DGM no me pertenece.
Midnight dawn
Road tenía seis años. Desde que era un bebé se notaba que era diferente; era muy inteligente y muy hábil, aunque como a toda niña no le gustaba hacer la tarea.
Su personalidad con otros niños era diferente también, no jugaba con ellos y siempre estaba sola.
Por ello empezó a sufrir maltratos verbales por parte de sus compañeros.
— ¡Rara! ¡Vete! ¡No te queremos! ¡No deberías existir! ¡No queremos ni ver tu cara!
Sin embargo, a Road no le importaba. Escuchaba esos insultos como si fueran muy lejanos, como si no pudieran alcanzarla.
Ella soñaba despierta. Soñaba con un mundo diferente. A su madre le hablaba de una oscura habitación llena de velas flotantes y muñecas. Su madre pensaba que era una historia de un niño normal, pero poco después se percató que le respondía a sus pensamientos. Ella no mencionaba nada, solo pensaba y Road le contestaba como si nada. Era incluso escalofriante.
Aun así, era una niña feliz. Crecía sin dificultades a pesar de todo. Pero, llegó el día en que ese don que ocultaba saliera a la luz.
Estaban en un viaje de campo, se suponía que todos sus compañeros debían estar reunidos alrededor de la fogata, pero ella vio una extraña mariposa morada volar cerca de ella y decidió seguirla. Al verla irse, otros dos niños la siguieron.
La mariposa se posó al borde de un acantilado. Road estaba tan entretenida que no se dio cuenta de que los niños estaban detrás de ella. La empujaron y Road cayó precipitosamente. En el acantilado habían múltiples piedras, grandes y puntiagudas.
Los niños la vieron caer y cómo se quedaba ahí inmóvil.
— ¡La matamos!—gritó uno.
— ¡No fui yo! ¡Tú la empujaste!
— ¿Y ahora qué hacemos?
Los pequeños asesinos lloraban y discutían desesperadamente, cuando una risa macabra llegó a sus oídos.
— ¿Creen que pueden matarme?
Ambos miraron al acantilado pero el cuerpo ya no estaba.
—Estoy aquí tontos.
Road se encontraba justo detrás de ellos. Había cambiado, ahora su piel era grisácea y en su frente tenía unas pequeñas cruces.
— ¿Quieren jugar?—les preguntó sonriendo macabramente.
Los niños estaban aterrados.
— ¿Quién eres?
—Road, ¿no lo ven?
—Pero…sí tú estabas…
— ¿Muerta? Eso quisieran…pero mejor díganme si van a jugar o no.
Ellos empezaron a llorar aún más por el terror que Road les proporcionaba.
—Qué aburridos son…si no quieren jugar, solo… ¡desaparezcan de mi vista!
Con ese grito lleno de odio y de ira, aparecieron unas velas flotantes de colores y muy afiladas.
— ¡Esto es lo que se merecen los seres humanos como ustedes!
Las velas volaron directo a los niños, quienes no tuvieron ninguna esperanza.
Al verlos ahí tirados y desangrándose, Road comenzó a reír.
—Road—llamó alguien.
—Conde…—susurró al ver a esa figura tan peculiar. Nunca lo había visto antes, pero ahora sabía bien quién era.
— ¿Estás lista? Vámonos.
La niña dio pequeños saltitos hasta llegar a una puerta en dónde ambos desaparecieron.
Momentos después, los maestros llegaron al lugar, encontrando solamente los cuerpos de los niños y sin rastro alguno e Road.
Ahora, ella es Road Kamelot, la novena apóstol, la Noah de los sueños.
