+FRAGMENTOS+
+STAGE 01: QUIERO+
Esa mañana, increíblemente me sentí rara, la noche pasada me había tomado por sorpresa.
Había sucedido tan de repente, vino con el cuento de que lo había echado, había quedado patitas en la calle.
Y tú lo recogiste, con un apretón de manos y una sonrisa de oreja a oreja, yo alcanzé a bajar la cabeza.
Demasiado tenía con un sucio y ahora tenía que tolerar a otro, encima un hablador, su lengua estaba más acostumbrada que la mía.
Encima me peleaba con el tipo, nos peleamos varias veces y yo lloré, hasta me arrepentí de haber sido así con él.
Pero que ya lo trayeses a vivir bajo el mismo techo, ciertamente me tenía ida, el nerviosismo y la incomidad se notaban en mi rostro.
VIVIR CON DOS HOMBRES, ERA UNA TORTURA.
Bueno, lo fue en un principio, a la fuerza fui acostumbrandome a sus hábitos. Asi me gustasen o no, me adapté a cada uno, a su comportamiento de cerdo y a su apetito.
Pero en un momento empezó a meterse en mis cosas, a entrar en mi habitación sin tocar, a aconsejarme que ropa llevar.
Me metía el cuento de que a él le gustaba más así, que éste me quedaba mejor, que el otro iba más conmigo.
Y estupidamente yo me sonrojé todas esas veces, hasta le hice caso y salí, como él quería. Para que me levantase el pulgar, con la sonrisa pintada en su rostro y yo respondiese, timidamente.
¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba coqueteando con el tipo a tus espaldas?
Pero tenías que creerme, esto, lo nuestro...
NO IBA MÁS ALLÁ DEL COQUETEO.
Pero dependía de lo que yo llamase "COQUETEO", si yo llamaba "COQUETEO" a meterme en la ducha con él, si yo llamaba "COQUETEO" a dormir juntos por la tarde.
Con esos musculosos brazos envolviendome, casi atrevidamente, con una fuerza inhumana.
Y que me sujetase así de fuerte, tenía que decir que me gustaba y mucho, él me producía calor.
Si te tenía que aclarar, no era el "calor" por tener frío, mi cuerpo ardía de "calor" y especialmente abajo.
Como tú también tenías esos pensamientos nosivos, no creí que te molestase, que él me moviese hasta la estantería.
Y en vez de preguntarte, decidí y me mandé sola, mi pava ya estaba hirviendo y no por ti.
No te parecía cómico, ¿verdad? Pues, tenía que decirte que a mí tampoco.
No me dio gracia entrar al baño esa noche, esa noche que tú saliste por ahí, esa noche que él se estaba bañando.
Y sin embargo entré, distinguí su figura tras la cortina y cerré la puerta, sigilosamente para que sólo se escuchase la canción que tarareaba.
La operación había sido un éxito y yo te gané, cuando fui desvistiendome sola, faltandome tus manos y las suyas.
Tenía que admitirlo, la situación me tenía loca, me moría por probar su piel morena.
ME MORÍA DE GANAS DE QUE ME TOCASE.
Mi mente macabra hasta me devoró la conciencia, sólo era perversa cuando lo veía, él me hacía ser alguien que no era.
Y a mí indescriptiblemente me encantaba, me encantaba su cuerpo tallado a mi gusto y su piel tersa, que yo me moría por tocar.
Sigilosamente, me infiltré en su lugar, sólo por un momento me deleité con esos dones que portaba.
Para después pasar la mano inconsientemente por su espalda, casi con deseo y lujuria, el roce me hizo fruncir los labios.
Y él así me descubrió, volteó refregandose los ojos y sin tragarse la idea, de que yo estaba desnuda esperandolo.
-Ah, eres tú, Maka-razonó, sin mucha cosa-¿Qué pasa?-se rascó, la cabeza-¿Ganas de bañarte?-
-No...-respondí, en el mismo tono-Ganas de hacerlo contigo...-
Él tenía la cabeza más vacía que tú, así que supuse que no me entendió, al principio.
Se quedó estático cuando inesperadamente, me prendí a sus labios e intenté no soltarlo, por un ratito.
Lo que sentí al aferrarme a su boca, fue una sensación espléndida de goce y placer, fue como probar el paraíso casi agonizando.
Él sabía exactamente lo que quería y lo que yo pretendía, colandome en sus cosas y demás, él podía ver a través de mí.
Y yo también, me tentó a pasar atrevidamente las manos por ese dichoso tatuaje, esa maldita y condenada pero seductora estrella.
Hubiese seguido complaciendome sola, si no me hubiera sujetado de las muñecas y acorralado contra ese muro, acosandome casi despiadadamente.
Indescriptiblemente, me concentré únicamente en su gesto e ignoré lo bien que estaba moldeado, casi tentandome a que le diera un mordizco.
ÉL ME PONÍA, LOS PELOS DE PUNTA.
-Oye, ¿a qué viene esto?-preguntó, serio
-¿No te gustan los regalos, que no son de cumpleaños?-usé, lo que no tenía, de sarcasmo
-Heh...-levantó las cejas, casi con aires de confianza
-Black Star...-dije, casi en un susurro-Podemos divertirnos un poco...-le ofrecí, indecentemente-Tú sólo sigueme...-
-No-resolvió, arrogante-Mejor, asegurate de seguir MI ritmo-
¿Seguirle el ritmo? ¿Qué tan dificil podía ser?
Eso pensé al principio, ciertamente no esperaba ni estaba preparada, para lo que vino después.
Supuse que no entraríamos en detalles, que esto sería tan rápido como habían sido mis fantasías, cuando me lo imaginé a él como una bestia hambrienta.
Por la carne sabrosa de mi glorioso cuerpo joven, sediento por mis escasos atributos y mis decepcionantes dones, buscando compartir esa comida con este espécimen recién hecho.
Creí que él se apoderaría de mi inocencia violentamente, que siquiera tendría tiempo de probar, lo que tanto me gustaba de él.
SU PIEL.
E indescriptiblemente, tuve ese ratito de tiempo cuando él tomo mis manos casi delicadamente, guiandolas hacia su torso desnudo.
Tanto pronto como alcanzé su preciado y hermoso lugar, me soltó lentamente y se quedó quieto, dandome a mí el control de la situación.
Pausadamente, marqué su pecho con la punta de cada uno de mis dedos y me quedé hipnotizada examinando cada centímetro de su textura, sedosa y tersa.
Dejandolo a él tieso y callado frente a mi necesidad, para que siguiera paciente cada uno de mis movimientos, esos que intentaban sólo darle una pizca de mi cariño.
Más bien de mis ganas, cuando levanté casi penosamente la vista y lo descubrí, con esos ojos tan seductores clavados en mis impacientes dedos.
Fue una sensación de deseo la que obtuve de él, fue una sensación de lujuria la que irradiaba de esa mirada, fue deseo carnal lo que él atrevidamente me transmitió.
Y yo no pude resistirme, preferí no evitar sus indirectas y me detuve, como si el entusiasmo y las ganas se me hubiesen ido por el drenaje.
Pero nada había cambiado, mi hambre por comer de a poquito a ese hombre virtuoso, ahora rugía a mis pies y cada vez más fuerte.
Y ESTA VEZ, TÚ NO IBAS A ESCUCHARME.
Tomé sus manos con la misma delicadeza que él había tomado las mías, me especializé en sus perfectos dedos y los deposité sobre mis labios, para moverlos repetidamente y para que él me sintiera.
Para que él despertara su instinto animal y acorralara a su dispuesta presa, para que mordiera y tirara de mi piel cuanto se le antojase, para que se alimentase de mí de la manera que quisiese.
Indescriptiblemente mi plan tuvo un poco de éxito, cuando volvió a acosarme contra ese muro, acariciando mis brazos casi desesperado.
Se quedó pegado a mí y pasó descaradamente las manos por mi cuerpo, sin detenerse en mis puntos débiles, fue sólo un recorrido bastante estimulante. Tocó mis piernas casi cariñosamente y siguió avanzando de la misma manera, contorneó mis caderas y pasó por mi vientre intrepidamente, para llegar en el dichoso ascenso a mi cuello y mis hombros.
Temblé apenas me tomó del rostro, temblé cuando respiró casi dentro de mi boca y cerró los ojos a la par mía, temblé cuando no hubo una gota de silencio y ambos pecamos a tus espaldas.
-¿Quieres?-me propuso, entre suspiros
-Sí...-acepté, sin controlarme-Quiero...-
