Imposibles. O mi futuro proyecto fallido de recoger en todos los drabbles y/o viñetas que hagan falta las más estrafalarias, improbables o simplemente imposibles parejas (tríos o cuartetos) del maravilloso y excitante mundo de Canción de Hielo y Fuego, que como todos sabemos pertenece al caracól de George R.R. Martin.
Se aceptan sugerencias de pairings, abucheos, macetazos o debates ardientes.
Tengo que agradecer la inspiración para esta historia al fantástico foro "Alas Negras, Palabras Negras" y a su reto de pairings arriesgados.
Y añadir que si os gustan este tipo de historias no dudéis en visitar el fic Rapsodia, de la increíble High Flying Bird.
Sin más dilación comenzamos con un Arthur/Rhaegar/Lyanna:
En la Torre de la Alegría
"Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás".
(Albert Einstein)
¿Había perdido el juicio? Se preguntaba a si mismo, mientras se metía en la cama de su adorado príncipe y de Lyanna Stark.
Aunque se podría decir que cumplía un mandato de ambos, a La Espada del Amanecer nada en este mundo podría excitarle más.
Su príncipe Dragón, su heredero, su arpista melancólico... Su amor más prohibido y deseado. ¿Cuántas veces había pensado Arthur en los cabellos plateados, tan similares a los suyos, cuando se masturbaba en la intimidad de sus habitaciones de la Fortaleza? ¿Cuántas veces había deseado que sus labios le besaran, como en este momento hacen, siempre que se quedaban en silencio, observándose, violeta contra violeta?
En Harrenhal, fue Arthur quien vio primero a Lyanna. El príncipe ni siquiera reparó en las lágrimas que esos orbes grises derramaron con las notas de su triste canción, el príncipe ni siquiera reparó en ella hasta que vertió el contenido de su copa sobre aquel lobo que se reía de ella. Por eso se sintió celoso cuando, vigilando la seguridad del príncipe (espiando cual vulgar pajarito de la Araña) pudo ver como Lyanna se desnudaba en el río para el Dragón y no para él. Pero más celoso se hubo de poner cuando esas rosas azules coronaron a la joven dama.
No tardó en darse cuenta de que su frustración no residía en las atenciones de Rhaegar para alguien que no fuera él, si no en no haber sido él quien le entregase tal prenda, y conseguir así que la atrevida norteña le mirase del mismo modo que al Targaryen.
Insisto, ¿había perdido el juicio? Enamorado de dos amantes. En la vida algo se sintió tan profundamente incorrecto y necesario a la vez.
Aunque también es cierto que cuando le hicieron llamar, ambos con esos cuerpos pecaminosos desnudos entre las sábanas, con los labios húmedos de pasión y la piel ardiente por el contacto, con palabras y peticiones tórridas para su persona... Poco le importó lo terriblemente incorrecto y deshonroso de la situación.
Poco le importó estar más loco que Aerys.
Sentiros libres de reflexionar sobre la locura mientras me dejáis un gratificante review.
