Nota: últimamente he estado obsesionada con este personaje lindo y curioso de nombre "Once-ler" que es uno de los personajes que conforman parte de la película "El Lorax, en busca de la trufula perdida" la verdad creo que estoy yendo para "Fangirl" de este, he notado que muchas chicas (específicamente las de origen Estadounidense) han tenido cierta obsesión con Oncie, y yo no soy la excepción, puedes notarlo en mis cuentas DevianTART, YouTube y demás que he estado un poquis apegada a este tipo de cosas sobre el "Once-ler", por cierto, si eres fan puedes pasar por mi canal si quieres, jajaja, bueno, bueno, no estoy aquí para tonta publicidad, no pude evitar hacerle un "hermoso" fic, no lo evite! ¿Qué le voy a hacer? Tenía que hacerlo.
Disclaimer: Los personajes de The Lorax no me pertenecen. Este fic sólo tiene el propósito de entretener, no pretende fines de lucro ni hay violación intencionada del copyright.
"Luna llena"
Oncie estaba sentado a orillas de su cama, después de haberse puesto su pijama de patitos amarillos, (la cual era su favorita desde que era pequeño), esperando a que su madre gritara para bajar a cenar. Todo estaba en total silencio, a excepción de algunos gritos que provenían de abajo, que seguramente pertenecían a los gemelos, que hacían su desastre como siempre, ahora que lo pensaba, ellos hacían desastre en todos lados... en la mesa, en el baño, en el coche, cuando iban a la tienda, cuando iban de compras, en la piscina, mientras dormían, y cuando paseaban al perro de la señora Toked los lunes a las 7 de la mañana.
La luna entraba por la ventana a un costado, la habitación estaba oscura, y un poco muerta, su guitarra estaba al lado de él, esperando a ser tocada, pero él no tenía ánimos suficientes para siquiera cantar. El chico miro su muñeca, donde tenía un reloj en forma triangular, eran las nueve con 30 minutos, y el aun no tenía sueño.
Poniendo una mano en su frente se quejó y respiro profundamente, cerrando los ojos, que ardían un poco, tenía que recuperar el sueño pronto, o tendría otro insomnio, como la noche anterior… y la anterior, y...la anterior a las anteriores, aunque algo le decía, que esta noche, no sería la excepción.
"¡Oncie ven a cenar!" grito su madre, desde la cocina.
"Oncie" como lo llamo su madre, sin decir nada se puso de pie, y caminó hacia la puerta, bajo descalzo las escaleras hasta estar en el pesillo, que igualmente, estaba oscuro. Se dirigió al comedor, vio a su familia sentada, haciendo el desastre que normalmente se hacía cada noche.
Tomó asiento en la mesa del comedor, que solo era alumbrada por una nítida luz que venía de arriba, que resultaba ser de una lámpara, ya muy vieja.
Sus dos hermanos estaban a un costado de él, usando igualmente pijama, la cual tenía un diseño de círculos color verde, parecidos a los limones. Su tía y su madre estaban igual sentadas, y al lado de ellas estaba su tío y su hermano menor, el cual tenía 12 años de edad.
Todos excepto Oncie ya estaban comiendo, el estómago de Once-ler gruñía como un oso, ya que en la mañana no había tenido oportunidad de comer.
Sus hermanos estaban haciendo un desastre en la mesa con la comida, como si fueran niños de 5 años de edad, gritando y peleando por quien comía la salchicha. Su tío hablaba con su madre sobre el gran fracaso de su hijo mayor Once-ler, ósea él y su hermano menor parecía el más civilizado en la mesa, él era muy callado, era el único que nunca había insultado al pobre de Once-ler, por lo tanto, el único que le agradaba era él. Oncie miro su plato de comida y sonrió. Al ver la comida su estómago gruño aún más fuerte, ¡soy un tragón!, pensó Oncie, aun así…¡a clavarle el diente!.
. Optimismo, eso se necesitaba para sobrevivir en esta abusiva y ¡horrible! familia, algo que le sobraba al pobre de Oncie.
Rápidamente Once-ler termino su comida, esperando volver rápidamente a su cuarto, pero los gritos de ambos hermanos que peleaban a un lado de él se lo impidieron, varias veces los dos revoltosos le quitaron su tenedor, otras la cuchara, y otras tiraron su comida por la ventana, por lo cual tuvo que rellenar el plato varias veces, eso si no quería morir de hambre durante la noche.
"!ya dejen de jugar con la comida¡" gritó varias veces su madre.
Una que otra vez le dieron un golpe en el brazo como broma, pero estos era demasiado bruscos para el flaco de Oncie.
Por más revoltosos que hayan sido durante la cena ambos hermanos, fueron los primeros en terminar y retirarse a su cuarto, seguramente para seguir peleando por cual dormiría en la cama de arriba o quien apagaría la luz, quizás para lanzarse más cosas, o escapar por la ventana e ir con los vecinos de la otra cuadra, sea lo que hicieran en su cuarto, no lo dejaría dormir, si es que lograba dormir, claro.
Por fin Once-ler pudo comer en paz, bueno… algo así.
"mira a tu hijo ¡es un rotundo perdedor!" gritaba su tío, que siempre lo atormentaba con eso "debería de hacer algo de provecho, no estar haraganeando todo el día como siempre lo hace"
"lose, lose, es la decepción de la familia ¿o no Oncie?" dijo su madre sonriendo.
Once-ler rió con sarcasmo, mientras picoteaba su plato de comida, el hambre había desaparecido como su dignidad, bueno…su dignidad ya había desaparecido hace mucho.
"si madre…si" respondió rechinando los dientes.
"¡hay Oncie!...enserio que no sé por qué no haces nada de provecho" respondió su madre de nuevo, mientras su tía Griselda reía junto con su tío a carcajadas.
Esto era incomodo, la forma en que lo decían con tal naturalidad era dolorosa para el pobre de Oncie, pero por mas incomodo que sea esto, era continuo y cotidiano para la familia…hacer miserable la vida del pobre hermano e hijo mayor.
Oncie trato de soportar hasta donde pudo toda la cena, aunque ya estaba acostumbrado en verdad.
"Once pásame la mayonesa por favor"
Dijo su tío muy educadamente.
Once-ler procedió a hacerlo, pero…
"haber si sirves para eso y no lo arruinas ¡tonto!" grito su tío y empezó a reír como loco, como los demás presentes.
"si Oncie, ja, ja, a ver si no lo arruinas todo como la última vez, ja, ja" grito su tía Griselda, riendo a mas no poder.
Once-ler sintió un nudo en la garganta, aquel nudo quería que sus ojos se humedecieran, algo que él no permitiría.
De golpe se puso de pie ya arto de la situación pero con una forzosa sonrisa "madre ¿puedo retirarme por favor?"
"claro" respondió su madre sin darle mucha importancia.
Once-ler se dirigió inmediatamente a su cuarto, con cabeza baja pero segura, de que era una noche menos que aquella familia que tenía.
Caminó a las escaleras se detuvo al pasar al lado de una ventana que estaba al lado de ellas, abortando la idea de ir a su cuarto, aunque no había prisa, la prisa era alejarse de su familia.
Asomó y miro el cielo estrellado de la noche, pero eso no fue lo único que vio. Afuera estaba la casa de su vecina, la casa de los "Perhaps" al otro lado de la cosecha.
En esa casa había una gran familia, incluso más grande que la de él, había tres gemelos., dos hermanos mayores, el padre, la madre, la abuela, el hijo del medio y la única chica…
"Ady…"
Suspiro Oncie al recordarla.
Sacudió la cabeza tratando de alejar aquellos pensamientos de su mente y se encamino de nuevo a su cuarto, recordando aquella chica, se burló de lo que había pensado, había sido tonto, era algo que él no estaba acostumbrado a pensar, no estaba muy acostumbrado a que las chicas estuvieran rondando en sus pensamientos, se había limitado a ese tema, sobre todo si trataba de la hermosa Ady, ya que cuando la tenía dentro de su cabeza se atontaba, y no necesitaba ser más inútil de lo que ya era.
Olvido aquello y siguió su camino hacia su cuarto, sin estar muy seguro de si acostarse a dormir o quedarse despierto.
Por un segundo olvido que tenía que dormir, ahora estaba solo, y tenía toda la noche para él, algo que casi nunca pasaba, todo el día tenía que oír a su madre, y a su familia, siempre insultándolo o burlándose de él, haciendo hasta lo imposible por destruir su autoestima, o bueno…lo que quedaba de ella.
Subió lo más lento que pudo las escaleras perdido en sus pensamientos.
Pero no se percató de que en algún momento tendría que llegar a la puerta de su habitación.
"¡Auch!" se quejó, al sentir que su cabeza chocaba contra algo duro.
Alzó la mirada, y vio lo que se esperaba, obviamente la puerta de su cuarto.
Abrió la puerta y entró, cerrándola con delicadeza, para que nadie fuera despertado por el ruido.
Sonrió, sintiéndose al fin libre, cuando en verdad, estaba más que encerrado, ya que le puso llave a la puerta.
Sin darse cuenta se quedó un rato parado recostado en la puerta mirando la nada, estaba solo, pero, no tenía nada que hacer. Quizás, lo mejor que podía hacer ahora, era acostarse en su cama, y mirar el techo toda la noche, hasta que sus ojos se cansaran, y quedara dormido sin darse cuenta.
Al poco rato se dirigió a su cama y se sentó en la orilla como antes.
"algún día mamá, are que te sientas muy orgullosa de mí, lo juro"
Dijo decidido.
A él no le importaba cuando lo hirieran, él amaba a su madre, y siempre lo aria, al menos eso le habían enseñado desde pequeño.
Recordó vagamente su infancia, en verdad había sido mala, pero de inmediato lo trato de olvidar, eso solo lo deprimiría más.
Un ruido lo exalto de repente, era un grito, que venía de afuera de su ventana.
Reaccionó inmediatamente y salió corriendo hacia ella, asomó, y vio la casa de los "Perhaps", las luces ahí seguían prendidas, la familia aun no dormía, de nuevo recordó a Ady…
¿Quién era ella?...eso no tenía importancia ahora.
El grito resulto ser de uno de los hermanos menores, esa familia era muy divertida.
"como todos los viernes en la noche..."
Dijo Once-ler sonriendo, recordando que cada viernes, exactamente a las 10 de la noche, aquella familia alegre hacia una junta familiar, donde jugaban juegos de mesa, ¿o por qué no'... atrapa trapa, a veces la familia trataba de hacer juntas serias, para dar una que otra charla motivacional, pero nunca lo lograban, esta junta "seria" que se convertía en una divertida persecución por la propiedad, donde, incluso, la abuela, participaba.
En una ocasión, ayudó a uno de los hermanos menores a esconderse en su casa, para que nadie lo pudiera encontrar, por lo cual había enlazado amistad con uno de los gemelos, "Loki" que solo tenía nueve años.
Cuanto hubiera deseado Once-ler haber sido parte de aquella hermosa familia. En aquel hogar, siempre había sonrisas, eran humildes y encantadores, hogareños y amigables con los demás vecinos y campesinos del lugar.
Pero…eso era algo imposible, él ya era uno de los Once-ler y siempre lo seria, su madre siempre lo llamaría "Oncie" y sus hermanos "perdedor", su padre "un inútil y su tía "un tonto sin nada más que hacer que molestar", ahora que lo pensaba, creía que su tía era quien más lo odiaba.
Pero esa era su vida ¿Qué más tendría que hacer si no resignarse?
A lo lejos, en la casa de aquella familia, todos salían corriendo de la casa como locos, siendo perseguidos por el abuelo, era un poco cómico verlos correr con sus pijamas por toda la propiedad.
Oncie no pudo evitar dar una carcajada, pero intento guardar silencio para no "despertar" a sus hermanos (que seguramente seguían más despiertos que el).
Siguió viendo la escena, y entre los hermanos logro ver a Ady…
Oncie se sonrojo, sus mejillas se pintaron con un extravagante y muy suave rubor, no pudo evitar sonreír, sus ojos se iluminaron, y no pudo evitar sentir vergüenza, aun sabiendo que estaba solo, y que nadie lo veía sintió ganas de ocultarse bajo la sabana, su estómago se revolvió, su piel se erizó, y suspiró profundamente, hasta casi quedar sin aire.
Ella era una chica linda, era tan alta como el, tan delgada como el, de pelo negro y largo, con mejillas coloradas y sonrisa grande.
Todos vestían con su pijama, que tenían variados diseños.
Se quedó abobado viéndola, se desconectó tanto de la realidad, que cuando menos lo notó, Ady había anotado que el la miraba desde la ventana de su casa.
Cerró la ventana con fuerza, como si aquellos intentos de "no despertar" a su familia no le hubieran importado, a tal grado de que el vidrio pudo cuartearse.
Se ocultó a un lado de la pared, respirando bruscamente, su pecho se contraía exageradamente rápido, y sus mejillas estaban más coloradas que antes. Esperó unos segundos, y se decidió a asomar para ver si ella no lo había notado.
Tan pronto saco la cabeza, vio a Ady, saludándolo con un gran sonrisa..
A él solo le quedo saludarla, poniendo cara de tonto, sonriendo como un completo estúpido.
Cerró la cortina color pasto de golpe, y azotó su mano contra su frente fuertemente. Se quedó parado mirando la pared, mientras le daba un pequeño tic nervioso en el ojo izquierdo.
"tonto, tonto, tonto, tonto, ¡Tonto!" dijo mientras se golpeaba repetidamente en la frente.
Un poco abrumado se sentó en su cama, y se quedo callado como antes, pero el silencio no duro más de 10 segundos…
Agarro la guitarra que estaba al lado de él, en la cama, y empezó con una de sus "canciones improvisadas", estilo rock.
"que tonto…o, Oncie, ¿porque eres tan tontooo? O yeha!. ¡Que vergüenza! ¡No! Qué vergüenza ¡no! ¡Un tonto sin remedio soy¡ ¡un tonto sin remedio soy!"
Irónicamente, cuando cantaba, se sentía más tonto de lo normal, pero estaba solo, así que no había problema.
Terminó con un tonó de guitarra excepcional, y empezó a afinar su guitarra. Toda la noche la estuvo limpiándola, arreglándola, y afinándola, ella era su mejor amiga, estaba ahí en los mejores y peores momentos, recordó su primer instrumento, que fue un banyo, que había encontrado en el granero de su abuelo a los 5 años de edad.
Pasó la noche, el de nuevo no durmió, como la noche anterior y… seguramente, como al noche que seguía.
Nota 2: bueno… veré si lo sigo, depende de ustedes, ¿Qué digo? ¡Claro que lo seguiré!.
¡Viaje bueno a todos!
