Cogí su mano con fuerza, no quería dejarla escapar una vez más. Él nunca lloraba, y la vez que hizo fue ya hace mucho.
La lluvia lo mojaba por entero, y mi paraguas era demasiado pequeño para los dos, así que lo solté en el suelo y me mojé también.
— ¿Ella está muerta verdad? — dijo mirando al suelo, con su pelo azabache tapándole los ojos.
— ¡Claro que no! — solté de sopetón aunque yo misma no dejase de temblar. — Ahora ella solo habita en tú corazón. — sonreí tocándole el pecho con mis manos temblorosas. — Ella siempre supo que ahí dentro…— apunté al lado izquierdo de su pecho con el dedo. —… es el lugar más cálido que alguien pueda querer estar. — alejé mi mano con pesar. — Chica lista. — sonreí intentando no llorar.
Él no respondió, y tampoco me miró a los ojos. Seguramente quería estar solo, yo apenas era un estorbo.
— Lo siento…. — mis manos se fueron a sus dos mejillas sorprendiéndolo por completo. — ¡Lo siento mucho! — Le miré a los ojos una última vez antes de cerrar los míos y besarlo. No los he vuelto a abrir pero supe que me había rechazado, yo quería eso, quería que me rechazara pero….duele.
— ¿Q-Qué estas haciendo? — él me preguntó, pero yo simplemente aparté la mirada.
Abrí mis ojos otra vez, y caminé lo más lejos posible de él. Pero antes de irme avisté por última vez la tumba de la mujer que incluso muerta robó al hombre que amo una vez más.
Intenté no llorar, pero fue imposible. Mi pecho ardía, y mi corazón se hizo migajas sin que yo pudiera evitarlo. Y todo lo que podía pensar era:
¡Dios como lo amaba!
Pero no él sería mío jamás…..ni en ese mundo u en otro. Porque hay veces, que simplemente no debe serlo.
— ¡Shintaro-kun! — esbocé la mejor sonrisa que pude. — ¡Sayonara! — él me miró a lo lejos, y por primera vez sentí como si de verdad me mirase.
"Él me miró fin…" pensé feliz saliendo del cementerio.
Seguramente en otro mundo, universo o dimensión nos encontremos de nuevo, estoy segura de ello.
Y deseo con todas mis fuerzas que en ese mundo, yo sea la que ame a otro y él el que se enamore de mí.
Pero hasta entonces, yo me iré.
Takane despertó con lágrimas en los ojos sin saber el porque. No se acordaba del que había soñado, pero su pecho dolía como el infierno.
Miró al reloj y vio que aún era las cinco de la mañana, pero no tenía sueño en absoluto. ¿Por qué será? Se pregunto levantándose de la cama.
Miro de soslayó a su móvil, y se dio cuenta que había un mensaje de Ayano en él.
En el mensaje decía que se encontrase con ella a las tres en punto para ir al Karaoke con Haruka y Shintaro, pero eso no la hizo mucha gracia.
Seguramente terminase pelándose con Shintaro otra vez, y eso no era bueno, al menos para ella que perdía todas las peleas siempre.
— ¡Ese idiota! — ella chilló ya con creciente enfado, sin saber que en un futuro no tan lejano sería el virus que compartiría su mayor parte del tiempo. Y que quizá, cambie lo que pasó con su otra yo del mundo de los sueños que se olvidó.
Aunque, tendría un largo viaje para hacer que él se enamore de ella, y de esa vez, ella también de él.
