La lluvia caía sobre los terrenos del colegio, empapando aún más la tierra.
La superficie del lago se movía debido a la multitud de gotas que chocaban
contra el agua, y de vez en cuando el cielo se iluminaba con blancos
relámpagos que rajaban las negras nubes, secundados por el rugido de un
trueno. El viento movía furioso las copas de los árboles.
Era uno de estos días en los que lo único que apetece es sentarse al lado del fuego, o meterse dentro de la cama oyendo el mal tiempo fuera.
Un chico miraba la ventana de una habitación con cuatro camas, perdido en sus pensamientos. Era un chico delgado, con el pelo castaño claro adornado con unos curiosos mechones blancos, y la piel pálida, que resaltaba contra la túnica negra.
En la habitación hacia frío. Remus suspiró. Se estaba mucho mejor en la sala común, pero le apetecía estar solo un rato. Hoy no estaba de humor para bromas: faltaban un par de días para la luna llena, y como cada vez que se acercaba ese maldito día, estaba inquieto y con poca paciencia. Y eso que Remus casi nunca se enfadaba, ni siquiera cuando Sirius se volvía pesado a más no poder con sus bromas.
Su compañero Sirius. Atractivo, con esos ojos azules y el pelo negro por los hombros, liso, la sonrisa radiante y su característica falta de vergüenza. Seguramente ahora estaba siendo el centro de atención de media sala común, sino de toda. Remus volvió a suspirar. Cuando Sirius había empezado a subir de nivel sus bromas, había dejado la sala. No quería volver a ser el blanco de ellas, lo que podía pasar muy pronto. Si no estaba Snape cerca, Sirius la tomaba con él, insinuando cosas de su relación con el Slytherin y de sus preferencias sexuales. "Idiota", se dijo el chico de ojos dorados con algo de rabia.
Él era, en muchas cosas, todo lo contrario. Tímido, más reflexivo que impulsivo, casi siempre controlado y amable con todo el mundo. Sirius no tenía vergüenza alguna, se dejaba llevar por sus sentimientos y siempre estaba gastando bromas. Todo el mundo que estaba cerca podía ser una víctima potencial de sus comentarios sarcásticos, incluidos sus amigos, y claro está, él, que no acababa de intimar con los otros chicos.
Aquellos días lluviosos y oscuros lo deprimían. Si a eso se le sumaba la inquietud por su cercana transformación, y cierta mezcla de sentimientos que últimamente se arremolinaban en su interior, se podía decir que desde luego aquel no era uno de sus mejores días. Sentía que le faltaba poco para hundirse en la auto-compasión y lamentarse de todas sus desgracias con la cabeza sepultada en su almohada. Más que de todas sus desgracias, de toda su vida, que ahora no le parecía otra cosa.
Estaba maldito, maldito para siempre. El lobo vivía en él y despertaba una vez al mes. Mientras dormía, le obligaba a mentir a todos, que no sabían nada, y a sentir remordimientos casi constantemente, además de miedo a dejar que se acercaran mucho a él.
Sus "amigos" se lo echaban en cara a menudo. No sabía si podía siquiera considerarlos amigos suyos. Quizás solo lo veían como compañero de cuarto. Quizás incluso para ellos solo era el niño tímido que les estropeaba la diversión de vez en cuando. Y es que era tan diferente a ellos...
James, tan parecido a Sirius, casi hermanos, que se conocían de siempre. A menudo reaccionaban igual o decían cosas a dúo. Las dos estrellas de Gryffindor, más o menos.
Peter, a lo mejor el más parecido a él. Pero los otros dos chicos eran sus héroes, y los imitaba siempre que podía. Tan solo era más tímido, pero a cambio era el que tenía más mala idea de los cuatro en cuanto a comentarios hirientes y cosas por el estilo. Aunque Sirius nunca se quedaba corto.
Perdido en sus pensamientos, Remus no oyó que alguien se acercaba hasta que la puerta se abrió ruidosamente, y sus compañeros de cuarto entraron por la puerta. Los tres callaron al verlo mientras él se giraba.
-Vaya, si estabas aquí escondido... qué, ¿es interesante la tormenta?- preguntó burlón Sirius.
-Eh, aquí hace más frío- se quejó James.
-Sí. Que pasa, ¿había demasiada gente para ti abajo, Remsie? ¿Al chico solitario le da vergüenza estar con la gente de su propia casa?-dijo Sirius
-Pues estar con cierto Slytherin no le molesta demasiado...-comentó Peter, como de manera casual -El otro día estaban muy cerca en la biblioteca...
-¡Uuuh, Remsie! ¿Te ha salido pareja y no nos lo habías dicho? Aunque sea una serpiente con el pelo grasiento...-Sirius siguió el juego, viendo como Remus había apretado los dientes y un ligero rubor coloreaba sus mejillas.
-Mirad, si se ha puesto rojo-intervino James.
-Ooooh, que mono -se burló Sirius mientras Peter se retorcía de risa - Si Snape te viera así, seguro que se emocionaba
-Iros a la mierda- masculló Remus, e intentó meterse en su cama, pero Sirius le bloqueó el paso:
-¿No sabes decir nada mejor? Seguro que hasta hablas más con esa serpiente que con nosotros. Somos tus compañeros de cuarto, idiota. Y tú ahí sin decir nada nunca, ni hablar de ti, ni decir lo que piensas. Si esperas hacer amigos así, creo que te falla algo.
Ahí estaba. Otra vez, se lo echaban en cara. Remus apretó aún más los dientes al sentir un nudo en la garganta. ¿Cómo iba a decírselo? Además, si casi parecía que lo odiaban. ¿Qué harían si supieran que era un monstruo asesino con sed de sangre, aunque solo fuera durante una noche?
Remus sabía que estaba exagerando, que podría haber sonreído y dar alguna respuesta a las bromas de los chicos, pero lo habían pillado en mal momento.
-Y ahora se calla. Estará pensando en sus Grandes Secretos Ocultos que no puede contarnos - dijo Peter con algo de desprecio.
-Sí, como que una vez llegó más tarde de la hora a su casa, o comió chocolate cuando no debía, o que fue él que rompió el jarrón de la mesita, no el gato.-dijo Sirius con voz burlona - ¿Qué otros secretos iba a tener el niño bueno de Remsie?
-No me llames así-murmuró furioso Remus, apretando los puños, notando como el nudo de la garganta se hacia más grande y como una sensación ardiente empezaba a aparecer en sus ojos.
¿Qué sabían ellos de sus secretos? ¿Qué sabían aquellos niños de infancia feliz del horror de las transformaciones? ¿Qué sabían del dolor, del ansia de sangre, de las cicatrices de todo su cuerpo? ¿Qué sabían del odio que tenía a la luna llena, de las noches en vela pensando en lo que iba a pasar? ¿Qué sabían de lo que es ver miedo en los ojos de tus propios padres, qué sabían...?
Al llegar allí algo se rompió dentro suya, y todo lo que había estado aguantando salió. Con solo una idea en la mente, golpeó a Sirius que le bloqueaba el paso y apartó a Peter de un empujón, mientras salía corriendo por la puerta.
"No, no, lágrimas no..." era todo lo que pensaba "Que no me vean llorar, no quiero llorar, no quiero llorar más... Solo faltan que me vean llorar para acabar de hacerme la vida imposible..." Estos pensamientos hicieron que las lágrimas, saldas y calientes, salieran aún más. Se restregó la manga de la túnica furioso por la cara y siguió corriendo. Solo quería alejarse, lejos de su cuarto, de los chicos, lejos.
Las lágrimas hacían que viera borroso, y parpadeó con fuerza. No había pensado donde iba a ir, así que se sorprendió un poco al encontrarse rápidamente cerca de la enfermería. Oyó voces y pasos detrás suya, y ¿quizás le estaban llamando?
No se quedó a averiguarlo, si no que corrió hasta una pequeña puerta que sabía que daba al exterior: la usaba para ir hasta la Casa de los Gritos acompañado por Madam Pomfrey las noches de sus transformaciones.
Abrió la puerta de golpe, que rebotó contra la pared impulsada la vez por una ráfaga de viento que hizo ondear su túnica, mientras que la lluvia empezaba a entrar.
Remus ignoró la tormenta y salió al exterior, corriendo lo más rápido que podía. El suelo estaba empapado, y la lluvia se unió a las lágrimas en la tarea de no dejarle ver. Agachó la cabeza y siguió corriendo. El pelo, ya mojado, se le pegaba a la frente y a la cara, y pronto el agua se filtró por sus zapatos y calcetines.
El chico tropezó y rodó por el suelo. Intentó levantarse, resbalando una vez más en el barro y cayendo de bruces. Remus sollozó. Incluso el tiempo parecía divertirse fastidiándolo. Estaba casi completamente cubierto de barro, cara incluida, y toda la ropa que llevaba encima se había empapado. Pero ya no le importaba. Simplemente siguió allí tendido, llorando, sollozando fuertemente mientras arañaba el barro con una mano, cogiendo puñados de tierra.
Entonces notó que alguien había aparecido a su lado. La figura se agachó y vaciló un momento, antes de ponerle una mano en el hombro.
-Remus...-dijo una voz conocida. El chico-lobo miró hacia arriba y se encontró con la cara de Sirius, rodeada por sus mojados cabellos negros, que lo miraba atentamente.
Remus se revolvió alejándose de él y se puso de pie como pudo.
-¿Qué quieres, Sirius? ¿¿Vienes a seguir riéndote?? ¡Vamos, ríete! ¿Ya has conseguido lo que querías, no?- Remus no pudo seguir; su voz se quebró. Nunca le había gustado tenerse lástima, prefería ser optimista, pero había veces que simplemente era inevitable.
-Remus- La voz de Sirius era curiosamente seria. Parecía incluso ¿preocupada? - Lo siento.
Remus se calló de golpe y lo miró fijamente. Miró aquellos ojos azules desprovistos de su habitual destello pícaro y bromista.
-Se que es raro de creer. Pero lo siento, Remus. No quería que esto llegara a tanto. Solo eran bromas. Oh, de verdad que lo siento.
-¿Has venido solo a eso?-Remus habló con voz controlada, fría. No quería ceder aún.
-No, no solo a eso. Quería pedirte una cosa.-Sirius lo miró solemnemente.- En nombre de todos tus compañeros ,de habitación, es decir, yo y los otros dos, queremos pedirte perdón por las veces que nos hemos pasado. Y queremos que seas uno de los nuestros, no solo el cuarto chico de la habitación.
Remus fue a decir algo, pero Sirius lo detuvo y volvió a hablar.
-No te vamos a pedir de nuevo que confías incondicionalmente en nosotros. Si hay algo que quieras guardar, allá tú. Tan solo que seas amigo nuestro.- Aquí sonrió y algo de su característica expresión volvió a asomar en su cara- Y no te sientas presionado, pero nos sentiríamos muy honrados si te dignaras regalar nuestro humilde grupo con tu presencia más a menudo...
Remus, a su pesar, esbozó algo parecido a una sonrisa. La verdad es que él que se sentía halagado era él. Sabía que había exagerado... y que Sirius le pidiese perdón de aquella manera, tan serio... Quizás les importaba y todo, quizás si no hubiera sido tan cerrado desde el principio... Bueno, ahora tenía otra oportunidad, y podía intentar aprovecharla sin comprometerse a nada, sin revelarles nada. Al menos de momento.
-Bueno, ¿qué dices? Aunque claro, no tienes que decidirlo ahora...-se apresuró a añadir Sirius.
Remus sonrió un poco más.
-Supongo que podría intentarlo, ¿no te parece? Eso sí - su expresión volvió a endurecerse - Te agradecería que cortarás con ese tipo de bromitas. Odio quedar en ridículo.
-Hecho. -Sirius sonrió, mientras se llevaba una mano detrás de la cabeza, avergonzado.-Es que a veces no puedo resistirlo... pero no sabía que te molestaba tanto. ¿Ves?, ya sé algo de ti. Bien, entonces, ¿amigos?- el chico de pelo negro volvió a ponerse serio mientras extendía su mano derecha hacia Remus.
El chico de ojos dorados asintió y correspondió a Sirius extendiendo su mano para un apretón firme, sincero... De golpe, Sirius estiró y lo atrajo hacia él... hasta abrazarlo felizmente, mientras Remus no sabía que hacer.
-¡Bienvenido, Remsie! ¡Sabía que no podrías resistirte a mi encanto! Menos mal que vine yo a buscarte, no James o Peter...
Remus al fin logró deshacerse del efusivo abrazo de Sirius. No estaba acostumbrado a aquellas muestras de afecto.
-Es verdad, ¿porqué viniste tú? ¿Dónde están los otros?
-Oh, están dentro del castillo. Y vine porque... bueno, ¡James me obligó!- Al ver la cara de Remus, el otro chico se apresuró a rectificar- Vale, por que sabía que había ido demasiado lejos, y quería pedirte perdón yo... además de que como ya he dicho, soy irresistible...
-Sirius...-Remus lo miró con cara casi de lástima, o mejor de vergüenza ajena
-¿No lo negarás, verdad?-Sirius lo miró con cara seria.
Remus abrió la boca para decir algo, un poco turbado... y estornudó escandalosamente. Entonces Sirius se dio cuenta de que su "nuevo" amigo estaba temblando, y tenía los labios casi azules de frío.
-Oh-oh, creo que deberíamos volver al colegio.
Remus se estremeció y asintió, y ambos empezaron a caminar hacia el castillo, dos figuras negras caminando juntas, totalmente empapadas, luchando contra el ciento. Aún y así, esta vez a Remus no le pareció que el viento se reía de él, si no que se alegraba con él.
-Te he dicho que no me llames Remsie.
-Claro, Remsie.
-¡Sirius!
-¿¿Qué?? ¿He dicho algo malo?
Lo último que se oyó antes de que ambos entraran por la pequeña puerta medio camuflada fue un bufido de exasperación, aunque en parte divertido, de Remus. Algo le decía que aquello se iba a repetir bastantes veces de aquel día en adelante.
**************************************************************************** ***
Wee! Ya llevaba algo de tiempo sin escribir! Bueno, no se si me acaba de gustar. Lo sigo depende de los reviews, ok? Nunca lo hago, pero por una vez...
A ver, en un futuro creo que habrá yaoi Remus/Sirius (sí, quizás ya había algunos indicios, pero nada claro... eso han sido vuestras mentes que solo piensan en lo mismo xD), aunque siempre puedo dejarlo como amigos íntimos...
Los caps que faltan es cuando Remus les hable de su maldición, y creo que cuando estos dos se declaren y acaben juntos *__* Creo que eso es casi inevitable... aww no puedo evitarlo, se ven tan lindos juntos ^^'
Para l@s que no les guste el yaoi, siempre quedaran este capitulo y el próximo (si sigo) que serán "normalitos", vamos, sin slash.
Venga, vuestros reviews deciden!!
Era uno de estos días en los que lo único que apetece es sentarse al lado del fuego, o meterse dentro de la cama oyendo el mal tiempo fuera.
Un chico miraba la ventana de una habitación con cuatro camas, perdido en sus pensamientos. Era un chico delgado, con el pelo castaño claro adornado con unos curiosos mechones blancos, y la piel pálida, que resaltaba contra la túnica negra.
En la habitación hacia frío. Remus suspiró. Se estaba mucho mejor en la sala común, pero le apetecía estar solo un rato. Hoy no estaba de humor para bromas: faltaban un par de días para la luna llena, y como cada vez que se acercaba ese maldito día, estaba inquieto y con poca paciencia. Y eso que Remus casi nunca se enfadaba, ni siquiera cuando Sirius se volvía pesado a más no poder con sus bromas.
Su compañero Sirius. Atractivo, con esos ojos azules y el pelo negro por los hombros, liso, la sonrisa radiante y su característica falta de vergüenza. Seguramente ahora estaba siendo el centro de atención de media sala común, sino de toda. Remus volvió a suspirar. Cuando Sirius había empezado a subir de nivel sus bromas, había dejado la sala. No quería volver a ser el blanco de ellas, lo que podía pasar muy pronto. Si no estaba Snape cerca, Sirius la tomaba con él, insinuando cosas de su relación con el Slytherin y de sus preferencias sexuales. "Idiota", se dijo el chico de ojos dorados con algo de rabia.
Él era, en muchas cosas, todo lo contrario. Tímido, más reflexivo que impulsivo, casi siempre controlado y amable con todo el mundo. Sirius no tenía vergüenza alguna, se dejaba llevar por sus sentimientos y siempre estaba gastando bromas. Todo el mundo que estaba cerca podía ser una víctima potencial de sus comentarios sarcásticos, incluidos sus amigos, y claro está, él, que no acababa de intimar con los otros chicos.
Aquellos días lluviosos y oscuros lo deprimían. Si a eso se le sumaba la inquietud por su cercana transformación, y cierta mezcla de sentimientos que últimamente se arremolinaban en su interior, se podía decir que desde luego aquel no era uno de sus mejores días. Sentía que le faltaba poco para hundirse en la auto-compasión y lamentarse de todas sus desgracias con la cabeza sepultada en su almohada. Más que de todas sus desgracias, de toda su vida, que ahora no le parecía otra cosa.
Estaba maldito, maldito para siempre. El lobo vivía en él y despertaba una vez al mes. Mientras dormía, le obligaba a mentir a todos, que no sabían nada, y a sentir remordimientos casi constantemente, además de miedo a dejar que se acercaran mucho a él.
Sus "amigos" se lo echaban en cara a menudo. No sabía si podía siquiera considerarlos amigos suyos. Quizás solo lo veían como compañero de cuarto. Quizás incluso para ellos solo era el niño tímido que les estropeaba la diversión de vez en cuando. Y es que era tan diferente a ellos...
James, tan parecido a Sirius, casi hermanos, que se conocían de siempre. A menudo reaccionaban igual o decían cosas a dúo. Las dos estrellas de Gryffindor, más o menos.
Peter, a lo mejor el más parecido a él. Pero los otros dos chicos eran sus héroes, y los imitaba siempre que podía. Tan solo era más tímido, pero a cambio era el que tenía más mala idea de los cuatro en cuanto a comentarios hirientes y cosas por el estilo. Aunque Sirius nunca se quedaba corto.
Perdido en sus pensamientos, Remus no oyó que alguien se acercaba hasta que la puerta se abrió ruidosamente, y sus compañeros de cuarto entraron por la puerta. Los tres callaron al verlo mientras él se giraba.
-Vaya, si estabas aquí escondido... qué, ¿es interesante la tormenta?- preguntó burlón Sirius.
-Eh, aquí hace más frío- se quejó James.
-Sí. Que pasa, ¿había demasiada gente para ti abajo, Remsie? ¿Al chico solitario le da vergüenza estar con la gente de su propia casa?-dijo Sirius
-Pues estar con cierto Slytherin no le molesta demasiado...-comentó Peter, como de manera casual -El otro día estaban muy cerca en la biblioteca...
-¡Uuuh, Remsie! ¿Te ha salido pareja y no nos lo habías dicho? Aunque sea una serpiente con el pelo grasiento...-Sirius siguió el juego, viendo como Remus había apretado los dientes y un ligero rubor coloreaba sus mejillas.
-Mirad, si se ha puesto rojo-intervino James.
-Ooooh, que mono -se burló Sirius mientras Peter se retorcía de risa - Si Snape te viera así, seguro que se emocionaba
-Iros a la mierda- masculló Remus, e intentó meterse en su cama, pero Sirius le bloqueó el paso:
-¿No sabes decir nada mejor? Seguro que hasta hablas más con esa serpiente que con nosotros. Somos tus compañeros de cuarto, idiota. Y tú ahí sin decir nada nunca, ni hablar de ti, ni decir lo que piensas. Si esperas hacer amigos así, creo que te falla algo.
Ahí estaba. Otra vez, se lo echaban en cara. Remus apretó aún más los dientes al sentir un nudo en la garganta. ¿Cómo iba a decírselo? Además, si casi parecía que lo odiaban. ¿Qué harían si supieran que era un monstruo asesino con sed de sangre, aunque solo fuera durante una noche?
Remus sabía que estaba exagerando, que podría haber sonreído y dar alguna respuesta a las bromas de los chicos, pero lo habían pillado en mal momento.
-Y ahora se calla. Estará pensando en sus Grandes Secretos Ocultos que no puede contarnos - dijo Peter con algo de desprecio.
-Sí, como que una vez llegó más tarde de la hora a su casa, o comió chocolate cuando no debía, o que fue él que rompió el jarrón de la mesita, no el gato.-dijo Sirius con voz burlona - ¿Qué otros secretos iba a tener el niño bueno de Remsie?
-No me llames así-murmuró furioso Remus, apretando los puños, notando como el nudo de la garganta se hacia más grande y como una sensación ardiente empezaba a aparecer en sus ojos.
¿Qué sabían ellos de sus secretos? ¿Qué sabían aquellos niños de infancia feliz del horror de las transformaciones? ¿Qué sabían del dolor, del ansia de sangre, de las cicatrices de todo su cuerpo? ¿Qué sabían del odio que tenía a la luna llena, de las noches en vela pensando en lo que iba a pasar? ¿Qué sabían de lo que es ver miedo en los ojos de tus propios padres, qué sabían...?
Al llegar allí algo se rompió dentro suya, y todo lo que había estado aguantando salió. Con solo una idea en la mente, golpeó a Sirius que le bloqueaba el paso y apartó a Peter de un empujón, mientras salía corriendo por la puerta.
"No, no, lágrimas no..." era todo lo que pensaba "Que no me vean llorar, no quiero llorar, no quiero llorar más... Solo faltan que me vean llorar para acabar de hacerme la vida imposible..." Estos pensamientos hicieron que las lágrimas, saldas y calientes, salieran aún más. Se restregó la manga de la túnica furioso por la cara y siguió corriendo. Solo quería alejarse, lejos de su cuarto, de los chicos, lejos.
Las lágrimas hacían que viera borroso, y parpadeó con fuerza. No había pensado donde iba a ir, así que se sorprendió un poco al encontrarse rápidamente cerca de la enfermería. Oyó voces y pasos detrás suya, y ¿quizás le estaban llamando?
No se quedó a averiguarlo, si no que corrió hasta una pequeña puerta que sabía que daba al exterior: la usaba para ir hasta la Casa de los Gritos acompañado por Madam Pomfrey las noches de sus transformaciones.
Abrió la puerta de golpe, que rebotó contra la pared impulsada la vez por una ráfaga de viento que hizo ondear su túnica, mientras que la lluvia empezaba a entrar.
Remus ignoró la tormenta y salió al exterior, corriendo lo más rápido que podía. El suelo estaba empapado, y la lluvia se unió a las lágrimas en la tarea de no dejarle ver. Agachó la cabeza y siguió corriendo. El pelo, ya mojado, se le pegaba a la frente y a la cara, y pronto el agua se filtró por sus zapatos y calcetines.
El chico tropezó y rodó por el suelo. Intentó levantarse, resbalando una vez más en el barro y cayendo de bruces. Remus sollozó. Incluso el tiempo parecía divertirse fastidiándolo. Estaba casi completamente cubierto de barro, cara incluida, y toda la ropa que llevaba encima se había empapado. Pero ya no le importaba. Simplemente siguió allí tendido, llorando, sollozando fuertemente mientras arañaba el barro con una mano, cogiendo puñados de tierra.
Entonces notó que alguien había aparecido a su lado. La figura se agachó y vaciló un momento, antes de ponerle una mano en el hombro.
-Remus...-dijo una voz conocida. El chico-lobo miró hacia arriba y se encontró con la cara de Sirius, rodeada por sus mojados cabellos negros, que lo miraba atentamente.
Remus se revolvió alejándose de él y se puso de pie como pudo.
-¿Qué quieres, Sirius? ¿¿Vienes a seguir riéndote?? ¡Vamos, ríete! ¿Ya has conseguido lo que querías, no?- Remus no pudo seguir; su voz se quebró. Nunca le había gustado tenerse lástima, prefería ser optimista, pero había veces que simplemente era inevitable.
-Remus- La voz de Sirius era curiosamente seria. Parecía incluso ¿preocupada? - Lo siento.
Remus se calló de golpe y lo miró fijamente. Miró aquellos ojos azules desprovistos de su habitual destello pícaro y bromista.
-Se que es raro de creer. Pero lo siento, Remus. No quería que esto llegara a tanto. Solo eran bromas. Oh, de verdad que lo siento.
-¿Has venido solo a eso?-Remus habló con voz controlada, fría. No quería ceder aún.
-No, no solo a eso. Quería pedirte una cosa.-Sirius lo miró solemnemente.- En nombre de todos tus compañeros ,de habitación, es decir, yo y los otros dos, queremos pedirte perdón por las veces que nos hemos pasado. Y queremos que seas uno de los nuestros, no solo el cuarto chico de la habitación.
Remus fue a decir algo, pero Sirius lo detuvo y volvió a hablar.
-No te vamos a pedir de nuevo que confías incondicionalmente en nosotros. Si hay algo que quieras guardar, allá tú. Tan solo que seas amigo nuestro.- Aquí sonrió y algo de su característica expresión volvió a asomar en su cara- Y no te sientas presionado, pero nos sentiríamos muy honrados si te dignaras regalar nuestro humilde grupo con tu presencia más a menudo...
Remus, a su pesar, esbozó algo parecido a una sonrisa. La verdad es que él que se sentía halagado era él. Sabía que había exagerado... y que Sirius le pidiese perdón de aquella manera, tan serio... Quizás les importaba y todo, quizás si no hubiera sido tan cerrado desde el principio... Bueno, ahora tenía otra oportunidad, y podía intentar aprovecharla sin comprometerse a nada, sin revelarles nada. Al menos de momento.
-Bueno, ¿qué dices? Aunque claro, no tienes que decidirlo ahora...-se apresuró a añadir Sirius.
Remus sonrió un poco más.
-Supongo que podría intentarlo, ¿no te parece? Eso sí - su expresión volvió a endurecerse - Te agradecería que cortarás con ese tipo de bromitas. Odio quedar en ridículo.
-Hecho. -Sirius sonrió, mientras se llevaba una mano detrás de la cabeza, avergonzado.-Es que a veces no puedo resistirlo... pero no sabía que te molestaba tanto. ¿Ves?, ya sé algo de ti. Bien, entonces, ¿amigos?- el chico de pelo negro volvió a ponerse serio mientras extendía su mano derecha hacia Remus.
El chico de ojos dorados asintió y correspondió a Sirius extendiendo su mano para un apretón firme, sincero... De golpe, Sirius estiró y lo atrajo hacia él... hasta abrazarlo felizmente, mientras Remus no sabía que hacer.
-¡Bienvenido, Remsie! ¡Sabía que no podrías resistirte a mi encanto! Menos mal que vine yo a buscarte, no James o Peter...
Remus al fin logró deshacerse del efusivo abrazo de Sirius. No estaba acostumbrado a aquellas muestras de afecto.
-Es verdad, ¿porqué viniste tú? ¿Dónde están los otros?
-Oh, están dentro del castillo. Y vine porque... bueno, ¡James me obligó!- Al ver la cara de Remus, el otro chico se apresuró a rectificar- Vale, por que sabía que había ido demasiado lejos, y quería pedirte perdón yo... además de que como ya he dicho, soy irresistible...
-Sirius...-Remus lo miró con cara casi de lástima, o mejor de vergüenza ajena
-¿No lo negarás, verdad?-Sirius lo miró con cara seria.
Remus abrió la boca para decir algo, un poco turbado... y estornudó escandalosamente. Entonces Sirius se dio cuenta de que su "nuevo" amigo estaba temblando, y tenía los labios casi azules de frío.
-Oh-oh, creo que deberíamos volver al colegio.
Remus se estremeció y asintió, y ambos empezaron a caminar hacia el castillo, dos figuras negras caminando juntas, totalmente empapadas, luchando contra el ciento. Aún y así, esta vez a Remus no le pareció que el viento se reía de él, si no que se alegraba con él.
-Te he dicho que no me llames Remsie.
-Claro, Remsie.
-¡Sirius!
-¿¿Qué?? ¿He dicho algo malo?
Lo último que se oyó antes de que ambos entraran por la pequeña puerta medio camuflada fue un bufido de exasperación, aunque en parte divertido, de Remus. Algo le decía que aquello se iba a repetir bastantes veces de aquel día en adelante.
**************************************************************************** ***
Wee! Ya llevaba algo de tiempo sin escribir! Bueno, no se si me acaba de gustar. Lo sigo depende de los reviews, ok? Nunca lo hago, pero por una vez...
A ver, en un futuro creo que habrá yaoi Remus/Sirius (sí, quizás ya había algunos indicios, pero nada claro... eso han sido vuestras mentes que solo piensan en lo mismo xD), aunque siempre puedo dejarlo como amigos íntimos...
Los caps que faltan es cuando Remus les hable de su maldición, y creo que cuando estos dos se declaren y acaben juntos *__* Creo que eso es casi inevitable... aww no puedo evitarlo, se ven tan lindos juntos ^^'
Para l@s que no les guste el yaoi, siempre quedaran este capitulo y el próximo (si sigo) que serán "normalitos", vamos, sin slash.
Venga, vuestros reviews deciden!!
