Disclaimer: Ron, Hermione y los demás personajes de la saga Harry Potter no me pertenecen, son todos propiedad de J.K Rowling.
Se los dije, mi inspiración está loca y se me ocurren idean a cada momento, obviamente terminaré todas las historias que estoy escribiendo.
Este es un fic relativamente corto y 100% Ronmione. Espero les guste.
La historia se desarrolla casi siete años después de la batalla final.
- I -
Hermione corría hacia su carro con una cartera sobre la cabeza seguida por sus padres, habían dejado el restaurante minutos antes como forma de despedir a la castaña hasta una nueva instancia. Era el último día que estaría en el Mundo Muggle, era el tiempo de calidad que les había prometido a sus padres después de unos meses de ausencia. No podían culparla, su empleo en el Ministerio tomaba todo su tiempo y en parte lo agradecía, así no tenía tiempo de pensar en... otras cosas.
La castaña se sacudió el cabello dentro del auto, como odiaba la lluvia, y más en verano; la deprimía, aunque no sabía realmente desde cuándo.
Cuando llegaron a la casa de sus padres tomó su pequeño bolso y se despidió de ellos.
- Querida, espero que la próxima vez no tardes tanto en venir a visitarnos – le reprendió su padre – Te extrañábamos.
- Sí, Papá, prometo venir más seguido.
- Y que vengas con alguien no estaría mal.
- ¡Mamá! - le reprendió Hermione. Ahora recordaba porque no visitaba a sus padres tan a menudo. Su madre siempre le recalcaba que seguía soltera.
- Lo siento, lo siento. Solo bromeaba, te queremos hija, cuídate mucho.
- También los quiero mucho – respondió la joven y luego de abrazarlos desapareció con la esperanza de ver algo de sol en el Mundo Mágico.
Pero ahí también llovía.
- Odio la lluvia – se quejó la joven con molestia y continúo corriendo hacia una tienda de comida. Se maldijo internamente por ir vestida con un delgado vestido corto bajo su abrigo.
Hermione iba con tal rapidez que no se dio cuenta que una persona venía en dirección opuesta hasta que chocó contra ella.
- Oh, lo siento.
- No se preocupe – respondió el hombre.
- ¿Neville? - Hermione reconoció la voz del aludido.
- ¡Hermione! ¿Cómo estás?
- Bien, bien ¿Y tú?
- Bien, voy donde Ginny. ¿No vas?
- N-no... ¿A qué? - Hermione había pasado unos días desconectada de todo el Mundo Mágico y eso incluía no hablar con nadie.
Neville no respondió, al parecer se dio cuenta que había metido la mata.
- ¿Qué hay Neville? - preguntó la castaña con curiosidad.
- Ron – dijo con rapidez, y al ver el rostro de incomodidad de Hermione se aventuró a seguir hablando, si había metido la pata, que sea hasta el fondo - Ron está de visita.
- Ah. Bueno, la verdad no creo. Acabo de llegar de casa de mis padres y estoy agotada.
- Claro. ¿Vas a comprar algo? Dije que llevaría un vino y como vez aún no compro nada.
Hermione asintió y ambos entraron a la tienda de víveres.
La castaña se mordió el labio incómoda, la última vez que había visto a Ron fue en el matrimonio de Harry y Ginny, y de eso habían pasado cuatro años.
Después de eso la joven se las había ingeniado de forma sorprendente para no toparse con él en reuniones escolares, de amigos o hace meses atrás cuando había nacido el pequeño James. Bueno, también ayudaba el hecho de que Ron pasara en viajes por los campeonatos de quidditch.
Y ahora estaba en la ciudad, ambos estaban respirando el mismo aire.
- Hermione por favor no sea melodramática – se reprendió la joven en voz alta.
- ¿Dijiste algo? -preguntó Neville confundido.
- Eh, no, no, nada – la castaña sonrió incómoda– ¿Preparado para ser el nuevo maestro de Hogwarts?
- Eso espero, me siento ansioso más que nada, no sabes cómo anhelo que llegue pronto el inicio de clases.
- Lo harás muy bien Neville.
- Gracias Hermione – el joven respondió una sincera sonrisa.
- Harry te dije que debíamos comprar más pollo, Ron come como si no hubiese mañana – la voz de Ginny dejó a Hermione en una pieza, y un frío comenzó a subir por sus piernas.
Si Ginny y Harry estaban ahí lo más probable es que Ron también lo estuviera.
- Hermione – dijo Harry al verla frente a él.
- Harry, Ginny ¿Cómo va todo? – Preguntó la joven con un abrazo fortuito - ¿Y el pequeño James?
- Está en la casa – respondió Harry.
- Con Ron – se apresuró a agregar Ginny. Hermione sabía que su rostro la había delatado, el alivio no tardó en llegar... al menos podía atrasar el encuentro una vez más.
- ¿Cuándo volviste? Pensé que estarías más tiempo con tus padres.
- Hace menos de media hora – respondió la joven con una sonrisa de medio lado.
- Ron vino por el fin de semana, haremos una cena en casa... ¿Quieres ir?
- Ah, eh... - Hermione comenzó a negar incómoda – la verdad estoy algo cansada, mis padres estaban como niños pequeños y no pude descansar ni un solo día.
- Oh, bueno. Pero mañana no podrás escaparte ¿Verdad Harry? Haremos una fiesta, están todos invitados – Ginny intentaba hacer la situación más amena sin mucho éxito.
- Haré lo posible – no, no iré - Bueno, creo que se hace tarde, debo irme - Hermione esbozo un enorme bostezo que nadie se creyó.
- Hermione, por favor. Necesitamos darles una noticia importante – dijo la pelirroja mirando a Harry de reojo.
- Ginny ¿No me digas que estás embarazada?
- Dios, no. ¿Qué crees que soy? Es otra cosa, y necesito que estés ahí. Ambos lo necesitamos – Agregó mirando a su marido, quien buscaba el vino correcto para la cena junto a Neville.
- Ginny...
- Hermione, por favor... de verdad es importante.
- Bien – se rindió la castaña – Estaré ahí.
- ¡Bien! Te prometo que será ameno.
- Lo dudo, pero gracias por tus intenciones. Ya, debo irme – y antes de que Neville le recordara que no había comprado nada, desapareció.
La castaña tomó un vaso y bebió algo de Wisky de Fuego. Luego de sentirse mal por unos minutos, se sintió tonta.
Seguramente él debe estar ligando todos los días. Ni siquiera debe recordarme.
Seguramente ahora está comiendo como si no hubiese mañana, alardeando sobre quidditch y de la perfecta vida que lleva.
Y yo estoy aquí, desparramada en mi sofá preferido, con el maquillaje corrido, un vaso con restos de alcohol y el corazón destrozado. Y el corazón –aún– destrozado.
- Ya basta, han pasado casi siete años... tienes que superarlo – se dijo la joven sin mucho convencimiento.
¿Cuánto tiempo más necesitaría para superarlo? ¿Seguiría escapando de él cada vez que visitara a sus amigos? ¿Qué estúpida excusa que nadie creería inventaría mañana?
- Ya basta, han pasado siete años... ya es un tema superado – dijo está vez con más convencimiento.
La joven se levantó con una rapidez increíble, se duchó y se durmió.
El día siguiente sería un día difícil, pero ya se lo había prometido a su mejor amiga.
El reencuentro con su ex-novio-amigo era inminente.
Siete años tenían que ser suficiente... siete años debían serlo.
Mañana era el día, que podría ser melodramática sin sentir culpa por eso.
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Bueno, esto es como el contexto de la historia.
Tengo presupuestado no más de tres capítulos.
Espero que les guste :)
