Disclaimer: Los personajes de CCS son propiedad intelectual del grupo CLAMP. La historia es de mi autoría.


"Oscuras tentaciones, divinas relaciones"

Capítulo 1: Las galletas de Sakura.


—Aún continúo preguntándome: ¿Por qué siempre permitimos que nos atrapen? —reflexionó exasperado un joven pelinegro, recostándose sobre los barrotes de su celda.

—No sería conveniente desaparecer frente a los humanos —respondió otro de los chicos, cuyos cabellos dorados brillaban en la oscuridad de la habitación.

—Lo que no es conveniente, es que nuestros padres se enteren —replicó el pelinegro enderezando su espalda—. Nos enviaran por fin a un "reformatorio de menores."

—No lo harán —aseguró una voz más ronca y profunda que las anteriores.

—Tal vez a ti no, Syaoran. Pero mi padre estará furioso cuando se entere —dijo el rubio, pasándose nerviosamente los dedos por el cabello.

—No lo harán, Seth —Syaoran le reafirmó al rubio. Se puso de pie y se acercó al pelinegro que se paseaba impaciente en la pequeña celda—. Haz el favor de sentarte, Deker —El chico atemorizado por la expresión de su líder se dirigió a una silla.

Syaoran contempló el dorso de su mano, la única parte de visible de su anatomía que le recordaba su misión en la vida, la verdadera razón de ser para un intermediario. Aunque, sus vestimentas eran una clara evidencia de ello, tanto como la noche misma.

Los tres jóvenes portaban vestimentas similares, oscuras, igual que las tinieblas. Estaban ataviados con un conjunto de botas, de las cuales resaltaban numerosas hebillas metálicas. Sus vaqueros negros adornados con algunas cadenas plateadas. Sobre sus hombros y espaldas, descansaban gruesas gabardinas negras de cuello alto, las cuales ocultaban el emblema de cada uno de ellos.

Los tres portaban con orgullo el emblema de sus familias. A Seth, como primogénito de la familia Zhōu, le correspondía el símbolo de un tigre. A Deker, como miembro de la familia Lán, le correspondía el símbolo de la serpiente. A Syaoran, como único descendiente de la familia Li, le correspondía el símbolo de un dragón sin alas. Los emblemas representaban mucho más que un simple accesorio, cada una de esas bestias resguardaba en su interior la fuente de energía más importante para un intermediario.

Los chicos miraban con preocupación a Syaoran, quien seguía observando el dorso de sus manos.

—La mención de tu padre lo puso así, imbécil —reclamó Deker a Seth. El aludido esbozó una mueca en señal de disculpa.

El padre de Syaoran había fallecido cuatro años atrás. Seis meses después Fanren, la hermana menor de Syaoran, murió ahogada en la laguna de la mansión Li. Ambos chicos lo conocían desde la más tierna infancia, y ambos fueron testigos del cambio tan radical de Syaoran, quien desde aquel momento carecía de todo tipo de sentimientos y emociones.

—Oye, Syaoran… —farfulló Seth —. Esas Jikaido, ¿duelen? —le preguntó refiriéndose a las marcas que contemplaba Syaoran en sus manos. Si los humanos normales pudiesen ver las Jikaido, les verían como una serie de tatuajes. (1)

—Como el infierno —contestó el ambarino.

—Nosotros aún no hemos sido marcados —informó Deker —. Seguramente mi padre lo hará esta noche, como castigo.

Syaoran se encogió de hombros, su padre lo había marcado a los diez años.

—No lo veas de esa manera. Recuerda que es un requisito para el torneo —dijo Syaoran.

— ¡Ah! Eso es un fastidio —espetó Deker—. Nos entrenan como bestias para ese torneo.

—Sin embargo, la recompensa es buena —opinó Seth dándole palmaditas en el hombro a su amigo—. Si ganas, tendrás todo tipo privilegios y poder como líder de nuestra hermandad.

Deker exhaló cruzándose de brazos. —Lo que quiero es una mujer —Esa era otra de las normas, un intermediario no puede elegir a cualquier mujer como esposa. La hermandad se encargaba de darles una.

Syaoran se aproximó a los barrotes de su celda al escuchar unos pasos, encontrándose con la sorpresa de que su madre ya había enviado por él.

—Syaoran Li, puede irse —indicó el guardia abriendo la reja.

—Nos vemos en el instituto —se despidió el castaño.

—¡Es la tercera vez en este mes, Syaoran! Mi ama Ieran, está furiosa —le regañó un hombre de cabellos azabaches.

—Tranquilízate, Lior —musitó Li, mientras le eran entregadas sus pertenencias—. Dime que viniste en auto, mi motocicleta… Bueno, tendré que comprar otra.

Lior abrió desmesuradamente los ojos.

—No tienes remedio —le dijo con desaprobación—, pero sí, traje tu auto —agregó.

Los hombre salieron de la comisaria y Lior entregó las llaves del auto a Syaoran.

—Gracias —susurró el ambarino—. Puedes volver a tu forma original. No te sienta ese atuendo, sobre todo porque el abuelo está muerto —justificó Syaoran.

Lior asintió con la cabeza, y en un parpadear se convirtió en una especie halcón.

—Vete y dile a mi madre que llegaré pronto. —le ordenó al ave.

Lior había servido a la familia de Ieran desde hace tres generaciones. Habría sido el guardián de Fanren si ella continuase con vida. Los guardianes de un intermediario eran fieles a ellos no importando la circunstancia, y resultaban de gran utilidad a la hora de una pelea, ya que ellos podían adquirir la forma de su respectivo amo.

Syaoran se condujo sin ninguna precisión a su hogar. Al llegar bajó de su auto, y entró sigilosamente en la mansión, con la esperanza de no ser escuchado.

— ¡Syaoran! —vociferó Ieran—. ¡Quiero que dirijas tu trasero al salón de armas en este instante!

Syaoran se dio un manotazo en la frente al ser descubierto, procuraría no decir palabra alguna, así su madre no se daría cuenta de…

— ¡Volviste a beber! —exclamó indignada la señora Li.

No quedándole más secretos, Syaoran tomó rumbo al salón de armas.

—Prepara las maletas de Syaoran inmediatamente —le ordenó Ieran a su sirvienta.

—Pero mi señora… —tartamudeó la chica.

—Obedece.

*.*.*

Syaoran cerró la puerta de aquel salón dando tremendo portazo, preparándose para el típico sermón de su madre. Se sentó en el único mueble existente de la habitación, estaba cansado y sus ojos comenzaban a cerrarse.

—Hermano —escuchó que le llamaron.

Syaoran se puso de pie inmediatamente, junto a él reposaba silenciosa una figurita fantasmal.

—Fanren —pronunció avergonzado el castaño.

—¿Por qué le haces esto a madre? Ella se preocupa mucho por ti —le dijo pesarosa la niña, balanceando sus piececitos de atrás hacia delante.

Syaoran se declaró culpable de tal acusación. Aunque la verdadera pregunta era: ¿Cómo no hacerlo? Fanren, estaba muerta y atrapada en el mundo de los vivos.

—Se supone que el deber de un intermediario es ayudar a los espíritus buenos a encontrar su camino. Acabar y exterminar a los espíritus malos —le explicó Syaoran a su hermana—. Eso responde tu pregunta Fanren. Soy un inútil, un bueno para nada. Tú eres la muestra más clara de ello. ¡Sigues aquí, maldición! He intentado muchas veces trasladarte a tu dimensión, al lugar al que perteneces, y tú no ayudas en nada. Dime de una maldita vez por qué no te has ido —exigió saber Syaoran.

La niña comenzó a llorar desconsolada.

—No lo sé —respondió.

Syaoran se acercó a ella, su intención no fue hacerla llorar, pero necesitaba saber los asuntos que mantenían a Fanren en este mundo. Intentó abrazarla pero sus brazos la traspasaron. Volvió a ponerse en pie y juntó sus manos a la altura del pecho.

Spoku —pronunció.

Fanren observó con asombro como el cuerpo de su hermano se tornó translucido, igual al de ella.

—Ven —dijo Syaoran extendiéndole su mano.

Fanren la tomó.

—Por fin, lo lograste —celebró la pequeña.

Syaoran deseó poder sonreírle a su hermana, lamentablemente, su amargado y resentido corazón no se lo permitió.

—Despídete de tu hermano, Fanren —Ambos divisaron la silueta de su madre. Syaoran frunció el ceño y Fanren se apresuró a despedirse con un abrazo.

—Adiós, hermanito —murmuró la niña y salió flotando de la habitación.

— ¿No te da vergüenza, Syaoran? Ya no sé qué hacer contigo, hijo —suspiró Ieran—. Vuelve a tu forma natural, ¿quieres? Me pone nerviosa verte así —Ieran comenzó su recorrido a lo largo del salón de armas.

Una vez recuperado su cuerpo físico, Syaoran la siguió.

—He tomado la decisión de cambiarte de instituto.

— ¡¿Qué dices? —preguntó incrédulo Syaoran—. No puedes hacerme eso.

—Hoy mismo te vas de esta casa, Syaoran. Si no te encierro yo, terminaras encerrado en un reclusorio.

—¿A qué te refieres con eso? —cuestionó Syaoran adelantando sus pasos.

—A un internado, que más —Syaoran abrió su boca para replicar, no obstante Ieran acalló todo reclamo con una mirada—. Sé que vas a decirme que falta una semana para el inicio de clases, pero el Fenix Scolarium te aceptó y es un requisito que asistas a la semana introductoria. Ahora, muéstrame tu vara shinseina. (2)

Syaoran rebuscó entre sus ropas un anillo plateado, cuyo único adorno era el sello de la familia Li. Syaoran canalizó su energía en el anillo, hasta que éste se convirtió en la vara que su madre exigía ver.

Ieran le arrebató de las manos la vara a Syaoran. —¿Qué significa esto? —interrogó señalando los 7 talismanes verdes incrustados en la longitud de la vara.

—Que…, no hay muchas almas perturbadas por aquí —respondió el joven Li con indiferencia.

—Significa que eres un holgazán, estúpido. ¿Cómo demonios pretendes entrar al torneo si no cambias los talismanes? —Para que a un intermediario se le permitiera participar en dicho evento, debía cumplir con ciertos requisitos, entre ellos que los talismanes de la vara shinseina fueran de color rojo. Eso indicaba que los jóvenes poseían la experiencia y fuerza necesaria para batirse en duelo con otro de su mismo nivel.

—Aún hay tiempo, madre —se justificó Syaoran.

Ieran devolvió el instrumento a su hijo. —Espero que trabajes en ello —le advirtió con voz sombría. La mujer se trasladó a la esquina más recóndita de aquel salón, donde se encontraba un pequeño huevo dorado sobre un pedestal. Ieran Li tomó con suma delicadeza dicho objeto y lo depositó en las manos de su hijo.

—Tu guardián —le indicó la mujer—. Dale un poco de tu energía.

Syaoran a regañadientes le compartió un poco de energía a su guardián. Él no necesitaba de nadie a su lado, mucho menos a una pequeña bestia inexperta que le seguiría como un perro. El palpitar proveniente del huevo lo sacó de sus pensamientos. Syaoran esperaba expectante el momento en que el huevo comenzara a resquebrajarse. ¿Qué tipo de bestia seria, un león, un dragón, un lobo?

—Es…, una mierda —exclamó decepcionado una vez que el huevo explotó.

Un pequeño muñeco amarillo salió flotando del huevo. —Tú, mocoso, ¿eres mi amo? —articuló la bestia con voz chillona.

—Oye, respétame —replicó el castaño.

—Eso tendrás que ganártelo.

Ieran observaba con diversión la pelea verbal de su hijo con la pequeña bestia.

— ¡Ah, maldita cosa! —gruñó Syaoran. Su guardián arremetió contra él y lo mordió.

—Este es el resultado de tu egoísmo hijo. Si le hubieses dado tu energía de buena gana, otro cuento sería —expuso la señora Li—. Bienvenido Kerberos —saludó a la bestia.

—Es un nombre muy grande, para alguien tan insignificante —intervino Syaoran.

—Cállate, mocoso —balbuceó Kerberos incrustando sus dientes en el dedo índice de Syaoran.

— ¡Au! Suéltame o te mato —amenazó el castaño.

—Atrévete —le retó Kerberos.

—Cuando la mitad de tus talismanes sean de color rojo, Kerberos podrá volver a su forma original. Por lo tanto, en este momento solo cuenta con las habilidades básicas —Syaoran gruñó en asentimiento—. Periódicamente tendrás que alimentarlo con tu energía, no te olvides de eso. Puedes llevar tu auto a la institución, tienes que irte inmediatamente si quieres llegar al curso de orientación —Ieran se acercó a su hijo, no lo vería hasta dentro de cinco meses, a excepción de algunos minutos en las reuniones de la hermandad.

Syaoran abrazó a su madre susurrando un "lo siento". Palabras que lograron que a la mujer se le formara un nudo en la garganta. Ella amaba a su hijo más que a su propia vida, y le dolía en el alma lo que iba a hacerle.

—Vete —sollozó la mujer secando el par de lágrimas que escaparon de sus ojos—. Cuida muy bien de él, Kerberos —La pequeña bestia asintió y se marchó volando a un lado de su amo.

—Debiste obligarlo para que aceptara a Lior como su guardián —La grave voz masculina le provocó un respingo de puro terror a la mujer.

—Lior te tiene miedo, igual que yo —masculló Ieran—. No sería capaz de enfrentarte. Mi hijo merece a alguien que le sea fiel, pero sobre todo, que sea capaz de dar su vida con tal de protegerlo —El hombre se acercó a Ieran y le propinó una suave caricia en su rostro.

—Necesito que Syaoran sea fuerte, Ieran. No me importa si sufre en el proceso.

—Eres un cínico. Tú le destruiste la vida —le reclamó la mujer.

El hombre se carcajeó por lo dicho.

—Me llena de orgullo que sea así. No necesito que él sea un maldito sentimental. No importa dónde lo envíes, Ieran. Sabes que no puedes esconderlo de mí —Con esa última declaración el hombre se retiró de la habitación. Dejando atrás a una sollozante y asustada Ieran Li.

*.*.*

Una joven castaña miraba con ilusión a través de la ventana de su habitación. Su prima siempre le decía que su alcoba tenía la vista panorámica más deplorable de todas, pero a Sakura le gustaba. Sus ojos verdes observan con emoción la llegada de un nuevo compañero, porque la ventana le mostraba únicamente el estacionamiento.

Su corazón latió desenfrenado cuando aquel chico bajó de su costoso auto convertible color verde. A Sakura le gustó el brillo de aquel cabello color chocolate, y a pesar de la distancia concluyó que era un joven apuesto.

Notó la facilidad con la que el chico cargaba sus maletas, y un cofre de tamaño mediano, el cual seguramente pesaba muchos kilos.

—Quizá…, él si quiera ser mi amigo —susurró con tristeza la castaña.

Sakura lo vio perderse en la entrada del edificio de rectoría. La castaña se sintió extrañamente atraída por el desconocido, le gustaba la vitalidad y fuerza que exudaba el chico. Dos cosas que poco a poco se consumían en ella.

— ¡Sakura! —le habló su prima—. ¡No sabes lo que acabo de ver!

—Al chico nuevo —adivinó con una tierna sonrisa la castaña.

—Sí. No sabes, tiene aspecto de asesino. ¡¿Viste sus ropas? Recuérdame no juntarnos con él. —dijo con gestos teatrales la chica amatista de largos cabellos azabaches.

Sakura meneó la cabeza en desaprobación.

—No puedes discriminar a las personas por su forma de vestir, Tomoyo.

—Hum… no pelearemos por él. ¿Cómo te fue con el médico? —preguntó Tomoyo tomándose de manos con la esmeralda.

Sakura soltó un suspiro lastimero.

—Muy bien, prima —mintió, por ningún motivo preocuparía a Tomoyo.

—Me alegro —expresó aliviada la amatista—. Touya nos espera en la cafetería, vamos antes que llegue el grupo del cuatro ojos —sugirió Daidoji encaminándose a la salida de la habitación.

—Eriol es buena persona Tomy, no le digas así —le regañó Sakura con dulzura.

—Está bien.

—Espera, olvide mi monedero —La excusa sirvió a la castaña para apreciar por última vez el auto de aquel chico, porque la próxima, lo apreciaría a él en persona.

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Syaoran estaba de un humor pésimo esa mañana. Era el colmo que su madre lo enviara a un lugar como ese, donde solo habia humanos normales, no tenía problema con ello, no obstante tendría que tener mucho cuidado en lo que decía o en todo caso, en lo que hacía.

En el bolsillo derecho de su gabardina descansaba cómodamente Kerberos, su inútil e insoportable guardián. Aunque, había una ventaja sobre ello, y es que solamente Syaoran podía ver a Kerberos, a menos que la bestia decidiera lo contrario y se presentara ante alguien voluntariamente.

Llegó por fin a la oficina de rectoría.

"Toque y entre."

Se leía en la doble puerta. Como en raras ocasiones sucedía, Syaoran obedeció. Al entrar se encontró con el director de la institución, quien al percatarse de la presencia del joven se puso de pie inmediatamente. Con una sonrisa, y una solemne reverencia dio la bienvenida al muchacho.

Syaoran como el joven bien educado que era, dejó caer ruidosamente sus cosas en el piso alfombrado; el director carraspeó por la incomodidad que le produjo ese gesto.

El joven Li, decretó que sería el primero en hablar.

—Buenos días. Mi nombre es Syaoran Li, supongo que usted es el señor…—intentó hacer memoria. La noche anterior cuando Lior le explicó brevemente su situación estaba un poco ebrio.

—Kinomoto —completó el hombre de cabellos color miel—. Fujitaka Kinomoto, rector de la institución.

Syaoran lo observó colocar una serie de documentos sobre su escritorio, alzando una ceja ante la sonrisa del director.

—Tiene usted un expediente interesante —comentó Fujitaka.

—Soy toda una celebridad —respondió Syaoran.

El señor Kinomoto arrugó el entrecejo ante la altanería del joven. Desde un principio supo que el muchacho sería un problema e inevitablemente estaría en la misma clase que su hija.

—En el Fenix Scolarium su reputación no es importante, lo formaremos de nuevo si es necesario.

Syaoran se encogió de hombros. —Le suplico director que se apresure, necesito dormir un par de horas y… —decía mirando un reloj imaginario en su muñeca—, ya es un poco tarde.

—Está bien joven Li —dijo Fujitaka—, le resumiré las normas de la institución. Le queda terminantemente prohibido abandonar estas instalaciones sin mi autorización, de lo contrario se le aplicará la peor de las sanciones o al menos, ustedes los jóvenes lo consideran así.

—¿Ah, sí?

—Sí —comentó el hombre mirándose las uñas—. Entendemos que ustedes son jóvenes y les gusta divertirse, por eso las instalaciones cuentan con lugares para su sano entretenimiento. También les recompensamos su buena conducta concediéndoles un permiso especial durante dos domingos al mes, para que ustedes puedan dejar la institución y visitar el centro comercial, el cine…

—Me está diciendo director, que si me porto mal no me dejara salir —interrumpió Syaoran.

—Exacto, eres muy inteligente Li —celebró el hombre con una sonrisa—. Ahora, si no te importa soy yo el que suplica que te marches, la persona encargada de tu orientación ya está afuera —informó sentándose de nueva cuenta en su silla.

Syaoran refunfuñó mientras cargaba sus maletas y salía de la oficina de ese demonio con sonrisa de ángel. Quizás regresaría más tarde a exorcizar al hombre. Alzó la vista y se encontró con un muchacho de su edad, flacucho, de cabello azulado, y un par de gafas.

—Soy Hiraguizawa Eriol —se presentó el oji-azul—. Llámame Eriol por favor. Ambos seremos compañeros de habitación, por lo tanto me ofrecí para orientarte —explicó con una sonrisa.

—Hmm —Fue la respuesta de Syaoran.

—Entiendo que no quieras hablar —agregó Eriol—, todos pasamos por lo mismo, ¿puedo ayudarte con eso? —preguntó señalando las innumerables maletas de Li.

Syaoran asintió, dejó resbalar el baúl que contenía su equipo especial, y comenzó a caminar.

Hiraguizawa gimió de dolor cuando se echó sobre el hombro el baúl de Li. ¿Qué contenía, piedras? Además, sus rodillas temblaron al ver el terrorífico aspecto de su compañero, el tipo tenia porte de asesino. Eriol suspiró, hasta podría ser drogadicto, ¿y si Syaoran intentaba asesinarlo mientras dormía?

Syaoran se detuvo frente a la puerta de salida, observó con diversión al infortunado Eriol, quien apenas había caminado alrededor de diez metros con el baúl, y ya sudaba como si hubiese corrido un maratón.

La preocupación y dolor de Eriol aumentó cuando recordó que tendrían que recorrer todo el campus antes de llegar a los dormitorios.

—Te ayudaré —escuchó que susurró el castaño. Le arrebató el baúl del hombro y a cambio le entregó un par de maletas, que juntas pesaban como el infierno. En conclusión, la carga de Eriol se incrementó al doble. Claro, no podía existir bondad alguna en ese demonio castaño.

Los jóvenes emprendieron su camino, Syaoran entendió entonces las palabras de Fujitaka.

—Este es nuestro centro de entretenimiento, preferimos llamarlo "núcleo" —informó Eriol.

Syaoran atisbó una cafetería bastante singular, colores extravagantes adornaban sus paredes, arriba de ésta se encontraba un pequeño rotulo decorado con una taza de café, en cuyo centro tenia gravado el nombre de "cafetería Tsubasa."

Al lado de ese establecimiento, se encontraba también una tienda de variedades, en cuyo escaparate se leía "Clow mysteries." Syaoran se frenó a estudiar su contenido.

—Esta tienda es sobre todo para damas, Li —se burló Eriol. Syaoran ignoró el comentario, pero congeniaba con el sujeto. La tienda ofrecía una variedad de artículos femeninos, ositos de peluche, libretas, bisutería, revistas para chicas, etc. Sin embargo, habia algo extraño en ese lugar.

—"Deberíamos revisar esta tienda por la noche" —sugirió Kerberos. La mano de Syaoran viajó de inmediato a su sien. Habia escuchado miles de veces que un intermediario puede comunicarse con su guardián por medio de telepatía, pero era la primera vez que Syaoran experimentaba tal fenómeno.

—"No vuelvas a hacerlo, duele" —le advirtió a la bestia—. "Pero sobre todo es molesto escuchar tu voz chillona en mi cabeza".

—"Acostúmbrate" —replicó el guardián.

Eriol adelantó el paso. Syaoran continuó con su reconocimiento del lugar. Pasaron frente a un local más grande, el cual prometía ser una especie de supermercado "RVS" era su nombre. Unas chicas coquetas y risueñas se aproximaban a la entrada.

—Ellas son las Heart Jewelry —habló de pronto Eriol—. Te aconsejo que no te metas con ellas, son de lo peor, a excepción de ella —dijo señalando a una boba chica castaña que tropezó con sus propios pies y cayó al suelo—. Sakurita es la única que vale la pena, aunque la mayoría de los chicos piensan que está un poco loca —agregó con pesar.

—¿Por qué?

Eriol sonrió ante el interés del castaño.

—Bueno, habla sola. Además cree en espíritus, por eso somos buenos amigos, yo también creo en ellos —A Syaoran no le extrañó esa declaración, más sí le molestó el hecho que juzgaran de loca a la chica por creer en espíritus.

—"Habrá que investigarla" —opinó el muñeco amarillo.

—"¡Maldición, cierra la boca!" —ordenó Syaoran.

—La demás, son detestables —prosiguió Eriol—. Su líder Tomoyo Daidoji, es la más peligrosa. Posee mal carácter, y lo único bueno que tiene a su favor es el amor con el que protege a su prima, Sakura —Syaoran dirigió su mirada a ella. Una joven pálida y demasiado flaca para su gusto, con un largo cabello azabache, y bonitos ojos amatistas.

—Rika Sasaki, la segunda al mando —indicó Hiraguizawa. Syaoran la miró de reojo. Pelirroja, buen cuerpo, condenadamente atractiva.

—Naoko Yanagisawa, el cerebro del grupo —Cabello corto, y piel blanca. Una chica bastante común, opinó Syaoran.

—Por último, Chiharu Mihara. Esa chica te daría una golpiza te lo aseguro, es la más violenta de ellas —Una mujer fuerte, eso le gustó a Syaoran, aunque las dos coletas de la chica no le simpatizaron en lo más mínimo—. Todas ellas son porristas, protegidas por el grupo de tercer año, así que, si quieres una cita con ellas especialmente con Sakura, la tendrás —aseguró divertido Eriol—. Si es que sobrevives primero a la golpiza que te dará Touya Kinomoto.

—¿Quién es ese? —cuestionó Syaoran. No es que el quisiera una cita con Sakura, no, pero le gustaban los retos.

—El hermano de Sakura. Son los hijos del director, evítate problemas con ellos, ¿quieres? —aconsejó cortésmente el peli-azul.

Continuando con el recorrido, y dejando atrás a las Heart Jewelry, Syaoran divisó la gran biblioteca. Un edificio espectacular, especialmente para él, un amante de la lectura.

—Ahí es donde recibimos las clases —Eriol señaló el colegio propiamente dicho. Un edificio de 8 pisos, amplio, y con numerosas ventanas.

Caminaron alrededor de quince minutos para llegar a los dormitorios masculinos. Para desgracia de Eriol, el ascensor se encontraba fuera de servicio, y su habitación estaba en el quinto piso. Syaoran subió sin ninguna dificultad, ni siquiera una gota de sudor corría por su frente, muy a diferencia de Eriol, quien llegó jadeando a la puerta del cuarto Nº 456.

—Llegamos —celebró Hiraguizawa abriendo la puerta y arrojando las maletas al piso.

Al entrar, Syaoran vio una cama, un escritorio con su ordenador, y dos puertas. ¿Qué rayos era eso? Él necesitaba privacidad.

—Una de esas puertas…, es el baño y…, la otra es tu habitación —Eriol yacía en el piso desfallecido con sus maletas. Syaoran levantó los pies cuando pasó sobre Hiraguizawa para recoger sus maletas.

—Voy a dormir —avisó y desapareció.

Eriol se arrastró hasta el cuarto de baño. Su compañero resultó ser un patán desconsiderado, él amablemente le habia dado un tour por las instalaciones mientras agregaba información extra de sus compañeros, y el castaño ni siquiera tuvo la delicadeza de presentarse. Menos mal que ya sabía su nombre, Syaoran Li, un tipo sádico, cruel y despiadado.

*.*.*

Syaoran durmió todo lo que restaba del día. Despertó famélico, y con esperanzas de adquirir una cena decente en esa despreciable cárcel disfrazada de colegio. Escuchó unos golpecitos en la puerta, se sentó sobre la cama, y gruñó un "entre."

Eriol asomó cuidadosamente la cabeza en la habitación de Syaoran. Eran alrededor de las siete, la cena, ya se había servido.

—Disculpa, creo que se me paso decirte algunas cosas —El muchacho al asegurarse de que no perdería la vida a manos de su compañero, se adentró en la cueva oscura y tenebrosa—. El desayuno lo sirven a las 7 de la mañana, las clases comenzaran a las 8 a partir de la próxima semana; el almuerzo se sirve a la 1 de la tarde, y la cena a las 6. Si quieres comer algo después de esa hora tendrás que comprarlo en el núcleo. Las luces se apagan a las 10 de la noche, está prohibido salir de tu habitación después de esa hora, y nunca, entres al dormitorio de las chicas —resumió Eriol.

—Hmm —asintió Syaoran, se levantó de la cama y revolvió un par de maletas antes de encontrar sus artículos de baño. Pasó a un lado de Eriol sin dirigirle por lo menos una mirada, y se encerró en el baño.

Eriol sintió escalofríos. Kerberos estaba rodeándolo, a la pequeña bestia si le agradaba el pobre chico. Decidió dejar en paz a Hiraguizawa para reunirse con Syaoran en el baño. El guardián atravesó la puerta como si esta no existiese. Él también habia dormitado todo el día al lado de Syaoran, era un recién nacido, y el egoísta de su amo no lo había alimentado desde que salió de su huevo. Se sentó sobre el lavabo esperando a que el idiota ese saliera de la regadera.

Veinte minutos después, Syaoran salió con una toalla en la cintura.

Kerberos lo examinó. ¡La espalda de Syaoran parecía un mapa! Todos los guardianes nacían siendo prácticamente unos eruditos, y según sus registros de información, su amo tenía Jikaidos de sobra. Generalmente a los jóvenes de su edad, se les ponían solamente las marcas reglamentarias, al pobre debieron marcarlo siendo un niño. Además, la energía de Syaoran tenía un sabor amargo. Lo que Syaoran desconocía es que al alimentar a un guardián la primera vez, no solo satisfacía su necesidad de energía, sino que también le transmitía parte de sus sentimientos. Y su amo definitivamente, tenía serios conflictos emocionales.

—Tengo hambre —se quejó Kerberos.

—Me vale —masculló Syaoran.

Kerberos extendió sus pequeñas alitas, y se acercó a Syaoran.

—Por favor —le pidió agitando su cola.

Syaoran gruñó.

—No hagas eso, no eres un perro.

—¡Es que tengo hambre!

—Yo también —gritó Li.

—Pero tú puedes salir y comprar comida, en cambio yo dependo totalmente de ti. —recalcó el guardián.

Syaoran golpeó con el puño cerrado la pared del baño, luego suspiró y extendió la palma de su otra mano. —Ven —musitó.

Kerberos se acomodó en la mano de Syaoran, abrazó su pulgar, y tomó de él la energía necesaria.

Syaoran agitó la mano para que Kerberos bajara de ella, y éste así lo hizo. Cuando salió del cuarto de baño, Eriol lo miraba de una manera extraña. Syaoran se dio un manotazo en la frente, seguramente lo escuchó discutir con Kerberos, ahora tendría la misma reputación que la chica castaña, ¿Cuál era su nombre? Hmm… Sakura.

Syaoran ignoró a Hiraguizawa y pasó a vestirse. Esa noche saldría con Kerberos a revisar aquella tienda, si era necesario trabajarían para liberar el lugar, pero primero tenía que comer algo.

—Oye, Kerberos —llamó Syaoran.

—¿Si?

—Saldré a comer y, luego regresare a buscarte para ir de cacería —avisó con un toque de malicia en su voz. Kerberos pensó que ese sería el inicio de una bonita amistad hasta que Syaoran agregó—: mientras tanto, ordena mi ropa en el armario.

—¡¿Qué? —replicó ofendido Kero—. ¡Soy tu guardián, no tu sirvienta!

—Por eso, tu deber es cuidar de mis cosas —alegó arrojándole las maletas—. Empieza de una vez.

Syaoran salió de la habitación, y Eriol se puso de pie al reconocerlo. El aspecto de Syaoran no dejaba de ser atemorizante, pero si un poco más aceptable. Todavía llevaba puestas sus botas, y sus vaqueros negros, solo sustituyó su gabardina por una chaqueta de cuero negra, y una camiseta verde. El emblema de los Li captó la atención de Eriol, un dragón chino que envolvía con su cuerpo un tubo transparente, el cual contenía una especie de líquido brillante de color celeste.

Eriol se vio tentado a tocar el emblema que pendía del cuello de Syaoran, pero Li al percatarse de la situación le apartó la mano como si estuviese espantando un mosquito.

—No lo toques, no me toques, y no toques nada que me pertenezca —le advirtió caminando hacia la puerta.

—¿Vas a cenar? —cuestionó Hiraguizawa una vez superado el trauma.

—Sí.

—Te acompaño. Tenemos que ir al Tsubasa, puedes comer un emparedado ahí.

—¿Por qué a ese lugar? —preguntó Syaoran.

—Es el único donde venden comida, imbécil —contestó Eriol, aunque se guardó esto último para él solo. Syaoran seguramente le reventaría la cara si llegase a insultarlo—. Y además, las Heart Jewelry están llevando a cabo su recolecta anual.

—¿Para qué? Todos aquí tenemos dinero —aseveró el castaño.

—No te equivocas —decía Eriol bajando las escaleras—. Lo que sucede es que ellas prefieren gastar su dinero en maquillajes, ropa, y cosas por el estilo. Por eso realizan diferentes ventas alrededor del núcleo, con ese dinero se costean sus uniformes, el de porristas por supuesto.

Syaoran bajaba dos escalones a la vez, mientras que Eriol prácticamente corría para seguirle el paso. Cuando llegaron a la planta baja, Eriol jadeaba y la respiración de Syaoran era la más acompasada que él hubiese visto alguna vez.

—Debes hacer mucho ejercicio —murmuró Eriol. No hubo respuesta.

Cuando llegaron al núcleo, se encontraron con diferentes kioscos que no estaban por la mañana. Cada una de las chicas atendía un puesto diferente, Tomoyo tenía bajo su cargo el puesto de modas. Chiharu, ofrecía diferentes productos de belleza. Naoko…, ella decidió vender libros. Uno en especial llamó la atención del castaño, se acercó a la mesa de la chica y cogió el libro.

—Llevo dos años intentando venderlo y a nadie le interesa —dijo ella con una sonrisa.

Syaoran quiso reírse por eso. Era bastante extraño el hecho de que un libro de Demonología, estuviese en manos de un simple humano.

—Lo compro —Syaoran ni siquiera preguntó el precio, sólo depositó un par de billetes sobre mesa.

Naoko le sonrió en agradecimiento, se giró para buscar el cambio del chico, pero él ya se había marchado.

Syaoran hojeaba con interés el libro, le sería de mucha utilidad. Todos los kioscos estaban abarrotados de gente interesada en adquirir un producto, sobre todo el de Sasaki, ella vendía besos.

—Vaya, y yo que pensé que Sasaki era la más emprendedora —soltó Eriol—. Creí que elaboraría otro tipo de productos como las demás chicas.

—Es inteligente —dijo Syaoran despegando sus ojos del libro—, mira el dineral que está ganando sin esforzarse además, debe estar disfrutando mucho ese trabajo.

—Sí, ¿vas a comprarle uno tú también? —le cuestionó.

—No —respondió firmemente el ambarino—, aunque quisiera —repuso luego de unos segundos. Sin embargo ni él, ni nadie de su especie estaba capacitado para besar a un humano sin dar algo a cambio, y él no estaba dispuesto a pagar ese precio. La chica, no lo valía.

Syaoran entró al Tsubasa y se acomodó en una de las butacas. Hiraguizawa entró minutos después con una linda bolsa de galletas en la mano.

—¿Quieres? —balbuceó con la boca llena.

Syaoran esbozó una mueca.

—No, gracias.

—¡Hola, mi nombre es Nakuru! —se presentó una chica vestida de mesera—. ¿Puedo tomar su orden?

Syaoran revisó el menú, y se dirigió a la señorita. —Tráeme un croissant de jamón y una malteada de chocolate.

Nakuru apuntó la orden en su libreta color rosa, y se fue dando saltitos hasta la barra. ¿Acaso no existe nadie normal en este lugar? Se preguntó Syaoran.

—Hey, Syaoran —le llamó Eriol. El castaño interrumpió su lectura para prestarle un poco de atención a Hiraguizawa.

—¿Qué quieres?

Que amable, pensó Eriol. —Mira, aquel chico en la barra es Touya Kinomoto.

Syaoran giró sutilmente la cabeza hacia la izquierda. —¿Cómo diablos quieres que lo reconozca? Hay cuatro chicos ahí.

Eriol se sonrojó avergonzado. —Es el de cabello café oscuro, el más alto, y según las chicas, el más guapo —detalló.

A Syaoran le pareció un tipo de lo más corriente. Si comparaba su físico con el de Kinomoto, él era mil veces mejor.

—¿Quiénes son los otros?

—El de cabello cenizo es Yukito Tsukishiro, el mejor amigo de Kinomoto. Aunque algunos dicen que esos dos tienen sus secretitos —agregó divertido. Syaoran alzó una ceja, y Eriol se encogió de hombros—. Eso dicen.

Nakuru depositó la bandeja sobre la mesa, y los chicos guardaron silencio hasta que ella se retiró. Syaoran dio un mordisco a su emparedado, estaba delicioso.

—El de cabello negro es Takashi Yamazaki, será nuestro compañero este año —Syaoran asintió dando sorbos a su malteada—. Mejor conocido como "el traficante."

Eriol sonrió por la expresión sorprendida de Syaoran, y explicó—: Todo lo que necesites después de las 10 de la noche, Yamazaki te lo proporciona, eso sí, te cuesta un ojo de la cara.

—¿Lo que quiera? —le cuestionó Syaoran.

—Lo que quieras —afirmó Eriol—, desde una libreta, hasta alcohol y drogas.

—¡No consumo drogas! —se apresuró a exclamar Syaoran.

—Que bien, yo tampoco —Las probabilidades de supervivencia de Eriol, iban en aumento. Ya no corría riesgo de morir asesinado por un compañero excéntrico y drogadicto.

—Finalmente tenemos a Kyoji Hideki, según las Heart Jewelry es el segundo más atractivo después de Kinomoto, él también estará en nuestra clase —Interesante, pensó Syaoran. Ese chico era diferente a los otros tres, era casi tan alto y corpulento como él. De ojos color púrpura, y cabellos casi del mismo color.

—¿Qué hay de tus amigos Hiraguizawa, no me los vas a presentar? —Syaoran terminó de comer su croissant y dio el último sorbo a su malteada.

Eriol apoyó los codos sobre la mesa, y se frotó nervioso las manos.

—No soy popular, ¿de acuerdo? Generalmente paso mi tiempo en la biblioteca o durmiendo en la habitación. En algunas ocasiones me junto con Yamazaki y su grupo de mafiosos.

Syaoran esbozó un gesto socarrón mientras se limpiaba con la servilleta.

—Ah, eso es un gran descubrimiento.

—No te burles, tú no tendrás más amigos que yo con esa actitud —espetó Eriol.

—No los quiero, ni los necesito —rebatió Li dejando unos billetes sobre la mesa.

Ambos chicos salieron de la cafetería, los kioscos de las Heart Jewelry estaban más llenos que antes, excepto uno.

—¿Por qué nadie le compra a ella? —preguntó Syaoran refiriéndose al bonito kiosco de Sakura. Realmente la señorita Kinomoto se habia esforzado mucho más que cualquiera de sus compañeras. Horneó sus propias galletas, trabajo durante días en la decoración de las bolsas, y su mesa estaba adornada con luces de colores, haciendo de su puesto un lugar atractivo.

—Ya te lo dije, todos aquí son demasiado…, supersticiosos, piensan que Sakura les envenenará o hechizará con sus galletas.

Syaoran pensó que podría ser posible.

—¿Las galletas que me ofreciste se las compraste a ella?

—Sí, y aún estoy vivo —contestó Eriol palpándose el abdomen—. Tampoco me ha aparecido un brazo extra.

Sakura tenía la expresión más triste que Syaoran hubiese visto en su vida. La chica estaba sentada sobre una piedra a un lado de su mesa. Su barbilla descansaba en la palma de su mano, y se sobresaltó cuando unos chicos de aproximaron a ella.

—¿Qué sucede loquita, tan mal están tus ventas? —dijo uno de ellos.

Eriol frunció el ceño, y se disponía a salir en defensa de Sakura cuando Syaoran lo detuvo del brazo.

—Déjamelo a mí —Eriol se sorprendió, pero Syaoran era mucho más atemorizante que él, así que le permitió intervenir.

Syaoran se abrió paso entre el grupo de idiotas que molestaban a la castaña, sacó su billetera, y le mostró los billetes a Sakura. —Las quiero todas.

Tanto Sakura como los chicos abrieron la boca de la impresión. Ella nunca imaginó que el chico nuevo saliera en su defensa, generalmente lo hacían Touya y Yukito o en su defecto Eriol y Tomoyo.

—¿E- estás seguro? —tartamudeó Sakura.

—por supuesto —confirmó el castaño.

Sakura comenzó a guardar delicadamente las galletas en una caja, al terminar se las entregó a Syaoran.

—Gracias por…, tu preferencia.

Li canceló su cuenta y Sakura le sonrió. Syaoran no había conocido sonrisa más hermosa que la de ella, de no ser por los idiotas que tenía a sus espaldas se habría quedado observando a esa chica de ojos verdes por horas.

—Oye viejo, piensa muy bien lo que acabas de hacer. Está bien que se las hayas comprado por lastima, pero no te las comas —le aconsejó un joven pelirrojo.

—Es cierto, esa tipa está loca —secundó otro.

Syaoran hizo caso omiso de los comentarios y se retiró de la mesa. El grupo le pisaba los talones, justo lo que quería. El ambarino los condujo a un lugar menos concurrido.

—Hablamos en serio viejo, te vas a morir si te las comes —continuaron diciendo.

Syaoran se detuvo y arrojó un par de bolsas a cada uno.

—No te preocupes, viejo. No me las comeré yo, ustedes lo harán.

—¿Estás loco? Yo no comeré la basura de esa loca —replicó con desdén el pelirrojo.

Syaoran le depositó dos bolsas más de galletas en sus manos, lo sujetó de las solapas de la chaqueta, y para sorpresa de todos lo levantó del piso con una sola mano.

—Te vas a comer las galletas, luego tú, y tu grupo de amiguitos le pedirán perdón de rodillas si es necesario —ordenó—. Y escúchame bien cabrón, jamás volverás a decirle loca en mi presencia. Si llegó a enterarme que uno de ustedes volvió a molestarla, te juró que picaré cada parte de tu cuerpo hasta que cada miserable trocito quepa en esa bolsa de galletas —le amenazó.

Syaoran permitió que el sujeto cayera delicadamente en el suelo, e inmediatamente comenzaron a comerse las galletas.

—"Guarda algunas para mí". —chilló en su mente Kerberos. Syaoran gruñó, pero así lo hizo.

—Ya… ya acabamos, señor —indicaron al unísono los chicos.

—Perfecto, ahora vamos a cumplir la segunda parte del plan —masculló Syaoran.

El grupo de idiotas corrió a arrodillarse a los pies de Sakura.

—Señorita Kinomoto, le rogamos perdone nuestra falta de respeto —suplicaron todos a la vez.

—¡¿Qué? —Sakura no podía creer lo que sus ojos esmeraldas le mostraban.

—Por favor Señorita, necesitamos su perdón. De lo contrario nuestro señor terminará con nuestras vidas.

—E-está bien, los perdono —farfulló la esmeralda. Los chicos se levantaron del piso y corrieron hasta la puerta de la cafetería Tsubasa, donde los esperaba Syaoran acompañado de un sonriente Eriol.

—Mi señor, ya está hecho —avisó el pelirrojo.

—Bien, él será el segundo al mando —Syaoran señaló a Eriol. Los chicos asintieron—. Por el momento es todo, mañana tendremos tiempo de presentaciones, pueden retirarse.

—¡Sí, señor! —vociferaron, dieron media vuelta, y se marcharon.

—¡Oh, eres mi héroe! —exclamó Eriol—. No llevas ni un día en la institución y ya tenemos una pandilla, lo mejor de todo es que me otorgaste el segundo mando.

Syaoran se encogió de hombros.

Eriol miró su reloj con tristeza.

—Ya van a dar las 10. Es mejor que nos retiremos.

*.*.*

Sakura no salía de su impresión, el chico de sus sueños, es decir, el chico nuevo la habia rescatado de esos pelmazos, y hasta los habia domesticado en menos de veinte minutos.

—Mi negocio fue un éxito —dijo dando de saltos Tomoyo—. ¿Cómo te fue a ti, Sakurita?

—Me fue muy bien —contestó ella con una tierna sonrisa.

—Escuché decir a Naoko que el chico nuevo le compró un libro —comentó Tomoyo mientras contabilizaba sus ganancias.

—A mí me compró todas las galletas —Sakura se dejó caer sobre la cama de Tomoyo, y abrazó uno de sus peluches—. Además, consiguió que el grupo de Shinji me pidiera perdón de rodillas.

Tomoyo se tragó la goma que mascaba en ese momento.

—¡¿Qué dices?

—Lo que escuchaste —ronroneó Sakura dando vueltas en la cama.

—¡No puede ser!

*.*.*

Syaoran le regaló un gesto de conformidad a Kerberos. La bestia guardiana se las había arreglado para colocar todas las prendas en el armario. En compensación, Syaoran le obsequió una bolsa de galletas, la otra la conservó para él.

—Buen trabajo —le felicitó Syaoran.

—¡Cállate, eres un explotador! —reclamó la bestia atiborrándose de galletas.

Syaoran se preparó para su misión. Abrió el baúl, y escogió algunos de sus instrumentos. La verdad, no creía que la tienda estuviese atestada de espíritus malignos, pero era mejor prevenir.

Enrolló las cadenas de Seigi a su cintura, su espada no podía faltar, y con su anillo Potaru, el equipo estaba completo.

Abrió la ventana, y con una astucia felina salió de la habitación. Kerberos advirtió el acto de su amo y se asomó a la ventana. ¡El muy estúpido se había arrojado desde el quinto piso!

—¡Te vas a matar! —gritó Kerberos, volando a toda velocidad para darle alcance.

—El que se va a morir de un infarto serás tú —Syaoran tuvo un aterrizaje perfecto, cayó de pie sobre la grama, simplemente flexionando un poco sus rodillas.

—¡Te odio, me diste un susto de muerte! Yo preocupándome por ti, y tú tienes la osadía de burlarte… —Syaoran acalló los reclamos de la bestia colocándole una galleta en la boca.

Las galletas, estaban deliciosas.


Notas de autora:

Hola, para comenzar quiero aclararles un par de cositas:

(1): Las Jikaido, son marcas que les otorgan habilidades especiales a los intermediarios, jeje. Como lo mencione en el fic, los humanos no pueden verlas. Syaoran tiene una en cada uno de sus dedos, las cuales le otorgan la habilidad de crear fuego. Aparte de eso también tiene diferentes marcas las cuales le sirven como protecciones, pero eso lo veremos más adelante.

(2): La vara shinseina, es uno de los tantos instrumentos en los que puede convertirse el anillo de Syaoran. La vara shinseina por si no lo comprendieron es un medidor de experiencia, la cual se gana ayudando o exterminando espíritus, además de eso posee otras utilidades que veremos más adelante.

Aclarado eso, ahora sí, ¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado (^-^) le estoy poniendo esmero a este nuevo bebé, jeje. Y si no hay comentarios, no lo continuare. (u.u)

También quiero dejar claro que el nombre del instituto "Fenix Scolarium" fue sugerido por mi querida amiga KAS. Así que, muchas gracias.

Me despido de ustedes entonces, gracias por leer. Un caluroso abracito de mi parte.