Bueno, traigo un minific de OUAT otra vez, SwanQueen por supuesto. Estaria situado justo al terminar la tercera emporada, con Elsa y todo eso.

Ningun personaje de OUAT me pertenece. Gracias por leer y hacedme saber que os parece, para bien o para mal =)!


Regina no podía seguir allí, observando el feliz reencuentro de Hood con su esposa. Le lanzó una última mirada a Emma, una mirada herida, la mirada de alguien que se siente traicionado; y salió de la cafetería. Hood la miro por un momento, dudoso, pero su atención pronto volvió a estar en su esposa. La que si la siguió sin dudarlo un minuto fue la rubia.

- ¡Regina!

La llamaba, pero la morena la ignoraba deliberadamente. Con una carrera alcanzó a la alcaldesa, sujetándola del brazo para quedar cara a cara. La tristeza que vio en la expresión de Regina la dejo por un momento sin palabras.

- Regina, yo…

- No diga nada, señorita Swan.

Corto la otra mujer fríamente. Emma no podía creerse lo que su acción había conseguido, toda la confianza que había ido creciendo entre Regina y ella se había evaporado en un instante. Aunque lo peor era que le había robado su final feliz a la otra madre de su hijo.

- No lo sabía.

- ¡No sabias quien era, pero sabias que tendría consecuencias! Es la regla más básica del mundo ¿recuerdas? ¡" .Nada"!

Estallo Regina mirándola con más dolor que furia. La peor parte de todo eso era que había sido Emma quien lo había hecho. Había confiado en la rubia como hacía tiempo que no confiaba en nadie, y ese había sido el resultado.

- Lo sé, y lo siento muchísimo, merezco cualquier cosa que me hagas.

- ¿Qué te haga? ¿De verdad crees que voy a vengarme de esto?

A Regina ni siquiera se le había pasado por la cabeza una cruel venganza, lo que ahora que lo pensaba, era bastante increíble, lo único que tenía en la cabeza era ese sentimiento de traición.

- Sé que no volverás a confiar en mí, que cualquiera que fuese nuestra relación ahora ya no volverá a ser igual.

Dijo Emma mirándola llena de arrepentimiento.

- Lo dices casi como si fuese un castigo.

Respondió la morena con sarcasmo. Emma pensó que en cierto modo lo era. La morena de verdad había cambiado, y le gustaba la verdadera Regina, no sabía exactamente en qué momento había empezado a sentirse cómoda con ella, a sentirse más segura cuando estaba cerca, a valorar su opinión antes de actuar. Y, en definitiva, a preocuparse realmente por ella.

- Siento haber estropeado lo tuyo con Hood.

Dijo Emma arrepentida de verdad, ella realmente creía que Regina merecía un final feliz, aunque Hood nunca le hubiese parecido la persona indicada. La morena giró los ojos con molestia.

- He salido con Hood unas cuatro veces, tampoco nos has dado tiempo de profundizar mucho.

Respondió la morena amargamente. Ahora Emma estaba totalmente perdida, miro a la otra mujer con la confusión escrita en toda la cara.

- Ni siquiera sé si estoy enfadada contigo, Emma. Sé que tenías que salvarla es lo que tiene ser la Salvadora ¿no?…además esto explica como dos personas desaparecieron misteriosamente de mis mazmorras…Lo que me molesta es que, una vez más, la Reina Malvada se queda sin su final feliz.

Dijo Regina con más amargura.

- Lo que estoy es dolida. La gente de este pueblo debe de adorarte ahora mismo, la Salvadora ha conseguido lo que ellos querían: herir a la reina.

Esas palabras hirieron a las dos por igual. La rubia preferiría que estuviese enfadada, que la gritase, que la atacase, que sacase toda esa ira de dentro. Que estuviese dolida era mucho peor.

- Quizá…

Empezó Emma antes de callarse, Regina alzó una ceja para que continuase.

- Quizá él no era tu final feliz, tu verdadero amor.

Completo la rubia encogiéndose de hombros con fingida indiferencia, la reina la miro escéptica.

- Pero ya no lo sabré, nunca podre saber si soy capaz de ser feliz, porque tu familia siempre estará ahí para arruinar mi felicidad.

Para no estar enfadada la reina sonaba bastante enfadada. La rubia abrió la boca para decir algo más, aunque no sabía muy bien el que, no sabía cómo arreglar la situación, no podía disculparse por salvar una vida, no podía arrepentirse de eso, pero tampoco podía dejar de sentirse culpable por arruinar la felicidad de Regina.

- No. Solo…mantente alejada de mí, Emma. Antes de que cambie de opinión sobre lo de la venganza.

Cortó la morena sin dejarla hablar, mirándola herida por última vez antes de girarse para marcharse, Emma no sabía si seguirla o no, no podía dejar las cosas así. Pero antes de poder decidirse, una mujer rubia en vestido azul que helaba el suelo bajo sus pies pasó junto a ellas sin verlas camino de la cafetería. Las dos mujeres se quedaron sin habla mirando como la rubia se alejaba. Bajaron la vista para mirar el camino de hielo que había dejado y luego se miraron la una a la otra con la misma expresión de confusión.

- ¿Esa era…? ¿Era Elsa?

Pregunto Emma sintiéndose ridícula solo de preguntarlo, Regina abrió y cerró la boca varias veces sin saber que responder.

- ¿Acaba de pasar la reina de Arendelle por delante de nosotras?

Volvió a preguntar la rubia.

- ¿Se puede saber qué demonios tocasteis cuando estabais en el pasado?

Pregunto a su vez Regina mirando a la rubia con el ceño fruncido, todavía sorprendida por lo que había pasado.

- No puedo creerme que quisiese irme de aquí.

Dijo Emma echando a andar hacia Granny's.

- ¿No vienes?

Pregunto girándose hacia Regina al ver que no iba con ella. La morena entrecerró los ojos, miro la espalda de la mujer que cada vez estaba más cerca de la cafetería y se metió las manos en los bolsillos antes de seguir a Emma a una prudencial distancia, para dejar bien claro que no eran un equipo.

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Entraron justo detrás de la reina de hielo, teniendo una panorámica perfecta de las caras de sorpresa de la gente reunida en Granny's, aunque desde luego el más sorprendido era Rumpelstiltskin, que se levantó de un salto volcando la silla. La cara de Elsa se contrajo de rabia al verle y al instante le congeló los pies para impedir que escapara. El señor Gold la mirada con el miedo escrito en los ojos, sin entender que hacia allí, pero antes de que la rubia se acercase demasiado a él, Belle se interpuso entre ellos.

- Apártate.

Dijo Elsa con autoridad sin apartar la vista del hombre inmovilizado, pero sin apartar a Belle, que por supuesto no se movió.

- No quiero hacerte daño.

Repitió la rubia esta vez mirando a la mujer que había frente a ella.

- ¿Se puede saber que está pasando aquí?

Pregunto Regina desde la puerta con un tono claramente molesto que a Emma le sonó parecido al que le había escuchado como Reina Malvada, lo que curiosamente la hizo gracia. Elsa giró la cabeza hacia las dos mujeres, mirándolas como si de repente se diese cuenta de que había más gente allí.

- Oye, si vas a congelarle o algo así al menos queremos saber porque.

Dijo Emma alzando las manos con gesto apaciguador. Elsa se giró del todo hacia ellas apartando su capa con energía y echando un brazo hacia atrás para señalar a Rumpelstiltskin.

- ¿Es amigo vuestro?

Ninguna de las dos respondió, haciendo muecas buscando la respuesta correcta a esa pregunta.

- Digamos que nos unen ciertas circunstancias.

Dijo al final Regina apartándose el pelo con un gesto de cabeza.

- Este…ser, me ha tenido durante años encerrada en una botella.

Explico con clara rabia la reina de Arendelle. Todas las miradas se volvieron hacia Gold, que se encogió de hombros alzando las manos sin saber que responder. Regina alzó una ceja divertida hacia él.

- ¿Qué tal si te sientas y nos cuentas la historia?

Sugirió Emma señalando uno de los taburetes de la barra, aunque no estaba muy segura de que Elsa hubiese visto alguno antes.

- No hay nada que contar. Llego a mi reino con un príncipe que conquisto a mi hermana, la congelo y a mí me encerró en la botella para quedarse con mi magia.

Ahora la que alzó la ceja fue Emma, pero con confusión.

- ¿Hans?

Pregunto hacia Rumpelstiltskin, él volvió a encogerse de hombros con una mueca casi culpable.

- ¿También lo conoces?

Dijo Elsa mirándola con desconfianza, la sheriff balbuceo un poco, cruzando una mirada con Henry. Había ido con su hijo al cine a ver la película y después se la habían visto varias veces en DVD.

- Todo el mundo le conoce.

Respondió finalmente con un encogimiento de hombros, la reina de hielo la miro sin comprender, pero ya no le quedaba paciencia, volvió a girarse hacia Rumpelstiltskin alzando las manos, pero Emma se puso también entre ellos en dos grandes pasos.

- Hey, hey. Espera. No sé cómo funcionaran las cosas en Arendelle, pero aquí tenemos reglas, tenemos leyes. No puedes simplemente llegar y congelar a un hombre.

- Él no es un hombre, es una bestia.

Emma miro de reojo a Belle parada a su lado, sin querer mencionar la ironía de esa elección de palabras.

- Mira, nosotros no sabemos que pasó y no puedes congelarnos a todos…

Cruzó los dedos mentalmente para que eso fuese cierto, todo el conocimiento que tenía sobre esa mujer era lo que había visto en la película, pero ya sabía de sobra que las historias que le habían contado a de pequeña no eran necesariamente iguales a la realidad. Elsa podía elegir congelarlos a todos sin remordimiento. Por suerte, la reina de hielo parecía tener corazón, porque dudo un instante, bajando las manos y mirando a Emma.

- No quiero haceros daño. Solo quiero hacérselo a él.

La que ahora levanto las manos fue Belle, suplicante.

- Por favor. Por favor, Rumpel ya no es así, ha cambiado. Ahora es bueno.

- ¿Y quién eres tú?

Pregunto Elsa como si acabase de acordarse de que todavía estaba allí.

- Su mujer.

Respondió la bibliotecaria. Algunos de los presentes la miraron sorprendidos, entre ellos Emma a su lado y Regina desde la espalda de Elsa, no sabían que se habían casado. La reina de Arendelle miró a Rumpelstiltskin de manera diferente, como si fuese capaz de concebir a la bestia de sus recuerdos amando a alguien.

- ¿Él es importante para ti?

Preguntó a Belle, que sonrió un poquito.

- Más que nada.

- Mi hermana también era importante para mí, y la he perdido. Está congelada por su culpa.

Añadió Elsa mirando al hombre atrapado con rabia.

- En realidad no fue exactamente mi culpa.

Puntualizo Rumpel alzando un dedo, Emma le miro dejando bien claro que no le creía.

- ¡Tú nos engañaste a todos!

Acuso Elsa dando un paso hacia él, pero Emma y Belle la pararon.

- Pero se descongelo. Vencisteis a Hans, tú te quedaste con el reino y Anna con Kristoff.

Dijo Henry desde una esquina de la cafetería, detrás de David y Mary Margaret que habían estado intentando protegerle por si había enfrentamiento. Elsa le miro como si acabase de hablarle en otro idioma.

- ¿Qué estás diciendo? Mi hermana sigue congelada, Hans reina en Arendelle y ¿quién demonios es Kristoff?

- Pero la película…

Trató Henry de defender su argumento, sin mucha convicción ya.

- Y la culpa de todo la tiene él.

Añadió Elsa señalando a Gold, Emma le bajó la mano acusadora.

- Vale, si conseguimos arreglar todo eso ¿te olvidaras de tu venganza?

Ni siquiera sabía porque estaba haciendo eso, conocía a Gold, conocía a Rumpelstiltskin y no dudaba de que hubiera hecho lo que Elsa decía, pero no podía simplemente dejar que le matara. O que le congelara. O lo que fuese. Después de todo era el abuelo de Henry, y el marido de Belle.

- Nadie puede arreglarlo, no a menos que yo vuelva a Arendelle.

- Bueno, ¿y si te hacemos volver?

Elsa clavó la mirada en Emma, buscando algún atisbo de mentira o engaño, pero no lo vio. O al menos no quiso verlo, la maldad no estaba en la naturaleza de la reina de Arendelle, aunque así lo hubiesen creído en su reino.

- Está bien, pero si no lo conseguís, vuelva o no a Arendelle tendré mi venganza. Y más vale que os deis prisa.

Acepto por fin la mujer de la trenza, mirando una vez a Rumpelstiltskin con fría rabia antes de salir por la puerta como una tormenta de nieve. El silencio se hizo en la cafetería.

- ¿Podría alguien liberarme?

Gruño Gold aun con los pies atrapados en hielo, mirando a Regina.

- ¿Yo? Usa tu magia.

- Lo he intentado.

La reina giró los ojos y movió vagamente la mano hacia los pies de Rumpel, pero el hielo no se deshizo sin más, extrañada, Regina tuvo que esforzarse para derretir el hielo poco a poco.

- Eso ha sido extraño…

Murmuro para sí misma.

- ¿Tienes alguna idea de cómo hacerla volver?

Pregunto Emma Swan a su lado con naturalidad.

- Usted se ha ofrecido a ser la heroína, señorita Swan. Descubra como.

Respondió con la misma frialdad con que Elsa había mirado a Rumpel antes de salir ella también de la cafetería.