Amour Sucré no me pertenece


Era difícil que Kim se sintiera avergonzada, pocas cosas la hacían sentirse así; véase como decir que tenía problemas y el tener que pedir ayuda. Pero en esos momentos deseaba esconderse bajo una roca y no salir de ahí ni para graduarse. Se cubría con la visera de su gorra y evitaba mirar a sus padres, pero eso no desviaba los gritos de su madre que parecía haber leído un libro de piropos baratos antes de llegar ahí, apretó los dientes.

–Oye, ¿no has pensado en invitarlo a salir, Kim? –.

–¡Mamá! –.

–Señora, no respiro–. Dijo Nathaniel, llamando la atención de toda la familia.


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