro color entre sus cosas, marcando de nuevo sobre la misma zona en la que lo había hecho anteriores veces un pentagrama con los simbolos garabateados en el libro, no eran runas nordicas ni algún lenguaje que un humano pudiera conocer. Ni futuro ni antiguo, pero afortunadamente había leido lo suficiente e investigado en lugares que no quisiera recordar como para poder recitar cada cosa o al menos algunas cuantas, al español.
– Yo, quien necesita una luz de la oscuridad, yo quien te llama de donde la luz no es roja, vuelvo e insisto, ven y sirveme que soy yo quien sabe tu nombre – al principio nada, pero tomaba tiempo. Volvió a repetirlo y la corriente de aire comenzaba a aumentar, lo que era una brisa simples se volvió un viento incontrolable que logró sacar varios gritos de los incautos que estaban fuera del edificio.
Todos entraron menos él, por que este era su problema y ahora, asombrado de ver que funcionaba al fin, no iba a dejarlo a medias. Recitaba más fuerte el verso y el aire corría en circulos alrededor del edificio, las nubes se volvieron grises y se juntaron todas en el cielo volviendolo una masa casi oscura.
Yo, quien necesita una luz de la oscuridad, yo quien te llama de donde la luz no es roja, vuelvo e insisto, ven y sirveme que soy yo quien sabe tu nombre.
De ese viento tormentoso, de esas nubes oscuras, cayerón como gruesas lagrimas del cielo gotas grandes, mojando todo lo que estuviera debajo de ellas. Un rayo cayó cercano al lugar, y el rubio no dejaba de mirar al cielo con una sonrisa de triunfo. Que vieran lo que había logrado hacer aquel día. Estaba llegando.
Yo, quien necesita una luz de la oscuridad, yo quien te llama de donde la luz no es roja, vuelvo e insisto, ven y sirveme que soy yo quien sabe tu nom–
¿y cual es mi nombre?
Todo se volvió más violento, abrió los ojos y después todo se detuvo, quedandose congelado en el lugar en el que estaba. Pudo admirar como las gotas de lluvia permanecían estaticas a su alrededor, observar como la punta de un rayo de extraño color se colocaba sobre su cabeza y por instinto se aparto, admirandolo, su garganta se había secado. Estiró su mano, apenas milimetros de tocar aquello, sintiendo el calor que emanaba y después todo volvió. El estruendo de este al chocar contra el techo del colegio fue equivalente al pánico que se generó dentro de este.
Su cuerpo salió volando contra la puerta de las escaleras, golpeandose la cabeza de manera fuerte. Todo daba vueltas, veía borroso, algo caliente se deslizaba por su frente y no eran las gotas de lluvia. Algo enorme se acercaba a él, sus ojos eran grandes y profundos, ¿Amatista?
– Con que, ¿has sido tú quien me ha llamado todo este tiempo? –
