Shingeki no Kyojin no me pertenece, solo la trama de esta historia.

Titulo: Ex vs Friend

Género: Romance, Humor, Drama.

Advertencias: Lenguaje vulgar, Lemon. [AU]

Riren.


Capítulo I: La Sirena y su libreta del mal

Las historias de amor no son mi fuerte.

Y la amistad, estoy a nada de volver a replanteármela.

Todos. Absolutamente todos, hemos llegado a -en algún punto de nuestras vidas- conocer, o tener el placer de descubrir a personas realmente fastidiosas y descaradas que por alguna broma del universo se convierten en tus amigos; en mi caso, mejor amiga.

La amistad al igual que el amor, son lazos que a veces me pregunto el porqué rayos existen, creo que el mundo sería mejor sin ellos. Mi mundo sería mejor sin ellos.

De igual forma, no es que odie amar a alguien, o que sea de esos típicos seres apáticos que cuando ven a una pareja demostrar tal sentimiento parecen convulsionar del asco por tal sacrilegio. Es solo que con el tiempo, y las malas experiencias, el órgano vital que bombea sangre para mantenerte con vida solo termina sirviendo para eso, mantenerte con vida.

En todo caso, agradezco a Dios, Zeus, Odín y ya que estamos, al mismísimo Yato, de que mi circulo social sea bastante reducido, en el cual entra mi familia, Armin –el dulce chico, con el que siempre hablo cuando voy a la biblioteca- e Isabel –la que se autoproclamó, mi mejor amiga-.

Isabel Magnolia, es de esas personas que no sabrías clasificar como persona, pues su ego es tan grande que logra opacar por completo todas su virtudes –yo aun tengo esperanzas de que las posea-; luego esta ese debate en tu mente al momento de conocerla, que te dice "La humanidad está tocando fondo", pero como no pensar eso cuando la chica es un completo manojo de cinismo y excentricidad andante. Entonces estás , pensando que ni por la menor posibilidad, esa pelirroja loca se convertiría en siquiera alguien conocido en tu vida. Lo admito, la subestime. Su falta de decoro la ha hecho adentrarse en mi paz a la fuerza, y ahora estoy viendo como sus labios se mueven con una velocidad alarmante, mientras me reclamó mentalmente el haber perdido contra maru1820 en preguntados.

−Debemos terminar con esto − dijo sin un atisbo de arrepentimiento en su voz mientras perforaba mi corazón con su gélida mirada. Era tan cruel. Yo, Isabel Magnolia, que le entregue mi todo a ese hombre que lo destruyo con sus palabras manchadas en dureza y brutalidad, no puedo creer que aun siga viva.

¿A qué te refieres? − le pregunte, con la ilusión de que todo fuera una mentira.

Él seguía ahí. Él me miraba como si no le importara. Yo no le importaba.

Mi mundo se caía a pedazos y él seguía mirándome como si solo gastara su tiempo.

−Creo que no eres sorda − bufó en burla −sabes perfectamente a lo que me refiero.

No podía creerlo.

Primero me enamoraba con detalles hermosos –en los cuales no incluimos la cadena de oro blanco y el brazalete de esmeraldas, esos me los gané a pulso- y luego, cuando por fin le entregue mi pureza; cuando por fin obtiene lo que buscó con tanta insistencia, me bota igual que sus trapeadores cada que cumplen un mes.

−P-Pero…

−Escucha, tu y yo sabemos que entre nosotros no hay química − su mirada reflejaba aburrimiento, era como si realmente no sintiera lo que estaba diciendo, era como si lo hiciera por cortesía. −lo nuestro murió hace mucho, estoy seguro que será lo mejor para los dos − ¡Ja! Típico discurso de alguien que nunca te apreció. –Te mereces a alguien mejor que yo −. Su sonrisa. Su cínica sonrisa termino por destruirme. A mí, a ese dulce hada que solo la utilizaron para llegar al nunca jamás, a mí, me abandonaron en el nunca jamás.

Maldito.

Despreciable hombre.

Estúpido ser que se aprovecho de mis vulnerables sentimientos para destruirme.

Esas y muchas cosas más pensé. Mi mente iba a mil. Y entonces todo se quebró.

De la nada mi cuerpo comenzó a retorcerse y de mis labios escapó una sutil risita que se convirtió en carcajada suelta.

−Así que… ¿me estas terminando? − él seguía viéndome con esos iris grises bañados en aburrimiento.

− ¿Es que no ha quedado claro?

− ¡Oh si!, quedo muy claro − dije mientras me paseaba por la habitación. Esa exótica habitación, inmaculada como ninguna, adornada con los más finos detalles en arquitectura que haya presenciado alguna vez. Yo seguía riendo. Una risa amarga al descubrir que realmente solo fui un objeto. Solo fui un juguete que esperaba su final, al lado de una hoguera en compañía de Sid.

La bomba estalló en cuanto puse mis manos sobres su acristalado florero lleno de jazmines y crisantemos.

Los pedazos de vidrio bailaban en el mármol burlándose de mi desdicha, al igual que lo hizo ese hombre con complejo de estatura. El agua se esparcía en el suelo como la sangre de un cadáver; solo ahí, pude ver como ese rostro frío y sin emociones reaccionó.

− ¡¿Qué mierda te pasa?!

− ¡¿Y cómo quieres que reaccione?! − Grité mientras comenzaba a arrojar todo lo que se encontraba a mi paso.

¡Tal vez como alguien cuerdo y no como una desquiciada! − Gritó. –Vamos, que no ha sido para tanto.- prosiguió más calmado.

¿Qué?

¿Qué acababa de decir?

¿No es para tanto?

Me acerque a él con una sonrisa digna de Yuno plasmada en mi rostro y con voz ronca y escalofriante le dije.- Me las pagaras. Juro que me las pagaras, Ackerman.

Y como si estuviese en una alfombra roja, desfile mí salida como toda una estrella y de un portazo cerré esa fascinante y rustica puerta negra que conectaba al mundo de la plebe con ese hermoso Edén, que se hacía llamar "Suite palace".

− Espera un momento. − digo terminando de tragar el esponjoso pedazo de pudin de vainilla. Algo que debo aplaudirle a Isa, es su fabulosa forma de narrar un acontecimiento de su vida. − ¿Qué culpa tenían los crisantemos?, digo, si en el florero solo hubiesen estado los jazmines no hubiese problema, ¿Por qué los pobres crisantemos?

− ¡Eren! − Grita con un pequeño mohín en su cara.

− Solo digo que los infortunados crisantemos no merecían sufrir tu ira.

Solo eso basto para que la loca pelirroja me lanzara mi hermoso cojín de Jake al rostro, mientras reía por la gracia que me daba su actitud infantil.

Esa chica de cabellos como la sangre, me mira indignada y yo no puedo estar más feliz por eso. Isa es todo un personaje. Tal vez sea irritante, extraña y muy descarada; pero al final... al final... al final nada, ¿porque sigo relacionándome con esta loca?

Recuerdo cuando la conocí, era una tarde muy calurosa de verano, había ido donde mis abuelos maternos a pasar las vacaciones, en esas tierras de Shinganshina que tanto amo por los buenos recuerdos que acarrean consigo; estaba muy entusiasmado de poder volver a ese pedacito de cielo que eran sus cristalinas y muy saladas aguas, en donde se abría paso la puerta al hades, con su espesa oscuridad y sus arrullos de suplicas por piedad de aquellos pobres seres que morían en agonía. Justo ahí, en donde la vida y la muerte se encontraban, justo ahí, yacía mi hermoso universo. Justo ahí, en donde mi madre, con una paciencia envidiable, me enseño lo magnifico que era bailar con las olas mientras su salado canto me recorrían con calidez. Justo ahí, en donde podía convertirme en Narciso y enamorarme del reflejo que esa pureza me mostraba para atraerme. Justo ahí, quería volver.

Pero hay momentos en la vida en donde realmente deseas que algo salga como lo planeas, yo soy una de esas personas, de esas que no les gusta improvisar y que se apega a lo que ya escogieron como ruta de vida. Pero como siempre, los dioses solo quieren ver el mundo arder. Ver mi mundo arder.

Eventualmente, cuando le comente a mi nana -así me refiero yo a mi santa abuelita- que había visto en mi hermoso universo, a uno de esos seres que aúllan con dulzura y que lloran perlas cristalinas; me sonrío y me pregunto que había sentido al presenciar tanta belleza, yo solo pude mirarla de una forma muy desconcertada y aclarar que el concepto que compartíamos de belleza no era el mismo. Le conté que ese ser de cabellos tan rojos como la tentación era insufrible, era alguien demasiado intenso como para hacerle un hueco en mi vida y que simplemente su voz me irritaba; era alguien banal, sin escrúpulos y con complejo de diosa, le dije que no había visto a ninguna persona que hablara tanto sin miedo ahogarse de tanto aire que entraba a su cuerpo. Ella solo rió con ánimo, mientras de sus labios se desprendía la verdad de todo, que esa sirena de mejillas pecosas y ojos como los míos se llamaba Isabel, y era la tierna nieta de sus vecinos.

A la edad de 14 años, Isabel se pego a mí como una garrapata, me succionaba los ánimos y me regalaba rabietas infantiles; comíamos uvas todas las noches que duraron mis vacaciones, mientras ella se alagaba a sí misma y recalcaba la joya que era.

Las uvas siempre fueron sus favoritas. Mis favoritas.

Al pasar el tiempo, la insufrible sirena, se convirtió en mi compañera de clases, y como si ya mi karma no estuviera satisfecho, a mis padres les encantó la idea de que conviviera más con ella, por lo que Isa se transformó no solo en una molestia en mi escuela, sino también en mi hogar.

Me volví inmune a sus ataques de alegría y me contagio con su efusividad para demostrar las emociones. Parecíamos hermanos. Éramos hermanos.

Mi hermanita, la sirena insufrible.

− Creo que estas exagerando.

− ¿Qué...? − Pregunta. Su cara solo es el reflejo de la confusión.

− Eso que escuchaste. − digo serio −Estas exagerando.

− Ese hombre prácticamente me violó y luego me hecho como un perro, y ¿tú dices que estoy exagerando?

Alzo una ceja en un deje de diversión. − Sí, eso mismo dije, estas exagerando.

− No puedo creerlo... − susurra. − ¿Quién eres y que hiciste con mi virginal amigo? − dice zarandeándome un poco de los hombros, invadiendo como siempre mi espacio personal.

Reí un poco antes de quitármela de encima. − Sabes que no se considera violación si las dos partes están de acuerdo ¿cierto?

− Yo nunca estuve de acuerdo.

Entonces mi ceja subió en señal de escepticismo.

− Ok. Tal vez al principió si...

Una sonrisa socarrona surca mi rostro. − Siempre venias a decirme lo bueno que esta el tipo.

− Pero es que no es mi culpa que sea tan suculento. Su cuerpo debería ser ilegal. − rió un poco esta vez.

− Además... ¿Qué es eso de que te violó? ¿Eh, mujer indecente?, hasta donde sé, siempre te quejabas porque él no te tocaba.

− Nunca lo hizo. Solo fue para darle ambiente a mi monologo. − reí fuerte. Esta mujer sí que es cínica. − Y eso fue aun más humillante.

− ¿Te molesta que no te haya violado?

− ¿Quien no querría violarme?

− ¿Te hago una lista?

− ¡Eren! − vuelvo a reír, mientras trato de esquivar los cojines y todos los objetos no letales que esa ponzoñosa mujercita me arrojaba.

− Ya, ya, ya pasó. Debes superar la tragedia y ayudarme a desempacar.

− ¿Cómo quieres que olvide algo tan humillante como eso? − Ay por Ra. −Además amiguito, ¿seguro que quieres vivir aquí?

− A diferencia de ti... − susurra un auch algo dramático cuando mis dedos empujaron su frente con suavidad. − Estoy bien con algo muy sencillo.

−Este apartamento solo rebosa la pobreza, no la sencillez.

− Pero es mi apartamento. Todo mío. − digo orgulloso. Ciertamente lo de desempacar y arreglos del hogar no me llaman mucho la atención, pero este será mi pedacito de cielo, aquí, en Sina. −Y no, no puedes hacer fiestas, ni traer a tus ligues a mi casa.- declaro con firmeza mirando esos ojos verdes que ocultan intenciones insufribles.

Bufó. − Que aburrido.

− Solo soy precavido. − digo acercándome a ella con una tenue sonrisa. − Te conozco mejor que nadie, sirenita caprichosa.

− En eso no puedo cuestionarte. − reímos como desquiciados mientras nuestras manos acomodaban todo con mucha destreza.

Cuando al fin todo estuvo en su lugar pude apreciar lo que sería mi hogar. Con el pecho hinchado en orgullo, con 24 años de vida y con un título universitario bajo el brazo, por fin puedo afirmar que vivo solo. Sin madre. Sin padre. Sin Isa.

Había batallado por casi 4 años para poder cumplir una de mis pequeñas metas: vivir fuera del nido familiar. Solo yo, mi pequeño apartamento y mi lindo cojín de Jake. En serio me encanta ese acolchado objeto. Pero cuando la vida solo tiene el propósito de joderte, y naces en una familia en donde tu madre es muy sobre protectora, tu padre no lleva los pantalones del hogar y tienes a alguien como Isa de amiga, pues las cosas se tornan un tanto feas. Aun puedo escuchar los gritos de la bella mujer de ojos acaramelados que simplemente no quería que su bebe fuese abducido por los aliens mientras ella no podía impedirlo. "No iras a ningún lado" "¿… y si te secuestran? ¿…y si te asesinan?, peor aún ¿…y si te violan?, no permitiré que nadie toque a mi bebe sin antes conocerlo" "¿Acaso sabes quienes podrían ser tus vecinos? El mundo está plagado de gente retorcida". Si, esas y muchas cosas más salieron de la boca de una de las mujeres que he amado y de la cual había dependido hasta ahora, sin embargo luego del fabuloso −y algo complicado− argumento que tenía preparado para ella −en donde le explicaba que no podía permitir que me bañara cuando cumpliera los 80−, resignada y muy a regañadientes me dio su bendición de comenzar a construir mi vida por mi propia mano.

Así que, ahora me encuentro aquí, observando cada parte de mi hermoso espacio; solo mío. Implorándole al señor Cronos que el tiempo pase rápido e Isa tenga que irse a casa. Pero como siempre mi impredecible mejor amiga tenía otros planes.

− Oye Eren…

La mire fijamente diciéndole así que tenía mi total atención en ese momento. Ella jugueteaba con sus dedos puestos en aquella llamativa cadenita de oro blanco que seguramente –apostaba todo en que no me equivocaba – le había obligado a ese tal Ackerman a que se la regalara, entretanto esos ojos parecidos a los míos, se paseaban un tanto distraídos por mi estantería repleta de libros que a tan solo pocas horas habíamos terminado de arreglar. El ambiente se torno de una extraña seriedad que no auguraba nada bueno y el rosa que adornaba los carnosos labios de mi amiga se movían indecisos. Tengo un mal presentimiento.

− ¿Tu harías todo por mí al igual que yo haría todo por ti, cierto?

− ¿Por qué la pregunta? – refuté desconfiado. La amaba, pero la conocía tan bien que daba miedo. Cuando se lo proponía ella daba miedo y no quería que el inicio de mi vida comenzara con su pie izquierdo.

El brillo de sus ojos era perforante, parecía como si solo con mirarte pudiese decir todos tus miedos; aun yo con tantos años de conocerla no podía evitar temblar ante su mirar. − ¿Dudas al contestar?... Yo abría dicho que si sin vacilar sabes…

− Solo me tomó por sorpresa, a veces no comprendo lo que pasa por tu mente – digo tratando de apaciguar la tensa atmosfera. Me deje caer con pesadez en el sofá gris que adornaba la pequeña salita − único regalo que mi madre me había brindado para mi nuevo comienzo −, quitándome la polera, trate de darme algo de aire, estábamos a pleno verano y Sina si que nos estaba pasando factura con ese calor de los mil demonios.

− Aun siendo ese el caso, yo no abría vacilado.

− No he vacilado.

− Lo hiciste – dice haciendo un ademan con su mano izquierda, como quien le quita importancia al asunto. – pero no importa si lo has hecho, lo que me importa es tu respuesta – concluye mientras se sienta en el brazo del sofá. Mirándome fijamente tratando de sacarme hasta el alma con su endemoniado ser.

No soportando mas la presión que ella ejerce en mi, voltee mi mirada al techo del recinto y con mi mano giraba la camiseta tratando de que mi piel dejara de sudar como cerdo, mientras con fingida calma le respondía a ella – Si, por supuesto. Haría todo por ti.

− ¿incluso morir?

− Incluso morir.

Ella sonríe.

− Qué bueno que sea así. – dice muy animada como si no hubiese habido tensión alguna. – Necesito tu ayuda, es una bobada pero sé que no te negaras a echarme una mano.

Asiento suavemente mientras una mueca parecida a una fingida sonrisa se postra en mi rostro. Cierro mis ojos un instante para calmar el pulso de mi asustado corazón y con mi mejor voz de tranquilidad de digo − ¿Qué tengo que hacer?

− Enamorar a Ackerman.

Y la bomba estalla.

Mis ojos se abren por la sorpresa y de repente ya no siento el calor abrazador de hace unos segundos, lo único que pasa por mi cuerpo son escalofríos y advertencias de que se avecina una tormenta.

− ¿Qué acabas de decir?

− No creo que no me hayas escuchado, pero no tengo problema en repetirlo. Quiero que enamores a Ackerman− dice completamente seria y sin una pisca de esa sonrisa alegre de hace unos momentos.

− ¿Estás loca…?

− Posiblemente, pero eso no importa en este momento – me sorprende la tranquilidad con la que todas esas barbaridades salen de su boca. – es perfecto para mi venganza, su padre es homofóbico, podríamos dejarlo en la ruina.

− Dime que no es cierto lo que estás diciendo.

− ¿Por qué dudas tanto? –pregunta. Su cuerpo se desliza cual pantera hacia mí y sus manos atrapan las mías pasándome por la suavidad de su piel la vibra peligrosa que ella lleva encima. − ¿Acaso estoy mal, Eren? ¿Acaso soy yo la equivocada? ¿acaso no merece él un castigo por burlarse de tu mejor amiga?

− Y−Yo…

− ¿No confías en mi?... Jamás haría algo que te perjudicara. – Su mano derecha que ya disuelta del apretón inicial acunaba mi mejilla con un arrullo sutil y casi maternal. Sus ojos venenosos me hacían flaquear, pero ella tenía razón ¿acaso no es mi deber ayudar a mi mejor amiga? ¿Por qué vacilaba entonces?

− Claro que confió en ti. – susurro con mi nariz pegada a la suya. – siempre confió en ti.

Ella sonríe de nuevo y calma el aire tenso que apresa mi garganta permitiéndome respirar en paz una vez más.

− ¿Cuándo comenzamos? – ríe quedito mientras se aleja de mi y apurada saca de su bolso una libreta argollada con montones de brillo en la portada, todo sueño que cualquier niña que asista a la primaria desearía.

Me la arroja con algo de fuerza y yo la logro atrapar sin pegarme el brillo a la piel. Con lo difícil que es sacarlo después.

− Debo irme, es algo tarde y sabes cómo es tu madre además, lo único que te falta es desempacar tu ropa y no me apetece ver tus calzones− rio un poco y miro hacia el reloj de pared, efectivamente son más de las 8 pm, que rápido se pasa el tiempo. – léela, en ella está todo lo que debes saber acerca de él, ya sabes, dirección, horarios de trabajo y otros detallitos menores; más tarde te mandare un mensaje con la hora y el día de nuestro plan, hasta entonces. –dice mientras se dirige a la puerta.

− Claro… hasta entonces.

− Oh, y le mandare saludos a tu madre de tu parte aunque no lo hayas hecho, pobre Carla, te extraña mucho.

− Mantenla cuerda ¿sí?- Bromeo abriéndole la puerta. Ella solo se carcajea y niega con la cabeza repetidas veces.

Antes de salir se acerca a mí, como de costumbre invadiendo mi espacio vital y, con peligrosos ojos me mira sin perder detalle alguno de mi reacción – Sabia que podía contar contigo. Eres el mejor amigo del mundo.

Sonrió quedito aparentando calma y asiento un poco dándole la razón. Lo último que veo de ella es su espalda mientras con efusividad su mano se mueve en forma de despedida.

Cierro la puerta casi con alivio divino y me tiro una vez más en el sofá en donde una libreta brillante me invita a invadir su contenido. Suspiro y cierro los ojos con desesperación. ¿En qué mierda me acababa de meter?


Capitulo II: La desesperación de Eros.

Gracias por leer.

¿Reviews?