Melodia del cap.1 : watch?v=VoE04a1RHwk
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Una vez dentro de su dormitorio comenzó a recorrerlo con la mirada llena de nostalgia, fueron tantos años y tantos recuerdos que guardaban celosamente aquellos muros del onceavo templo como mudos testigos de la verdadera personalidad de acuario, una personalidad que muy pocos conocían. Dejo su contemplación para dirigirse a un viejo armario, estando a unos cuantos pasos pudo darse cuenta su pareja se encontraba en el marco de la puerta a sus espaldas, cerró fuertemente los ojos por un momento e inhalo profundamente tratando de darse valor para enfrentarlo. Camus abrió delicadamente la puerta del armario y extrajo una pequeña maleta que coloco a los pies de la cama. - ¡¿Te vas?! – Pregunto el escorpión con un deje de tristeza y angustia. El peli turquesa no quiso mirarle, sabía que si veía su rostro daría marcha atrás en sus planes, por ello no dijo nada, simplemente extrajo un cambio de ropa de civil, un abrigo y una mochila tipo maletín; comenzó a empacar toda clase de objetos pequeños como el cepillo de dientes y algunos libros en la maleta y, mientras revisaba el contenido de esta la voz de su pareja en un tono más serio volvió a romper el silencio: - ¡Camus… ¿Qué significa todo esto?, ¿Por qué no me habías dicho que planeabas irte?! –Espeto Milo en un tono dolido e incrédulo.
- ¡Pero… ¿Por qué no me lo dijiste?, pensé que me tenías la suficiente confianza para…! – El escorpión sonó dolido al mencionar estas palabras, pero fue interrumpido por el peli turquesa antes de que terminara la oración.
- ¡No es lo que tú piensas! Milo yo te amo, claro que confió en ti pero…, pero no hay nada que podamos hacer, la decisión de Atena es irrevocable… - Dijo Acuario tratando de consolar a su pareja quien tenía una revolución de sentimientos en su interior.
- ¡¿A dónde iras?! – Pregunto Milo con un nudo en la garganta y temiendo la respuesta.
- Me marcho a Paris… - Dijo el guardián del onceavo templo intentando mantenerse ecuánime.
-¡Llévame contigo! – Espeto casi gritando el peli añil mientras de sus hermosos ojos comenzaban a escapar copiosas lágrimas.
- ¡No! –Fue la simple respuesta del galo, la cual a pesar de tratar de sonar con convicción mientras por dentro de desmoronaba.
El griego no pudo evitar romper en un desgarrador llanto ante aquellas palabras y murmurar un apenas audible - ¡¿Por qué?! – cuando recargado en la blanca pared de la habitación se deslizaba despacio hasta quedar sentado en el suelo.
- He arreglado todo para que puedas quedarte en Rodrio, no sé cuándo pero vendré por ti, te lo prometo, pero si encuentras a alguien antes de eso yo… - El galo fue interrumpido cuando Milo de rodillas se abrazaba a su pierna.
- ¡No!, ¡No hay ni habrá nadie mejor que tú! Cami por favor llévame contigo, te prometo no seré una carga! – Decía el escorpión con su rostro completamente húmedo a cauda de las silentes lágrimas que resbalaban de sus mejillas en ese momento.
El peli turquesa no pudo soportar aquella escena, por todos los medios trato de levantar a Milo del piso pero este se aferraba más a sus piernas como si su vida dependiera de ello mientras le repetía una y otra vez - ¡Llévame contigo Camus, llévame contigo! – Fue demasiado pata el guardián del onceavo templo quien rompió en llanto al igual que su pareja.
- ¡Entiéndelo por favor! No es que no quiera llevarte conmigo, si no que no puedo hacerlo – Espeto el galo ahora con el peli añil en brazos.
- Milo, yo no tengo nada que ofrecerte, no puedo arrastrarte conmigo a la miseria. Del poco dinero que he ahorrado he dado una gran parte para el anticipo del primer mes del alquiler de un pequeño y humilde studette – dijo el francés desde el fondo de su corazón y revolviendo lo rebeldes mechones azul añil del escorpión.
- ¡No importa! Mi lugar está a tu lado y lo sabes, solo te necesito a ti para vivir y para ser feliz – Aquellas sentidas palabras salieron en medio de sus sollozos logrando conmover a su pareja.
- ¡Mi amor!- Dijo el peli turquesa en un suspiro. – No puedo garantizarte el poder traer el pan a casa todas las noches, ni el tener siempre un techo sobre nuestras cabezas… - Dijo el Camus con algo de amargura en su voz.
- ¡Yo te seguiré donde sea que vayas, tu suerte será lamia; aun asi vivamos bajo de un puente, tus brazos serán mi casa y tus besos serán mi alimento, no me faltara nada si te tengo a ti! – Aquella convicción en sus palabras y la decisión en sus ojos hicieron dudar por un segundo al guardián del onceavo templo.
- Milo… lo que dices es muy hermoso y muy romántico pero no basta, la vida es y será dura. No tenemos trabajo, estaremos a nuestra suerte en una ciudad nueva, sin nadie a quien recurrir cuando tengamos dificultades y muchas otras cosas más; no será sencillo, a mí también me gustaría que pidiéramos vivir de besos y abrazos pero no es tan fácil además… - Camus en verdad sonaba pesimista, creía que Milo no soportaría una vida llena de carencias pero lo que el griego le diría a continuación lo dejaría pensando.
- Cami yo entendiendo todo eso, de verdad y sé que te preocupas por ello pero… Todo estará bien si estamos juntos, después dos cabezas piensan mejor que una ¿No?; además dicen que el amor lo puede todo y, si es asi el nuestro hace milagros… - La seguridad con que el griego decía aquello y ese brillo y tan peculiar en sus ojos, lograron convencer a su pareja de llevarlo con él a Paris.
- Sera mejor que te levantes temprano pues a Mu no le gusta que lo hagan esperar, empaca solo lo que consideres más indispensable en mi maleta pues, no tenemos demasiado espacio en donde viviremos y que sea lo que Dios quiera. – Camus ya estaba resignado pues, cuando a Milo se le metía una idea en la cabeza no había poder humano que lo hiciera desistir de ella.
- ¡Gracias Camus! Sabía que no te irías sin mí. Por cierto querrás decir los dioses… ¡Hasta mañana amor, te prometo que no te arrepentirás de dejarme ir! – Dijo Milo muy mocionado corriendo hacia la puerta del dormitorio dando de gritos. Para el escorpión todo era un sueño color de rosa como las novelas que leía afrodita.
Camus salió detrás de su amado solo para ver como este se perdía en las escalinatas cuesta abajo, una leve sonrisa apareció en los labios del aguador al recordar sus palabras: - ¡Que sea lo que Dios quiera!- Milo estaba tan feliz que no le cuestiono mucho aquella expresión, pero aquel gesto se deformo en angustia pensando en lo que les esperaría a partir de maña en el que sería su nuevo hogar, solo espera no fallarle a Milo.
