TITULO: The Last Prophecy
Capítulo: Senzafine
Serie: Supernatural
Pairings/Warning: Wincest
Category: Slash. Angs, drama, etc (tengo que ser más específica?).
Raiting: Si te gusta esto, entonces creo que tienes edad para leerme.
Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de Supernatural, pertenecen a sus creadores y respectivos socios comerciales. Ésta solo es una historia escrita de fan para fans, sin fines lucrativos.
Lo único mío son la historia, las ideas y OCC (Personajes originales).
De todas maneras si te gusta la historia y quieres publicarla, te pediría que antes lo consultes conmigo.
CAMPAÑA LE FAY : No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. ALZA LA VOZ, NO TE QUEDES CALLADO ANTE EL PLAGIO.
Tiempo: En algún punto del fin.
En calidad de Universo Alterno.
FEEDBACK: katrinna_le_.mx ó katrinna_le_
MSN:shania_
Nota:Esta historia, por ser lo que es contiene OCC en los personajes (creo que eso está claro desde el momento en que se llama: FanFiction) y contiene Slash. Si no te gusta entonces bye, pero si te agrada o tienes curiosidad, welcome ^^
En realidad concebí esta historia hace bastante tiempo pero los recursos eran limitados y…bueno, la cosa es que aquí esta, es relativamente corta, apenas tres capítulos, no muy melosos (debo confesar) pero es, creo, mi primer largometraje de SPN.
Que lo disfruten (en verdad). Oh, y la letra de la canción dice mucho del chap, así que si pueden leerla (si, ya sé que a veces da pereza) pero es buen preámbulo jeje. Muchísimas gracias por seguir conmigo y por permitirme, a pesar del tiempo, seguir con vida.
¡Vielen Dank! ^^
KLF
Corre lento mi tiempo
deslizando su velo por mi piel desnuda
si traspasara el margen que me ha dado
quizá no estaría aquí
Y ahora qué sentido tiene
tratar de abrazar un pasado más puro
Mirando adelante me arriesgaré
pero podré responder a mis porqué.
Todo lo que serás
ya estaba escrito
y si de verdad existe
este Dios ha fallado.
Cada palabra pronunciada
Será el espejo de tu dolor
reflejando la culpa
alimentando el odio.
Madre
Mi destino elijo
Si puedo resistir.
Aún estoy en pie en este instante de pura locura
No sé si desear el bien o el mal
Aunque el pecado más fuerza me da
Y ahora qué sentido tiene
oponer resistencia a un destino marcado
No esperaré sentado
Sin tratar de resistirlo
Levantándome
Madre
Mi destino elijo
Si puedo resistir
Levantándome
No hay opción sin mí
No hay vida sin mí
(Senzafine.
Lacuna Coil)
Sam enarcó la espalda cuando Dean lo penetró y solo pudo aferrarse con fuerza al barrote sobre su cabeza.
-Dean.-Susurró jadeante, entrecortadamente. De esa manera que podía hacer que los vellos del cuerpo entero del aludido se erizaran sin control.
-Sammy.-Respondió el otro mirando atentamente el resplandor en los ojos bicolor de su hermano.
-Más.
Y como Dean jamás le había negado nada a Sam respondió moviendo las caderas solo un poco más, ahí, en el punto donde la próstata del más joven quemó con deliciosa intensidad creando un efecto bilateral para el que entrelazó los dedos con la mano que descansaba en la cama.
-Bésame.-Jadeó el mayor recibiendo los labios de su hermano que lo devoraron prácticamente mientras ambos se movían al ritmo que sus propios cuerpos habían impuesto.
Jamás se sentarían a conversar sobre el momento preciso en el que todo aquel embrollo de sentimientos había llegado.
Nunca evocarían la razón de todo aquel amor acumulado y solo por ellos comprendido.
Simplemente se dejaban guiar por las emociones de dos corazones que latían al unísono y únicamente en presencia del otro. Por el amor que sentían uno por otro. Por las reacciones que su cuerpo tenían solo y especialmente cuando el otro lo tocaba.
Se amaban y tan imperceptiblemente como había llegado, así se quedaría.
Todo era tan fácil, tan sencillo que ninguna explicación contaba.
Sam gimió alto cuando Dean le mordió el cuello.
Podía sentirlo succionando, lamiendo, degustando el sabor metálico de la sangre que en pequeñas cantidades emanó de la herida. Pero no le importó, solo quería sentirlo cerca, fundiéndose con esa pasión que caracterizaba al otro. Deseaba estar así por siempre y jamás separarse.
Movió la cadera y Dean ahogó un grito, sintiendo que algo lo apretaba con deliciosa fuerza.
-Niño malcriado.-Murmuró entrecortadamente, por poco terminaba.
Sam sonrió, lamiendo sus labios, incitándolo con la mirada a continuar danzando, a continuar con ese ritmo cadencioso que ambos propiciaban en la cama.
Dean se movió con intensidad, penetrando al que continuó aferrándose con fuerza a los barrotes pero que en silencio le decía no me dejes nunca, házmelo por siempre.
Pero el orgasmo llegó unos segundos después, haciéndoles experimentar la más grande sensación.
Sus músculos se tensaron, la piel se erizó y por un glorioso momento pudieron tocar sus almas. Solo él y él, nadie más.
Dean cayó sobre Sam quien con un pequeño quejido le informó al otro de su satisfacción.
Respiraciones aceleradas pero la manera en la que se miraron era indescriptible. No podía ponérsele nombre a un sentimiento que rebasaba incluso al amor; lo que sentían iba más allá de toda palabra y realidad porque eso, eso que sentían solo en presencia del otro, al mirar al otro, al acariciarlo y hacerle más que el amor, no tenía un nombre terrenal porque siempre había existido entre los dos.
Las manos entrelazadas se oprimieron un poco y los labios de Dean formaron una pequeña sonrisa, pura satisfacción.
-Ha sido el mejor polvo desde…desde…
-¿Aquella vez en Alabama?
El ojiverde sonrió, lamiendo la herida que había abierto en el cuello de su hermano.
-Oh si, sweet home Alabama.-Canturreó, haciendo reír al que solo se dejaba curar la herida.
El momento post orgásmico era el que Sam más disfrutaba, pues Dean se desprendía por unos momentos de la careta Winchester e interpretaba solamente a Dean, el hombre que le acariciaba la cadera, el rostro, el cabello, quien le obsequiaba pequeños besos de vez en cuando, pero sobre todo el que lo miraba como si no existiera nada más que él en todo el universo.
Eso no tenía precio y era precisamente lo que deseaba conservar por siempre.
-Hey, ¿qué ocurre?, ¿hice algo mal?
Sonrió, negando de inmediato.
-Nada, todo es perfecto.
-Tú y tus palabras cursis de películas de chica. Jamás entenderé eso de ti.-Dijo, moviéndose hacia su lado de la cama.
Y era mejor así porque ni él mismo se entendía.
-Oh, cállate y sigue abrazándome.
Era el momento perfecto para una broma mordaz pero dejó pasarla.
-Otro día será.-Murmuró el ojiverde, halando a su hermano y abrazándolo como se lo pedía.
Sam aspiró el aroma de Dean, todo varonil, todo carretera, todo cerveza, sal, pólvora, gasolina y él mismo. Era un aroma inconfundible que siempre reconocería y recordaría.
-¿Qué tienes?-Volvió a indagar el mayor ante el inusual silencio. Por lo regular después del sexo Sam hablaba y hablaba de cosas idiotas que él solo escuchaba porque estaba agotado.
Que no dijera ni pio, era preocupante.
-Nada, solo…solo quiero estar así, sin hacer o decir nada, ¿es eso tan malo?
Dean enarcó una ceja pero igual el maldito mundo podía estarse yendo al carajo y a ellos, después del sexo claro está, no les importaba ni un reverendo pepino. Así que asintió y continuó con sus semi caricias.
Sam cerró los ojos y simplemente disfrutó.
Le encantaba que Dean hiciera eso con los dedos, que mandara ondas eléctricas a todo su cuerpo sensible y le hiciera experimentar cosas que solo él, sus manos y su destreza, eran capaces de crear.
Dean era su mundo, era su todo, no tenía nada ni a nadie más y no le importaba. Mientras su hermano estuviera a salvo, el mundo podía acabarse y punto.
Eso le recordaba la guerra descomunal que se llevaba a cabo día con día entre el bien y el mal, en el mundo de afuera.
Por alguna extraña ironía de la vida, el mal estaba ganando (que novedad), pero el lado de la luz no perdía la esperanza.
Ya había perdido la cuenta de la infinidad de demonios que había aniquilado, pero eso no importaba porque siempre volvían más y más.
El mundo decía que por fin el Apocalipsis había llegado, pero como pactó con Dean no volver a decir gracias a quién, lo dejaría así.
Pero era inevitable no decirlo, cuando cada cazador que aun vivía y cada ángel y demonio lo recordaban a cada segundo.
Tal parecía que se habían puesto de acuerdo para atormentarlo, y si que lo lograban.
-¿Vas a dormir o prefieres…?
-Tengo sueño.-Asintió, besando efímeramente los labios de su compañero.-Pero antes de eso… ¿podríamos tomar una cerveza?
Dean lo miró con desconcierto pero aceptó.
Observó a Sam levantarse por un par de botellas y pensó detenidamente en lo que sucedía.
Acababan de tener el sexo más maravilloso de todos y el inusual comportamiento de su hermano lo estaba preocupando.
Por lo regular en esos momentos estarían haciéndolo de nuevo, o al menos un derivado del sexo. ¿Dormir? Dormir era para el día siguiente, cuando ninguno quisiera levantarse ni ir al restaurante de la esquina por comida, entonces tendrían que pelear sobre la cama y el primero en gemir sería el perdedor.
¿Dormir?, ¿para qué hacerlo cuando amarse era todo lo que contaba?
-¿Estas bien, enano?-Indagó, tomando la botella que le cedía.
-Si, ya te dije que si.-Sonrió, sentándose a su lado para sujetar su mano libre.-Brindemos por nosotros, ¿si?
Ok, eso era extraño.
-Sam…
-Por favor, ¿si?
Los ojos de cachorro de aparador, ¿por qué JAMÁS podía negarle nada a esos ojos?
-Está bien, por nosotros. ¿Contento?
El otro lo miró lo que parecieron años antes de chocar la botella con la otra y asentir.
-Por nosotros, por ti y por mí Dean, solo por nosotros.
El ojiverde bebió un largo trago de cerveza antes de volver a mirar a su hermano menor. Algo le ocurría.
-Sam…
-¿Me lo haces de nuevo?
A lo mejor el día veintiocho había llegado más temprano de lo que recordaba, si tuviera un calendario seguro encontraría un enorme círculo rojo encerrando el día, pero como no lo tenía…
-De acuerdo, pero cuando terminemos me explicarás lo que te ocurre, ¿está bien?
Sam asintió besando los labios que respondieron de inmediato.
Y pudo haber sido un magnífico segundo round pero no bien pasar a morderle la oreja, Dean cayó dormido.
En otras circunstancias Sam se habría indignado, incluso habría golpeado a su hermano por semejante idiotez, pero esa ocasión era diferente.
Poco a poco se desenredó del cuerpo que lo aprisionaba y lo dejó descansando sobre la almohada.
Acarició el rostro, los cabellos, el cuerpo entero en un toque que pareció milenario antes de rozar los labios del otro y atreverse a robarle un beso.
-Te amo.-Susurró, sabiendo que Dean jamás le diría lo mismo en su sano juicio, pero sabiendo también que él sentía lo mismo.
Se incorporó de la cama, cubrió el cuerpo desnudo de su hermano con la sábana y buscó su ropa regada en el piso.
Se vistió lentamente, sin prisa alguna, mirando las paredes manchadas y la alfombra corroída por el tiempo.
La ciudad cambiaría siempre, pero los hoteles serían los mismos, ¿por qué nunca se pagaron alguno fino?
-Ideas de Dean.-Dijo, mirando al durmiente que ajeno se encontraba a todo eso.
No se llevaría nada, absolutamente nada, por eso después de anudarse las botas se giró nuevamente hacia su hermano y sin poder evitarlo, como lo había planeado, se acercó a él y volvió a besarle.
Dean ni siquiera se enteraría, el somnífero era demasiado fuerte, como para tumbar a un búfalo, había dicho el hombre que se lo vendió.
Si sus cálculos no erraban, su hermano dormiría al menos dos días, tiempo suficiente para terminar con todo lo que tenía que hacer. Él se aseguraría de que no le ocurriera nada y que al despertar todo fuera solo un hermoso recuerdo en la memoria, algo que preservar para siempre.
-Te amo.-Volvió a repetir como para recordarse así mismo el voto silencioso que se hacían mutuamente cada vez que se miraban.-Por siempre, no lo olvides a pesar de lo que pueda suceder. Guarda en la memoria todos los momentos que hemos vivido, en los que hemos estado juntos y aunque me digas niña, también aquella primera vez. Guárdala Dean, guárdala dónde no puedan arrebatártela porque junto con esta noche, junto con las caricias y todo lo que pudimos decirnos, es lo único que te quedará de mí. Te amo, te amo, jamás lo olvides.
Aspiró una vez más su aroma y sin mirar atrás salió.
Lo más difícil quizá fue, no el hecho de haber engañado a su hermano, haberlo drogado y no haberle contado sus planes, no, lo más difícil fue cerrar la puerta sin mirarlo una última vez. El corazón se le encogió y respiró varias veces para poder avanzar sin sucumbir al deseo de retornar y quedarse a su lado, abrazarlo y esperar a que despertara para volver a probar los besos, las caricias, todo Dean.
Pero no podía, había hecho ya un pacto y lo cumpliría. Para eso había nacido.
-¿Muy difícil dejar ese cuerpo solo en cama?-Indagó una voz con sorna.
-Cállate.
-Huy, que carácter. Y eso que te diste tú tiempo para…
-No te le acerques, lo prometiste.
Miró a su interlocutor, el cual asintió después de una estruendosa carcajada.
-Si, si, y también prometí que nadie se le acercaría tampoco, en especial Castiel.
Sam enarcó una ceja y asintió.
-Sobre todo él.
-Pierde cuidado, Sammy, yo cuidaré bien de tú Dean.
-Mas te vale, o te juro que…
-Ts, ts, ts, nada de juramentos que luego no cumplirás.-Negó con el dedo.-Mejor enfoquémonos en lo que nos concierne.
El más alto asintió, subiendo al Ferrari rojo que el otro conducía.
-¿Te gusta?
-Clásico de ti.
-¡Claro, hombre!, no podíamos ir directo a la boca del diablo en un escarabajo Wolsvagen, ¿verdad?
Sam negó y mientras el conductor arrancaba el motor, con mucho ruido innecesario de trasfondo, miró por el espejo lateral.
-Ojalá algún día puedas perdonarme, Dean.
-Eso lo dudo.
-Cállate y conduce, Gabriel. Esto debe terminar ahora.
El aludido giró los ojos pero aun así aumentó la velocidad.
Nada de eso tenía gracia si lo que se avecinaba eran catástrofes, sin embargo su pasajero estaba decidido a hacerlo y siendo realistas, nadie más podría.
Así que simplemente lo miró de reojo y afianzó su promesa: él cuidaría de Dean Winchester porque el muchacho estaba por quedarse sin hermanoamante en cualquier momento.
Y lo más gracioso era, que ni siquiera se enteraría.
La que se armaría cuando despertara.
Todo fue planeado metódicamente desde hacía mucho tiempo.
Un día el arcángel Gabriel se le presentó mientras pretendía comprar café en un pueblo perdido de Milwaukee.
-Tengo que hablar contigo.- Dijo, sin mofa o deseos de hacer una de sus clásicas jugarretas.
-Ahora no, estoy ocupado.- Desafió el muchacho, pasando de largo al arcángel que enfundado en un inusual y elegante traje negro, lo siguió unos cuantos pasos atrás.
-Es en serio, Sam, necesitamos hablar.
El aludido se detuvo pero no hizo el amago de querer enfrentarlo.
Ese ente-cosa-lo que fuera ya les había causado millones de problemas y embauques como para fiarse de él, así que con una mano buscó en su chaqueta y encontró el frasquito que desde hacía un tiempo siempre cargaba: Aceite puro, para alguna emergencia del tipo divino.
-No sé cómo logras encontrarnos, pero déjame decirte que no caeré en tus trampas Lucky, Gabriel, o como quiera que te llames.
El otro sonrió.
-Si, así me llamo. O al menos así me he llamado desde que el mundo era solo un grano de arena.
Esa risita le erizaba el cuerpo con desesperación, así que se giró. Era mejor tenerlo de frente y estar preparado a que lo tomaran por sorpresa, como el angelito estaba acostumbrado a hacerlo.
-¿Qué quieres?-Indagó frunciendo el entrecejo.
-Huy, cálmate, ni que nos viéramos todos los días.-Bromeó, pero se lo pensó mejor al mirar las facciones molestas del chico frente a él, por eso suspiró y se enserió.-De acuerdo, solo quiero conversar de lo que últimamente ha acontecido por estos lugares.
-Si te refieres al Apocalipsis, creo que ya lo había notado, muchas gracias.-Gruñó al girarse pero el otro lo detuvo.
-Es precisamente de eso sobre lo que quiero hablarte.
Sam lo miró fijamente por algunos minutos. De ese…ente, podía esperarse todo. Además no podía confiar en él porque cuando quiso hacerlo…
-Te prometo que solo hablaremos, ¿está bien? Solo quiero eso.
Desde que tenía uso de razón no podía resistir no darle una oportunidad a la gente. Se la dio a Dean innumerables veces tras sus bromas, incluso a su padre a pesar de pelar en todo momento.
-¿Cómo puedo estar seguro de que no es un truco más?-Indagó, tratando de encontrar el embauque.
-No lo sé.-Respondió el otro tras alzarse de hombros.-Solo te queda confiar.
Tenía un arma oculta, una daga especial que Castiel había hecho para Dean y para él, además estaba el aceite que era capaz de retener a un arcángel.
-No tienes que pensar en todo el arsenal que llevas contigo solo para asegurarte de que estás bien protegido. Te aseguro que nada más hablaremos.
Le costaba creer pero lo haría. Gabriel no los había buscado nunca directamente, siempre en medio de bromas y encrucijadas complicadas. Quizá por esa vez lo que pretendía era de verdad conversar.
-Bien, hablemos.
-No, aquí no, hagámoslo en un lugar más cómodo.
No le dio tiempo de agregar nada cuando el arcángel chasqueó los dedos y de inmediato aparecieron en una calle concurrida.
-París, me encanta París, pero sobre todo sus pequeños cafés bohemios, ¿a ti no?
Siempre había querido visitar Francia de alguna manera, pero jamás se le ocurrió que lo haría de esa forma y menos en compañía de un arcángel.
-Vamos, siéntate, no te voy a comer.-Se mofó, observando que el cazador se sentaba frente a él.
Transcurrió un minuto entero hasta que una sonriente camarera les ofreció las cartas.
-Te recomiendo el pastel de fromage de müeres y el té con esencias indias. Muy reconfortante cuando tienes demasiado estrés acumulado.
-No vine aquí a tener una cita contigo, Gabriel.
-Eso ya lo sé. Para citas, besos, etc, pasamos directamente al departamento de Imapalas, carreteras y Dean Winchester, ¿verdad?
Ni siquiera quiso saber cómo se había enterado de lo que tenía con su hermano, así que simplemente lo dejó pasar.
Estaba comenzando a entender que era inútil sorprenderse ya de lo que sucedía a su alrededor.
-No hartes mi paciencia, ¿qué es lo que quieres?
Tras ordenar a la mesera en un perfecto francés, miró a Sam.
-Si, si, siempre los negocios antes de cualquier otra cosa. Igual que mi familia.-Murmuró, teniendo en cuenta que el Winchester podía saber cosas sobre él que ni siquiera le había relatado. Todo gracias al ángel rebelde Castiel tras la cortina uno.
-¿Y?
-Y…lo que sucede es que me reuní hace relativamente poco con algunos primos segundos, tíos y esas cosas, ya sabes, reuniones familiares. Apestan.
Sam solo frunció el entrecejo.
-Bien, bien, bueno tú sabes, después de aquella pequeña aventurilla que tuvimos en el mundo de la televisión tú…¿cómo debo llamarlo?, ¿hermano? Me hizo entender que no podía estar alejado de mi familia como un fugitivo, así que intercepté algunos cuantos del clan y memoramos viejos y mejores tiempos.
-¿Y me trajiste al otro lado del mundo solo porque necesitabas terapia gratis?
El arcángel rió con estruendo.
-Oh Sammy, Sammy, Sammy, siempre tan juguetón y divertido. ¿Te has dado cuenta que siempre somos tú y yo los involucrados? Alguna vez deberíamos traer a Dean para conversar de…
Sam puso sobre la mesa, de manera poco amable, un frasquito con un contenido que el arcángel conocía perfectamente bien. Eso fue todo lo que el cazador tuvo que decir para que su interlocutor entendiera que su paciencia estaba a punto de acabarse.
¿Quería una oportunidad? Que la aprovechara.
-No eres del tipo parlanchín, ¿verdad?
-No me importa si tengo que regresar en bote de remos o te dejo atrapado durante toda la eternidad, no estoy jugando.
-Creo que Dean te ha absorbido más de…Ok, ok, te diré para qué te traje aquí.
La mesera interrumpió únicamente una vez más antes de desaparecer y dejarlos solos con el magnífico paisaje parisiense de fondo.
-Como te dije, me reuní con varios familiares y entre las charlas de: "¿recuerdas el último casi Apocalipsis?" y "¿Cómo has estado en los últimos tres mil años?", alguien por ahí mencionó una vieja leyenda que me interesó.
-¿Y eso tiene que ver conmigo por?
-Por la misma razón de que TODO tiene que ver contigo desde el día en que naciste. Daaaaa, eso es tannn obvio.
Sam comenzaba a pensar que todo eso era una perdida infernal de tiempo. Seguramente Dean estaría muy preocupado por él y el hecho de que estuviera en el puto Paris no ayudaba en mucho.
-Mira, si accedí a hablar contigo es…
-¿Te suena en algo "la mano del diablo"?
Sam lo miró fijamente antes de negar.
-Lo sabía.-Sonrió el otro con cierta sorna.-Como sé también que esto va a interesarte.
-¿Es algún truco tuyo?
El arcángel negó mientras tomaba lo que fuera que había ordenado de beber.
-Te doy mi palabra de que todo lo que voy a decirte es cien por ciento verdadero. Y que es, en definitiva, la última esperanza que tenemos para acabar con todo esto.
-¿Qué tenemos?
-Claro, hombre, ¿a caso piensas que me gusta estar en guerra siempre? Yo prefiero la paz.
-Y esconderte como cobarde.
Fue el turno del arcángel de mirar con cierto enfado al cazador, pero muy en el fondo sabía que se lo merecía.
-Haré de cuenta que no dijiste nada y te pondré sobre la mesas las cartas.
-Las cuales me imagino que tienen ciertas consecuencias, ¿verdad?
-Siempre tan sabiondo. Ahora entiendo porqué Dean prefiere encamarte a hablar contigo.
Sam dejaría pasar eso solo por esa vez. Si Gabriel estaba hablándole de lo que parecía una alternativa, era momento de escucharla.
-Pero te advierto.-Indicó el arcángel antes de comenzar su relato.-Si tomas tú decisión no podrás salir de ella. Sea cual sea.
Sam lo sabía, estaba preparado, así que le dio luz verde al arcángel para que cantara.
-"Si todo es para revertir el mal que he hecho, entonces lo acepto"
Aunque estaba listo, nada lo hizo para lo que el arcángel Gabriel le expuso en tan inusual seriedad y confidencia.
Jamás lo habría imaginado.
Si hubiera tenido que contar el tiempo, para él había sido infinito.
Todo giró demasiado aprisa después de la inusual charla con Gabriel. Su cabeza era un panal completo que en cualquier momento estallaría.
Le había dado vueltas a la oferta un millón de veces y en todos, absolutamente en todos los posibles finales que traería ese plan, simplemente no veía un error.
Todo era tan perfecto que los escalofríos cruzaban su cuerpo uno tras otro.
Era de esperarse que la idea surgiera irónicamente del lado de la luz, pero jamás se imagino que pudiera ser precisamente de quien menos se imaginó.
-¿Sabes algo? Comienzo a pensar que el hechizo que me puso Castiel no sirve contigo, ¿verdad?
El arcángel sonrió ampliamente.
-No. Demasiados años entre humanos como para caer en viejos sortilegios de un ángel rebelde.
Sam podía intuirlo, sin embargo no había citado al arcángel simplemente para hablar de hechizos. Lo que tenía que tratar con él era algo mucho más delicado. Una decisión que equivalía a la salvación del mundo entero.
-Mi única condición…
-Si, ya decía yo que había un pero.
Sam gruñó, sin embargo continuó hablando como si no le hubieran interrumpido.
-Mi única condición es que cuides de él. ¿Lo harás?
Gabriel enarcó una ceja sin borrar su sonrisa de mofa.
-¿Escuché bien? Me estas pidiendo a MÍ, que cuide de tú…de tú…
-Si, te estoy pidiendo a ti que cuides de mi hermano.
El arcángel rió con estruendo, algo que cansó fácilmente al cazador.
-¿Puedo o no puedo contar contigo?
-Claro, es solo que…claro, claro, lo haré. Solo…respóndeme la duda del millón de dólares.-Dijo, tratando de detener su risa.- ¿Porqué yo? Es decir, no que me disguste la idea de divertirme un poco con tú…hermano, pero teniendo a otros como Castiel, que estaría saltando de alegría…
-Precisamente por eso. Castiel…sobre todo de él tienes que protegerlo. Aunque es, o fuera un ángel, no me confío de él.
-Oh, ¿es que a caso veo celos en el mundo feliz del incesto?
Sam tomó por el cuello al que en antaño le hiciera sufrir una y otra vez la muerte de su hermano, y lo miró como quien pretende congelar hasta el infierno.
-Es mi única petición. Estoy dispuesto a hacerlo, siempre y cuando Dean esté fuera de todo peligro.
-Ok, ok.-Tosió el arcángel, tratando de zafarse del fuerte agarre.-Te prometo que me encargaré de él…de la buena manera.
Sam lo soltó y el otro lo miró un poco dolido mientras desarrugaba su chaqueta.
-Humanos que no pueden controlar sus sentimentalismo.-Bufó.-Al menos asegúrate de que te coja bien antes de irte.
-Lo haré.
Gabriel giró los ojos pero asintió.
-Muy bien, dime como hacerlo.
-¿Entonces confiarás en mi así sin más?
-No me queda otra opción. Además.-Señaló el cazador suavizando sus facciones.-Yo creo que tus promesas valen de algo, por muy niño rebelde que quieras llegar a comportarte.
El arcángel sonrió. Si la vida hubiera sido diferente y las circunstancias otras…
-Por algo siempre te elegí, Sammy.
El aludido no efectuó movimiento alguno, la mirada decidida habló por él.
-De acuerdo, cuando tú digas, Sam.
-Mañana en la noche. Tú solo espera a que…
-Entiendo, entiendo. Tienes que despedirte, ¿verdad?
El chico asintió, importándole muy poco la burla que el otro pudiera hacer. Sin embargo y para su sorpresa esta nunca llegó.
-Lo que me gusta de los seres humanos es que tienen sentimientos muy diversos en ese único y pequeño cuerpecito que poseen.
Estaré esperando tú señal, Sam.
Gabriel desapareció y con él la última línea de resistencia del cazador.
Con la mente en blanco, decisión en la mirada y un pequeño gotero en la mano derecha, es que se apresuró a llegar al hotel al que sería su último día con la persona que amaba.
Todo era sencillo, si se veía desde el punto de vista en el que Gabriel se lo había expuesto.
-Es un endorcismo.
-¿Un qué?
-Endorcismo. ¿Qué a caso ustedes los humanos no saben nada?
El cazador enarcó la ceja y el arcángel suspiró exasperado.
-Es como un exorcismo pero al revés.
-Si, eso lo capté genio, lo que no sé es…
-Cuenta la leyenda, que solo aquel con alma será capaz de hacerlo. Es algo sumamente peligroso y que nadie ha llevado a cabo jamás.
-Si nadie lo ha hecho, entonces cómo sabes…
-Porque fue creado directamente por mi Padre, por si algo salía de su control y no podía remediarlo.
-¿Cómo esto?
El arcángel asintió.
-¿Y qué tiene de espectacular?
-Niño, ¿en serio no ves el alcance de lo que te estoy diciendo?
Gabriel gruñó ante la falta de palabras de su interlocutor.
-Sam, esto puede acabar a Lucifer en el acto. Así.-Chasqueó con una sonrisa.-Tan rápido como parpadear.
Sam no podía creerlo.
-Me estás diciendo… ¡¿Y qué hay que hacer?!
-Hey, tranquilo tigre, que aún no termino de explicar. Esto no es como ir de pic-nic o a la feria, esto es mucho más complicado de lo que parece. El endorcismo, o como preferimos llamarlo nosotros, la mano del diablo, es como un exorcismo pero por dentro.
-¿Y eso cómo se hace?
El arcángel miró al joven fijamente antes de que este comprendiera.
-No eres tonto, Sam, por eso fuiste elegido desde antes de nacer. La profecía lo dictaba y ahora serás tú mismo quien acabe con todo.
-¿Profecía? Pero de qué demonios me estás…
-"Solo aquel que nazca de un pacto y beba sangre de demonio será capaz de elevar la oscuridad o extinguirla". Eso es en resumen práctico.
Efectivamente, no era ningún tonto y aunque no conocía dicha profecía…venga, que se la habían estado restregando indirectamente en la cara desde siempre. ¿Cómo no saber-intuir que él era quien lo empezaba, pero también quien lo terminaba?
-¿Qué tengo que hacer?
Gabriel suspiró. Era la primera vez que lo hacía, al menos en presencia de un humano.
-No es nada sencillo.
-Eso ya me lo dijiste.
-Es que en verdad no lo es. Para poder llegar al endorcismo, tienes que…tienes que terminar contigo mismo.
Ok, eso si no lo esperaba.
-¿Qué?
-Es un conjuro demasiado poderoso como para que un simple humano pueda soportar todo el peso del universo en tan débil cuerpo.
El cazador exigió una mejor explicación.
-Sam…lo que estoy tratando de decirte es que el sortilegio irá directamente a tú cuerpo y que es, ese mismo cuerpo, quien tendrá que acoger a Lucifer para poder terminar con él desde adentro. Por eso le llaman la mano del diablo.
Hasta ese momento Sam Winchester no fue consciente de lo que el arcángel le decía.
Sabía que debía enfrentarse al mal de un momento a otro pero… ¿así?
-¿Qué pasará cuando termine con él?
El rostro desanimado de Gabriel no le dio buena espina.
-Sam, ¿tú has visto lo que la posesión le hace a un cuerpo? No decir la de un arcángel, creo que la has visto.
No necesitó saber más. Decir SI equivalía a Morir.
-En el caso, muy, muy, muyyyy remoto caso de que tú cuerpo resistiera…tú mente no lo haría Sam y estarías destinado a vivir, si es que también lo haces, como vegetal o como uno de esos humanos que viven en la casa de la risa. Como vez, no exageraba en decirte que esta decisión debes pensarla muy bien, pues prácticamente…
-Estoy perdiéndolo todo.
El arcángel asintió, era exactamente a ese punto dónde deseaba llegar. Lo había meditado muy bien antes de buscar y contárselo al menor de los Winchester, pero dado el holocausto que estaba comenzando a ser evidente y ante la derrota de la luz…podía, quizá, aceptar (indirectamente) que era un cobarde al no enfrentarse a su familia, pero de eso a mirarlos perecer y con ellos al mundo…prefería hablar de lo que había descubierto a saber que no había movido ni un dedo por tratar de solucionar las cosas. ¿Qué clase de arcángel sería?
-Entonces, ¿cómo funciona el hechizo?
Sonrió, no se había equivocado de persona.
-Es algo muy poderoso, del cómo se hará no tienes porqué preocuparte, sino de lo que sigue.
Cuando todo el poder del sortilegio se encuentre en tú interior, tendrás que aceptar ser la vasija y permitir que Lucifer entre en ti.
-¿Entonces el hechizo se activa y fin de la función?
-¿Te parece así de fácil?
El cazador negó con un gesto irónico.
A veces, pensaba, estar con Dean dejaba secuelas.
-No será en el acto, Sam, pero al menos el daño a su esencia si se hará. El resto depende de tú cuerpo y de la poca capacidad de razonamiento que pueda llegar a quedarte después de todo esto.
-¿Es decir, que mi cuerpo será el recipiente del Diablo y no obstante también quien lo matará?
-Si lo vemos de esa manera y en dado caso que resistas, lo cual debes hacer…si. Fácil, ¿no?
La expresión del muchacho no era para nada amigable.
Y era comprensible, le estaba pidiendo dejar de existir para salvar a toda la humanidad, pero no obstante también le pedía que fuera fuerte para que su cuerpo y el pequeño pedazo de conciencia que le quedara, pudieran terminar con la esencia de Lucifer.
Imposible, tal vez, pero Gabriel estaba seguro de que Sam lo haría. Tenía que hacerlo.
-Solo hay una cosa que no entiendo, ¿por qué se llama la mano del diablo?
Gabriel rió.
-Porqué Padre hizo todo en siete días, ¿crees que iba a tener tiempo de pensar en nombres?
Sam sonrió, dispersando un poco la atmósfera amarga.
-No es que su propia mano vaya a terminar con él, Sam, pero relativamente tú poder será tan fuerte que él también terminará sucumbiendo. A lo que me refiero es que él mismo terminará por cooperar. A eso se refiere.
El joven cazador lo meditó un momento pero aun así no se atrevió a resolver nada aun.
-¿Se dará cuenta de la trampa?
Gabriel negó.
-Es algo tan sutil e imperceptible que no lo sabrá, ni aunque haya absorbido tu mente. Si no me hubiera enterado de que existe, ni siquiera yo lo sabría. Como verás, es un secreto muy bien resguardado que salió de los labios de quien tenía que salir para una buena causa.
Sam lo comprendía pero su corazón, que comenzaba a encogerse con el temor que nunca había experimentado, no lo dejaba pensar.
-No hace falta que te diga que no tienes que decidir de inmediato, pero entre más pronto sea, más pronto tendremos algo que hacer antes de la salvación o perdición definitiva.
-Tienes mucha fe en mi, Gabriel. ¿Cómo sabes que no los defraudaré? Castiel…los ángeles no creen en mí, ¿por qué tú sí?
El arcángel sonrió sinceramente mientras lo miraba.
-Castiel puede irse por un tubo cuando quiera, al igual que todos los demás ineptos. Si creo en ti es porque…no sé, solo creo. Así que si deseas pelear no me decepciones, ¿ok?- Guiñó con coquetería, extrayendo una leve sonrisa del cazador.
Lo único que Sam deseaba hacer era regresar a donde Dean y abrazarse a él para siempre, pero las palabras del arcángel revoloteaban en su cabeza y la posibilidad de hacer, por fin, algo bueno aun en contra de las expectativas, tentaba a su corazón.
No era difícil aceptar, lo difícil era dejar todo él en el olvido, todas sus memorias, experiencias, habilidades, conocimientos, pero sobre todo a la persona que de pronto apareció nítidamente en sus pensamientos.
-Dean.
El sortilegio fue complicado, tanto que hasta él mismo se sorprendió de que Rafael, aquel arcángel reacio y obstinado que conoció algún tiempo atrás, los hubiera ayudado.
-Todo lo hago por el bien de la humanidad.-Fue su defensa, aunque Gabriel le explicaría horas más tarde que era un hechizo que solo Dios y los arcángeles podían realizar.
No dolió, ni ardió en diez mil llamas ni nada explotó dentro o fuera de él. Se sintió como lluvia cálida cayendo en su rostro junto con millones de plegarias que había dejado de decir y escuchar ante la cruda realidad.
-Lo que suceda a partir de ahora es cuestión tuya solamente.-Aclaró Rafael, no muy convencido de que todo eso fuera a salir bien.
-No le hagas caso al gruñón de mi hermano, Sammy. Lo que pasa es que tiene envidia porque este megaimportante plan no se le ocurrió a él.
Rafael bufó y Gabriel solo rió.
Sam pudo ver que a pesar de los años separados, existía algo entre ellos que era más fuerte incluso que el odio o la aparente indiferencia.
Amor de hermanos que jamás se desvanecería, a pesar de la traición.
-Ya es hora, Sam.-Apremió Gabriel, sabiendo que el tiempo estaba corriendo.
Había tomado ya una decisión y nadie daría un paso atrás. Eso era seguro.
Y fue en Detroit, como lo dijo Lucifer, el destino final y cuando Sam, con la mirada desprovista de duda, pura confianza hacia sí mismo y la humanidad, dijo "SI" sintió algo latir con fuerza en su interior.
Quizá era esperanza u algo al que ya no supo poner nombre.
Su destino, la profecía se estaba cumpliendo y solo rogaba, si es que alguien lo estaba escuchando, para que Dean, todo lo que le importaba, fuera capaz de perdonarlo algún día.
- No hay opción sin mí. No hay vida sin mí.
Continuará…
KLF
Diciembre 2009
