Renuncia: todo de la perra de Hiro Mashima.
Advertencias: Spoiler del 334/Muerte de personaje.
Y es obvio que todos ya escribieron algo referido a este HORRIBLE capítulo y que se ha usado TODO lo que se podía de él pero asgdhg. Estoy colapsando. Ya.
Todos decían que la lluvia sólo traía desgracias, que era inútil y fea.
Nadie apreció a la lluvia, sólo buscaron sus defectos y la hicieron a un lado. Cualquier persona prefería un hermoso día soleado e iluminado a un torrencial monocromático y aburrido.
La lluvia siempre fue despreciada, y estaba sola. Tan incomprendida, tan impotente, se limitaba a llorar hasta el cansancio. Hasta que se secaba y moría y volvía a nacer.
Juvia odiaba la lluvia. La odiaba con todo su ser, el no ser capaz de detenerla. ¿Pero quién aseguró que la lluvia no poseía sentimientos?, ¿quién confirmó que sólo era gotas de agua?, ¿quién afirmó que no era capaz… de amar? No. Absurdo. La lluvia se enamoró de lo único que no podría comprenderla, del sol.
Y es que Gray era de hielo y no de fuego, pero siempre encontraba la manera de hacerla sentir viva, cálida. A su lado incluso ella pensaba «Valgo algo, no soy tan estúpida. Soy alguien».
Puedo ser alguien.
Oh, sólo que ese es su graso error. Que la lluvia no vale nada, y únicamente lleva consigo la desesperanza. Y Gray le mintió. A su lado no había luz ni alegría, mucho menos cariño mutuo. La lluvia era destrucción, y era frágil, incapaz de saber querer u odiar o temer. La lluvia eso sólo era, lluvia. Un estado del tiempo, una fase más del ciclo del agua.
La lluvia no es nada y ahora él tampoco. Y un llanto filoso, tajante desciende por sus pálidas mejillas cuando el amor de su vida cae sin vida al sangriento suelo. Y ya no sonríe ni habla ni respira. Ya nada.
Ha muerto. Gray no existe más.
Juvia grita y gime y no sabe cómo reaccionar. Sin darse cuenta le han arrebatado lo que más quería. Lo único que la motiva a pelear. El paraguas de hielo cristalino que la protegía de esa horripilante lluvia…
Ella lo mató.
Por sus infantiles fantasías, por su distracción, por su debilidad. Por su culpa. Y lo sabe, sabe que sollozar no sirve y que no se puede regresar en el tiempo. Sabe que tiene que irse de ahí, o acabaran con ella también, y oye voces a su alrededor, susurros en la oscuridad turbulenta.
«Juvia, reacciona».
«Juvia, por favor, tenemos que dejarlo».
«Juvia, debes pelear».
Los escucha. Están ahí, Lyon, Meredy, sus amigos. Sin embargo, hay alguien más. Juvia lo mira, segundo a segundo. Y si se pone la debida atención, se puede escuchar a la lluvia llorando. Pero todos la ignoran. Porque la lluvia sólo trae desgracias, y es inútil y fea. Porque la lluvia, al igual que el sol, han perecido. Y todo lo que queda es un cuerpo inerte empapado en lágrimas de sangre, con una mano sujetando la suya y dos pozos sin fondo como ojos.
Cenizas de un afecto putrefacto que no se consumó.
