Desesperante
Disclaimer: Personajes de Cassandra Clare.
Historia original.
Isabelle caminaba con sus botas de taco alto haciendo sonido en el piso del Instituto. Era un Domingo normal como todos los veranos, y ella esperaba que se haga la hora para partir. Faltaban tan solo... cinco minutos.
Alec le preguntó a donde iba y con quien. Últimamente, se comporta muy sobreprotector en ella, porque aún desconfía de su nuevo novio, Simon. Pero tarde o temprano lo iba a aceptar, no cualquiera era novio de Isabelle Lightwood, ¿no? Y eso se decía siempre, porque Simon ocupó una parte en su vida que no lo pudo hacer nadie, y... «Ya basta de tonterías.» Pensó ella.
Era hora de partir e Isabelle ya estaba atravesando la puerta del Instituto. Los rayos de sol iluminaron su pelo oscuro desprendiendo destellos de luz. Llevaba un vestido negro, ajustado a la cintura, pero simple para no sufrir por el calor.
Tomó un taxi, dejándole la dirección al conductor. Se dirigían a una plaza que ella no conocía. «Quizás Simon iba a jugar ahí de chiquito con Clary, y por eso conoce esa plaza y me lleva.» Pensó. Y para pasar el tiempo, se puso a cantar una canción que ni ella misma conocía.
Cuando llegó a la plaza, se dirigió al banquito que Simon le dijo que debían encontrarse. Simplemente, la vista desde ahí era perfecta, podías ver a los niños jugar en los columpios o los edificios que se distinguían detrás de los árboles.
Diez minutos exactos desde que estaba ahí sentada, y ni un rastro de un vampiro-rata-Simon. En serio, hasta se alegraría de verlo convertido en rata sólo porque apareciese. Se prometió mentalmente decirle a Simon un par de reglas que debía cumplir y "No llegar tarde" era la primera de todas.
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Simon no es que le guste hacerse esperar y menos con Isabelle. Ya son novios hace dos meses y medio, y él todavía no aprendió a comportarse como es debido. No es que lo haga intencionalmente pero no podía evitarlo, entraba en su personalidad.
Hace quince minutos que Simon tenía que estar sentado junto con Isabelle, todo por quedarse dormido y no haber puesto el despertador «Creyendo que me iba a despertar temprano.» Murmuró a sí mismo.
Tomó una tostada y la comió por la mitad. Se vistió en menos de un minuto y salió corriendo. Antes de cerrar la puerta se acordó de que se olvidaba su billetera. Genial, más minutos que perder.
Una de las ventajas de ser vampiro es que pueden caminar rápidamente en comparación a un humano común y corriente, y ésta vez Simon agradeció por ello. En cinco minutos llegó a la plaza.
—Lo... Lo siento Iz —dijo Simon, llegando hasta donde estaba Isabelle sentada.
Normalmente diría que Isabelle tiene una belleza indescriptible, pero con ese vestido simple, dejando a la vista sus runas (seguramente su glamour las tapa de la vista de la gente, porque pocas veces la vio así) y su pelo recogido dejaba verle su cara completamente.
—Normalmente te diría que eres un idiota y te mandaría al infierno. Pero espero que tengas razones para llegar media hora tarde —dijo ella. —No sé de donde saqué esta paciencia, pero lo de hoy no pienso repetirlo.
«Isabelle 1 - Simon 0» Pensó él.
—Lo siento —repitió el vampiro. —Fue culpa mía, anoche no activé el despertador y por ende me quedé dormido. No volverá a pasar. Lo prometo.
Isabelle le tomó la mano. Sabía que, con el paso del tiempo, podía cambiar los malos hábitos de su novio.
Ella le sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Ella sabía que esto recién empezaba.
