Las paredes del castillo lanzaban pequeños sonidos que no parecieran más que un golpeteo. De un lado aumentaban, del otro iban escaseando progresivamente. Afuera, el soleado día daba cuenta de una nueva jornada veraniega que había comenzado hacía ya horas, pero al parecer aquello no importaba. El día seguía, pacífico como los demás.
Las piedras que conformaban los muros seguían sonando. Cada vez más rápido y fuerte, los sonidos iban tomando forma corpórea. Una pequeña niña aparecía corriendo, y era el sonido de sus zapatos con planta de madera el que resonaba en todo lugar del castillo. Aquella infante no tendría más de 7 u 8 años, de largos cabellos desordenados y castaños, los ojos de un tono café oscuro que contrastaban con la palidez de su piel. Un vestido de color celeste, propicio para la estación, adornaba su pequeña figura. Las delicadas telas de su ropa flotaban con la brisa que ella misma causaba al correr, pequeñas lágrimas mojando su rostro mientras caían por sus mejillas, siendo retiradas por el aire y el calor de su piel. En realidad pareciera ser el único ser que se movía por el lugar; a veces la luz del sol exterior rozaba sus cabellos, dándole un aire de inocencia que no podía ser ignorado fácilmente…
Corría, corría, alejándose de todo lo que le implicara dolor. Sin darse cuenta de sus actos, sus pies se desbalancearon y le obligaron a intentar sujetarse a una pared cercana con las pequeñas manos… Sin lograrlo, y cayendo estrepitosamente al suelo.
-Ay… Me duele… Me duele…-Sollozando ligeramente, la niña se llevaba ambas manos a una rodilla, tocándola con suavidad mientras veía como la sangre manaba de ella. Ya no le interesaba lo que le perseguía, su mente era incapaz de percibir el peligro tras su espalda, hasta que este proyectó una ligera sombra a sus pies. Luego un sonoro bufido seguido de un chasqueo de dedos, y la herida ya estaba curada. Solamente quedaban los rastros de sangre que se esparcían por el suelo, y silenciosas manos tomaron a la pequeña de las axilas, levantándola y dejándola parada derechamente en el piso.
-¿Nunca aprenderás que no se debe correr por el castillo, no? Te lo he dicho, pero nunca me escuchas… Y ya ves lo que pasa. Te caes y lloras… -La voz, claramente femenina, resonaba con gran disgusto y algo de preocupación. La figura caminó por su lado, quedando frente a la niña y, tomando su mentón con apenas dos dedos, le hacía mirar directamente a sus ojos.- ¿En realidad nunca aprenderás?
-Lo… Lo siento, no quise…
-Nunca quieres, pero siempre lo haces. Es curioso como la vida da vueltas…
-Ya, ya, deja a la niña en paz, hermana… Simplemente no quería asistir a las clases de Historia que, de por cierto, son bastante aburridas y somnolientas. Pero eso es un secreto entre nosotros. ¿Por qué no simplemente la dejas ir?
-¿Para que haga lo mismo como tantas otras veces? Me sorprende… Pensé que al menos tú tendrías algo de sentido común. Espera… ¿Tú? Creo que pido demasiado…
El joven que se había acercado caminando lentamente esbozó una sonrisa que denotaba el buen momento que pasaba. Llevando una mano a la espada que mantenía en su cinto, su cabeza bajó leves centímetros en una pequeña venia de respeto, aunque el gesto sarcástico de su rostro dejase ver que, en realidad, no tenía nada de aquello.
-Ah, hermana… Si hablas con la sabiduría de nuestro antecesor Gryffindor, he de decir… Sobretodo por su legendaria franqueza.- Aún sonriente, el muchacho volvió a caminar, sin importarle la nariz fruncida de su hermana, acercándose a la pequeña y dejando que su mano tocase levemente los bucles castaños en una notable ternura.- Madeleine, es la hora ya… Ve a vestirte para recibir a la gente que vendrá…
-¿Gente¡Gente¡Como si fueran meros embajadores de otros países, por el Gran León¿Sabes de quiénes hablamos? Son…
-Los Protectores del Bosque… Sí, hermana, lo sé bastante bien, pero me encanta ver cuando te enojas. Te hace ver como una vieja y no como la jovencita que eres.- Aprovechando la discusión de ambos hermanos, la pequeña aprovechó para escabullirse tras ellos, corriendo nuevamente y sin darle importancia alguna a las palabras de su hermana mayor.
Mientras transitaba con rapidez por el vestíbulo del Castillo, un delicioso aroma, mezcla de menta y flores silvestres, llegó a su nariz y la deleitó. Aspirando a grandes bocanadas ese aire, la natural curiosidad infantil le hizo acercarse a las puertas, mirando entre los resquicios. Afuera, a plena luz de sol, se hallaba la criatura más hermosa que creyó haber visto. Largos cabellos negros como la noche de luna nueva, los tenues reflejos de la luz en su cabeza parecieran las estrellas que iluminarían un período así. La piel, blanca como la leche, daba resguardo a unos labios rosados y delgados, ojos grises como el acero de una perfecta espada y una nariz recta y pequeña. El cuerpo de aquel ser era grácil, delgado y alto, de largas piernas pálidas que se encontraban tapadas por una falda larga de color blanco, con dos aberturas a los lados para dejar así entrever la delicada piel pálida de su cuerpo. En la parte superior, exquisitas telas cubrían un busto del tamaño apropiado para su figura, sin ser exageradamente prominentes. Finalmente, una tiara de plata y esmeraldas adornaba la frente de la mujer, llegando hasta las orejas, largas y terminadas en una fina punta hacia arriba.
La elfa, sin prestar demasiada atención a su entorno, percibió como la inocencia de un ser se abría paso por las puertas de la edificación. Sonriendo, su voz suave como el viento y a la vez fuerte como el torrente de un río en el inicio de la primavera, susurraba hacia Madeleine.
-Decidle a tus padres, mi pequeña, que su invitada ha llegado… Luminaire, de la Familia Finsternis y descendiente directo de los Altos Elfos, acepta la invitación de sus interlocutores y se presenta a las puertas de su hogar, esperando el recibimiento adecuado según lo demandan las Antiguas Leyes.
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¡Al fin! Luego de deambular por mi mente durante varios días... Supe como empezar el fic. Sheesh, Dios sabe cuánto me cuestan los preludios de historias... Ahora algunos datillos.
La niña se llama Madeleine porque luego de desvariar entre varios nombres Hailey, Elin, etc me acordé de unos libros que leí hace poco, y uno de los personajes se llamaba Madeleine... La que concuerda en parte con la personalidad de mi char.
¡Luminaire! Mi amado personaje, mi "hija" preferida en materias de rol, mi char desde hace 4 años... No podía quedarme sin ponerla acá, porque siempre que hayan elfos en mis historias, por ahí andará ella o alguno de sus conocidos xD
Esta parte es mera improvisación... Ya organizaré bien todo, es que es algo complicado xD, por eso no esperen que actualice muy seguido... Es una historia algo difícil de pensar, pero exquisita para narrar.
Los comentarios son siempre bien recibidos , espero les guste .
