ESTO NO ES UNA CRÓNICA.
Una OVA de "Crónicas de la Arena" dividida en varios Oneshots, basados en la temática de la GaaraWeek2018 realizada en Tumblr.
Perspectivas graciosas por parte de Ann, y el Kazekage, en su día a día.
Aquí habrá de todo, menos shipping ¿O tal vez sí? Deberán leer para descubrirlo.
DIA 1: CAPRICORNIO.
Otro día más había comenzado.
Como parte de su condena, Ann otra vez se encontraba realizando su trabajo comunitario obligatorio, a pleno sol.
― Es increíble que alguien como yo, con mi rango, tenga que estar haciendo este tipo de cosas ―masculló con ligera rabia, buscando algo con la mirada, mientras corría por las calles de arena, desiertas debido a que era medio día y el sol se encontraba casi en su máximo esplendor, obligando a los habitantes de Suna a refugiarse en sus hogares.
Pero... ¿Qué era lo que buscaba con tanta impaciencia?
Unos pastores provenientes del sur, del país del viento, habían llegado a la aldea, para comerciar con su rebaño de cabras. En lo que ella y unos genins de refuerzo controlaban que estos comerciantes no trajeran nada sospechoso entre sus pertenencias, uno de los subordinados cometió el error de soltar la soga que unía el rebaño, liberando a los caprinos, los cuales eran más de un centenar, en el interior de la villa.
Fue cuestión de minutos para volver a juntar a todos los rumiantes, pero apenas los contabilizaron, faltaba una de ellas, una cría.
Hubiese preferido mandar a los genins a su búsqueda, pero había decenas de otros visitantes y comerciantes con objetos inanimados, que exigían inspección para entrar a la aldea, así prefirió dejarlos a cargo e ir en busca del animal, sola, para luego entregárselo a sus dueños.
Ya había pasado más de media desde ese momento, y seguía sin encontrar al dichoso herbívoro.
Al tratarse de un animal pequeño y no un humano, no podía rastrearlo sensorialmente para encontrarlo.
Con las pocas personas que se topó, preguntó si habían logrado divisar una cría de cabra sola en su caminar.
Todos le negaban con la cabeza, para su mala suerte.
Hasta que se acercó a una anciana, que caminaba con la misma velocidad de un caracol.
― Disculpe anciana, pero ¿de casualidad no ha visto a una pequeña cabra cruzar libremente por acá? ―emitió un tanto fatigada la Taiyō.
La señora de edad avanzada, de estatura pequeña, quien tenía la mirada baja, se detuvo a verla con detenimiento, mientras entreabría sus ojos y esbozaba una arrugada pero sincera sonrisa en su rostro.
― Hola niñita ―le respondió con su voz cansada pero tierna―, lo siento, pero creo que no he visto a mascota…
― ¿Eh? No, no es mi mascota, es de… ―expresó Ann seria, pero se detuvo al sentir que no tenía caso seguir ahí parada y debía continuar su búsqueda―. Disculpe haberla molestado…
―Pero… ahora que lo mencionas… ―le interrumpió la yaya, mientras se llevaba una de sus manos al mentón, a modo de recordar―. A unas cuadras de acá, vi a un niño que llevaba consigo una pequeña cabra y parecía que buscaba a su dueño…
― ¡¿En serio?! Por favor, puede que esa sea la cabra que busco, dígame en qué dirección debo ir ―fue esta vez la Taiyō quien la interrumpió, mientras alzaba a la anciana por los hombres, pero sin intención de ser ruda con ella y más para verla a los ojos.
―Pues, por allá ―le indicó la de cabellos cenizos, apuntando con una de sus manos.
Anngelius la asentó de nuevo en el suelo, para luego salir corriendo.
― Gracias abuela ―fue lo último que artículo, mientras se alejaba fugazmente.
La mencionada le asintió con la cabeza, para proseguir también su camino.
Fue cuestión de segundos para llegar al lugar especificado, pero no encontró al susodicho de la cabra.
Recorrió varias calles aledañas, con la esperanza de encontrarlo, y… por primera vez en ese horrible día, tuvo suerte.
Una persona cubierta de blanco, con turbante en la cabeza, caminaba de espaldas frente suyo, con algo blanco en los brazos.
― ¡Detente extraño! ―le exigió mientras lo alcanzaba y lo detenía, posando una de sus manos en el hombro de este―. Esa cabra que llevas ahí, es mía.
La persona de detuvo y alzo su mirada para verla directamente.
― ¿Anngelius-sama? ―emitió el aún desconocido, con su voz media grave que lo caracterizaba, revelando así su identidad.
― ¿¡Kazekage!? ―articuló entre asombrada e intrigada la rubia, borrando su rostro serio, cambiándolo por uno de pánico.
― Ah, sí, soy yo ―dijo el pelirrojo, con tono ingenuo, mientras se sacaba el turbante que cubría su cabeza, dejando libre su rojizo y alborotado cabello.
El cabrito, que se encontraba sostenido en los brazos de Gaara, soltó un dulce berrido.
Tendría solo un par de meses de vida, ni quiera se le notaban los cachos en su cabeza y era de un color blanco impecable, haciéndolo parecer un atractivo y tierno peluche.
La descripción del pastor, con lo que tenía frente, concordaban. Era sin duda, la cabra que buscaba.
"Demonios, de todas las personas que pudieron encontrarlo ¿Por qué tenía que ser él? ―pensó la rubia, mientras su rostro se tornaba en una mezcla de preocupación y seriedad.
Su orgullo era inmenso, y lo que menos quería era verse incompetente e irresponsable, frente a los ojos de aquel pelirrojo que le producía rechazo, pero debía aceptar como su líder.
Pasó un minuto en silencio, por partes de ambos, que pareció una eternidad.
― Bueno, aquí tiene ―emitió el Kazekage, sin más, mientras le entregaba el pequeño rumiante en sus manos.
― Ah, supongo que debo darle las gracias ―dijo un tanto reacia la Taiyō, agarrando al cabrito. Aunque por dentro se sentía complacida de que no hiciese preguntas al respecto.
― Oh, al contrario, este animal estuvo siguiéndome un largo trecho, y me sentía angustiado de no poder dar con su dueño ―dijo de forma serena Gaara, para luego empezar a alejarse.
Pero la cabra se volvió inquieta. Empezó a contorsionarse en los brazos de la Taiyō, al grado de querer golpear a esta con su cabeza, para luego saltar e irse corriendo detrás del pelirrojo.
― Oí, cabra loca, no te dejaré escapar de nuevo ―gruñó la rubia, tratando de volver a agarrar al animal, pero este se resguardo detrás de Gaara, deteniéndolo.
Este lo levantó del suelo para intentar entregárselo de nuevo, pero el animal se volvía loco apenas lo acercaba a la Taiyō.
― Oh, creo que no quiere irse con usted ―musitó el pelirrojo, un tanto sorprendido por la situación.
― ¿En serio? Mira que, si no me lo decía, no me daba cuenta ―le respondió con sarcasmo Ann, mientras intentaba abrazar al animal para llevárselo, pero este volvía a zafarse de ella mientras gritaba de forma horrible, como si se tratase de bestia feroz que trataba de hacerle daño.
Gaara, por más que intentase calmar al pequeño rumiante para que se fuera con su "supuesta dueña", no lo lograba, y este saltaba a sus brazos, para que lo "protegiese".
Ann por su parte, no dejaba de mostrar una cara de enfado, al grado de tornar su rostro de un color rojo furia.
"Con ese carácter, no es difícil adivinar porque esta pequeña cría no quiere estar con ella… aunque, lo más raro de esta situación es ¿Por qué está perdiendo su tiempo aquí? debería estar haciendo guardia y control en la entrada de la aldea. Seguro este animal significa mucho para ella" ―decía en su mente el pelirrojo, intentando encontrar una lógica a la escena que estaba viviendo.
Anngelius tomó un largo respiro, para luego calmarse y volver a su fría personalidad que la caracterizaba.
― Kazekage ¿Tienes usted mascotas? ―emitió con una escalofriante tranquilidad.
― ¿Eh? No, no tengo ―le respondió este, un tanto aturdido por la pregunta inesperada―. Lo cierto es que no tengo mucho tiempo para dedicar…
― Pues ahora ya tiene una, esa insoportable y fea cabra ―le interrumpió la rubia―. Adiós.
Apenas terminó de hablar, la Taiyō salió corriendo del lugar, de una manera muy cómica y culpable a la vez, dejando solos al cabrito y el Kazekage.
― Espere, yo no puedo quedarme con el… ―fue lo que apenas pudo articular este, al ver como se alejaba la rubia―. Y ahora ¿Qué haré contigo? ―murmuró mientras alzaba a la cría, para verla de frente.
El animalito solo soltó un "beep" mientras ladeaba su cabeza de forma tierna.
Pensó en buscar a Ann, para devolvérselo. Pero llegó a la conclusión de que no sería una buena idea. Todo indicaba que podría tratarse de un regalo anticipado a su cumpleaños. Y rechazarle el regalo a un noble como lo era la rubia, no sería bueno para su reputación. Apenas el Clan Kazekage y el Taiyō se estaban consolidando, luego de generaciones de grescas. No podía arriesgarse a eso.
Se encaminó a su casa, el cuartel de la aldea, aprovechando que aún tenía un par de horas libres antes de volver a su oficina.
Pensó que sus hermanos le ayudarían a encontrarle un buen lugar donde tenerlo. Pero solo obtuvo sugerencias de comerlo.
― La sopa de cabra es exquisita, más si el animal es tan tierno como esta cría ―sugirió el marionetista.
―Sí, pero yo lo prefiero asado o frito, sabe mucho mejor ―agregó su hermana la rubia―. Si quieres, dámelo ahora, le cortaré la cabeza para que vaya desangrándose y lo preparé para la cena. Aprovecharé que es mi día libre y que estamos los tres en la aldea…
Gaara miró al cabrito que aún mantenía en sus brazos, no habían estado más de dos horas juntos, pero ya se había encariñado lo suficiente con ella para no quererla servida en su cena.
Además, era la primera mascota que tenía.
¿Tienes mascotas?
No…
Pues ahora ya tienes una, esa insoportable y fea cabra…
Así era, esa cabra era un regalo, y sin importar quién se lo había dado, se volvió preciada para él.
―No, no quiero comer a mi mascota ―expresó con cierta aflicción a sus hermanos, mientras sus ojos se entrecerraban y abrazaba más, al pequeño rumiante―. Sé que no puedo cuidarla y mantenerla en nuestra casa, así que le buscaré un nuevo hogar…
Terminó retirándose del lugar, con su mascota.
Sus hermanos se quedaron en silencio ante la respuesta de su menor. Gaara no era nada sentimental y expresivo, pero, en esta ocasión, sí que se había comportado de manera extraña a sus ojos.
― Bueno, ahora que lo pienso, esa cría es una monada ―señaló el castaño, con cierta pena, tal vez aceptando que su sugerencia fue mala.
― Momentos atrás, estabas sugiriendo convertirla en sopa ―dijo desconfiada Temari, entrecerrando los ojos.
― ¿Con qué derecho me juzgas? Te recuerdo que tú eres más insensible, te ofreciste a degollarla ¿Qué clase de ser frio y despiadado puede matar a una tierna y esponjoso bebe cabra? ― le reprochó Kankuro, totalmente indignado.
― Soy humana Kankuro ―le respondió la rubia con tranquilidad―. Somos carnívoros por naturaleza…
Se encontraba totalmente afligido.
Tenía poco tiempo.
Si no le encontraba un nuevo hogar a su cabra, esta podría terminar en una cacerola, terminando cocinada por sus hermanos.
Estaba cerca de salir a afueras del cuartel, cuando su salvación llegó del cielo.
Por no decir del sol…
Draco, el actual líder de los Taiyō, estaba buscándolo. Se encontraba acompañado por un sequito de sirvientes y guardias.
Si bien este se había convertido en un personaje serio, responsable, demandante y diligente, en el fondo seguía siendo solo un niño.
Un niño que quedó cautivado al ver a la pequeña cabra con forma de peluche.
Cosa que no pasó desapercibida ante los ojos color turquesa del Kazekage.
― Es un animal muy bonito ¿verdad?
― Ah, si lo es, me dan ganas de abrazarlo y tener uno como mascota ―expresó con sinceridad el pequeño.
― ¿En serio? Justo le estoy buscando hogar a este pequeño ¿quieres quedártelo?
― ¡Si! Digo ¿está seguro? ―dijo un tanto titubeante el pequeño líder, quien ya le había arrebatado al pequeño herbívoro y lo abrazaba con fuerza―. ¿Por qué quiere deshacerse de tan tierno ser?
― Siendo sincero, me gustaría quedarme con él, pero lo descuidaría, debido al trabajo con el que cargo ―le explicó el pelirrojo, mientras caminaban con rumbo a su despacho, para tener una reunión más segura―. Pero estoy seguro que será más feliz, teniendo un dueño como usted, Draco-sama.
― Oh, comprendo el punto ―manifestó el niño rubio con cierta tristeza―. No se preocupe, Gaara-niisama cuidaré de él, con mucho aprecio, cuando guste, puede venir a nuestro clan a visitarlo y jugar con él.
― Hum, no tengo dudas en que serás un buen amo. Y trataré de visitarlos cuando tenga tiempo disponible, lo prometo.
― ¡Genial! ―agregó sonriente el líder Taiyō―. Pero, por cierto… ¿Cómo se llama? ―dijo con curiosidad.
― No comprendo… ¿llamarse quién? ―le respondió el pelirrojo un tanto confuso.
― ¿Cómo que quien? La cabra, por supuesto… ―sonrió con gracia Draco―. Preferiría que usted le pusiese nombre…
― Ah… no lo sé, no pensé en darle un nombre, no soy bueno bautizando las cosas ― soltó el pelirrojo.
Y eso era cierto. Incluso aplicable en el modo en el que organizaba las misiones. Sus antecesores le ponían nombre a la mayoría, pero él se sentí más cómodo asignándoles un número.
Pero, eso no podía aplicárselo al nombre de una mascota. "Cabra 1" sin duda sonaba terrible, no era necesario ser alguien de buen gusto para saberlo.
― Mmm… entonces yo le pondré un nombre ―Sugirió el niño rubio―. Gaara-nissama usted es nacido en enero 19, según el calendario gregoriano que usan los mortales normales ¿no?
― Si, así es ―le confirmo este―. ¿Por qué lo pregunta?
― Como predecesor de mi clan y casta noble, la astronomía es una de las ciencias en la cual estudio con ahínco, más por diversión que por otra cosa. Al fin y al cabo, la estrella más imponente que tiene nuestro planeta, el sol, es nuestra insignia, nuestro clan y nuestro Dios, al que apodamos "Ra" con cariño… disculpe…. Me estoy desviando del tema ―emitió con pena el mini rubio―. En la astrología común, doce estrellas se reúnen, en su caso, usted está en la casa de capricornio.
― ¿Capricornio? Esa palabra me recuerda a las cabras…
― Justamente, su símbolo es una cabra ―siguió explicando Draco― En la mitología, Capricornio es asociado a menudo con la figura mitológica de la cabra Amaltea, que crió a Zeus en la isla de Creta para esconderlo de Cronos, su padre, quien devoraba a sus hijos. Cuando Zeus, ya adulto, luchó contra los Titanes, se fabricó una armadura con la piel de esta cabra mítica, que se convertiría en la Égida, el escudo de Zeus forjado por Hefesto, dios del fuego. Primero Zeus donó este escudo a Apolo, y luego a su hija Atenea, diosa de la guerra. Al igual se dice que el capricornio se creó a partir de la guerra de los dioses, cuando Pan escapó al río Nilo, y la mitad de su cuerpo sumergido se volvió el de un pez; al terminar la guerra, Zeus lo regresó a su forma normal y dejó en las estrellas un recuerdo de esa criatura…
Gaara, pudo comprender toda la información que el Taiyō le soltaba, mas no lograba conectarlo con el…
― Usted me recuerda a la cabra de esa mitología ―dijo de forma directa el niño―. Al igual que mi hermana me recuerda al bravo carnero que representa a Aries ―expulsó con gracia, para luego soltar un par de risas―. En resumen, nombraré a esta tierna cabra, "Capricornio", en honor a usted, Gaara-niisama.
El pelirrojo, al escuchar eso último, no sabía si sentirse alagado u ofendido.
¿Había entendido mal al sentirse comparado con una cabra?
Su mente inevitablemente le recreo una imagen donde unos grandes y torcidos cuernos salían de su frente, para alinearse hacia atrás. Con pezuñas en vez de manos y pies…
"Eso sería favorable en mis pies, pero no podría usar varias técnicas, si no tengo dedos" pensó un tanto exaltado con solo imaginarlo.
Se limitó a agradecer el gesto de tomarlo en cuenta, para la elección del nombre del caprino.
Llegaron a su despacho, donde centraron su interés, en temas de estado y políticos. Si bien, los clanes poseían una gran libertad, para comerciar con otras aldeas, algunos casos, como este, debían ser primero debatidos con el Kazekage.
La reunión acabó, y con ello, el pequeño Taiyō siguió lanzándole curiosidades sobre la nueva mascota que tenía. Fue así que se enteró, que la cría de cabra tenia cierto apego a él, no por simpatía, sino porque sus manos olían a cactus, el bocadillo favorito de estos rumiantes.
Se acercó al pastor, primero por disculparse al no volver con su cabra.
― Oh, comprendo, ese pequeño cabrito era bastante inquieto, no me asombra que no haya podido localizarlo ―dijo comprensivo el pastor.
― No, si pude hallarlo, pero… ―recordó con frustración, como el animal la había rechazado, para irse con el Kazekage―, parece que este se encariño con la persona que lo encontró y no pude separarlos; así que he venido a pagarle por el animal, por favor, dígame cuanto le debo ―terminó diciendo la Taiyō, mientras sacaba su monedero con forma de cabeza de gato.
Toda la tarde fue agotadora.
Llegó a la mansión de su clan, solo para saludar a su hermano menor, ya que dormía a afueras del dominio de su clan.
Fue entonces, que descubrió con horror, que el pequeño caprino se había convertido en la nueva mascota de Draco, siendo un "regalo" del Kazekage.
― Por cierto, se llama "Capricornio", se lo puse en honor a Gaara-niisama ―agregó el rubio con alegría, mientras acaricia a la bebé cabra, que, por cierto, era macho.
― Ya veo… ―emitió a secas Ann, para a los minutos salir de ahí, con una rabia contenida.
"No solo se parecen en la similitud astrológica, sino que tanto esa cabra, como el Kazekage, son igual de insoportables y difíciles de alejar de tu vida" masculló entre dientes, para luego desaparecer del lugar, ya que no tardarían en llegar sus "segundos esposos", que se le había asignado a ella, según las costumbres que dictaban y regían en la familia principal del clan.
El pelirrojo cenaba en silencio, acompañado de sus hermanos.
Luego de la charla con el líder de los Taiyō, una duda, bastante boba, se había quedado en su cabeza.
― Temari, Kankuro ¿En verdad me parezco a una cabra?
Ambos hermanos mayores lo miraron perplejos ante su pregunta, para luego reír con gracia.
― ¿De dónde sacas esa conclusión, Gaara? ―emitió Temari, aguantándose la risa.
El menor sin duda, se mostró molesto, ante la reacción de sus mayores.
― Cuidado, no molestes a la cabra, tienen fama de patear y dar cabezazos cuando están molestos ―agregó Kankuro a modo de burla.
Las risas de sus mayores siguieron, hasta que la habitación se llenó de arena, la cual los adentró en un pequeño remolino, dejándolos mareados y semi enterrados al suelo, acallándolos por completo.
―Fue una pérdida de tiempo, preguntar ―remató el Kazekage, mientras salía del lugar, con rumbo a su habitación―. Y no soy una cabra, puedo hacer muchas cosas más que solo patear…
FIN.
