Lo intentaba, realmente lo intentaba. Podía escuchar a la profesora hablar sobre lo que fuera que estuviera en el pizarrón frente a él, pero no lograba entender ni una sola palabra de lo que decía. No podía concentrarse. Los nervios lo mataban. Y todo era culpa de Marinette

¿Qué era lo que hacía que la chica le causara más ansiedad de la habitual, si hacía ya un tiempo que gustaba de ella? Pues que ese preciso día Adrien se había auto impuesto la meta de invitarla a salir.

Esta idea ya llevaba un tiempo en su cabeza, pero vaya que le había tomado bastante juntar el valor para por fin decidirse a hacerlo en verdad. Detrás de sí podía escuchar a su amada cotilleando con su amiga. Escuchar su voz lo hacía ponerse aún más nervioso.

-Muy bien. Ahora necesito que resuelvan las páginas treinta y cuatro y treinta y cinco de su libro de historia.- indicó Madame Bustier. Con eso Adrien asumió que la explicación ya había terminado. No había riesgo de recibir una llamada de atención si intentaba hablar con la chica.

-Pst... Marinette...- llamó volteando su torso para mirarla.

-¿Sí?- respondió ella aún riendo un poco por algún comentario que había escuchado de Alya.

-Yo, eh... me preguntaba si... tú querrías...- Juraría que casi podía sentir las palabras atascándose en su boca.-... prestarme un lápiz...

-Claro.- respondió Marinette con una inocente sonrisa pasándole uno de sus lápices.

-Gracias...- Con una falsa sonrisa el pobre chico quería golpearse a sí mismo. Había empezado mal.

Pero no dejaría que eso lo detuviera. A la hora del receso intentó suerte de nuevo. Parecía que ser directo se le daba mal, así que intentó ser más sutil y forzar una situación que llevara a un diálogo casual.

Un par de minutos antes de que timbre sonara para que regresaran a sus clases, se recostó en el marco de la entrada con sus brazos cruzados intentando lucir casual. Su plan era que, una vez que ella se acercara, chocara "accidentalmente" sus hombros con ella. Tras disculparse le preguntaría si, en modo de compensación, iría con él al cine.

Todo era perfecto. ¿Qué podía fallar? Orgulloso de su plan comenzó a fantasear como sería una vez que comenzaran a salir oficialmente. Irían a cada punto romántico de París, caminarían de la mano, hablarían todo el tiempo...

Perdido en sus pensamientos no se percató de que la chica se acercaba. Quiso recuperar su posición de galán cuando ella pasó justo al lado suyo, pero los cordones de sus zapatos le quisieron hacer una mala jugada en ese instante. Tropezando con estos, cayó sobre la inadvertida Marinette. Bueno, al menos había logrado su objetivo de acercarse más a ella. Tan sólo se había tornado algo más literal.

-Ouch...- se quejó ella con sus ojos cerrados. Al abrirlos pudo ver a un rubio sonrojado a más no poder sobre sí.

-M-Marinette... Lo siento... Lo siento mucho de verdad...- tartamudeó él al momento que se alejaba de ella para sentarse en el suelo.

-No te preocupes. Todo está bien...- respondió Marinette con una sonrisa aún sobando su cabeza adolorida.

Aquel día no podía ir peor. Hundido en su libro de biología intentaba pensar como arreglar esto y no paraba de preguntarse por qué su confianza lo abandonaba cuando más la necesitaba. Tales cosas no sucedían cuando era Cat Noir. Lo que fuera que lo hiciera actuar como lo había tenía incluso a la mismísima Ladybug enganchada a él.

Pero no era Cat Noir ahora y Marinette no era Ladybug... Debía hacer las cosas diferentes. A la manera de Adrien.

Resignado y apenado, decidió intentar una vez más al terminar la clase. Relajado y sin poses extravagantes la esperó afuera de la escuela, pues ella se había tardado un poco más en salir. Una vez que la divisó, respiró profundo y caminó hacia ella.

-¡Marinette!- llamó. La muchacha volteó y sonrió al verle.

-Hey, Adrien...

-Oye, Marinette. ¿Estás lista para la maratón de películas en mi casa?- preguntó Juleka al pasar de pronto al lado de ambos. Adrien se encogió de hombros. Ya no había manera de invitarla a ir por un helado aquel día.

-Iré en un momento. Adelántense. Las alcanzo luego.- respondió Marinette.- ¿Que me querías decir, Adrien?- agregó regresando su mirada al chico frente a ella.

-Yo... quería agradecerte por el lápiz.- contestó él algo serio al momento que se lo entregaba de vuelta.- U también quería disculparme por el incidente de ahora...

-Oh, no es nada. Todos tenemos un mal día. Créeme, si alguien sabe de caídas soy yo.

-Jaja, sí.- dijo él un poco más relajado.- Entonces deberás darme clases de cómo aterrizar.

-Bueno, ¿qué te parece mañana luego clases en el parque?- preguntó ella con dulzura. Los verdes ojos de Adrien se abrieron con sorpresa al darse cuenta de que ella lo estaba invitando a salir.

-¡Acepto! Es decir, sí. Sí, sí, sí. Claro.- respondió rápidamente intentando sonar confiado. Marinette soltó una risilla.

-Nos vemos luego entonces.- dijo antes de dar media vuelta y comenzar a caminar hacia sus amigas.

-Adiós...- susurró él en un suspiro mientras la veía irse. Oh, vaya que esa chica lo tenía mal...