Los personajes de Ranma no me pertenecen blablabla….

Prólogo

Jamás en toda mi vida había sentido tanto miedo. Yo, el grandioso artista marcial, el inderrotable Ranma Saotome que tenía las mujeres más hermosas de Nerima suspirando de amor, y que tantas, tantas veces protegí hasta con mi vida a la única que de verdad me importa.

¿Cuándo iba a imaginar que el miedo calara tan a fondo mis huesos, al grado de hacerme sentir un nudo en la garganta y empañar mis ojos con ardientes lágrimas?

Sólo en una ocasión había llorado abiertamente, sin importarme nada; cuando creí perdida a Akane, en Jusenkyo, y mi corazón aterrorizado me decía que nunca más la volvería a ver sonreír, ni a escuchar su voz cantarina y ver sus ojos de avellanas.

Pero ahora, ahora era tan terrible lo que ocurría que a duras penas encontré la forma de no llorar de nuevo.

Akane estaba frente a mi, acorralada entre la pared y uno de mis brazos. Mi imponente cuerpo, que en esos dos años después de la boda fallida, había crecido y se había hecho más musculoso y fuerte, no le dejaba salida alguna. Si antes las chicas me veían, ahora era inevitable que se quedaran boquiabiertas. ¿Pero me importaba? No. Porque la única que me interesaba era Akane, que en ese tiempo había dejado atrás para siempre el cuerpo de niña y se había convertido en una mujer, delgada, poseedora de unas curvas que volvían locos ¡a todos! ¡No sólo a mi que mi corazón se detenía cuando alguien osaba a verla! ¡Todos la admiraban, la adoraban, y ahora era peor que cuando la conocí y todo Furinkan estaba tras ella! Era peor, porque todos habían crecido y se comportaban más corteses, más caballerosos, intentando arrebatarla de mi lado. Su cabello había crecido hasta llegar a su cintura, y siempre lacio y hermoso, más suave que la seda, negro pero bajo cualquier luz soltaba destellos azulados. ¡Me volvía loco, porque sus sonrisa de por si perfecta, ahora era destellante! Era como si el hecho de volver de la muerte, cosa que me hiela las venas de sólo recordarlo, la hiciera más hermosa de lo que ya era, más irresistible que antes, más frágil, pues había perdido gran parte de su fuerza con el incidente, y terriblemente seductora, sin jamás perder su inocencia.

¿Qué hacer cuando, si antes tenía un séquito de imbéciles babeando tras ella, ahora eran todos? ¿Qué hacer cuando, todas las miradas masculinas se fijaban inevitablemente en ella, y las femeninas también, pero con un odio como sólo había visto en los ojos de Shampoo?

Los celos me volvían loco, ¡cómo nunca antes! Y siendo aún incapaz de confesarle que la amaba, las cosas eran mil veces peores. Estaba frustrado, lleno de angustia, y constantemente enojado, no, ¡furioso! No podía arremeter contra todos esos malditos que la miraban y le sonreían y le ofrecían las manos al pasar, regalándole rosas, cartas de amor, suspiros. Así que me tragaba mi coraje y los fulminaba con la más atroz de mis miradas. En el momento funcionaba, pues nunca la dejaba ni a sol ni a sombra, y todos ellos apartaban los ojos de MI Akane, pero al siguiente día, de nuevo lo hacían.

Jamás había estado de tan mal humor, jamás había sido tan violento con todos, ¡y ya no me podía controlar! Y las cosas fueron empeorando poco a poco, hasta llegar a este punto, ¡que no es la primera vez que sucede! Akane acorralada, temblando de miedo… ¡Miedo de mi! ¡De mi que tanto la amo, que moriría mil veces por ella, de todas las formas! De mi… que tantas veces la protegí, la cuidé, la salvé, para ahora ser yo la bestia que la atacaba.

Si, la había atacado en un arranque de celos e ira, la había lanzado…¿lanzado? Dios mio, no puede ser… lanzado contra la pared, acorralándola y alzando una mano como si fuera a…

Abofetearla.

Este no soy yo, pero por una parte, lo soy. En esto me he convertido al no saber cómo retenerla a mi lado, y ahora soy peor que un monstruo. Soy un asco, un poco hombre, y no merezco que me vulva a mirar.

Estoy temblando, como ella misma, y las lágrimas me hacen borrosa la mirada.

¿Qué he hecho? ¿Me atreví a amenazarla?

¿De nuevo?

No. Ya no puedo más.