Capítulo 1
La vida no era fácil. Cuando todo el mundo tiene expectativas en ti, esperan que seas el mejor o el peor, lidiar con la presión es agobiante. Para Víctor Krum había sido algo del día a día desde que empezó a formar parte de la selección nacional de quidditch de Bulgaria. Sin embargo, ahora la presión que sentía a cada momento amenazaba con salirse de control. Sabía que el haber sido escogido por el cáliz no era casualidad, si, puede que él fuera un buen muchacho y que fuera muy hábil a la hora de montar, pero no se sentía lo suficientemente digno para ser el campeón de Durmstrang. Karkaroff seguramente tenía algo que ver.
Desde el repentino estrellato de Víctor, el director no podía tener suficiente de él. Insistía en entrenarlo personalmente con tal de exprimir lo más posible al ganso de los huevos de oro. Víctor bajo el estricto régimen de su escuela y la presión de sus padres no podía hacer más que aceptar con la cabeza baja todo lo que se le imponía hacer y tratar de dar lo mejor de sí. Después del fiasco del mundial de quidditch, su autoestima estaba por los suelos. Y si, puede que todavía fuera parte del equipo y fuera mundialmente famoso, con decenas de admiradores a donde fuera, pero se sentía un perdedor y sus compañeros de equipo se encargaron de restregarle en la cara su responsabilidad en la derrota. Por más rápido que fuera, debía saber cuándo capturar la snitch. Pero debía seguir adelante, ahora necesitaba concentrarse en el Torneo de los tres magos, la siguiente oportunidad para probarse así mismo, así dudara de la veracidad de la selección.
Hogwarts era un lugar espléndido, más hermoso de lo que se hubiera imaginado. Los alredores, el lago, el enorme castillo y el cálido y acogedor Gran salón, donde comían banquetes que sólo se asemejaban a los se daban de vez en cuando para los jugadores del equipo de Bulgaria. Nada parecido a Durmstang, con sus fríos corredores, siniestros salones y comidas insípidas. Incluso las mazmorras del castillo que estaba visitando eran mejores que las habitaciones dentro de la parte principal del castillo en el cual estudiaba. Todo en Hogwarts era mejor. Es verdad que a veces era muy molesto tener a un grupo de chicas pisándole los talones, cuchicheando y riéndose cuando caminaba por ahí, pero al final de cuentas su indiferencia hacía que se aburrieran después de un rato y si no lo hacían, él era bueno ignorándolas. También le agradaba y le subía un poco los ánimos todos los chicos que lo admiraban por sus habilidades en el quidditch. Que alguna persona se acercara y pidiera su autógrafo o algún consejo sobre como volar mejor le hacía el día. Lo único que oscurecía su estancia en Inglaterra el peso siempre presente sobre sus hombros de realizar las pruebas y salir victorioso, lo de morir no le preocupaba tanto, de ellas.
Desde que el cáliz de fuego había arrojado los nombres de los que serían los campeones y después de superar el alboroto de lo de Potter (Víctor en el fondo cree que Karkaroff nunca lo superó), empezaron a hacer un análisis de los oponentes. Para Karkaroff, siempre retrógrado y machista, Fleur Delacour de Beauxbatons no representaba ninguna amenaza, aunque dijo que era importante cuidarse las espaldas de Madame Maxime pues era una hábil bruja curtida por los años y podría dar una ventaja a su campeona. Cedric Diggory se veía como un chico fuerte y hábil, aunque Karkaroff decía que era demasiado amable y le faltaba crudeza para ganar un torneo así, sin embargo, lo veía como el oponente que más guerra le podía dar y decidió que lo vigilarían de cerca. Por último, estaba Potter. Si había alguien en Hogwarts que podía competir con su fama e incluso superarla era Harry Potter. Era una leyenda, el niño que vivió, el que a la edad de un año derrotó al que no debe ser nombrado. El que escuchara hablar de él pensaría que se trata de algo más que un niño flacucho y enclenque de catorce años. Víctor no sabía mucho de lo que era capaz, pero a simple vista no le parecía muy amenazante y, por el lado de la magia, su grado de escolaridad era muy bajo con respecto al suyo; por lo cual no le parecía que lo pudiera derrotar en un duelo o en pruebas donde la habilidad mágica fuera determinante. Por su lado Karkaroff parecía aterrado por las habilidades ocultas que Potter pudiera llegar a tener, aunque no lo demostrara el muchacho despertaba su fibra sensible de mortifago y cualquier cosa o persona que pudiera derrotar el gran poder que él había conocido y temido, debería ser objeto de precaución y cierto miedo. Saber si era una amenaza o no se salía de las manos del director; lo que si sabía era que ni él ni Diggory recibirían ayuda de Albus Dumbledore. Así en resumidas cuentas decir que estaban a su suerte.
Se podría decir que Cedric Diggory era bastante popular, sin embargo, Potter era repudiado por todos después de haber sido elegido como el cuarto campeón, sólo se lo veía por ahí con una chica. Cuando la vio por primera vez iba por los jardines hablando con él. A primera vista le pareció muy bonita con su melena de cabello castaño y la manera en la que se iluminaba con el sol lo hipnotizó. -Es solo una chica bonita- había pensado Víctor-hay muchas de esas aquí en Hogwarts-. Sin embargo, los días pasaron y no la podía sacar de su cabeza. Si era solo una chica bonita ¿Por qué siempre su rostro se colaba entre sus pensamientos y se encontraba a si mismo esperando encontrarla por los pasillos? Podría ser lo determinada que se veía su mirada, lo fuerte de su semblante o que en ningún momento la delicada curva de su rostro se había dirigido en su dirección, para darle una mirada y seguir así sermoneando al que se veía como un agobiado Potter.
El tiempo siguió su curso y la vida de Víctor se había visto reducida a entrenar, planear estrategias en para las siguientes pruebas y merodear por ahí en busca de la intrigante amiga de Potter. La veía al menos una vez al día en el Gran comedor, pero siempre por poco tiempo, pues esta sin siquiera esperar a su amigo, se atragantaba de comida y desaparecía en unos minutos. Siempre que coincidían él no le quitaba los ojos de encima, sin embargo, ella no parecía notar su mirada penetrante. Víctor nunca se había sentido tan invisible.
Una gloriosa tarde de sábado, cuando la primera prueba estaba cerca, deambulaba por los solitarios corredores del castillo, tratando de distraer su mente y apreciando las bellas pinturas que colgaban de las paredes cuando doblando por una esquina cercana vio una salvaje cabellera castaña que se perdió en segundos, la reconoció al instante. Era ella. Sin pensarlo dos veces aceleró el paso y la siguió. Cuando logró divisarla de nuevo, vio que andaba cargada de libros y caminado como si estuviera en una maratón. Se apuró un poco más para no perderla de vista. Después de girar por tres esquinas y de subir dos escaleras por fin la vio desaparecer detrás de una gran puerta. Esperó unos minutos antes de entrar para recuperar el aliento y que no fuera evidente que la estaba siguiendo, luego entró.
La biblioteca. Se lo debió haber esperado. Claro que la intrincada disposición de Hogwarts, además de la manía de las cosas de cambiar de lugar, hacía que conocer mucho de él fuera bastante complicado. De modo que la mayoría de las veces Víctor no sabía dónde estaba ni a donde se dirigía.
Dio un par de pasos inseguros. Se adentró en un mar de estanterías confusas después de pasar por delante del escritorio de una rígida bibliotecaria que no levantó la mirada cuando pasó. Buscó unos minutos entre libros y estantes y por fin la vio sentándose en una mesa en la que parecía ser la parte más aislada del lugar. Tomó el primer libro que estaba a su alcance y se ubicó en una mesa desde se podía observar la mesa de ella. Pretendió leer, aunque su precario inglés no le permitió entender mucho, rezaba algo así: Guide for the loving cook. Sin esforzarse mucho pasaba las páginas y de vez en vez lanzaba una mirada para donde se encontraba la chica que se rehusaba a abandonar sus pensamientos.
Así fue como empezó todo. Al principio utilizaba la excusa de investigar sobre los dragones que Karkaroff le había comentado para la primera prueba. Allí fue donde se enteró del útil hechizo de conjuntivitis que usó para superar la primera prueba. Luego siguió pasando sus tardes en el santuario con el pretexto de tratar de resolver el enigma del huevo. Al menos esto era lo le decía a Karkaroff, pues realmente a lo que se dedicaba era a observar hora tras hora como la luz se mezclaba con el cabello castaño, como las manos delicadas pasaban página tras página de incontables tomos, uno más grande que anterior. Como con el ceño fruncido tomaba notas en un pergamino, como si algo a preocupase y rayar furiosamente con la pluma fuera solucionar ese algo. Esa mirada de concentración, todos sus gestos y manías cada vez lo intrigaban más. La chica misteriosa, como había empezado a llamarla, ocupaba aún más sus pensamientos que el mismo torneo.
Pero no todo se reducía a la dicha de poderla observar cuando hacía los deberes, también había problemas. Su recurrente aparición por la biblioteca no había pasado desapercibida por su séquito de admiradoras y ahora habían elegido el lugar como su predilecto para hostigarlo y perseguirlo. A esto la chica misteriosa sí que prestaba atención y Víctor mortificado pensaba a quien molestaba más esto, si a ella o a la bibliotecaria en sí. A veces pensaba en no volver y dejarla estudiar en paz, al fin y al acabo ese era su lugar sagrado y él lo estaba profanando con su presencia; pero siempre se encontraba volviendo sobre sus pasos y terminaba sentado en la misma mesa "leyendo" algo bajo un título absurdo como: "The best way to handdle paper cuts" o "Maggical solutions to finger nail problems".
La misma rutina siguió por algunas semanas, pero todo cambió cuando se anunció el baile de invierno. Dos cosas sucedieron. La primera fue que sus seguidoras aumentaron la intensidad de su persecución y la segunda fue que invitar al baile a la chica misteriosa sería la excusa perfecta para hablarle por primera vez.
Un día cuando las chicas de su séquito estaban increíblemente ruidosas, preguntándose a quién invitaría Víctor, ella no lo pudo aguantar más. Cerró de un golpe y libro que estaba leyendo y dijo casi en un grito: "Si fuera a invitar a alguna de ustedes al baile ya lo habría hecho, ¿no creen? Además, ¿no tienen nada mejor que hacer que ir persiguiendo a alguien por ahí todo el día? ¿Qué tan lamentables pueden ser sus vidas?¡ Deberían estudiar para que sus cabezas se llenen de algo y se den cuenta por fin lo que es importante en la vida, o al menos dejen en paz a los que tratan de hacerlo!". Su cara se había puesto colorada por la rabia y la agitación. Sus ceño fruncido y manos apretadas le daban la apariencia de un muy enojado oso de peluche. Víctor la miró todo el tiempo con los ojos abiertos como platos, sorprendido y deleitado por al fin oír su voz. Las seguidoras de Víctor se mostraron sorprendidas por esta repentina oleada de furia dirigida en su contra, una que otra se puso colorada, otras refunfuñaban por lo bajo diciendo cosas como: "Nerd fastidiosa", "Por eso va a morir sola" o "Quien se cree para decirnos que hacer". Pero la vergüenza las superó y lentamente fueron dirigiéndose a la salida.
Cuando todas habían abandonado el lugar, la chica misteriosa, que se había regresado a la lectura de su libro, alzó la vista para encontrarse con un el joven jugador de quidditch que todavía la observaba fijamente. "Por favor la próxima vez que vengas asegúrate que no te sigan, realmente daña la paz de este lugar y eso es por lo que la mayoría de las personas venimos. Y también sería de gran ayuda que dejaras de mirarme como un bicho raro tú también, no las aguantaré molestándome en los pasillos después de esto; además no me deja concentrarme". Sin esperar respuesta abrió su libro y siguió su lectura ayudada por la luz que venía de la ventana.
Víctor, que parecía en un trance, se tomó un par de minutos para procesar lo que le había dicho. Lo más importante no era lo que había dicho si no, ¡que se lo había dicho al él! Sabía de su existencia. Bueno, eso no era tan extraño sabiendo quien era él, además del hecho de que era un campeón del torneo de los tres magos y todos en Hogwarts sabían sobre eso. En la mente de Víctor nada de esto tenía importancia, se sentía la persona más relevante del mundo en ese momento. Se sentía más importante que el ministro de magia. Y su mirada, como su expresión había cambiado de enojada a amable con él, como lo había mirado por primera vez, como … "Disculpa, sigues mirándome". Como saliendo de un trance, se percató de lo que hacía y de lo extraño que debía de haberse visto que él la mirara por tanto tiempo sabiendo que le acaba de pedir que no lo hiciera. Pero lo que le pedía era imposible. No verla sería como tener la aurora boreal delante y cubrirse los ojos. "Lo-oo si-iento"- logró articular y con gran esfuerzo apartó la mirada. Ella pareciendo algo satisfecha volvió a su lectura.
Cinco minutos pasaron, Víctor se armó de coraje y levantó la vista una vez más hacia ella. La chica sintiéndose observada dejó de leer su libro para verlo. Él tomó una respiración profunda y soltó: "¿Cuál es tu nombrrre?". Algo sorprendida por la repentina pregunta dijo simplemente "Hermione". -Hermione-pensó Víctor- que bonito nombre. "Hez-mi-ope"- fue lo único que salió de su boca cuando trató de decir su nombre. "Mi nombrre es Victorrr …." "Krum" terminó ella "sé quién eres". Él asintió con la cabeza y pensó su siguiente movida. Era ahora o nunca. No sabría si ella le volvería a hablar o si él tendría el valor de hablarle a ella. "Disculpa porrr lo antes, ellas me siguen y a mí me gusta venirrr aquí. Lo siento" – empezó. "Está bien, no es tu culpa que te acosen". "Grrracias. Te he visto antes. Parreces una brrruja muy inteligente. Me gustarrria poderr concerrrte. ¿Quisierrras irr al baile conmigo? Dijo todo esto tan rápido que tuvo que recuperar el aliento al final. Con la esperanza de que hubiera entendido todo a pesar de su acento, la miró. Su rostro bailaba entre una mezcla de asombro, incredulidad, sorpresa, confusión e incertidumbre. Pasó el minuto más largo de la vida de Víctor hasta que al final ella musitó por lo bajo un "pe-pe-pero, ¿por qué yo?".
Pues porque ella era la chica más asombrosa que había visto, porque era fuerte decidida, estudiosa, independiente, además era bonita, delicada y no parecía interesarse en lo absoluto por su fama y fortuna. Quería gritarle todo esto, pero de su boca salieron solo un par de estas cosas. "Porr que parreces una perrsona interresante y me gustarría saberr quien erres de verrdad, además como sabes quien soy y no imporrrta podrrrías llegarr a conocerrr quien soy de verrrdad también". Con esta respuesta logró sacar una sonrisa de los labios de ella, la cual se reflejó de manera automática en los suyos. "Está bien, iré contigo. Pero solo eres Víctor y no Krum cuando estés conmigo. ¿Lo prometes?" "Lo prometo"
He aquí el primer capitulo de una historia que tendrá alrededor de 5 según los planes. Espero que lo disfuten y me digan que les parece. Por cierto, pido disculpas por cualquier error gramatical y por el pobre acento búlgaro de Krum, es algo dificíl de hacer. Sin más, ¡que viva Krumione!
