Fue la peor fiesta de su vida. Ni siquiera fueron tan bochornosas las de su adolescencia o presentación, todas aquellas que pasó sin pareja en un rincón mientras le devoraba la envidia.
Le había costado mucho llegar hasta allí y, de pronto, sintió que todo su esfuerzo había sido en vano. No merecía la pena seguir adelante, ahora ya no. La sonrisa de suficiencia y frivolidad que había ensayado mil veces frente al espejo antes de llegar le tembló unos segundos en los labios. Entendía perfectamente lo que dicen los muggles de la de los payasos, obligados a representar su papel.
La tentación de dar media vuelta y salir corriendo era aun más grande que el primer día.
La inseguridad le hizo retorcerse las manos con nerviosismo, pasando por alto algunas de las que los anfitriones le ofrecían.
Reparó el error tan pronto como lo advirtió, antes de incurrir en una descortesía que le hubiera costado caro. En su nueva vida todo era una prueba.
Quizás fuera por éso por lo que puso toda su determinación en cada apretón, firme y enérgico, tan agresivo que casi hacía daño. No podía permitirse un pulso tembloroso ahora que era oficialmente uno de ellos, otro mortífago.
"Curiosa exigencia"-pensó-"para gente que vive constantemente con miedo..."
Recorriendo discretamente con la mirada a cuantos allí se encontraban no pudo dejar de preguntarse cuánta de aquella gente sentiría lo mismo en esos momentos. Negó con la cabeza: probablemente todos estuvieran fingiendo una seguridad que realmente no tenían.
En realidad, no era difícil saber de qué se protegía cada uno. Siempre había tenido una especial habilidad para detectar fallos en las corazas ajenas y allí podía ejecutarla a placer. Gustaba de irrumpir en los pequeños círculos (Dios sabía el mucho valor que reunía para llevar a cabo tales impertinencias) y entablar batallas verbales encarnizadas y certeras. Avergonzándoles conseguía perder su propia vergüenza.
En aquel nido de víboras, unos ataques tan directos y plagados de sarcasmo sólo podían ser tildados de honestidad, acostumbrados como estaban a puñaladas por la espalda. Éso no impedía que siguieran sentando mal cuando no eran capaces de darle una buena respuesta.
Cada cual se ofendía por lo propio y reía las pullas lanzadas hacia los demás. Eran competitivos y orgullosos. Por un instante tuvo que admitir que no encajaba entre ellos tan mal.
Con el mayor de los disimulos, buscó con la mirada al hombre por cuya causa había cometido el desatino de venir. Resultaba muy difícil atender esa necesidad y a la vez prestar atención a la conversación, especialmente cuando nadie decía nada de su interés. Simplemente dejó de escuchar.
Allí, en un sofá de ese mismo salón, la persona por la que se estaba arriesgando a morir charlaba en íntimo coloquio con la señora Malfoy. Narcissa, bella y pálida, tan pagada de sí misma, disfrutaba de tantos admiradores como podía imaginar. Seguramente no constituyese una gran diferencia otro más.
No podía apartar los ojos de la escena que se desarrollaba tan sólo unos metros más allá, por encima de los hombros de la gente.
Una caricia contuvo su mano temblorosa de ira, provocándole un estremecimiento de índole muy distinta: Lucius Malfoy se la llevaba a los labios, a modo de saludo. El rubor en sus mejillas no se hizo esperar. Se sentía como los niños pillados en falta por un padre o un profesor...y temía la inminencia del castigo.
Afortunadamente, aquel maniquí humano atribuyó su azoramiento exclusivamente a su acción y sonrió, de una manera encantadoramente venenosa, canalla:
-Veo que, pese a sus incansables esfuerzos por evitarme a lo largo de esta noche, encuentra usted mi compañía tan grata como yo la suya.
Y, por más que intentase excusarse, ambos sabían que tenía razón...pero de un modo distinto. Había pasado, conscientemente o no, esquivando la posibilidad de ese encuentro desde el momento en que llegó. En la última ocasión, Lucius, quizás resentido por las sutiles, casi cariñosas burlas de las que era objeto, o tal vez animado por la bebida, se despidió colándole su lengua entre los dedos, simulando un simple beso, como un Valmont de pacotilla.
La había retirado con desconcierto y asco, reprimiendo como mejor pudo el deseo de golpear su rostro de hombre insolente y casado. La sensación del calor procedente de aquella boca le había acompañado después durante horas...
Y ahora estaba de nuevo a su lado, como si nada hubiera ocurrido. No había ni ganas ni tiempo de discusiones, reproches o escándalos. En aquella celebración, Lucius era, con toda seguridad, su mejor aliado.
Se apresuró a contestar:
-Se equivoca usted, señor Malfoy, respecto a mi comportamiento. Simplemente, en función de lo que le estimo, decidí ahorrarle el bochornoso trago de ofrecerme unas disculpas y obligarle de ese modo a tomar otros antes. Por aquello del valor, ya sabe.
Le dio la espalda, para poder contemplar de esta manera a la pareja del rincón más a sus anchas. Las manos que el mortífago puso sobre su cintura, frías y blancas, no fueron las responsables esta vez de que todo su cuerpo se helara: su objetivo y su acompañante se habían desvanecido en la nada.
El aliento candente de aquel asesino, cuya frente reposaba ahora sobre su coronilla, hizo imposible que aflorara una sola lágrima. Era el recordatorio constante de que no podía relajarse, de que estaba en peligro.
-Si lo que está diciendo es que debo pedirle perdón por mi osadía, le ruego que considere que éso mismo, aunque de una forma...digamos...tan grosera, no deja de ser una prueba de valentía. - Su voz era grave y pausada, veladamente burlona.
Se deshizo de su ligero abrazo, dudando si revelarle en ese mismo instante sus pensamientos. Deseaba verle furioso, que perdiera la compostura y corriera a buscar a su mujercita. Tuvo una fugaz visión de esos dedos crispados en torno a los cabellos, rubios y desordenados, de la ramera llorosa que tenía como esposa.
Emitió un bufido de satisfacción, pero desechó la idea. Por mucho que doliera, no podía buscarse más problemas.
-Si no desea esa copa para usted, traígala entonces para mí. "Realmente la necesito"-añadió mentalmente.
-¿Me ha visto cara de mayordomo acaso?- El altivo Malfoy parecía ofendido, apoyando la palma sobre su pecho afectadamente, pero en su mirada había un brillo juguetón.
-Le aseguro que realmente no desea conocer la respuesta a éso, señor.- Le miró a los ojos, observando su reacción. Finalmente arrugó la nariz graciosamente.- En cualquier caso, puede quedarse tranquilo, no será mi empleado. No pienso retribuírselo de ningún modo al final de la noche...
Lucius no pudo evitar reir, antes de partir en busca del refrigerio prometido. Su acompañante esperaba sinceramente que la última parte de la respuesta le hubiera contrariado.
En soledad de nuevo, se dispuso a tomarse un respiro, rehuyendo a cuantos conversadores le salían al paso. Sólo ansiaba alcanzar el balcón, o, a falta de él, cualquier ventana. Le faltaba el aire.
La noche le esperaba tras unas cortinas de un oscuro color carmín, tórrida pese a las nubes que ocultaban la luna. Tal vez al día siguiente llovería. La brisa nocturna hacía ondear su túnica, mientras se inclinaba sobre la barandilla, observando el jardín. Por unos instantes, creyó ver flotar un retal de tela negra entre los setos.
De pronto, sintió un peso sobre su hombro, donde el señor Malfoy había acomodado su mentón, bastante más próximo de lo deseable y lo formal.
-¿ Hay algo interesante ahí abajo ?
Dejó escapar un grito ahogado.
-No le había oído llegar... No, en realidad sólo me había parecido ver algo- Negó con la cabeza, quitándole importancia.-Pero, como puede ver, no hay absolutamente nada.
El corazón le palpitaba furiosamente aun del susto. Logró dominar su ritmo con gran esfuerzo. En el fondo, también deseaba creer lo que había dicho...
Pasaron unos interminables minutos, en los que el perfume del oscuro mago, asfixiante y sensual, dominó la escena. Su peso, su cercanía inmoral eran casi de total intimidad. No se atrevía a darse la vuelta.
Finalmente, él pareció tener un gesto de caballerosidad y se retiró, dejandole espacio suficiente como para poder respirar. Inclinándose cortesmente, le ofreció su brazo.
-Ven conmigo- le dijo- Me gustaría enseñarte algo...
El súbito tuteo le resultó tan inesperado y extraño que no supo hacerlo recíproco. Por su mente pasó fugazmente un pensamiento obsceno, al reconocer en sus palabras el eco adulterado de una frase infantil, sucia y retorcida.
Sonrió con ironía.
"Pobre señor Malfoy"- Pensó. Cierta o no, su fama le precedía. Pese a todo, se aferró a la posibilidad que le ofrecía, tomando su mano.
-¿ Por qué no?
Lo más difícil fue cruzar el salón, con toda aquella gente semiaburrida, ávida de hablar de algo. Todos encontraban un pretexto para cruzarse en su camino. Lucius se deshacía en disculpas y en sonrisas, mientras enlazaba a unos con otros para mantenerles ocupados. En cuanto cruzaron la puerta, el silencio se hizo total, irrompible y sagrado.
Tardaron una eternidad en llegar al sótano. Las escaleras interminables caracoleaban arriba y abajo. El pasadizo, o lo que quiera que fuese, parecía haber sido especialmente diseñado para constituir un recorrido turístico por el mayor número de dependencias de la hermosa mansión del potentado.
Delante, el mortífago caminaba intimidante en su altura, con paso solemne, arrastrando sus elegantes vestiduras por unos suelos brillantes como espejos. Fue por seguir la estela de su capa por lo que se dio cuenta de que el entorno había cambiado: pronto el musgo era lo único que cubría la piedra.
Al llegar frente a una puerta, su guía le advirtió.
-Ya casi hemos llegado.
Suspiro de decepción. Quería que el misterio durara toda la noche, hasta que volviera Narcissa con su "amor". Quería que el enigma ocupara toda su cabeza para no pensar más en lo que posiblemente estuviera sucediendo en el exterior, para n o cometer una locura.
La realidad no le decepcionó. Recordaría, incluso cuando éste estuviera en Azkaban, el momento en que Lucius posó su varita sobre la verja: frente a ellos aparecieron decenas de aparatos de tortura.
La sangre que lo teñía todo aun estaba fresca...
CONTINUARÁ!
Este es mi primer fanfic de Harry Potter ( el segundo que escribo, además de otro sobre un tema distinto en esta misma web) y me gustaría contar con vuestras sugerencias y opiniones, para poder mejorar, cambiar y... animarme a seguir escribiendo. Se aceptan todo tipo de críticas. Del mismo modo, me reservo el derecho a responderlas como me plazca :P
En principio, pienso continuar esta serie si cuenta con vuestro apoyo. Si os disgusta, la continuaré igualmente, para vengarme! muajajaja
Los reviews son de las pocas cosas gratuitas que aun nos quedan en el mundo, de modo que os invito a resarciros aquí y ahora por todas las otras que no lo son, poniendo tantos como querais. Se agradecerán efusivamente.
