Sobre nereidas y ondinas.
Dulces habitantes de honduras heladas, ¿Fluyen sus corazones como el agua que las envuelve? ¿O sus sentimientos tienen la profundidad de los abismos insondables que las albergaban?
Deben saber que los habitantes el éter, las sueñan, que cada vez que surcan las aguas las buscan, oteando el horizonte, en la búsqueda febril de sus ojos tímidos y curiosos, asomados por encima de alguna ola, con los cabellos desparramados sobre la espalda.
Y aun así, no aparecen. No asoman sus cabezas rubias, morenas o pelirrojas, sobre la superficie del agua de mar, poza, laguna o río alguno. ¿Acaso ya no desean ver a los hombres sobre sus barcas? ¿O el crudo recuerdo de algún doloroso anzuelo las disuade de su curiosidad?
Y mientras tanto sobre las olas, bajo el luminoso azur o el cielo estrellado, los marineros cantan, siempre en su espera…
C.M.
