Autor: Skipper1.

Concurso: Gazo Fanfiction II.

Página de facebook del concurso: por los que leemos fanfics de dragon ball.

Inspiración: Mujer de negro viendo a los cielos con paraguas oscuros volando en el aire.

Personajes: Bulma y Bills.


Que lo disfruten.


Reina sin corona

El tiempo pasó después de la visita del dios de la destrucción de nombre Bills y su maestro Wiss. El planeta tierra sufrió otra tremenda batalla en aquel entonces, con Son Gokú dando el máximo, teniendo que alcanzar el nivel de Dios Súper Saiya - Jin para ser capaz de contrarrestar el poder de su contrario.

Un poder apenas suficiente que le ayudó a acabar con ese compuesto de energía de gran tamaño que su opuesto lanzó sobre la tierra, en ese momento que salieron al espacio. Bills retó a Gokú con un poder más allá de sus capacidades; el Saiya – Jin apenas pudo deshacerse de esa gigantesca concentración de masa de energía de aspecto irradiante y agresivo, teniendo que utilizar su propio poder impulsado por los recuerdos y los buenos deseos de sus amigos.

Logró romper toda la masa que iba dirigida al planeta y se arriesgó para lograrlo. El poder de Dios, que se había desvanecido en él, regresó en instantes para terminar el trabajo. Desgarró su garganta con un grito de intensidad y fuerza. Fue todo o nada para entonces. Con ello pudo terminar con la intensidad de ese ataque y cuando lo hizo recibió unas últimas lecciones de su oponente, antes de caer desvanecido por el esfuerzo físico y mental.

Bills lo sujetó de la mano evitando que cayera cuesta abajo por su falta de energías debido al agotamiento. Había sido una pelea dura para él, y estaba satisfecho con lo que había mostrado.

Lo bajó hasta donde estaban todos sus amigos. Luego los asustó cuando de su palma comenzó a brotar poder característico de su propio color con aras de destruirlo todo. Luego desistió de esa aparente acción, con una reflexión que externó a todos los presentes para hacer saber que se iría después de comprobar lo que había buscado.

Todos se alegraron al ver que probablemente habían conseguido a un nuevo amigo. Un Dios de la Destrucción que llevaba al límite a todos los que enfrentaba, causando estragos de ser necesario, con tal de sacar lo mejor de sus oponentes. Todos agradecieron el gesto y la amabilidad mostradas por Bills.

El Dios se despidió con una actitud de compasión mostrada a toda la familia de los guerreros Z. Luego se acercó a esa mujer que golpeó de costado y la tiró al suelo momentos antes, lo cual desató la furia de su esposo Vegeta en el momento que hizo que se le arrojara encima para defenderla.

- Señora Vegeta...

Se sinceró caballeroso, respetuoso esta vez, sin intención alguna de causar daño. La mujer de pelo corto azulado le respondió en talante amable, un poco precavida por lo que pudiera decirle.

- ¿Me habla a mí? ¿Qué sucede?

- Lamento mucho toda la conmoción.

Dijo apenado, con ambos brazos cruzados hacia atrás. Actitud que ella aprovechó para dirigirse a él con mayor confianza.

- Eso no importa, ¡discúlpate por haberme golpeado! -derrochó confianza y exigencia. Bills se mostró inmutado, respondiendo inmediatamente.

- Eeehh... Lo siento. -se inclinó un poco hacia delante con los ojos cerrados. Bulma recibe reproches de Ulong. -De hecho me encantaría venir a su próxima fiesta.

- Los invitaré si prometen no causar problemas. -increpó autoritaria, sin importarle la amplia diferencia de jerarquías. Algo que Bills observó con detalle, algo que le llamó la atención en ese instante.

- De acuerdo.

Así Bills respondió de forma afirmativa.

La conversación terminó con él asegurándole que la próxima vez probará ese delicioso pudín. Ella le ofreció un banquete completo, advirtiéndole que no quería comentarios negativos sobre su sabor. Bills ironiza y responde que de no gustarle, supuestamente destruirá la tierra.

Ya había notado esa calma y esa bondad en ella desde que llegó al planeta tierra cuando fue recibido por la mujer para su fiesta de cumpleaños. Esos ojos, rasgados y curvilíneos en sus párpados por el marcado tamaño de sus globos oculares, se fijaron en ella. Una calma presente que sólo en raras ocasiones mostraba, solamente cuando encontraba a alguien realmente interesante que mandaba respuestas inesperadas… Pero increíblemente certeras.

Todo terminó y ellos regresaron, con Bills de la mano de Wiss para iniciar con el viaje estelar que los llevaría a casa. Ambos se desvanecen y se pierden entre las líneas originadas por los movimientos de su poder y velocidad, hasta que se elevan otra vez a los cielos con ese chorro que se levantó desde el suelo.

Regresando a su hogar… Wiss le comenta a su pupilo que había traído consigo un bocado muy exquisito del planeta tierra. Recordó que lo tenía a la mano y lo sirvió sin pensarlo. Bills subestimó cualquier efecto extraño de esta exquisitez terrícola, esperando sólo una degustación placentera.

Su ánimo se perturbó, su cara se puso roja y sus papilas gustativas ardieron a mil por hora en un frenesí que lo levantó de su asiento cual cohete a los cielos. Chocó y chocó con cuanto satélite encontró su cuerpo en el camino, siempre dando de frente como pelota de pinball haciendo puntos cual juego planetario.

Wiss detuvo su vuelo desesperado con un golpe de nuca sobre su discípulo. Bills cayó con todo el frente de su cuerpo al suelo, arrastrándose sobre él totalmente de frente. Agradeció que esa sensación de ardor en su garganta por fin desapareció.

La comida terrícola era algo que tenía sus peculiaridades y sabores especiales, como sus sorpresas. Nunca se imaginó que su poder se iba a ver opacado ante el sabor picante de ese alimento. El guerrero más poderoso del Universo… sucumbido por el efecto extremo de un aperitivo… Algo realmente irónico.


En el hogar de Capsule Corp., Bulma regresó a sus hábitos de siempre. Trabajaba en el laboratorio cuando el tiempo se lo permitía, en veces realizando experimentos que sólo eran práctica. A veces olvidaba su aseo personal por continuar en sus apasionamientos. En ocasiones se le olvidaba elaborar la comida, por lo que sólo iba a la cocina a preparar bocados sencillos o pidiendo a sus androides que se encargaran de hacer los preparativos de alimentos en su lugar.

De pronto se le ocurrió la idea de hacer una nueva celebración. Quería brindar y festejar con todos por el reciente logro de salvar al planeta tierra de ese enemigo que en ese momento fue el más poderoso de todos. Empezó a agarrar teléfono, a marcar números y a invitar a todos los que habían asistido a su cumpleaños el día anterior.

El día de la nueva junta llegó. La familia había salido avante de una catástrofe inminente, quizás la más grande en su historia. Bulma había organizado otra fiesta por la reciente ocasión en que cumplió 38 años, dos días después de ello. El motivo de la celebración se agrandó y justificó por la gran pelea que sostuvieron con Bills, el Dios de la Destrucción.

Nuevamente los vinos, el karaoke, los juegos de mesa y demás cosas fueron las dinámicas a seguir. Todos los invitados volvieron a acudir como la vez anterior, esta vez llevando despampanantes banquetes que cada uno trajo como encargo, como en el caso de Mr. Satán quien tuvo especial cuidado de que Majin Boo no le arrebatara o probara todavía lo que él había traído.

Todo lo habían dejado intacto en ese espacio abierto al día de su cumpleaños, ya que no había peligro de robo alguno por ser terreno y propiedad de la familia Briefs. Por esa seguridad de saber que ningún ladrón se atrevería a robar algo cuando todo estaba solo, pues eran bien conocidos por tener amistad con esos guerreros tan poderosos.

Empezó todo en la mañana hasta caer el medio día. Estaban otra vez sentados en las mesas compartiendo entre ellos momentos gratos como familia. Gokú esta vez fue el estelar de la fiesta. Cada uno estaba listo para hacer una ovación de pie ahora que todos lo rodeaban con copas en mano.

Bulma se abrió paso entre la multitud e inició la pauta.

- ¡Todos brindemos por Gokú!

Fue cuando los presentes alzaron copas en su honor. Gokú estaba frente a todos, apenado por semejante celebración en su nombre. Reía nerviosamente con una mano en la nuca para frotársela. Todos los participantes llevan copas a sus bocas para tragar los sorbos elaborados para ese brindis.

Todos en ese momento alabaron a Gokú. Yamcha fue de los primeros en hacerlo, hablando de la época cuando lo conoció de niño y rememorando todas las aventuras por las que pasaron. Krillin encontró cosas en común con esa narración e hizo lo mismo, en las partes de la historia donde él también fungió como testigo. Le siguieron Yayirobe, Púar y Ulong entre otros, complementando las anécdotas dichas al hilarlas con las anteriores.

Por último fue Bulma quien comenzó a hablar después de que los demás habían terminado. Lo cierto es que todos estaban agradecidos por lo que Gokú había hecho por la tierra y por la humanidad, que ese momento de narración de aventuras salió por sí solo. Y lo recientemente acontecido frente a Bills los hizo aprender una gran lección. Fue por Gokú que han vivido un día más para contarlo, por esa pelea que sostuvo a nombre de ellos.

Bulma en ese momento lo vio como nunca antes. Dejó de fijarse en sus defectos de siempre, destacando lo distraído y torpe de su personalidad, para reconocerlo una vez más como el salvador de la tierra y quizás de todo el Universo. Siempre le sorprendió que alguien tan humilde pudiera ser tan poderoso. Siempre le intrigó suponer que su amigo, de ser otro, fácilmente destruiría este planeta con un solo dedo.

Los recuerdos vinieron después como consecuencia. Aparecieron en su mente las imágenes de cuando lo conoció de niño, desde su primer encuentro con él hasta todas las aventuras vividas para encontrar las esferas del dragón. Todas las locuras, los sinsabores y peleas que enfrentaron juntos durante su caminar, con ella siendo la guía y la experta tecnológica, y con él fungiendo el papel de luchador, de intrépido y salvador en los momentos de peligro extremo.

Esa imagen de niño inocente, de una criatura de otro planeta que originalmente tenía la misión de exterminar a todo ser viviente de este planeta en plan de conquista del mismo. Recordó cuando usaba la nube voladora y el báculo mágico, ese que lo acompañó en innumerables batallas. Recordó también a todos los enemigos que enfrentaron y las dificultades por las que pasaron para reunir las siete esferas del dragón en más de una ocasión con diferentes propósitos.

La alegría de estar a su lado, la nostalgia de recordarlo de pequeño cuando lo vio crecer años después, cuando sintió atracción por él... La vez que se fue al planeta Nameku para continuar con la búsqueda de las esferas de gran tamaño, acompañándolo en esa nueva aventura donde enfrentó al temido Freezer…

… Se paralizó al recordar aquello. Se sintió ida, como si el recuerdo la hubiera puesto a dormir en el presente, como si la película sólo mostrara una imagen una y otra vez cayendo en una secuencia de repetición infinita. Otra vez sus recuerdos fluyeron después; la etapa de Cell, la etapa de Majin Boo… Entonces percibió la pérdida de algo importante, algo que había olvidado en el transcurso del camino conforme los años fueron pasando.

Notó algo en su pensar y sentir… Se había alejado de Gokú, se había vuelto la extra del reparto, de esas que hagan lo que hagan sólo contribuirán en la trama sin la posibilidad de un papel relevante. El tiempo, la madurez, los compromisos… tal vez porque se casó con Vegeta y engendraron a su primer hijo, tal vez porque se dedicó a otras cosas…

Sus oídos son los primeros en regresarla al momento presente. Se dio cuenta que estaba mirando hacia abajo, sosteniendo todavía la copa de vino sin terminar su líquido. Algunos notaron su extraña actitud en medio de las ovaciones que seguían haciendo los demás para con Gokú. Entonces él se acercó y la tomó por sorpresa, interrumpiendo el desconcierto.

- Bulma… ¿Estás bien?

Ella asomó la mirada con asombro. Fue Gokú quien se acercó a ella y preguntó eso.

La perteneciente a la familia Brief quiso articular palabra, pero su habla todavía se trababa. Quizás por la pena de saber lo que le había ocurrido enfrente de todos, o por ser ese hombre que tenía al frente el encargado de liberarla de su trance.

- Eeehhmm… Yo… Lo siento. –se llevó una mano al frente, apenada- Creo que estoy cansada, es todo.

Gokú se le quedó viendo por un rato. No recordaba haberla visto antes de esa manera, como si por un momento se le hubiera escapado la identidad. La sintió ajena y distante como raras veces la había visto.

La conocía tan bien que fácilmente detectaba cuando alguna circunstancia la afectaba. No era de los que indagaban o se sentaban a charlar, muchas cosa parecían no importarle; pero sí era especialmente receptivo cuando alguno de sus amigos no se encontraba en óptimas condiciones.

Por la forma de su miraba, ella se sintió intimidada. Sentía que empezaba a invadir un espacio que era de ella, ese espacio íntimo que solamente en los momentos especiales que ha tenido con Vegeta se han dado. Subía y bajaba la mirada, con los párpados abriéndose y casi cerrándose continuamente, como esperando una clara intención de un acercamiento cada vez mayor.

- Eeeehhh… Gokú… -apretó ligeramente el vidrio de la copa con sus delgados dedos, denotando ansiedad.

- Bueno… -agregó Gokú ingenuamente, pasando los iris de forma circular hacia arriba- Yyyyyy… ¿qué vamos a comer hoy?

Agregó con esa pregunta despreocupada, poniendo las manos en la cintura.

Tal actitud llevó a Bulma a salir de ese estado emocional en el que se encontraba. Tal cambio de actitud, que contrastó con lo recién ocurrido con ella, le hizo soltar una expresión irónica.

- Tú sólo piensas en comer, acabas de salvar este planeta de una destrucción probable, tal vez frente al enemigo más poderoso de todos los que has enfrentado y tú ¿sólo piensas en comer?

Bulma se inclinó hacia el frente con una mirada poco tranquilizadora. Gokú reaccionó haciéndose hacia atrás, poniendo ambas manos con las palmas mostradas al frente para calmar la situación.

- Je je je, perdón Bulma… Te arruiné el momento…

Ella arrugó los labios al torcerlos sobre un lado, mirando desafiante. Se cruza de brazos, se da media vuelta como si de una orden de su sargento se tratara y cierra los ojos mientras comienza a caminar, alejándose de Gokú.

- Vas a comer lo que alcance, primero nos vamos a servir nosotros y ya después tú comes. Tú y Vegeta hasta se arrojan la comida cuando se molestan y eso no es justo, la preparo con esmero y ustedes la desperdician…

- Oye ¡no es justo! –se quejó Gokú como un niño, llevando la mano al frente como si hubiera perdido algo importante- Vegeta siempre es el que empieza.

- ¡Ni modo!

Ella se siguió alejando con los brazos cruzados y los ojos cerrados. Ulong preguntó en voz baja qué había pasado con ella. Todos estaban serios viendo su actitud, incluyendo a Vegeta el cual estaba sentado en una de las sillas con brazos y pies cruzados. Ox Satán, entre otros más, fue de los que mantuvieron una mirada ingenua e inocente de asombro, sin saber lo que había pasado.

Gokú sólo agachó la cabeza y bajó las manos a los costados, resignado. Otra vez no entendió qué era lo que había hecho mal esta vez. Bulma sólo se siguió alejando, y luego de pronto fue ignorada. Poco a poco todos empezaron a animar a Gokú para continuar con su celebración, invitándolo a comer algo delicioso antes de que sirvieran los platillos fuertes, que era cuando él y Vegeta casi siempre se peleaban la comida.


Bulma siguió caminando, siguiendo con los brazos cruzados, más relajados ahora como esperando un abrazo. Tenía la mirada triste y pensativa, sin tener idea del motivo detrás. Una sensación extraña vino a ella, esa sensación de sentirse olvidada y relegada, aun cuando sabía que todos la querían y que había hecho cosas importantes por las cuales sería siempre admirada.

¿Por qué vinieron esos recuerdos a ella? ¿Por qué se sintió vacía en ese momento? Tenía todo lo que quería; una familia, un prestigio, una corporación millonaria, unos amigos estupendos a su lado, sin ningún familiar o amigo que se hubiera apartado de su lado. Por lo que sabía y ha vivido… tenía motivos de sobra para ser feliz.

Lo analizó y se dio cuenta no era ese el motivo. No era tampoco la falta de abundancia, ni la falta de amor. ¿Acaso las oportunidades perdidas del pasado? ¿El haber quedado en el lugar que le tocó después de todo este tiempo?

No sabía por qué, pero se sentía abandonada. Perdida en un mundo conocido que se volvía desconocido por los múltiples recuerdos que tergiversaban el presente a su forma y semejanza. Se estaba preguntando a sí misma si realmente, como mujer, estaba plenamente realizada. Debería estarlo, pues disfrutó al máximo su juventud sin quedarse con ganas de nada.

Le sorprendió pensar este tipo de cosas.

Se detuvo frente a uno de los límites de su territorio, con una verde montaña como panorama. Empezó a mirar hacia el cielo al sentir que algo dentro de ella se desprendía. Como si sus recuerdos quisieran volar y perderse en el viento, permitiendo que todo cuanto atesoró y la protegió cual paraguas en la lluvia pudiera desprenderse para ir a otro lugar.

¿Por qué tenía la sensación de hacer algo así, si no eran malos recuerdos? ¿Por qué los sentía tan negros si se trataban de buenas experiencias? Su carácter, su amor de madre y esposa, su empresa aventurera, su cariño caprichoso, su valentía frente a todo tipo de obstáculos y seres poderosos... Los sentía volar fuera de ella, como si ya no fuesen necesarios.

Una manifestación multicolor de pronto se le apareció a un costado suyo. Se comportó como un portal que cayó desde las grandes alturas del cielo para llegar como una franja de energía azul que siguió brillando después de tocar suelo. Había una figura dentro de la cual no se percibían aun los detalles por el continuo resplandor de ese poder en el suelo.

El torrente de flujo se fue dispersando poco a poco, haciéndose más delgada la línea, permitiendo ver al hombre que aguardaba dentro de ella. El sonido de esa manifestación sobresaltó a Bulma quien conservó su antebrazo al frente como acto reflejo de esperar algo más impactante. Pero en cuanto la silueta del pasajero de esa columna se notó con más claridad, Bulma reaccionó sorprendida al comprobar su identidad.

- ¡Wiss!

Bulma exclamó.

El hombre de complexión delgada, con ropas de ornamentas redondas en sus extensiones propias de su jerarquía, un aro flotante sobre su cabeza que le pasa por espalda y cuello, su báculo con una forma suspendida en círculo rodeado de un aro que le hace circunferencia, y ese peculiar pelo blanco de gran copete hacia arriba... Empezó a caminar hacia ella, no sin antes saludarla con su voz modulada.

- ¡Señora Bulma, me alegra volver a verla!

- Pero... ¿Qué haces aquí de nuevo? No me digan que...

- Despreocúpese, no vengo a eso. -aseguró moviendo la palma a los lados, luego de ver el nerviosismo de ella- El señor Bills no tiene interés alguno de entrar en conflicto con ustedes de nuevo.

Wiss saludó amable, mostrando gentileza en rostro y ademanes. Algo que le dio la tranquilidad posterior a Bulma al comprobar que no venía con una intención diferente. Ella se relajó y se comenzó a acercar a él con esa actitud que mostraba cuando alguien conocido y cercano a ella llegaba de visita.

Ambos se detuvieron frente a frente.

- Qué alegría tenerlos de vuelta, ya me estaba preguntando cuánto tardarían en reportarse de nuevo. Oye... -se asoma detrás de él con manos sobre la cintura- ¿Entonces Bills no viene contigo?

- No está aquí, sólo vine yo en su lugar. -respondió solemne y seguro.

- Y díganme... ¿A qué se debe tu visita? ¿Acaso se enteraron que estábamos celebrando todos otra vez? -le observa un rato, intentando encontrar respuesta en su mirada- Vienes solamente a probar los bocadillos que tenemos ¿verdad?

- ¡Me encantaría! Pero tenemos prisa. -reaccionó gustoso, haciendo un pequeño salto al pararse ligeramente en puntas- De hecho vengo por usted, el señor Bills quiere hablarle en privado.

Bulma mostró extrañeza. No entendía por qué Bills quería hablar con ella, justo cuando pensó que el motivo de la visita era otro.

- Verá... -se ladea con una palma pegada a su boca, hablando un poco en susurro- Ellos no pueden enterarse de que estoy aquí, debemos irnos cuanto antes. -le avisó, haciendo marcada alusión con la mirada a todos sus amigos que seguían festejando a lo grande a lo lejos. Bulma le siguió la mirada.

- ¿Y por qué solamente yo? ¿Qué es lo que quiere Bills? -sacó nuevamente su carácter, mostrando inconformidad.

- ¡No se preocupe, nada grave! -se justificó Wiss, otra vez moviendo palma al frente a los lados- Sólo quiere platicar con usted, está muy interesado en conocerla.

- ¿Pero qué es lo que quiere? -preguntó acentuando esa actitud.

- Sólo hablar con usted, no desconfíe. Hay un asunto muy importante que quiere tratar en privado. -Bulma inhala aire nerviosamente, llevando ambas manos a sus mejillas.

- ¿No me digas que vino porque no lo invitamos a esta fiesta? Me acuerdo que acordamos algo así y que yo le llevaría pudín. ¡No vaya a querer destruir la tierra! -Wiss reacciona sorprendido, recordando el detalle.

- ¡Nada de eso señora Bulma! -exclamó, modulando la voz- Aunque si pudiera llevar con usted esos deliciosos bocados yo estaría encantadísimo.

Wiss se mostró pícaro. Bulma se quedó pensativa. Se trataba de una rara invitación proviniendo de seres de jerarquía de Dioses, en especial al enterarse que Bills la quiere contactar personalmente.

Por un momento se preguntó si esto tenía relación con lo que le pasó hace poco. Se le hizo coincidencia que la aparición de Wiss ocurrió justo en el momento que tuvo esa sensación de desprendimiento de recuerdos. Sin embargo, tal coincidencia tampoco la consideró planeada, por lo que lo descartó de la ecuación.

Vio con atención, un poco cautelosa, hacia su izquierda. Observó a todos sus amigos seguir con la fiesta dentro de las alocadas dinámicas que acostumbraban. Se preguntaba si alguno de ellos se había dado cuenta de la llegada de Wiss, puesto que no había indicio alguno de que así fuera. Nadie se acercaba a donde ella estaba, en gran parte debido a la distancia a la que se alejó.

Algo en ella le hizo tomar la decisión de ir.

- Bien... Te acompañaré.

Wiss reaccionó encantado, cerrando los ojos con gentileza con su mirada sonriente. Ladeó un poco la cabeza y chocó ambas palmas las cuales mantuvo totalmente rectas hacia un lado.

- ¡Perfecto, me alegra que aceptara!

- Sólo espera...

Bulma corrió a una de las mesas de invitados que tenía cerca. Recordó que uno de sus amigos había olvidado comer lo que había en algunos platos y los dejó intactos. Llegó ahí y quitó de encima unas envolturas que los cubrían.

Entre ellos estaba el pudín que había preparado para la ocasión especial. Lo volvió a envolver y lo trajo consigo junto con otros alimentos más que pudo cargar con sus manos. Llegó a donde estaba Wiss para poder partir.

- Listo... Ya podemos irnos. -al asistente se le iluminan los ojos al ver los alimentos envueltos- ¿Y a dónde iremos? ¿Dónde está Bills?

- Yo la llevaré donde él se encuentra... -se gira un cuarto, haciendo un ademán de invitación con su mano derecha justo en el punto donde había llegado- Acompáñeme.

- Pero quiero que en cuanto termine de decirme lo que me tiene que decir me regresen pronto.

- Así será señora Bulma.

Wiss siempre sonreía gentil en sus respuestas. Algo que parecía funcionar ante la actitud resistente y sospechosa de Bulma, pies siempre alzaba la voz cada vez que percibía algo extraño. Decidió acompañarlo, siguiendo su guía.

Caminaron unos cuantos pasos al frente hacia donde Wiss le indicaba. Él sujetó su báculo con firmeza, no sin antes pedirle que le permita sostener la bolsa de comidas para llevarla consigo. Y al dejar caer el extremo bajo con fuerza sobre el suelo, esa energía envolvente se desprende de nuevo.

Bulma se sorprende cuando creyó por un momento que iba a ser consumida por esa energía azul rodeándole por completo. Estaba alerta y atenta a lo que pudiera pasar. Seguramente partiría con Wiss fuera de aquí para elevarse a gran altura.

Y así ocurrió. Wiss sólo apoyó su mano sobre un hombro de ella justo antes de que la energía, hecha columna hacia arriba, se comportara como un propulsor que los eleva de inmediato a las más grandes alturas del cielo. Su otra mano sostenía el báculo y la bolsa de comida entre sus dedos.

Vegeta sospechó cuando sintió algo raro. La sensación lo hizo voltear hacia atrás al creer escuchar algo desde los lejanos campos de la propiedad. Permaneció sentado, con pies y manos cruzadas, sólo girando su cabeza para que la vista le corroborara alguna sospecha. Supuso que su mujer sólo se fue a dar un paseo a solas y que pronto regresaría.

Pronto esa sensación le desapareció y volvió la vista al frente, viendo cómo los demás se divertían con sus ocurrencias sobre el campo abierto que estaba delante de todas las mesas.


Bulma gritó histérica. Creyó que en cualquier momento caería del cielo, con su sorpresa siendo mayor cuando vio que ambos sobrepasaron la atmósfera de la tierra. Nunca había experimentado antes una experiencia así. Ni su tecnología actual era capaz de producir tal sensación, las naves espaciales que poseía no serían capaces de elevarla a los cielos de esta manera, y tan rápido.

Lo más sorprendente es que no sintió ningún efecto colateral conocido. No sintió mareos, ni siquiera algún desequilibro o presión sobre su cuerpo por efecto de la tremenda propulsión originada por Wiss. Sólo el vértigo ocasionado por la gran altura y el tremendo desplazamiento acontecidos, provocando en sus sentidos reacciones de estar frente a un gran peligro.

Un viaje como nunca antes lo había visto. Pronto dejaron atrás la luna la cual se convirtió en un pequeño punto en el espacio después de la tierra. Bulma estaba maravillada por todo lo que en ese momento empezó a ver como el viaje más increíble de su vida. Pronto el miedo se convirtió en júbilo, llegando a creer que era ella misma la que tenía la capacidad de volar y trasladarse de esa manera por todo el espacio.

Pronto pasaron todos los planetas del sistema solar. El sol se había convertido en otro punto menor cuando asomó la vista hacia abajo para contemplar lo que habían dejado detrás. La energía fluyendo alrededor de ambos, comportándose como un hilo conductor como si de un elevador se tratara, en el que existe un punto de partida y otro de destino.

Bulma empezó a abrir manos y pies como si ella fuera la que volara. Todo el espacio, con sus estrellas, planetas y galaxias, lo estaba viendo como nunca antes en su vida de científica lo había podido explorar.

- ¡Esto es increíble Wiss, es increíble! ¡Qué manera tan increíble de viajar, ustedes los dioses son lo máximo! –Wiss sonrió complacido, acordándose de una anécdota pasada sin dejar de sostener el hombro de ella.

- Y eso que el señor Bills antes así se emocionaba. –Bulma lo voltea a ver sin girar su cuerpo.

- ¿De verdad? ¿Se ponía así de ruidoso como yo? –Wiss sonríe acordándose de viejos tiempos.

- Así es, de hecho un poco más. Luego se acostumbró y los viajes como este se hicieron callados.

- ¡Es asombroso Wiss! –exclamó después de ver una nebulosa de colores azules y morados, rodeada de planetas y múltiples estrellas. –Ni siquiera cuando viajamos a Namek recuerdo haber presenciado algo tan increíble como esto.

Llegaron a una parte del espacio que se tornó totalmente anaranjado en su polvo espacial. Pronto empezó a tomar forma de nubes conforme más se acercaban, al parecer siendo ese el objetivo de Wiss para llegar hasta ahí.

Bulma vio que unas circunferencias que parecían ser satélites merodeaban esos cielos bañados de ese naranja intenso. Se acercaron hasta pasar rápidamente por entre esas nubes que en veces los envolvían por completo de a ratos. Por un momento esos círculos alrededor se vieron grandes e imponentes, luego pasando a un tamaño pequeño por la velocidad que llevaban.

Bulma logró ver con detalle ese árbol enorme al centro, torcido en su tronco, que se mantenía de pie sobre una plataforma de jardines cuadrada compuesta por dos bases. Hasta abajo terminaba en forma de un pico, viéndose de un metal resistente a juzgar por su apariencia.

Era una base acomodada como si de dos piezas independientes se tratara, una sobre otra de mayor a menor. Las plantas en ella se llegaban a salir de los bordes, dejando caer sus ramas y sus hojas hacia fuera. Ese árbol de ramas apuntando hacia arriba no tenía nada verde. El cielo, con su especial énfasis en ese punto en específico, iluminaba esa altura con un color más intenso que resalta las figuras de los satélites flotantes a sus alrededores.

Para entonces la velocidad había disminuido y la perspectiva cambió al instante cuando de pronto se desvanecieron por completo y aparecieron justo sobre el pasto de esa enorme área cuadrada. Al parecer Wiss utilizó una tele transportación para tal objetivo.

La energía que los envolvía reposó sobre el suelo, arrojando hacia afuera lo último que quedaba de ella hasta desaparecer en degradados. Los dos recién llegados pudieron verse con todos sus detalles. Wiss deja de apoyar su mano sobre el hombro de Bulma cuando se cercioró de que habían pisado tierra firme.

La científica parpadeó los ojos constantemente, presenciando todo cuanto sus sentidos alcanzaban a divisar tanto cerca como lejos. Se sintió en la entera confianza de comenzar a avanzar como si fuera su propio territorio. El calzado que llevaba en forma de tenis de franjas rojas y rosas y la falda algo corta le permitieron esa libertad de movimiento.

Se giró de un lado a otro para presenciar el nuevo mundo. El enorme lago a su derecha, el eterno abismo a su izquierda, los troncos y la vegetación a su frente… Todo le pareció tan tranquilo y tan maravilloso.

Se comportó como niña exploradora yendo a todos lados. Al acercarse a la orilla del lago, al comprobar el olor de las flores que de pronto encontraba en su camino, incluso asomándose más allá de una de las esquinas del enorme territorio, viendo nada más que espacio infinito.

Otra vez en el centro, empieza a dar vueltas como si bailara.

- ¡Este lugar es increíble Wiss, no sabía que así vivían los Dioses! ¡Gracias por traerme, realmente necesitaba algo como esto!

Siguió girando y girando, abriendo ambas manos como recibiendo la abundancia del cielo. Pronto recordó las veces que hizo lo mismo en el jardín de su padre, danzando con su cuerpo de niña por todas partes, con esa abundancia desbordándole de adentro hacia afuera. Todo lo recordó colorido, con la luz del atardecer que lo iluminaba todo con los colores y sus formas algo difusas, como rodeada del paraíso.

Recordó a su padre sentado en una silla de jardín fumando un cigarrillo mientras sonreía. Esos pétalos de rosas de diferentes formas, colores y tamaños, dentro de un viaje en círculos que se iba hasta el cielo.

Pronto su visión terminó cuando Bills se apareció y llamó su atención con una interrupción de garganta que hizo sonar dos veces seguidas. Ella se detuvo de inmediato viendo a su izquierda, con las manos todavía en posición de baile como si alguien invisible la tomara consigo.

Bills estaba parado justo a la mitad del camino, con el río dándole a la izquierda y el abismo a la derecha. La cara de atención de Bulma cambió a alegría al ver que estaba frente al Dios de la Destrucción.

- ¡Bills, no esperaba encontrarte nuevamente! Gracias por invitarme.

- Señora Vegeta… -saludó formal con ambos brazos cruzados en su espalda baja, inclinándose un poco adelante con los ojos cerrados- El placer es mío.

- Tal como lo ordenó señor Bills, le traje a la persona que usted muy insistentemente quería ver antes de volverse a dormir otro buen período de años. –dijo Wiss a unos metros de distancia encontrándose en el otro extremo de ambos- Por cierto… -asoma la bolsa de comida, sujetándola con la otra mano- ¡Mire lo que nos trajo! Se ve delicioso.

El asistente volvió a expresarse pícaro y gustoso como muchas veces lo hacía cuando algo lo emocionaba. Bills sonrió al ver la bolsa de bocadillos, relamiéndose los labios al recordar el sabor de la comida terrícola.

- Y entonces... ¿Por qué quería verme? -Bills entrecierra sus párpados, tornando su mirada más perspicaz.

- Me sorprende que haya acepado, creí que tendríamos que utilizar la fuerza. O amenazar con que si usted no venía tendríamos que destruir la tierra. -Bulma tuerce la mirada a modo sarcástico, haciendo ademanes con dedo índice y la mano restante en la cintura.

- Entonces yo no le hubiera dado ese pudín que tanto me pidió ¿eh? Me hubiera encargado de eliminar cada rastro de pudín en el planeta para que nunca jamás pudiera probarlo.

Bills puso cara de espanto. Hizo el cuerpo un poco hacia atrás por la preocupación que eso le causó. En Wiss tuvo un efecto más fuerte al poner un pie hacia atrás como si hubiera recibido una fuerte embestida de frente.

- ¡No se enoje señora Bulma, el señor Bills no habla en serio! -trató de arreglar la situación con un sudor en su frente- Señor Bills, si destruye la tierra ya no habrá fiestas a las cuales nos puedan invitar. -suplicó.

- Vaya vaya... -reaccionó Bills, guardando otra vez compostura- Supongo que no tengo otra opción que secuestrarla para que los cocine para nosotros, no sin antes destruir su planeta para que no tenga a dónde regresar. -Bulma se cruza de brazos, autoritaria.

- Pues si hicieras eso eliminarías todos los ingredientes necesarios para hacerlos, y sólo se pueden encontrar en la tierra. Además... El planeta tierra es conocido en todo el Universo... -dijo lo más segura que pudo, intentando disimular la mentira- Si lo destruyes tendrás a gente más poderosa que tú que se vengará de ello, y los conozco muy bien. -ladeó su cabeza a un lado, mostrando desprecio con los ojos cerrados.

- ¿¡Qué!?

Bills se alteró, haciendo las manos puño a los lados.

Empezó a gruñir de coraje, a mostrar molestia por semejante comentario. Bulma se le quedó viendo desafiante, con manos sobre la cintura como si la actitud y punto de vista del Dios no le importaran. Ella sabía que se estaba arriesgando al haber dicho eso, pues no era cierto que conocía a gente más poderosa que él, ya que hasta el momento había resultado ser el adversario más temido y más fuerte para los guerreros Z.

Wiss se acerca rápidamente para quedar cercano a Bills y detener cualquier barbaridad que pudiera hacer. Mostraba las palmas al frente para restarle importancia al asunto.

- Señor Bills, debe estar cansada por el viaje, no lo dice realmente en serio. -ríe nerviosamente. Bills se inclina hacia un lado para poder ver a Bulma.

- Yo soy el más poderoso del Universo ¿te quedó claro?

- ¿Ya exploraste a toooodo el Universo para decir eso? Le habrás ganado a Gokú, pero la próxima vez tal vez encuentres a alguien más fuerte que tú.

- ¡Yo tengo a mi cargo el séptimo Universo, incluyendo a ustedes!

- Cuando tengas a tu cargo los otros seis te tomaré más en serio.

Wiss volteaba nervioso a ver a Bulma por semejante atrevimiento. Vio que su discípulo estaba por estallar al notar esa rabia acumulándose.

Rápidamente empezó a abrir una de las cajas en donde estaban los bocadillos. Le acercó una mientras él tomó los palillos para sacar de ellos un bocado. El olor tan delicioso de los alimentos penetró en las narices de ambos.

- Señor Bills, olvidémonos de esto que ya es hora de comer, no querrá comerlos cuando ya se enfríen. El planeta tierra es un lugar muy importante como para exterminarlo por un capricho o un simple enojo, ¿no cree?

Wiss sabía que podía detener a Bills, pero incluso la autoridad de esa mujer lo puso nervioso.

Ambos, mujer y Dios, se quedaron viendo fijamente con esa autoridad de cada uno. Bulma no se inmutó ni un solo momento, estando completamente segura de su posición y de sus palabras. Para ella no era más que otro guerrero caprichoso al que había que poner en su lugar.

Finalmente, el olor de la comida lo empezó a relajar. Wiss se comió lo que mostró a su discípulo para aligerar las cosas, expresándose sobre lo bien que sabía con sonidos de "m" que repetía cada vez que saboreaba un bocado nuevo. Siempre se quedó frente a él para que no se acercara a la mujer la cual le seguía mirando de la misma manera.

Bills se quedó ahí, observando esos ojos profundos y llenos de sinceridad. Esos mismos ojos que vio cuando visitó el planeta tierra hace dos días y que lo desafiaron en aquella ocasión cuando empezó a atacar a sus amigos. Normalmente la hubiera hecho polvo, le sobraba el poder para hacer eso; pero simplemente la golpeó para apartarla de su vista.

Había algo en ella que lo hacía doblegarse y ceder ante las peticiones u órdenes que le transmitía. Su enojo pronto desapareció al ver que no podía hacer nada frente a esa voluntad.

- Bien, comamos...

Al decir eso se dio media vuelta y empezó a caminar. Su asistente suspiró aliviado, llevando una mano a su pecho. Se quedó un momento viendo a donde Bills se dirigía y entendió que iban a meterse dentro de la morada.

- Señora Bulma, síganos por favor.

Miró de reojo hacia ella al decir eso. La situación se había calmado y entonces ella hizo lo mismo con su actitud. Los empezó a seguir con la mirada un poco aliviada al ver que su estrategia había dado resultado. Ella también suspiró después de que la tensión se había ido.

- ¿A dónde iremos?

- Al interior de ese lugar. -respondió Bills.

Hizo referencia al árbol que tenían a sus derechas, el cual mostraba construcciones de varias torres con diseños medievales en sus exteriores, viéndose como lugares a los que valía la pena acudir. Rodearon el lago y se acercaron caminando hasta ese árbol al cual no tardaron casi en llegar por su cercanía.


Cuando entraron por uno de esos lugares, pronto se encontraron bajando por un pasillo que los condujo hacia unas esquinas de un camino en espiral pegado en lo redondo de las paredes. Contaban con múltiples ventanas en forma de círculo que le proveían a ese lugar cerrado y oscuro la iluminación necesaria para no perderse.

En su trayecto dieron la vuelta cinco veces en el camino para llegar a más profundidad. Lo primero que notó Bulma fueron los cristales acomodados en las orillas, de los cuales contempló su belleza cuando flexionaba sus rodillas para quedar a menor altura y poderlos presenciar.

Les preguntó que dónde los habían conseguido y cuál era la forma de obtenerlos. Wiss era el que respondía gustoso a todas sus preguntas por haber sido él el encargado de obtenerlas para la respectiva decoración. Ella alabó su trabajo y lo felicitó por tener buen gusto. Bills sólo mostró indiferencia. Cada vez que se retrasaban les ordenaba que siguieran avanzando pues tenían que llegar pronto a donde él quería.

Bulma no se perdía ni un solo detalle de los alrededores. Tales ornamentas, espacios y luces le recordaron un poco al templo de Kamisama. Debía reconocer que el gusto que tenían los Dioses era diferente a los estilos utilizados en la tierra. Quiso hacer la plática sobre los detalles que los inspiraron a adornar este lugar de esa manera.

Después cruzaron un puente que los llevó rumbo a una puerta que estaba abierta. Entraron ahí y Bulma pudo ver que ese lugar estaba bordeado por un fondo lleno de agua, con el líquido totalmente retenido sobre las paredes de cristal que permitían ver todo lo que ese mar abarcaba en sus dominios. Vio especies nunca antes vistas flotando y nadando en ella, ya sea solas o en manada. Algo que le agradó en demasía contemplar.

Al centro estaba una mesa llena de banquetes. Verduras, frutas, carnes y todo tipo de aperitivos apetitosos que se antojaban agarrar entre las manos. Ella pronto se sentó en una de las sillas que quedaban libres con toda la confianza y la libertad de la que se sentía merecedora.

- ¡Vaya! Ustedes los dioses sí que viven como tales.

Tomó un utensilio parecido a un tenedor para agarrar uno de los bocados que estaban divididos en pequeños trozos. Se lo llevó a la boca e hizo la correspondiente degustación. Un par de masticadas y tuvo su veredicto final.

- ¡Delicioso! Invítenme más seguido a estos lugares.

- Lo preparé yo, es mi especialidad. -agregó Wiss con aires de experto en cocina.

- ¿De verdad? Cocinas muy bien Wiss, te felicito.

Se comportó alagado y apenado a la vez. En tanto Bills se quedó parado frente a una de las ventanas de cristal donde se veían a todos los peces nadando, de grandes a pequeños. Unas cuantas cacerías se veían a lo lejos, dentro de persecuciones diseñadas para devorar a los que eran perseguidos.

Tenía las manos cruzadas detrás, tal como era su costumbre. Siguió escuchando la ola de comentarios a unos metros de él hasta que se dispone a hablar, interrumpiendo con ello la charla amena entre Bulma y su asistente.

- ¿Sabe por qué la trajimos hasta aquí, señora Vegeta?

- Bueno yo creí que en un principio nos reclamarían por no haberlos invitado a la fiesta que hicimos hoy, pero al parecer tienen otra cosa en mente. -se refirió a ello alzando otro bocado incrustado sobre el utensilio de metal, usándolo como si fuera su propio dedo haciendo ademanes.

- En realidad no... Tiene que ver con algo más.

Wiss se puso serio en ese momento de la conversación. Se empezó a hacer a un lado, poniéndose junto a uno de los pilares de piedra firme que estaban colocados como bases alrededor de los cristales. Posicionó su báculo hacia un lado, adoptando una posición corporal más erguida.

Tal cambio de semblante y actitud llamó la atención de Bulma. Volteaba a ver a Bills y luego a su asistente en más de una ocasión. Se sintió el cambio inmediato en auras y en posiciones corporales, lo que contribuyó a otorgarle más seriedad al asunto.

Bills empezó a hablar sin apartar la vista de la enorme pecera.

- Voy a contarle una historia... Hace mucho tiempo, hablando de muchísimos años, hembras diosas también gobernaron la galaxia junto con nosotros. Poco a poco el paso del tiempo, los deberes, las jerarquías e incluso las peleas que sostuvimos con seres poderosos, las hicieron cada vez más escasas. Lo cierto es que un cargo como el mío y el de Wiss sólo lo toman pocos, como si fuéramos elegidos.

» De hecho... Eran esas diosas las cuales nos elegían. Yo fui la mascota de una de ellas, no tenía la conciencia que tengo ahora y no era capaz de pararme sobre mis dos patas, pero ella me quiso tanto que me otorgó la inteligencia necesaria para poder comprender el mundo como lo hago ahora.

» Luego... Ella murió.

Las orejas puntiagudas de Bills bajaron de nivel, complementándose con ese semblante cabizbajo que de pronto adoptó. Wiss en su seriedad mostró la compasión en su mirada, sabiendo lo difícil que era para su discípulo contar aquella parte de la historia. Sabía que era algo muy íntimo de su parte y que no a cualquiera contaba. Wiss esperaba que esta vez no se equivocara en cuanto a sus predicciones.

Bulma sintió una extraña e inexplicable empatía hacia él. Una sensación familiar ancestral vino a ella, teniendo ganas de ir a con Bills y acariciarlo. No se explicaba el por qué sintió todo esto tan de repente.

Bills prosiguió.

- Ella estuvo a cargo del segundo Universo. Hay una razón oculta por la cual nosotros destruimos planetas cada tantos años; más que el capricho, es para mantener el equilibrio. Tal como las especies animales necesitan un control de natalidad, de lo contrario se vuelven una plaga. Está pasando precisamente eso con ustedes los humanos. Nunca lo dije enfrente de ti y tus amigos... Pero la humanidad de ustedes ha llegado a su punto más crítico y por ello debían ser aniquilados junto con su planeta para asegurarnos que no se desataría otra catástrofe como la ocurrida con mi ama y señora.

» Cuando partimos a viajar a donde estaba el planeta tierra, Wiss me informó de cosas más allá de mi objetivo principal que era solamente encontrar y enfrentar al Dios Súper Saiya - Jin. Me habló sobre la humanidad, me dijo que habían llegado al límite de su crecimiento. No fue su amigo Gokú por el que me detuve a destruir la tierra… -voltea a verla sin romper su posición- Fue por usted, señora Vegeta.

Dejó caer los instrumentos de comida que tenía en las manos sobre uno de los platos. Estos sonaron al rebotar como pesados metales sobre el recipiente. Quedó boquiabierta, con esa sensación de escalofrío recorriéndole todo el cuerpo.

Wiss se sorprendió un poco cuando escuchó a su señor sincerarse con esa declaración. Él también pensó que había sido por la pelea con Son Gokú. No resistió a la tentación de preguntarle sobre lo que había acabado de declarar.

- Perdone, señor Bills… ¿Entonces no fue la pelea con ese Saiya – Jin la que cambió su decisión de no destruir el planeta tierra?

- Eso influyó, pero no fue lo definitivo. –aseguró con la mirada hacia los peces.

- Pero… No entiendo… -dijo Bulma, desconcertada- ¿Qué fue lo que yo hice? Yo no hice nada. –se justificó apoyando los dedos sobre su pecho.

- Usted hizo mucho, señora Vegeta. –continuó Bills- Usted tiene una autoridad que sólo los Dioses podemos percibir. Sólo los iguales a nosotros nos pueden detener de esa manera. Sentí lo mismo con usted cuando mi ama me detenía cuando no quería que realizara tal cosa. Usted tiene esa misma mirada. Señora Vegeta… -inclina la cabeza a un lado para volver a verla- ¿Usted cree en la reencarnación?

Algo en Bulma la hizo reaccionar a forma de sobresalto. Esa pregunta caló hondo en su conciencia, sin saber por qué. Wiss se quedó viendo extrañado a ambos sin entender aún la razón detrás de esa pregunta.

- Eeeehh… Yo… -recobró compostura, explicando todo con ademanes científicos- Bueno eso es técnicamente imposible, por mis investigaciones no tenemos alma, sólo somos conciencia. Formamos parte de la conciencia de este Universo que quiere adquirirla por sí mismo. No somos más que una milésima de punto en el tiempo, así que…

- No pedí que me lo explicara. –soltó Bills, algo alterado- Usted no sabe el potencial que tiene dentro, si hubiera vivido entre Dioses desde el principio ya lo hubiera descubierto.

Se volteó completamente hacia ella, a lo cual avanza unos cuantos pasos para atraer más su atención. Bulma, por alguna razón, estaba temblando. Había pocas cosas que en su vida le asustaban, y no entendía por qué este tema en apariencia irrelevante le provocaba ese tipo de reacciones. Algo familiar dentro de ella la empezó a llamar, como si algo ancestral le intentara mandar alguna señal.

Bills se paró frente a ella con los brazos en su espalda baja. Se le quedó viendo fijamente a esos ojos azules de ella que resaltaban notoriamente sobre el blanco. Volvió a disfrutar de ese contacto visual que se originó entre ambos, esta vez provocado por su iniciativa.

- Señor Bills ¿qué está tratando de decir? –preguntó el asistente, totalmente curioso.

Bills rompió con ese contacto visual entre ambos donde se comunicaban con el silencio, dando pie con unas palabras.

- Disfrutemos por lo pronto del banquete… -lleva una mano a su abdomen y se dobla completamente hacia el frente como reverencia- Sería muy descortés de mi parte no brindarle una merecida comida. Una vez que terminemos… -se vuelve a erguir- continuaremos la plática afuera.

Bulma siguió insistiendo con preguntas pero Bills se negó a responder. Las evadía con algún otro comentario o con preguntas que él hacía que no tenían que ver con el tema. De tanta evasión a su insistencia, Bulma se resigna y empieza a comer.

Lo hace de una manera donde disfruta al mínimo detalle de todo lo que está en la mesa. Utilizaba todo el tipo de cubiertos disponibles para tomar pedazos grandes y chicos, usando los cuchillos para separarlos en pequeños o grandes trozos. En la fiesta que seguía su curso en la tierra recordó que sólo habían tomado vino y que ella no había comido por estar ocupada preparando todo, entonces aprovechó y decidió que era momento de saciarse.

De pronto ya casi no hubo conversación, salvo las veces que Wiss se arrimaba al Dios de la Destrucción para preguntarle qué es lo que tenía en mente. Bills sólo le susurraba lo que tenía planeado hacer después de acabar de comer. Su asistente no quedó del todo satisfecho con la explicación, así que aguardó a que llegara el momento para entenderlo todo, tal como su discípulo se lo sugirió.


Acabaron de comer y fue el momento de salir nuevamente al exterior. Bulma estaba nerviosa por alguna razón que desconocía. Caminaron sobre las afueras de los campos que están como patios al salir por la puerta principal de uno de los castillos postrados en el árbol.

Bills ordenó a Wiss que le trajera el Cofre Real. El asistente, al entender cada vez más lo que su amo pretendía hacer, se apresura en vuelo a donde ese objeto se encuentra con tal de llegar lo más rápido.

En ese entonces estaban frente a una plataforma blanca a la cual se podía llegar a la parte más alta utilizando los escalones completamente redondos que estaban en orden del más grande al más chico conforme la altura. Algunos monumentos en los alrededores le proveían un aire místico, vistos del mismo color blanco como la plataforma circular. Figuras de seres míticos, criaturas mágicas, animales de cuatro patas con alas en la espalda que por su porte y presencia simulaban a poderosos guardianes.

- Señora Vegeta, por favor suba.

Se lo pidió Bills amablemente. Ella lo volteó a ver un tanto intranquila, como siendo orillada hacia algo que no comprendía. Le tardó un momento asimilar lo que estaba pasando y lo que se esperaba de ella en esta situación.

Al centro de esa plataforma estaba un pedestal de figuras garigoleadas las cuales aparentaban sostener la pequeña base cuadrada de la cúpula. Bulma sintió algo muy familiar cuando vio todo eso en ese preciso momento. El pedestal, los escalones circulares que llevaban hasta arriba, los monumentos que en los alrededores estaban… Todo le inquietaba y le asustaba, le provocaba las ganas de huir pero también de quedarse, de arriesgarse a algo más.

El pasado invadió su presente con todas esas imágenes en secuencia de flashes que mostraron toda su vida de adolescente y de joven. Esa época dorada de la persecución de las esferas del dragón cuando trepada en moto, enfundada en traje militar, iba a toda velocidad viviendo todo tipo de aventuras. La vez que estuvo a punto de caer a un precipicio con Yamcha y Gokú. Las escenas de éxito cuando encontraba cada una de las esferas gracias a la ayuda de sus amigos.

Infinidad de recuerdos se le pasaron por la mente, brotando como si tuvieran vida propia. Los sentía volar, los sentía liberarse. Imágenes de aves volando hacia el cielo después de despegar del suelo. Hojas de papel, pétalos de flores, grandes cantidades de agua salpicando en las alturas del cielo formando con ello vistosos arcoíris.

Por inercia empezó a avanzar al lugar indicado. Empezó a pisar los escalones, uno por uno. Cada uno de ellos le trajo recuerdos vívidos de su pasado. El más bajo le recordó su infancia. El siguiente su etapa de niña privilegiada al cuidado de sus padres. El siguiente sus aventuras de adolescente al lado de sus amigos, llegando a ella imágenes que al parecer había olvidado.

Se tomó su tiempo para subir cada escalón. Estaba rememorando su vida de una manera muy especial, con sus recuerdos reproduciéndose en su cabeza como una película en alta velocidad. Unos escalones más y llegó a todo lo vivido recientemente en estos últimos años. Se detuvo un momento ahí para saborearlo, para sentir esos recuerdos que para ella eran placenteros y que significaban mucho en su viaje por la vida.

Un poco de temor le dio subir más. Se decidió y lo hizo, pisando el siguiente escalón. Éste le proveyó una visión futura de lo que le esperaba años más adelante. La tentación le hizo subir el siguiente y con ello presenciar imágenes, hechos y circunstancias que todavía no vivía, pero que seguramente se convertirían en parte de su experiencia en un futuro no muy lejano. Pensó para subir el siguiente ante la intensidad de tales visiones.

Vuelve a subir lenta pero segura, apoyando el pie en el que sigue, presentándose una visión lejana que ya la reflejaba como una mujer de tercera edad. La tecnología evolucionada en la existencia de colonias acuáticas y espaciales dentro de los dominios del planeta tierra. Nuevas vacunas capaces de curar enfermedades antes mortales. Desarrollo tecnológico de androides capaces de vestir piel humana a través de micro partículas que los camuflaba a la perfección.

Pisó el penúltimo escalón y lo vio todo. Un monumento levantado en su nombre, ubicado en la parte central de una ciudad, con la figura de ella tallada en piedra preciosa donde se podía leer en una base una descripción con su nombre completo, su oficio y una pequeña dedicatoria a todos sus esfuerzos en vida. Una guerra desatada cuatrocientos años después de ella, en la cual la humanidad ha sido capaz de defenderse sola gracias a toda la tecnología que ella ayudó a desarrollar.

Máquinas enormes tripuladas por pilotos que controlaban todos sus movimientos, pertenecientes a una organización de fuerzas especiales construidas con el material más resistente del universo. Una batalla espacial que involucró a colonias espaciales dentro de ese conflicto, con una escena que mostró la gran conclusión.

Una persona ejecutiva que levantó un escrito que tenía entre manos el cual fue hallado en el interior de una cápsula sacada de las profundidades del mar, la cual albergaba una especie de lente que luego se colocó en la punta de un cañón láser colosal para realizar un gran ataque a distancia. Ese hombre leyendo la carta, escrita con puño y letra de la científica, la cual hablaba de un legado imborrable, de un legado para la humanidad, de un espíritu incansable y de una reflexión de una juventud aventurera.

El último escalón dio el clímax con todo. Se sintió iluminada, se sintió toda ella, se sintió por fin completa y plena. Como aquella vez que le gustaba asomarse en pijama sobre la ventana en los días lluviosos y oscuros del paisaje. Como esas veces que disfrutó del vértigo de las alturas, ya sea con el uso de su tecnología o con ayuda de la nube voladora. Como esas experiencias íntimas con su amado príncipe, haciendo el amor como uno solo.

Sintió la energía desbordante llegar a su cuerpo de golpe, a tal modo que por momentos se mareó y se quiso sostener de lo primero que encontrara. Puso una mano sobre el pedestal que estaba en la parte superior en donde Wiss ya había llegado para dejar el cofre sobre él.

Ella se dio cuenta de ello al volver a la realidad del momento. Puso la mirada a su derecha, contemplando ese cofre. Luego vio el rostro sonriente y complacido de Wiss quien aparentaba verse esperando porque ella tomara lo que había dentro. El asistente inclinó un poco la cabeza hacia abajo y luego la levantó, como si indicara con su frente a dónde quería que ella pusiera su atención.

Mira a Wiss a los ojos con esa frescura y naturalidad, con esos ojos de niña que por momentos dejó atrás. Luego vio hacia Bills quien le da su aprobación asintiendo, dando a entender que debía ejecutar tal acción. Bulma se acercó lentamente al cofre, se puso frente a él y lo abrió. Dentro encontró un báculo de corta longitud el cual podía tomar entre sus manos como si de una antorcha se tratara.

En su punta tenía el acabado de una curva sin cerrar, de una figura semejante a la luna cuando se coloca en menguante. Al centro había una estrella de seis picos color amarillo, acompañada de otras seis pestañas puestas detrás de ella de color morado. La esfera verde que envolvía a ambos objetos se percibía flotante, pues cuando sujetó el mango de ese extraño objeto, ésta comenzó a flotar sin salirse en ningún momento de su órbita, tal como lo hacía la punta del báculo de Wiss.

Bills sonríe, expectante. Quería ver lo que sucedería después. Bulma alzó poco a poco ese objeto de acabado precioso con ambas manos, el cual mantiene sobre sus palmas como una reliquia de gran valor. Se le quedó viendo fijo, contemplando cada detalle. Sabía, en el fondo, que lo conocía de antes.

Sujetó el mango, lo puso a la altura de su parte derecha, lo miró con sus ojos apuntando hacia arriba y entonces… Una revelación se manifiesta.


El cuerpo de Bulma se empezó a llenar de una energía que despedía un brillo blanco intenso que ocultaba las partes de su cuerpo donde iban sus ropas. Empezó a brillar, incluidos sus zapatos y la parte alta de su cabeza. Ese objeto extraño sobre su mano estaba resplandeciendo como si un poder importante se estuviera liberando. Al parecer ella estaba por sufrir una transformación.

Cerró los ojos ante la intensidad de la energía. Se hizo hacia atrás, rendida en el encanto del poder liberado en ella. Se perdía en esa sensación mientras su cuerpo comenzó a flotar en el aire, provocando un remolino de viento debajo que la elevó poco a poco para irla levantando. Wiss observaba todo eso interponiendo antebrazo al frente por esa cantidad tan grande de luz liberándose. Bills rompió con su postura acostumbrada de relajación cuando pasó a mostrar asombro en su cuerpo y en su semblante.

El brillo del blanco sobre el cuerpo de Bulma iba en aumento. Ya tenía las manos a los lados en posición como si pudiera acostarse. Su elevación hacia el suelo empezó lenta y gradual. El viento en remolino debajo de ella se acentuó hasta que los dos presentes pudieron sentir su fuerza sobre ellos. El pelo de Bulma se agitaba como si estuviera dentro de algún líquido, lo cual rompió su forma ondulada acostumbrada.

Una liberación de poder partiendo del cuerpo de la terrícola se expandió como una onda de múltiples partículas brillantes que se extendieron hasta desaparecer en degradado.

Cuando el blanco se fue, un atuendo de Diosa quedó sobre el lugar del atuendo anterior que Bulma llevaba puesto. Llevaba hombreras de diseño especial, un vestido largo, tan blanco como las plumas de un cisne, con dobleces, ornamentas, figuras talladas en ella y volúmenes que resaltaban su figura y asentaban su jerarquía. En su cabeza apareció una corona, compuesta por varios huecos dejados por las líneas de metal precioso que la conforman con varias hileras de Diamantes sobre ellas.

Bajó al suelo lentamente hasta tocar suelo. Abrió las largas y frondosas alas que llevaba en su espalda para extenderlas a los lados. Poco a poco volvió en sí, empezando a abrir sus ojos. Apoyó el extremo bajo del objeto que sostenía el cual creció en longitud con su transformación. Esas figuras en la punta superior creciendo, haciéndose más ostentosas y con sus detalles más refinados que en su tamaño anterior.

Bulma pareció ser otra en ese momento. Su semblante cambió y su actitud también. El asistente se mostraba más impresionado que el propio Bills al ver ese cambio tan repentino en esa mujer. Por su aura y su presencia, simplemente pronunció su nombre.

- ¡Reina Artemisa!

Dijo Wiss, totalmente incrédulo. Bills se quedó ahí, inmóvil, viendo cómo esa llamada reina comenzó a bajar los escalones con la seguridad propia de sus movimientos. Los recorrió con suma facilidad, dando paso por paso con la ayuda de sus zapatos de cristal azul transparente.

Mostró un porte que sólo las damas retacadas sabían utilizar. Una cultura propia que se pasaba a las generaciones a través de miles de años de enseñanza y sabiduría. Mostró conocimiento y movimientos precisos, esos que sólo la experiencia le podía otorgar.

Cada vez llegó más y más abajo, observando a Bills con familiaridad y ternura. Él se comportó como un cachorro a punto de recibir una caricia. Agachaba la cabeza y dejaba las manos rendidas hacia el frente. Las orejas le bajaron de nivel y su mirada perdió ese característico gesto de seriedad, severidad o enojo que casi siempre mostraba todo el tiempo.

Wiss se sorprendió al verlo por primera vez de esa manera. Nunca antes se había mostrado con esa vulnerabilidad que contrastaba por entero con su título y estatus de Dios de la Destrucción. El asistente no podía creer que esa mujer resultara ser la reencarnación de la mismísima Diosa Artemisa, la guardiana del Segundo Universo.

Ella se detuvo frente a Bills, sin perder detalle de esa observación llena de esa naturalidad de ya conocerlo como en aquellos tiempos cuando lo tuvo a su lado.

- Hola Gatito. -le dijo a su antigua mascota con voz solemne de madre.

- Mi ama... Tanto gusto volver a verla. -agregó Bills, correspondido y cautivado por saber que su ama se había vuelto a aparecer frente a él.

- ¡Estás realmente despampanante! Te recuerdo cuando caminabas en tus cuatro patas y me acompañabas a todos lados. –Bills sonríe, recordando viejos tiempos.

- Siempre te quise agradecer en persona por haberme dado esta capacidad de razonamiento y de habla. Gracias por esto, ama.

- Y ahora eres el guardián del Séptimo Universo, te felicito por eso.

Bills estuvo sonriente todo el tiempo, sintiendo ese tremendo placer por ver a su ama encarnada en esa mujer terrícola. Wiss, su asistente, reaccionaba entre nervioso e incrédulo, realizando en ocasiones expresiones chuscas que reflejaban tales emociones al no poderse creer que era la Diosa Artemisa en persona.

El mismo vestuario, el mismo porte, la misma aura, sólo cambió el cuerpo donde se expresaba.

Su ama acercó su mano libre a donde estaba su cabeza. Bills se dejó acariciar, con esa mano suave pasando entre su frente hasta sus orejas repetidamente, las cuales se doblaban hacia abajo para permitir el paso de su movimiento. Lo acarició varias veces como en aquellas ocasiones que le dio esa clase de mimos cuando la acompañó siendo una mascota. Él se dejó acariciar y sentir como el gato de aquellos tiempos.

Comenzó a ronronear frente a ella. Pronto se le empezó a pegar a su cuerpo y a restregarse sobre ella como si quisiera jugar, a lo que ella responde con una placentera risa y gentil sonrisa. Lo siguió acariciando con la mano mientras él seguía oliendo ese aroma suyo que tanto anheló volver a percibir. Para Bills esa era su forma de abrazar y de saludar, y Artemisa siguió el juego llegando a tomar su cabeza con ambas manos, acariciando hocico, orejas, mentón y cabeza.

Él abrió los ojos después de ese tierno saludo y las risas juguetonas de ella. Después, la Diosa se empezó a alejar unos cuantos pasos, luego giró su vista hacia la altura de donde había bajado para ver a Wiss quien, al notar su mirada, pega su mano a su pecho y se inclina hacia adelante a modo de reverencia.

Artemisa vuelve hacia Bills para dedicar unas últimas palabras.

- Los humanos son una buena raza. Protégelos, tienen aun mucho que aprender, todavía no es el momento de que desaparezcan. Sé que como Dios de la Destrucción sabrás qué hacer. Te lo encargo mucho Bills. –el Dios inclina la cabeza hacia ella.

- Lo haré mi ama, puedes confiar en mí.

La Diosa sonrió a través de los gestos de Bulma. Asintió gustosa con su báculo en mano y después se alejó un poco más hacia atrás para mantener su postura firme sobre su nueva ubicación.

Otra vez se rodeó de ese brillo blanco que actuaba como estrellas que resplandecen y llenan de luz todo su cuerpo. Sólo dejaron al descubierto la piel de las manos, el cuello y la cara, otra vez con esa energía desbordante salir de su cuerpo, poniendo la mirada en alto con los ojos cerrados.

Unas últimas palabras alcanzó a decir en ese momento que esas luces resplandecientes la cubrieron más y más. La frase dicha sonó a eco, solemne, digna de una diosa.

- Cuídense todos… Yo los estaré observando, les traeré bendición a donde quiera que vayan. Confío en ustedes, mis Dioses guerreros.


La luz aumentó al máximo hasta cubrirla toda y desaparecer luego de un momento de intenso resplandor. Bulma quedó con la cabeza baja después de ese estirón que la había elevado en una sensación sin igual. Su pelo volvió a ser ondulado, su ropa la misma de siempre. Sus zapatos volvieron a la normalidad después de tenerlos de cristal cuando se transformó.

El báculo sobre su mano volvió a la normalidad disminuyendo en tamaño y longitud, luciendo tal y como lo tomó del cofre. Salida de su trance parpadea los ojos para ubicarse nuevamente. Alza la mirada, todavía con el recuerdo de esa energía tan pura que la poseyó hace instantes.

Miró a Bills con desconcierto por lo que le había pasado; pero con una paz interior que no había sentido en mucho tiempo.

- Bills… ¿Qué me pasó?

Volteaba de un lado a otro sin poder creérselo. Quiso cerciorarse de que se encontraba en el mismo lugar y no en uno diferente, justo cuando creyó que había muerto o que había desaparecido de este mundo por lo recién sucedido.

- ¡Increíble, señor Bills!

Se expresó el asistente ante la situación. Bajó las escaleras rápidamente y se acercó a ambos, todavía viendo con insistencia a la terrícola y luego viendo al Dios para ver sus reacciones frente a lo ocurrido.

- ¡Era ella, era la Reina Artemisa!

- Así es. –respondió Bills, sereno y gustoso. Luego vio hacia Bulma- Señora Vegeta… Usted es increíble. No dude por ningún momento que usted guarda grandeza en su interior. Lo acaba de comprobar ahora mismo, usted lleva la reencarnación de la Reina Artemisa.

- Pero… Es que es… No lo esperaba… -dijo Bulma con varios sentimientos encontrados, sin saber a qué prestar atención.

- Usted es una reina, usted es omnipresente. Sus amigos no serían lo que son si no hubiera sido por usted. Jamás subestime su pasado ni las cosas que hizo, todo eso influyó y contribuyó a lo que es hoy en día, tanto usted como los suyos. Ese Saiya – Jin es lo que es gracias a usted. Tiene el poder que tiene porque influyó en él de tal manera que siempre se esforzó a dar el máximo. Usted es el pilar, es el sostén de esa familia guerrera.

» Eres el verdadero motivo por el cual no destruí la tierra. La golpeé de ese modo cuando me encaró porque entonces comprendí que con eso iba a descubrir el verdadero potencial de esos guerreros. Obtuve el máximo de Vegeta, obtuve el máximo de Gokú y me llevé la pelea de mi vida.

» Usted es capaz de influir en el destino de los demás como no se imagina. Usted despertó en mí la curiosidad por ver qué sucedería de ahora en adelante con los suyos, e influyó en mi decisión de darles una segunda oportunidad a esos humanos. No tiene nada que envidiarle a ese Saiya – Jin que peleó conmigo en modo Dios, su influencia hacia él lo ha hecho atreverse a hacer cosas que de otro modo jamás lo hubiera logrado.

» Ahora que sabe quién es usted, vaya con eso de regreso y siga protegiendo a los suyos como lo ha hecho hasta ahora. Siga inspirando a esa humanidad con sus logros, con sus aventuras, con esa sinceridad y esa autoridad tan propias de usted. Ahora que ya sabe que es una reina, sólo le espera la abundancia. Todos sus amigos necesitan de usted, es demasiado indispensable para ellos.

Bulma entró en sollozo sin darse cuenta. Las lágrimas empezaron a resbalar, como si esas palabras hubieran turbado lo más profundo de sus aguas. Se sintió realmente querida y valorada como nunca antes en su vida. Justo cuando llegó ese punto de su existencia en el que creyó que no había sido de mucha ayuda, que quienes eran los verdaderos héroes han sido Gokú y sus amigos.

Rápido se las empezó a secar al pasar su antebrazo restregándolo sobre sus ojos. Siempre se había mostrado fuerte y rara vez lloraba salvo en los momentos fuertes o realmente tristes en los que ya no podía más. Pronto alzó la mirada para quedar junto a la de Bills quien volvió a su postura acostumbrada de siempre.

- Gracias Bills, gracias por tus palabras. –empezó a sonreír gustosa, contenta consigo misma y satisfecha. El Dios le responde con su propia sonrisa.

- Es por esto que quise verla, era necesario que lo comprobara de esta manera y no me equivoqué al respecto. Ahora… Es hora de que vaya a casa, los demás deben estarse preguntando dónde se encuentra.

Bulma sonrió y soltó una risa corta, suficiente para mostrar su dicha. Asintió con la mirada al notar que precisamente tenía que regresar nuevamente a la tierra. Wiss interviene con un comentario.

- Entonces para eso me pidió que la trajera, señor Bills. Y yo que creía que eso de la reencarnación sólo era una leyenda.

- Siempre hay algo de verdad en las leyendas, y ella es uno de esos casos extraordinarios. –mira hacia Bulma- Te puedes quedar con eso. –hizo mención refiriéndose al objeto que aun sujeta sobre su mano derecha- Además… Eso te servirá para tu viaje de regreso. Cuídalo bien. Nadie puede enterarse que te lo di ni tampoco pueden saber que estuviste aquí y que pasaste por todo esto. Será nuestro secreto.

Bulma se acercó el objeto a su pecho agarrándolo con ambas manos, asintiendo gustosa por acatar las instrucciones dadas por Bills al pie de la letra.

- ¿Y cómo podrá viajar ella sola de regreso a la tierra, señor Bills?

- Ese objeto le permitirá hacerlo. Sólo tienes que levantarlo y dar la orden en tu mente de que quieres regresar a tu lugar de origen.

Bulma siguió lo dicho y lo alzó hacia arriba. La esfera flotante de estrellas en su interior empezó a brillar con intensidad. Esa energía peculiar la empezó a rodear de pies a cabeza, alcanzando gran altura. Wiss se sorprendió al ver que tal acción estaba dando resultado.

- Ya veo… Increíble. –soltó Wiss al ver semejante hecho.

La científica aprovechó a decir unas últimas palabras antes de desaparecer. Con la energía aumentando en intensidad, expresión, tamaño y partículas, su imagen femenina se iba desapareciendo pasados esos segundos.

- ¡Gracias por todo lo que han hecho, estoy muy agradecida! –guiña un ojo- ¡Guardaré el secreto lo prometo! ¡Espero verlos pronto nuevamente, visiten la tierra un día de estos!

Hizo saludo de despedida con su mano libre. Wiss respondió al gesto haciendo lo mismo con la gentileza peculiar de su rostro. Bills hizo lo propio abriendo y cerrando los dedos con brazo y muñeca inmóviles.

Finalmente, la energía llegó a su punto máximo y se liberó en una columna que se abrió hasta los cielos. La imagen de Bulma desapareció para ser trasladada de regreso a la tierra.

Cuando esa manifestación terminó, Bills estira sus manos hacia arriba profiriendo un gran bostezo.

- Bien… Creo que después de esto ahora sí dormiré unos buenos años. Claro… Si es que no ocurre otra cosa que llame nuestra atención.

- Señor Bills, me ha impresionado. No entendía por qué quería ver a esa terrícola y no a ese Saiya – Jin de nombre Gokú en su lugar. A eso se refería cuando dijo que quería conversar con la diosa de ese planeta.

- Las apariencias engañan, Wiss. Lo que aparentemente es pequeño es gigantesco. Lo que nos parece insignificante resulta ser de gran importancia. Nuestro deber como dioses es identificar eso para saber qué debe destruirse para comenzar con una nueva creación.

- Y yo que creí que todo este tiempo sólo lo hacía por capricho. –soltó Wiss, impresionado por las declaraciones de su maestro- Pero veo que usted piensa las cosas detenidamente.

- Claro, no soy un tonto que no sabe lo que hace. –empieza a caminar hacia un lado, pasando frente a su asistente para dirigirse de vuelta hacia la morada pegada al árbol con las manos detrás de su nuca- Creo que me daré un baño y mientras tanto… Quiero que vigiles el planeta tierra para ver si a esa mujer no se le ocurre andar de soplona.

- Pero… -le mira con una mano en su dirección, como intentando darle alcance- es mi momento de descanso, señor Bills.

- Haz lo que te digo o ya no vendrás conmigo a otra de sus fiestas cuando nos inviten de nuevo.

Wiss agachó la cabeza con resignación, con los hombros caídos y una gota de sudor resbalando de su cabeza. O hacía lo que Bills decía o se atenía a las consecuencias. El cambio repentino de planes se presentó y las ocurrencias del Dios de la Destrucción hicieron otra vez de las suyas.


Bulma llega al planeta tierra. Reapareció justo en el lugar donde fue recogida por Wiss. La columna de energía fluyendo hizo su aparición y se agotó al poco tiempo de haberse presentado. Tenía la mano todavía alzada hacia arriba con el objeto que le dio Bills para poder hacer el viaje. Todo estaba en su sitio tal como lo había dejado antes de su partida.

La noche empezó a caer. Se aseguró de guardar el objeto en un lugar seguro, antes de volver a acercarse con sus amigos. Pasó de largo la larga fila de mesas que estaban acomodadas para expectación de los invitados. Frente a ellas vio a todos los presentes brindando, comiendo postres, contándose chistes y uno que otro pequeño grupo aislado haciendo lo propio.

Vio a Gokú discutiendo con Milk en una de las esquinas del escenario. Lo vio diferente, sin ese arrepentimiento ya presente de no haberse atrevido a más con él cuando tuvo la oportunidad. La culpa fue reemplazada por las ganas de seguir adelante.

Luego se encontró con Vegeta en medio de la multitud. El príncipe le preguntó que dónde había estado, a lo que ella respondió tomando su rostro con una mano y besando una de sus mejillas. Entonces dijo que a ningún lugar importante, a lo que Vegeta reaccionó con rubores en su cara. Vio que lo pasó de largo y siguió su camino. Se quedó ahí sin poder seguirla ante la conmoción que su repentina actitud le provocó.

Bulma se alejó de la multitud. Se dio su tiempo para estar a solas sentándose en una piedra, en la misma posición que lo hacía cuando adolescente para ver la lluvia caer desde la ventana, al lado de un lago que refleja a la perfección la luz de la luna.

Varias partículas de flores de algodón, ubicados como jardín al lado de ella, empiezan a desprenderse por el viento, siendo llevados a la altura. Giraron sobre sus delgados tallos con sus fibras blancas como pestañas sirviéndoles para alcanzar más altura.

Entonces cerró los ojos y recordó aquella visión. Seguramente era Artemisa, esa mujer que veía cómo esos recuerdos en forma de paraguas volaban a los cielos para entregar un mensaje divino como pájaros mensajeros, esos que utilizó para protegerse a sí misma de cada golpe de la realidad.

Ahora no los necesitaba y por eso dejó que se marcharan. Tal vez servirían para alguien más, para aquellos que todavía no estaban listos para despertar y requerían de ellos para tener un momento de escape y sanación. Una visión que ella entendió a la perfección.

Abrió los ojos y vio a esos pétalos volar y alejarse tal cual su visión. Era una Diosa, una Reina, una mujer de infinito potencial. Lo comprendió todo. Tenía que ser clara y transparente al punto de lograr la reproducción fiel y exacta de lo que ella es y será, como ese lago reflejando la luz y la forma de la luna sin movimientos dentro de este que perturben su imagen.

Una guerrera, una mujer intrépida, valiente con autoridad propia… una inspiración para todos a su alrededor. Una influencia de su época, una figura importante para esta generación y las próximas después de ella. Alguien con la sensibilidad para entender el corazón humano y transformarlo. Alguien con el liderazgo suficiente para inspirar a los demás a hacer cosas las cuales bajo otras circunstancias no harían.

Un legado inquebrantable y perdurable, un reinado perfecto forjado con carácter y determinación… de una Reina sin Corona.


FIN

Capítulo inspirado en el tema "Nosotros Incluidos".

De Eros Ramazzotti.


Fanfic cerrado con 13,000 palabras.


Nota de autor:

Estoy feliz y agradecido de poder participar una vez más en uno de los concursos de esta página que tantas experiencias gratas me ha dado. Puedo decir que hasta ahora es el fic más raro que he escrito. Todas las ideas las escribí fielmente, todo lo que llegaba como inspiración lo plasmé al pie de la letra. Honestamente no esperaba elegir los elementos del concurso como lo hice; reconozco que tardé mucho tiempo en decidirme sobre qué personajes utilizar, y la imagen que me tocó como inspiración de pronto me llevó a Bulma y a Bills.

Espero que lo hayan disfrutado y que haya sido de su agrado. Este fic fue elaborado para el concurso de la página de facebook por los que leemos fanfics de dragon ball. Un tremendo placer tenerlos nuevamente a todos ustedes como lectores y público en general. Los felicito por haberme acompañado en este alocado viaje.

Hasta el siguiente.