BIGOTE O CULO

John entró en la habitación y se encontró a Sherlock frente al espejo.

- ¿Qué haces?

- ¿Me queda bien?

John no pudo evitar soltar una sonora carcajada.

- ¿De qué te ríes?

- De la fila de hormigas que tienes encima del labio.

- ¿Ironía?

- No se te escapa una.

- ¿Ironía de nuevo?

- Sí, Sherlock. Tengo un irónico día - dijo sin parar de reír. Adoraba estas conversaciones matutinas, parecía que rejuvenecía veinte años.

- Bueno, ¿pero cómo me queda? - insistía el moreno.

- ¿Realmente quieres mi opinión?

- Sí, claro. Si no, ¿por qué iba a perder el tiempo preguntándote?

- Oye, ¡qué no eres el único que está ocupado!

- ¿Y en qué estás ocupado tú ahora mismo?

- En verte.

John no tardó en arrepentirse de haber dicho eso.

- Estás un poco raro, eso es todo. Tengo que seguir... trabajando.

- John... - Pero ya no se encontraba en la misma sala.

- ¿En verte? En veeer... teee? ¿Pero en qué estaba pensado? En serio, ¿en qué?

- John!

- ¡En la habitación!

- ¡John!

- ¡Deja de gritar!

- Pero tú también estás gritando - dijo abriendo la puerta lentamente.

- Sherlock, ¿estás bien? Espera, ¿te has afeitado?

- Sólo quería cambiar para ti - dijo con unos ojos tristes que llegaron hasta John.

- No seas bobo, ven - dijo indicándole con la mano sin dejar de mirarle.

Y se fundieron en un abrazo tan tierno que ambos se estremecieron.

Al día siguiente...

- Sherlock, ¿qué hay en la nevera?

- Ah, eso. Es una cabeza. No la tires, la estoy utilizando.

- Sherlock, Sherlock. ¿Qué voy a hacer contigo? - dijo tras un suspiro.

- ¿Decías?

- ¡Qué si te apetece chino! - dijo sonriendo ampliamente.

Sherlock apareció vistiendo su ropa de científico.

- Claro. Me cambio y nos vamos.

Mientras el menor volvía al salón John se le quedó mirando casi sin darse cuenta.

- ¡Qué buen culo te hacen esos pantalones! ¿Qué? ¿Quién ha dicho eso? Menos mal que no me ha escuchado - dijo un tanto azorado desabrochándose el primer botón de la camisa.

Se levantó a coger su chaqueta cuando Sherlock apareció por detrás de la nada.

- ¡Qué buen culo! - dijo dándole un suave cachete en el trasero con una sonrisa de oreja a oreja que acabó en una gran carcajada.