Diclaimer: Harry Potter y Hetalia no son de mi propiedad.
Advertencias: Slash. Uso de las nyo y las 2P.
Pareja: Principalmente, FrUK (el orden da igual). Tal vez llegue a escribir James/Scorpius. No me decido entre ellos o el AS/S.
Notas: Quería iniciar un fic feliz… así que aquí tienen XD
Capítulo Uno
Hogwarts
Arthur era un mago, como sus padres y sus hermanos. En realidad, como toda su familia desde que tenían memoria. Junto a veintisiete familias más, formaban parte de los llamados "sagrado veintiocho" que conformaban la élite mágica para quien estuviera interesado en familias ricas y cuya descendencia había sabido ocultar muy bien sus lazos con personas muggles.
Desde que era un niño, creció escuchando lo terrible que eran los muggles. Pero, aún más, lo monstruoso que podían ser los magos cuando abusaban de su poder. La prueba de ello era un tal señor tenebroso llamado Voldemort, cuyo nombre real nunca había oído nombrar. Ese hombre, malo pero de los de verdad, quiso dominar todo Reino Unido, tanto el mágico como el no-mágico, con ayuda de sus terribles huestes conformadas por hombres lobos, gigantes, dementores y, lo peor de todo, magos mismos que creían en su discurso de odio. Su familia fue parte de estos magos, al menos su abuelo, quien había creído una idea radical hasta la muerte en plena batalla de Hogwarts. Su padre luchó en la parte de la Orden del Fénix.
Aunque no había hecho nada muy heroico que fuera deformado hasta adquirir autentica grandeza para el público de la época, era un héroe para Arthur y el resto de sus hermanos. Desde pequeño le había enseñado que un poder conlleva una gran responsabilidad, que la magia no podía fluir libremente sin ninguna consideración, había que dominarla y usarla con prudencia.
Arthur tenía seis hermanos mayores. James, de Gryffindor, ya se había graduado y trabajaba en el extranjero, tenía veinte años, pelirrojo, alto y fuerte. Era el más corpulento de la familia. Estaban los gemelos, Liam y Lorcan, que se habían graduado el año anterior y buscaba cada quien una especialización. David tenía dieciséis años, era mucho más bajo que los gemelos y pertenecía a Ravenclaw. Alice, rubia y de ojos verdes, era quien más se parecía a Arthur, tenía catorce años y estaba en Slytherin. Wendy, de carácter más dulce que su hermana, estaba en Gryffindor.
Los Kirkland estaban regados en todas las casas de Hogwarts, les parecía una tontería la rivalidad entre las casas porque coincidían en que no era determinante para el futuro. Y, además, lo que valía de una persona eran sus actos. Sus padres les habían enseñado que cada persona tenía una cualidad y que debía ser respetada, nadie era mejor ni peor que otra persona únicamente por lo que decía un sombrero parlanchín.
Ese año Arthur iba a asistir a su primer año en Hogwarts. ¡Y estaba muy nervioso! Porque cada uno de sus hermanos le decía aspectos diferentes sobre el castillo, las clases, los estudiantes y los profesores. Lorcan le había dicho que a veces los fantasmas posesionaban tu cuerpo por la noche, ocasionando que despertaras a la mañana siguiente en los campos de Quidditch sin ropa y sin idea de lo que había pasado; David le señaló que debía tener cuidado con un Poltergeist porque le gustaba lanzar objetos sólidos y pesados a los alumnos, para ver si les conseguía una contusión cerebral. Alice le indicó que a veces los pasillos cambiaban de sitio y, si no tenía cuidado, podría perderse para siempre. Wendy se limitó a decirle que estaría seguro con tal no lo mandaran de castigo al Bosque Prohibido.
Arthur estaba preparado para ser el mejor mago del mundo, a portarse siempre bien y a dormir con un hechizo de protección para repeler fantasmas. También tenía otras aspiraciones, por supuesto, pero estas tres eran las más apremiantes. Una de ellas era conseguir convertirse en jugador de Quidditch en algún equipo. James había sido cazador de Gryffindor y Alice era buscadora del equipo de Slytherin. A Arthur se le daba bastante bien la escoba.
Cuando se despidió de sus padres en el andén 9 ¾ de King Cross, siguió a sus hermanos al interior del tren. David los dejó casi enseguida, pero Alice y Wendy se quedaron con él indicándole lo que iba a pasar una vez llegara a Hogwarts. Era una explicación repetida hasta la saciedad, pero que no se cansaba de volver a escuchar. Arthur siempre la oía como si fuera la primera vez.
Luego, Alice se consiguió a unas amigas y se les unió, Wendy hizo lo mismo después, cuando Arthur le dejó claro que podía estarse solo sin problemas. Caminó hasta encontrar un vagón vacío, se metió en él y se acomodó en uno de los asientos. Evitó mirar por la ventanilla, sabía que vería el montón de padres despidiéndose de sus hijos. Él ya no quería pensar en los suyos, porque iba a pasar una temporada muy larga sin verlos y él no quería comenzar a extrañarlos sin haberse ido.
Un chico entró tiempo después, era un poco más bajo que él y tenía el cabello blanco, como un albino. Parecía un conejo al que le hubieran conferido forma humana. Sin decirle nada, se sentó en el otro asiento, quedando al frente. Fue fácil entablar conversación, en especial porque el nuevo chico parecía interesado en hacerlo. Se llamaba Gilbert Beilschmidt y era el mayor de su familia. Arthur había oído antes el apellido sin el menor interés, no era una familia rica ni prestigiosa; sin embargo, el chico le cayó bien.
Tiempo después llegó un chico al que sí pudo reconocer. Quien abría la puerta era Scorpius Malfoy, alto y rubio, de ojos azules y piel blanca. Se parecía bastante a su padre, a quien Arthur había tratado en las muchas fiestas a las que asistía su familia. No eran especialmente amigos, pero era agradable. Para su sorpresa, Scorpius se quedó en su compartimiento, aunque no dijo gran cosa. Al tiempo se le unió un chico japonés de apellido Honda, quien era nacido de muggles y, a pesar de que era tímido, hacía preguntas sobre toda la comunidad mágica. Los tres hijos de magos le respondieron sus dudas, que por otro lado parecían insaciables.
Llevaba una cámara que se había comprado en el callejón Diagon. Con una graciosa reverencia, les pidió permiso para tomarles una foto. Los tres accedieron, aunque Arthur no sonrió demasiado.
El viaje se les hizo largo. Arthur no perdió oportunidad para observar por la ventanilla los distintos paisajes del Reino Unido. Le habían dicho que Hogwarts quedaba en Escocia. Tal vez fuera cierto, aunque él no era un experto en geografía. A medio camino, decidieron colocarse las túnicas. También compraron dulces cuando una señora con un carrito lleno de ellos pasó. Kiku se asombró por las ranas de chocolate que gracias a un hechizo sencillo podían moverse. Los tres niños de familias mágicas le dieron sus cromos de magos, ya fuera porque lo tenían repetido o por auténtica simpatía hacia él.
-Yo tengo la colección completa hasta ahora –dijo Gilbert-, pero como salen más de vez en cuando, siempre hay que estar pendiente.
Llegaron a la estación al anochecer. Los cuatro caminaron juntos, salieron del vagón, y escucharon la voz de un hombre enorme que sobresalía de entre los estudiantes regulares, los más altos apenas le llegaban al pecho. El hombre enorme llamaba a los de primer año, para que se situaran a su alrededor.
Arthur sabía quién era: Hagrid, el guardabosque semi-gigante. De entre todos sus hermanos, James se había llevado bien con él, pero no tenía mayores noticias aparte de que hablaba mucho cuando estaba borracho y tenía un gusto adorable para las criaturas mágicas. Arthur pensaba que adoraba a las hadas y demás tonterías que volvían locas a las chicas (a él puede que le gustaran un poco, pero solo un poco).
Se acercaron a él. Arthur miró a su alrededor, observando sin detalle cada rostro nuevo. Cualquiera de los que observaba podría ser su compañero de casa. Cualquiera que fuera su casa. Cuando estuvieron reunidos todos los de primer año, o eso quiso creer Arthur, Hagrid habló, presentándose primero, luego les dio la bienvenida a Hogwarts y le indicó que los de primer año toman un camino diferente al resto de las casas. Arthur descubrió, entonces, la existencia de un montón de barcas cerca de un muelle que unía al lago que estaba cerca de ellos con el castillo, que se alzaba a lo lejos.
-¿Cuánto tardará este recorrido? –preguntó un chico de lentes, de cabello negro, mirando con aire desaprobador las barcas.
Su duda no fue respondida, porque Hagrid no le escuchó. En su lugar, les instó a montar las barcas, que tenían capacidad para cuatro personas. Gilbert se apresuró a montar en una, seguido de Kiku y Arthur. Para su sorpresa, Malfoy no se les unió. Lo vio junto a Nott y a Parkinson.
Arthur pensó que serían solo ellos tres, pero a su barca se les unió un cuarto integrante. Era una chica preciosa, de ojos azules y cabello rubio. Cuando esta le sonrió, Arthur se ruborizó e intentó dirigirle una mirada molesta. No tenía motivo alguno, solo que detestaba quedar en ridículo y seguro la niña se estaría burlando por su reacción.
El bote comenzó a moverse por arte de magia, literalmente. Iba a una velocidad lenta, casi exasperante. Arthur quería llegar ya al castillo. Frente a él, Gilbert y Kiku parecían tener la misma opinión. Kiku no dejaba de tomar fotos, como si fuera esencial para el momento.
-Oye, ¿me estás tomando una foto a mí? –preguntó, entonces, la supuesta chica. O, en realidad, chico, por el tono grave en el que había hablado.
Al tiempo que Kiku asentía y preguntaba si no había problemas, a Arthur se le esfumó el color de la cara, mirando al cuarto integrante como si recién se diera cuenta de su existencia. ¡Un chico! ¡Era un chico!
-Por supuesto que no, ¡pero avísame para posar! –exclamó, entusiasmado.
Arthur puso los ojos en blanco, colocando una mano en el borde del bote, sosteniéndose la mejilla. Mientras Kiku seguía tomando fotos, el nuevo chico posaba como si aquello fuera una sesión fotográfica y Gilbert se quejaba de que aquello iba muy lento, Arthur se fijó en el fondo del lago.
El agua estaba tranquila y, en realidad, no podía verse nada. Sin embargo, aquella oscuridad absoluta le llamaba la atención, tanto como captaba su interés como despertaba sus alertas, porque había oído decir a sus hermanos que muchas criaturas se escondían en el fondo del lago de Hogwarts, criaturas marinas peligrosas, cuya raza antaño se había encargado de provocar naufragios, de destrozar embarcaciones y devorar marineros.
¿Y si, de repente, alguna de esas criaturas se le antoja comérselo a él? Arthur no quería admitir que tenía miedo, pero lo cierto es que sí lo tenía. Un mago precavido valía por dos. Se encontraba en desventaja, era cierto, porque no sabía ni hacer el menor hechizo, a pesar de los frecuentes y descontrolados estallidos de magia que liberaba su cuerpo cuando no podía contenerla más.
De repente, como obedeciendo a sus temores, un horrible y enorme tentáculo viscoso asomó por la superficie, salpicando de agua a las embarcaciones más cercanas. Arthur gritó, mojándose un poco. Al tiempo reconoció que aquel monstruo había provocado más la risa que el miedo, en especial en su embarcación, donde Kiku ya estaba lamentando con pesar el no haberlo podido capturar con su cámara, mientras que Gilbert y el niño-no-niña esperaban que saliera.
Avergonzado, esperó que su grito hubiera pasado desapercibido. Observó a Gilbert y a Kiku primero, pero ellos dos estaban ocupados en lo suyo como para reparar en él. Al voltearse al cuarto integrante, este le dirigió una sonrisa maliciosa.
-No te preocupes, no van a dejar que nos pase nada malo aquí –dijo, como si fuera la fuente de la verdad. Para su sorpresa, le tomó de la mano y se la apretó cariñosamente.
Para entonces Arthur ya estaba ardiendo por dentro. Se soltó de un movimiento brusco y masculló, de modo que solo aquel tonto escuchara:
-Yo no tengo miedo. Y no me toques.
-Bien, no tienes miedo –aceptó el otro sin parecer convencido-. Mi nombre es Francis.
-Me da igual –dijo Arthur, buscando ignorarle en el resto del recorrido. Qué manera de arruinar su primer y tal vez último –esperaba que fuera el último- paseo por el lago de Hogwarts.
Su orgullo quedó redimido cuando, mientras esperaban en el vestíbulo a la espera de algún profesor que saliera a recibirlos, tal como Hagrid les había dicho que harían, algunos gritaron cuando apareció una procesión de fantasmas. Entre ellos, Francis, pero su victoria duró poco, cuando el chico no tuvo mejor idea que tomarle del brazo con tanta fuerza que parecía querer rompérselo.
-Ya, ¡son solo no-muertos! –se quejó Arthur, volviéndose a sentir avergonzado a pesar de que el que estaba actuando de manera ridícula era el otro.
Al menos no había roto en llanto, como una chica que había quedado cerca del grupo de Malfoy. Se escuchó "niños de muggles", murmurado por alguien, pero que evidenciaba la conclusión a la que habían llegado todos los demás. Solo los niños de muggles podían asustarse por un fantasma, excepto Kiku, quien además de asustarse se había angustiado porque su cámara no captaba a los fantasmas.
-En serio, deja esa cámara en paz –murmuró Arthur-, ¡y tú ya suéltame! A tu edad y poniéndote a llorar como un bebé.
Kiku no dejó su cámara tranquila y Francis le soltó con lentitud, aunque parecía reprochárselo en silencio. Arthur se pidió paciencia, porque el chico no se alejó de él, ¿acaso habría interpretado que le caía bien? Porque Arthur ni se había molestado en procurar ser amable.
Por fin, un profesor apareció. Era Neville Longbottom, quien era bien conocido por todos. Había tenido un papel importante en la última guerra, algunos críticos consideraban que incluso había jugado un papel más crucial que el mismísimo Harry Potter. A Arthur le parecía que no tenía una apariencia muy heroica, le costaba imaginárselo blandiendo espadas y cortando cabezas de serpientes.
Neville Longbottom les explicó cómo sería la Ceremonia de Selección, les deseó suerte y mucho ánimo, antes de pedirles que le siguieran hasta el Salón Comedor. Arthur intentó distinguir a sus hermanos entre aquel montón de estudiantes. Pudo captar a Wendy, quien le diría una sonrisa y le guiñó el ojo.
-¿A quién ves? –preguntó Francis, con curiosidad.
-¿Es tu problema? Déjame en paz –le dijo Arthur-. ¿Que no tienes amigos?
-Pues no –admitió.
Arthur se sintió ligeramente mal, pero nada que ameritara una disculpa. En su lugar, prestó atención a la canción que el Sombrero Seleccionador había preparado para este año. Cuando terminó, el profesor Longbottom se acercó al taburete donde estaba el sombrero, con la lista de los estudiantes. Llamó al primer alumno, que resultó ser una niña seleccionada para Hufflepuff.
Hasta ese entonces no pensó que tal vez no quedara en la misma casa que Kiku y Gilbert. No se sentía exactamente mal, pero… les habían caído bastante bien. Otro chico fue seleccionado para Gryffindor. Gilbert Beilschmidt fue a parar a Slytherin.
-¡Bonnefoy, Francis!
¿Bonnefoy?
Francis se encaminó hacia el taburete, con las miradas de los estudiantes puestas en él.
¡Así que era francés! Una vez había visto un francés, James le había dicho que todos eran rubios, de ojos azules, porque tenían parte veelas. En otras palabras, los franceses no eran humanos y se procuraba tener mucha atención con ellos, porque en cualquier momento podían apoderarse de las almas de los incautos. Sospechaba que gran parte de lo que decía James eran patrañas, pero servía para alimentar su desagrado innato hacia aquel chico.
Después de breves segundos, el Sombrero gritó "¡Ravenclaw!" y Francis Bonnefoy fue a reunirse en la casa de las águilas. De repente le parecía sensato que hubiera quedado en la casa de los raritos.
Fueron pasando los demás estudiantes. Cuando llegó el turno de Arthur, intentó caminar hacia el taburete esperando parecer digno, procurando no tropezar. Se sentó, sabiendo que las mejillas le estaban ardiendo, y se colocó el sombrero.
Hmmm, un Kirkland, ¿eh? Ustedes son difíciles de colocar. ¡Tantas cualidades! ¡Tú también me la pones difícil! Tienes madera de Gryffindor, eso es evidente, pero lo mismo puedo decir de Slytherin. ¿Gryffindor o Slytherin? ¿Slytherin o Gryffindor? ¡Tú tampoco estás seguro! Bueno, creo haber llegado a una decisión, yo te dejo en… "¡Slytherin!".
Arthur se encaminó hacia la casa que había estallado en aplausos. Se sentó al lado de Gilbert y recibió la bienvenida de sus nuevos compañeros de casa. Se encontraba sonriendo, muy complacido. Alice llegó para darle un abrazo, en el transcurso de la cena lo mismo hicieron Wendy y David.
Arthur comió bastante aquella noche de los más exquisitos manjares. Echó un vistazo en las demás casas, Kiku no tenía una buena expresión al comer los platillos, como si acaso no los encontrara estupendos. En Ravenclaw, Francis Bonnefoy tenía una expresión de tragedia, que solo cambió cuando apartó su plato. Vaya que eran desconsiderados, sabía que los elfos domésticos se esmeraban siempre en las comidas de Hogwarts.
Cuando acabaron, escucharon el discurso de la directora, y luego se dirigieron a sus salas comunes respectivas guiados por los prefectos. En el camino, tuvieron que tener mucha pericia para atrapar una escalera antes que esta cambiara de lugar, para trasladarse a unos pisos más abajo. Se iban internando en el fondo del castillo; Arthur pensó que acabarían llegando hasta los calabozos. No se equivocó. Ya Alice le había avisado que la Sala Común de Slytherin tenía la peor ubicación posible. Arthur se imaginó que tan solo esas paredes lo separaban del fondo del lago.
Slytherin tenía habitaciones individuales, a diferencia del resto de las casas, por lo que le había oído decir al resto de sus hermanos. A veces, llegaban a ser compartidas entre dos, pero era muy esporádico. Últimamente, además, Slytherin resultaba ser la casa menos poblada, porque desde la guerra le había costado limpiar su mala fama.
Gilbert, Scorpius, Albus Potter (¡Quién lo diría!) y un chico alto y regordete llamado Iván eran sus compañeros. De las chicas, había distinguido a Nott y a Parkinson.
Su habitación era bastante grande, además de acogedora. Tenía una cama a la derecha, junto a una ventana que daba al lago, por lo que se podía ver todo un mundo marino a través de ella. Cerró las cortinas, decidido a que nunca las abriría. Para su sorpresa, su equipaje ya estaba allí. Se cambió de ropa y se puso su pijama.
Ya mañana se ocuparía de darle un poco de personalidad a su habitación, ahora tan solo quería irse a dormir.
En mi headcanon, Inglaterra es Slytherin y Francia es Ravenclaw, de esto estoy muy segura. Sobre los hermanos de Arthur:
James — Escocia.
Lian y Lorcan — Irlanda e Irlanda del norte basado en los OC de Candesceres (LJ).
David — Gales. Basado un poquito en el OC de una amiga.
Alice — Fem!Inglaterra.
Wendy — la 2P de fem!Inglaterra.
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