Impopular.

Sipnopsis: Isabella, es la denominada machorra del instituto, esta, aún sigue enamorada de su ex mejor amigo, Edward Cullen, cuando este corta con su novia, la tensión vuelve entre ellos, es mucho más que una tensión sexual, es simplemente la tentación de estar con alguien totalmente diferente a ti.

Parejas: Ed/Bell

La temperatura de Forks, como es habitual, es demasiado baja, el cielo está encapotado e Isabella mira la ventana de su habitación, con el corazón en puño, en Forks, todos los secretos acaban por destaparse, todos y por eso, hasta ella, una chica sin demasiado estatus social, conocía la relación de su vecino, Edward Cullen con Tania Denali, aunque no era demasiado complicado de descubrir, pero, lo que nadie sabía, es que Isabella, iba a ser la primera en ver como cortaban.

Esta, no era una chica demasiado femenina, pero demasiado sentimental, alguien que llevaba enamorada de Edward Cullen desde que tenía conciencia, pero a la vez, le repugnaba alguien como él, un jugador de fútbol que no pensaba con la cabeza, si no, más bien, con la polla.

En estos momentos, Isabella podía oír con perfección los chillidos de Tania hacía Edward, este, como todo hombre, era despistado hasta lo inverosímil y se había olvidado de su aniversario, aunque, el punto a favor de Edward, era, que desde hacía un tiempo, había preparado algo espectacular en su garaje, para un aniversario, que según su vago recuerdo, sería dentro de una semana, no era demasiado bueno en matemáticas.

Pero ahora, todo se estaba esfumando, el amor que tanto habían prometido que sería eterno, parecía que tan solo iba a durar unos segundos más, pues Tania, abofeteó con fuerza la mejilla pálida de Edward y él, miró al suelo, mientras la animadora, con la cabeza bien alta, salía de su habitación.

Isabella sonrió tristemente, en cierta forma, sentía lástima por el jugador de fútbol americano, pero jamás se lo diría, ella no era de aquellas pocas personas que tenía el estatus social suficiente para hablar con Edward, estaba en un rango demasiado inferior,aunque, le conocía demasiado bien, había sido su vecino desde siempre, incluso, hubo una época en la que fueron amigos, pero, aquello fue en tiempos pasados, la gente crece y cambia, piensa Isabella.

Isabella se vuelve a fijar en su libro, mientras oye los sollozos de Edward, este, con suma rudez, comienza a tirar sus objetos por el suelo e Isabella, siente que su corazón se oprime al oírle gritar y puede tener un vago recuerdo de cuando Edward era pequeño e indefenso, pero ahora, él no era así, era el rey del instituto, una fiera en el equipo, el capitán y el sumo soberano de todo el instituto, todos podrían comer de su mano si lo deseaban, incluso, se reconoció a sí misma Isabella, ella misma.

Después de cenar, Renné mira a Isabella, esta, pocas veces deja su cabello suelto, parece muy distinta con unos pantalones azules y una camiseta de manga corta, como pijama, no con sus pantalones holgados sus grandes sudaderas y sus coletas altas escondidas en gorros escalofriantes.

Estás muy guapa así.- Afirma Renné.

Isabella se estremece e inmediatamente deja de comer, sin si quiera mirar a su madre, tal vez, son odios del pasado, piensa Isabella, pero hay tantas cosas juntas, que hace tanto tiempo que si quiera mira a los ojos a su madre, tal vez, desde que la mantiene apresada en Forks y le negó la simple idea de largarse de aquí, desde que incumplió su promesa de hacer un traslado a Florida y se enamoró de Phil, quién, para Isabella, era odioso hasta la médula, aunque este, tan solo intenta ser amistoso.

Nadie puede ocupar el hueco de un padre, piensa Isabella, aunque no lo recuerde, no necesito un Phil.

Coge dos bolsas de basura y se dirige a el porshe, la única salida para llegar a la parte de atrás de la casa, dónde se encuentran los grandes cubos de basura.

Pero para su sorpresa, no está sola, se ruboriza levemente, mientras mira con indiferencia por encima de sus gafas a su vecino, que también está en cubo de basura, tirándola y se odia a sí misma por salir en un momento tan inoportuno.

Da media vuelta, esperando a que su vecino no se haya percatado de su presencia, pero entonces, este, la mira, con aquella sonrisa deslumbrante y su cabello despeinado, Isabella dubita de cómo puede ir con el pecho desnudo cuando una brisa gélida la hace estremecer a ella sus escuálidos brazos.

-¡ Ey!- Grita su vecino.-- No hace falta que te vayas, son dos bolsas, no voy a tardar una eternidad en tirarlas.--

Isabella vuelve a mirarlo, enarca una ceja sutilmente, él, el chico más popular del instituto le habló a ella, una simplona chica a la cual sus amigos, las pocas veces que la nombran, es con el apodo de marimacho, aunque, esta, por su puesto, tan solo viste con ropas holgadas, sabe precisamente cual es el sexo que le gusta, los hombres, sobretodo, su vecino.

Este, era más esbelto sin camiseta, con unos músculos bien formados y con unos pantalones bajos, Isabella pudo divisar incluso los huesos sobresalientes de su bajo vientre , con la respiración contenida.

¿No dices nada?- Pregunta Edward.

Isabella pone los ojos en blanco, mientras se queda parada, observando como su vecino tira las dos enormes bolsas de basura, las coge como si fueran plumas, algo sorprendente para algunas, pero Isabella también podía hacerlo, hasta mejor, pues Edward, si quiera podía entrar las bolsas sin derramar nada, un par de pieles de plátano se quedan fuera, además de restos de comida, Isabella pone los ojos en blanco, esto no lo ha hecho nunca, pensó.

Al acabar, Edward se queda ahí parado, mientras Isabella tira las dos gigantes bolsas de basura con rapidez y sin derramar nada y eso, que era una persona sumamente baja y escuálida, casi desapercibida, pero era fuerte. (1)

Edward se la queda mirando, con una sonrisa en el rostro.

-¿No piensas decirme nada?- Dijo, mientras Isabella se encaminaba por su casa.

Isabella se da media vuelta y piensa, que no va a dejar que alguien como Edward Cullen juegue con ella, puede, que en otro tiempo fuera un gran chico y que su corazón aún le pertenezca a él, pero, si quiera podía recordar su nombre, de aquello estaba segura, suspiro.

Siento que hayas tenido que cortar con tu novia.- Susurra y se encoge de hombros.

Lo has oído.-Dice, sin tomarle demasiada importancia.

Isabella asiente simplemente.

No era nada bonito de oír, supongo.- Siseó.- Bella.-

Las pupilas de Isabella se dilataron, hacía demasiado tiempo que nadie la llamaba por aquel apodo, respiró con dificultad pero sin dejar de mirarle con aquella mirada inexpresiva.

¿Sabes?- Susurra.- Me acabo de acordar de hace años..-

Isabella bajó la mirada.

Cuando, éramos muy amigos, Isabella.- Sisea.- ¿Lo recuerdas?-

-¿ A qué viene ahora recordar viejos tiempos?- Pregunta.- Es más, ¿a qué viene ahora hablarme?-

Edward se sobresalta un instante, pero vuelve a sonreír tiernamente, se acerca a Isabella, esta, si quiera da un paso en falso hacia atrás, deja que este se acerque, que sus dedos pálidos recorran su mejilla y que su aliento la aturda.

No sé, es simplemente, que hacía mucho tiempo que no me volvía a fijar en ti.- Dijo simplemente.

Isabella lo aparta, simplemente, estaba desolado y tenía toda la razón, Edward no estaba en su mejor momento, tan solo deseaba un poco de amor, un poco de cariño, tal vez sí que había cambiado, pero no de forma tan cruel como la mente de Isabella tergiversaba.

Edward suspiro al notar como Isabella intentaba zafarse de su agarre, gruñó e Isabella paró en seco, con los ojos húmedos, le miro un instante e intentó volver a zafarse de su agarre.

¿Recuerdas cómo nos besábamos cuando éramos niños?- Susurro.

Y entonces, Isabella se percató de algo, estaba borracho, bajó la mirada, solo un borracho se interesaría en ella, se dijo a sí misma, un estúpido borracho.

Claro.- Dice simplemente, sin demasiado entusiasmo.- Cómo olviarlo.- Se zafa con dificultad del agarre de su vecino y se va hacia su porche, mientras nota la mirada fija de su vecino sobre ella, respira de nuevo, con suma dificultad.

Estuvo a punto de hacer algo indebido, pero aunque le resultara sumamente irritante y repugnante, se sentía deseosa de volver a ver a Edward Cullen, aunque fuera borracho, pero, deseaba ver a un Edward Cullen que se percatara de su presencia, con una sonrisa ladina y un recuerdas.. traspasando sus labios.

Pues, jamás iba a olvidar sus besos.

Estás hablando de unas bolsas de basura grandes, que sin duda, pesan demasiado, no de algo pequeño.

Porfavor, un review, que si no no continúo historia.