A/N: Hola, éste es un experimento que estoy realizando, definitivamente es una de las historias que estoy escribiendo, ésta es una de mis concentidas, ¿a que me refiero con que es un experimiento, bueno porque simplemente estoy cambiando la linea del tiempo, de manera tal que el elegido jamás podría haber sido Harry Potter, sino un personaje de mi creación, a quien ya irán conociendo poco a poco, desdeluego este Fic pertenece a la epoca de los merodeadores, y por ende habrá bromas, y guerra, pero sobre todo habra SIRIUS MUUUUCHO SIRIUS, he tratado de entender la dicotomia del personaje y les diré, es dificil, así que me he basado en algunos fictions que he leido y tambien pues en esa imagen que he ido creando en mi mente para Sirius. Asi que el resultado es éste. Por favor dale una oportunidad a la historia y no se te olvide dejar un review ! GRACIAS TOTALES.

Declaimer: Harry Potter no me pertenece, al igual que ninguno de sus personajes, no pretendo lucrar con la historia, simplemente divertirme y echar a volar mi imaginacion. Todos los personajes que aparecen aquí al igual que el maravilloso universo de Harry Potter pertenecen a J.K Rowling. Sin embargo el plot y algunos de los personajes si son mios. Que esta declaración sirva sus fines para el resto de los cápitulos en esta historia publicados.

Prologo.

En la colina alta situada en un bosque con grande follaje se podía distinguir a lo lejos el castillo del Duque de Norfolk, Arundel Castle en Sussex, su esposa Marian tenía un origen desconocido para la vida de la corte, aunque el duque sabía bien que su esposa era una bruja, no era extraño para él ver la magia; meses después de su matrimonio ella se lo dijo, pensando que era una broma de muy mal gusto por parte de Marian, al principio el se negó a creer el dicho de su mujer pero todo cambió cuando la vio utilizar su varita, de una manera muy diestra según él, pero lo cierto es que no tenía otro punto de comparación.

Años después conoció a la hermana de su esposa, Dorea Potter, esposa de Charlus Potter, no estaban muy alejados del estilo de vida que ellos llevaban, la única diferencia obviamente, era que ellos vivían en el mundo mágico, y bueno, el duque y su familia vivían en el mundo que los magos conocían como mundo muggle, después de muchos años de matrimonio él ya se había acostumbrado a la noción de una escuela mágica, la mejor del mundo según por lo que su esposa le había dicho, también había probado la cocina de aquel mundo que hasta ese entonces había sido ajeno a él, y a decir verdad hasta ahora no podía perder su adicción a las grageas de todos los sabores—Es la adrenalina de no saber que nueva cosa probaré—decía él a su querida esposa.

Desde el momento en el que él había visto salir a Marian de un viejo y roñoso edificio en Londres (el caldero chorreante), cuando eran mas jóvenes, quedó perdidamente enamorado de ella… la belleza de su esposa no tenía igual, rivalizada quizás solamente por la de su hermana mayor Dorea. Sin embargo su esposa era una mujer por cuya belleza cualquier pintor hubiese matado por tener en sus pinturas, con unos ojos despiertos y azul profundo como el océano haciendo contraste con su piel blanca y su largo pelo negro ébano, labios rojos y carnosos, y figura curvilínea, era el sueño de cualquier mortal.

Cuando inició a cortejarla, al principio el padre de las hermanas no estuvo muy de acuerdo, pero terminó por ceder cuando vio que su hija se había enamorado perdidamente de aquel muggle, y desde luego se sintió muy satisfecho al ver que al igual que su familia, el joven provenía de una noble y antigua casa, si bien es cierto que los títulos nobiliarios no existen en el mundo mágico, sabía que su familia y algunas otras de las mas antiguas del mundo mágico, se asemejaban bastante a ese estilo de vida.

Cuando Marian fue investida con el titulo de Duquesa de Norfolk después de haber contraído nupcias con Edward, su apellido cambio a Howard, ese fue el único día en que la familia de Marian se permitió acudir al mundo muggle, y la verdad la ceremonia fue bastante emotiva. De vez en cuando él se permitía recordar como se había visto ella caminando al altar para ser su mujer por el resto de la vida… aquel día había sido el más feliz de su vida.

Marian era una mujer bien instruida en idiomas, sabía gaélico, francés, alemán, italiano y latín, además de todo sabía cumplir bien con sus deberes como esposa, podía planificar perfectamente un banquete con invitados importantes, llevar un lugar como el castillo Arundel y llevarlo de una manea impecable, sabía catar vinos y desde luego hacerlo todo sin perder el peinado, aunque su marido sospechaba que era debido a algún hechizo.

Una de sus cosas preferidas respecto al mundo mágico, que había aprendido a admirar con el paso del tiempo era el correo, le encantaba mandarse lechuzas con su suegro, que siempre le tenía buenos consejos en inversiones en el mundo mágico, y Edward, siendo un hombre de negocios no le importaba mucho si la moneda eran libras ó galeones, siempre y cuando surtieran frutos a largo plazo.

Poco a poco comenzó a surgir la incógnita de la posibilidad de tener hijos, después de todo Edward y Marian ya no eran una pareja joven, y estaban batallando para concebir un heredero para la dinastía de los Norfolk, cada vez se la veía mas triste, la duquesa se apagaba mas y mas, su marido no lograba motivarla con nada y algunos pensaban que se moriría de tristeza cada vez que pasaba por el cuarto destinado a la enfermería de los pequeños que habían cruzado por ese castillo, hasta un día donde el duque pensó en su cuñada, sabía que ella estaba en cinta, y que Charlus y Dorea habían batallado unos cuantos años antes de concebir, quizás en el mundo mágico la medicina hubiera avanzado un poco más, después de todo su esposa ya estaba muy desconectada de todo aquello desde hace varios años, y ya era rara la vez que la veía utilizar su varita. En un ataque de valentía tomó la lechuza que tantos años atrás habían comprado en ese callejón tan peculiar. Ansiosa de cumplir una tarea y hacer un vuelo largo, el mandó la carta, sabiendo de antemano que la lechuza lograría encontrar a su destinatario sin necesidad de una dirección.

Querida Dorea.

Te preguntarás por que me he tomado la libertad de escribirte ésta carta; bueno la verdad es que ya no se que hacer para levantarle el animo a tu hermana, me es muy penoso hablar contigo de estas cosas pero creo que solo tu podrás entender por lo que está pasando Marian y tal vez tú puedas sacarla de ésta muerte en vida a la que también me ha condenado a mi.

Hace ya varios años estamos intentando concebir un hijo, un heredero como ella me dice, sin embargo no hemos tenido suerte, y lo cierto es que después de varios embarazos malogrados ella simplemente no… simplemente se ha rendido, oh Dorea si tu pudieras ver el fantasma en el que tu hermana se ha convertido, me parte el alma, y solo se me ocurre acudir a ti en ayuda porque no se que más hacer.

La carta fue desdoblada y releída unas cuantas veces por su destinataria, buscando la mejor manera de responder, hasta que Dorea Potter, ya con una prominente barriga de 7 meses de embarazo, decidió responder al llamado de auxilio de su cuñado, pero no con una carta dirigida a él.

-¿Tu crees que este bien la respuesta Charlus?—preguntó la mujer fijando sus ojos como la miel en el rostro de su marido.

-Querida, tu y yo entendemos perfectamente la sensación de vacío en los brazos y en la casa… ya veras, cuando menos lo esperes recibiremos la noticia de tu hermana, dándonos las buenas nuevas—dijo Charlus con su pelo negro y enmarañado posando sus ojos chocolate en su esposa, ella sonrió y volvió a sobarse la barriga.

La familia Potter recibió a un varón, con los mismos pelos rebeldes de su padre según Dorea, el 27 de Marzo de 1960, siendo así el primer heredero de la casa de los Potter, sin embargo ya siendo viejos, tanto como Charlus como Dorea sabían que James sería su único hijo.

Un día mientras Dorea se encontraba en los jardines de la mansión Potter, disfrutando del sol de septiembre, mientras el pequeño James—que inclusive desde temprana edad daba indicios de ser un alborotador—se encontraba jugueteando con un elfo domestico. Dorea observó a lo lejos como una majestuosa ave negra se acercaba, ella conocía perfectamente a quien pertenecía, dejó que el ave aterrizara y le dio unas nueces que tenía a su lado como premio. Se sentó en el camastro y abrió la carta con el escudo de armas de Norfolk, algo dentro de su corazón se volcó. Y lagrimas de felicidad comenzaron a correr por sus mejillas.

Querida hermana… ¡tenías razón, tenías razón!espero que no estés poniendo tu cara de autosuficiencia y si es así déjame decirte que solo por esta vez te dejo—estoy embarazada, y me encuentro tan emocionada, Edward, esta que bueno, no cave en si mismo, parase que le tendremos que mandar agrandar el castillo, ¿Cómo esta el pequeño James, y Charlus?, espero pronto poder verte hermanita te quiero mucho, y gracias por esa carta que mandaste hace meses, era justo lo que necesitaba.

Mientras tanto ese 7 de septiembre en otro lugar, en el número 12 de Grimauld Place se escuchaban los estridentes llantos de un pequeño, cuyas facciones aristocráticas eran notorias inclusive como recién nacido, y cuyos ojos grises miraban penetrantemente a su madre exigiendo alimento. Walburga Black, jamás había sido una mujer con instinto muy maternal, en un instante llegó la nodriza y se llevó al pequeño Sirius Orión Black III, cuyo nombre ya pesaba en sus hombros aunque el en ese momento no lo supiera.

….

Nueve meses después, una niña cuyo pelo negro ébano solamente igualaba al de su madre y cuyos ojos azul profundo eran idénticos a los de ella, nació una noche de eclipse lunar un 3 de mayo de 1961… Los Norfolk no cabían en si mismos de la alegría, todo estaba tomando su lugar… la profecía se había cumplido.

-¿De que profecía hablas cariño?—pregunto Marian asustada, para los magos hablar de ese tipo de cuestiones no era cuestión de broma ni mucho menos supersticiones.

-Hace muchos años, mi padre me contó que se topó con una mujer cuyo apellido era Trelawny—la mujer abrió los ojos como plato, claro que sabía quien era aquella mujer—mi padre contaba aquel relato como de ultra tumba, dijo que los ojos de la mujer se pusieron en negro y la voz se le enronqueció, dijo que parecía que las pupilas le hubieran cubierto todo el ojo, entonces mi padre dijo que aquella mujer predijo lo siguiente "Aquella que se levantará contra el señor tenebroso nacerá en el tercer día del quinto mes con el capricho de la luna robando al sol su lustre, y la noble casa de Sussex se sacudirá, la ultima de los Norfolk encontrará un poder en ella que el señor tenebroso cazará, pero ella contará con el perro que siempre le aullará a la luna, la ultima de la noble casa de Sussex lo derrocará antes de empezado su reinado y vengará la sangre de los suyos derramada—dijo con voz escéptica mientras entre sus brazos dormía tranquilamente Selene Fitzalan-Howard, la heredera de la casa de los Norfolk; la luz del eclipse seguía reinando, y traspasando la enorme ventana del castillo, sin embargo Marian, había interpretado ya dicha profecía, solo le faltaba algo, si era cierto aquello, un mago oscuro lo suficientemente poderoso como para poder levantar un reinado, ya sería famoso ahora ¿No?, además ¿qué poder podría ser tan valioso como para darle caza?.

Pues si era así, su hija crecería alejada del mundo de la magia, no conocería nada de aquel mundo, si en ella estaba el poder alejar a su pequeña de aquel destino, lo haría, al final de cuentas ella mas que nadie sabía que nada estaba comprado, y que era posible cambiar las cosas, entonces así sería, cortaría comunicaciones paulatinamente con todos, y la magia para ella y para su pequeña ya no existirían.