Este es un Fic hecho y pensado para Zusaku, porque es una mosha, porque me obsesiona con nuevas ideas y porque es mi pequeño regalito para alguien genial, de quien me declaro fan.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS! tarde pero seguro.


TOMO 1 UCHIHA ITACHI

Apenas si escucho sonido. Movimiento. Su voz ahogada y distante. Entonces, el silencio...

Nada más atraviesa esta sorda caída a la inconsciencia. Finalmente sé que seré libre, como siempre lo quise, a manos de lo único que he amado realmente: tú, Sasuke. Quisiera poder decirte lo orgulloso que estoy de ti, y cuánto te agradezco el concederme este pequeño capricho cuando te debo tanto. Pero sé, que con mi egoísta deseo se cumple también el tuyo, el vengar a tu amada familia y superar al traidor de tu hermano. No me importa, pues dejo contigo la redención de mi muerte.

¡Vamos, pelea!... ¡Resiste...!

Un destello de luz de pronto me alcanza y comienzo a sentir un intenso dolor atravesarme el cuerpo. Es demasiado, enloquecedor. ¡Quiero que pare! Me atrapa, me asfixia... No puedo pensar, la piel arde... No puedo respirar, el cuerpo duele... No puedo moverme, pero escucho de nuevo voces a mi alrededor... Aire pesado y frío invade de nuevo mis pulmones y soy plenamente consciente de que existo. ¿Hermano, eres tú?...

¡Sasuke...no! ¡Por favor, no!

No me quites el silencio. No me hagas renunciar a mi anhelada absolución, no me devuelvas una vida que me sentenció a la eterna soledad de mi abominable condena.

Por favor Itachi... No me dejes...

Un roce... en extremo suave e intensamente cálido sobre los labios...

¿Quién es...?


Han pasado cinco días desde que desperté y aun no tengo idea de lo que está pasando. De cómo es siquiera posible, o más importante, el porqué.

-¿Listo para irte, Uchiha-kun?- Volteo, despegando la mirada de la ventana para observar a Emmi-san, mi enfermera, entrar a la habitación con el historial médico bajo un brazo y un termómetro en la otra mano. Yo asiento. Dispuesto abro los labios para recibir el delgado instrumento, mientras espero a que termine de tomar mis signos vitales, los registre y así quede terminado el último trámite para mi alta de este hospital. Aun si ellos no quieren que me vaya todavía, no hay razones para mantenerme aquí más tiempo. Todas mis heridas han sanado, mi condición física es estable y fuera de unos cuantos moretones, que ya han empezado a desvanecerse, no hay signos de algún problema. Excepto claro, mi cabeza, pero no hay nada que puedan hacer al respecto.

Amnesia. Ese es el diagnostico para mí. Así es como explican el que no pueda reconocer nada en este lugar, nada en esta vida o a ninguno de ellos. Irónico, porque si los reconozco. Si recuerdo quienes son, este lugar y éste estilo de vida ninja... es sólo que, el presente en el que existo ahora no es parte de los recuerdos que poseo. Si, recuerdo quien soy, pero no soy el recuerdo que tienen de mí. Recuerdo la aldea de la hoja, pero no ésta Konoha que me recibe con los brazos abiertos. Recuerdo a todos esos ninjas que vinieron a saludarme, con una gran sonrisa y deseos de un pronto restablecimiento; pero yo los recuerdo viniendo tras de mí para matarme...

Se sorprendieron tanto cuando traté de escapar, cuando no los reconocí y desprecié este lugar, su ayuda y sus palabras, lo hice aun envuelto en mi propia realidad y en los últimos momentos de conciencia que vagan en mi cabeza. Por todo lo que yo sabía, ellos eran mis enemigos. Tenía que huir y encontrar a Sasuke. Seguir protegiéndolo. Los lastimé cuando mi desconfianza fue evidente, y sé que los asusté cuando mis movimientos se tornaron defensivos, cuando active el Mangekyo sharingan y fue obvio que estaba listo para caer peleando. Llevándome a algunos de ellos conmigo.

-Bien cariño, abre... -Emi-san dice, extrayéndome de mis pensamientos al presente. Retira el termómetro y lo observa, sonríe apenas y registra los grados en la tabla. Después me extiende un pequeño vasito de papel con dos píldoras dentro. -Aquí esta tu medicamento cariño, tómalo. Kakashi-kun tiene ya las instrucciones de cómo administrar las siguientes dosis ahora que vuelves a casa ¿Está bien? La señora Tsunade estará aquí pronto para darte de alta. -concluye, poniendo su mano en mi antebrazo, apretándolo suavemente, en un gesto que supongo debe ser amistoso, pero no deja de tensarme-Anímate cariño, estarás bien. -Yo asiento de nuevo y Emi-san se va, dejándome solo otra vez. Finalmente.

Regreso la mirada a la ventana, observando el ir y venir de la gente en los jardines. Pacientes, doctores, visitantes. En estos días, sólo en esos jardines logré encontrar un poco de paz; sentado bajo la sombra de un árbol, tratando de meditar, de entender lo que estaba pasando, de descubrir cómo arreglarlo. Es tan confuso. Aun ahora, cuando he tenido tiempo para asimilar esta nueva realidad inverosímil y desconcertante. Aterradora.

Ellos hablan de mí; de mí pasado. Pero nada de lo que dicen tiene sentido. Yo no pertenezco a éste lugar. Yo no soy el Itachi Uchiha en el que confía ciegamente el 4to Hokage. Yo no soy el Itachi Uchiha que sobrevivió a una rara enfermedad que acabó con casi todo su clan. No soy el Itachi Uchiha que es un respetado ninja de élite. No soy el Itachi Uchiha cuyo hermano está bajo su tutela y que aparentemente me adora. No soy el Itachi Uchiha que ha tenido bajo su cargo la enseñanza de genins. No soy el Itachi Uchiha que tiene amigos entre los ninjas.

No soy el Itachi Uchiha que vive entre ellos, que tiene un pasado con ellos...

-¿Itachi? -Volteo de nuevo, sabiendo quién es el dueño de esa voz que me llama. La única persona con jerarquía suficiente para pronunciar sólo mi nombre. El cuarto Hokage. Mis ojos se posan en los rostros de los presentes, esas tres personas cuyas presencias son inconfundibles y que de pronto parecen saturar la pequeña habitación con sus expectantes miradas fijas en mí. Sus ojos me lo dicen. Esperan que de un momento a otro, mis ojos los reconozcan y que mis palabras, no sean más aquellas que ignorantes buscan una explicación sino que, les confirmen que lo recuerdo todo. No son conscientes de la ansiedad con la que me miran, la misma que grita el que no me quieren aquí. Lo quieren a él.

-Itachi -el Hokage dice de nuevo- Tus cosas ya han sido enviadas a tu departamento. Estarán ahi cuando llegues. -Yo asiento, observando a éste hombre que sólo vi en una ocasión cuando yo era muy joven, hace mucho tiempo. Y en otro lugar. Él es el único de entre toda esta gente del que no sé nada, no lo conozco. Comprensible, pues en mi mundo estaba muerto - Nos reuniremos mañana temprano para discutir tu estatus de trabajo, estoy seguro de que deseas reasumir algunas actividades. No te preocupes, lo solucionaremos. Encontraremos algo que no interfiera con las órdenes de tu recuperación. -Aclara el rubio, apaciguando el rugido que estaba por formarse en la doctora y aclarándome que no se me permitirá aun volver de lleno a la vida ninja. No confían en mí. Está bien, eso es algo con lo que he vivido, algo que puedo manejar. El rubio me sonríe con serenidad y confianza, es tan bizarro, pero es un gesto que me hace querer confiar en él. Creerle.

-Correcto. Todo se encuentra como debe estar. -Tsunade, la Sannin médico en persona que se encargó de mi caso, gruñe para todos los presentes- Trata de no alterarte y no te esfuerces. Llama de inmediato sí algo sucede ¿entendido? -La última orden fue dirigida más al tercer ocupante de la habitación que a mí. Ese que ha sido mi inseparable compañía desde que abrí los ojos y que se ofreció a ser mi custodio ahora que ya no estaré en el hospital. Hatake Kakashi.

-Si, si Tsunade-san, haremos lo que dices... -Kakashi responde curveando los ojos y desenfado, pero sin apartar la mirada de ese pequeño libro naranja que lo acompaña siempre. Tsunade resopla y arruga el rostro.

-¡Más te vale, mocoso!- Advierte la Sannin, sellando unos papeles en el historial médico, para luego extenderme una hoja a mí. -Aquí tienes tu alta, no la pierdas o no te permitirán salir. -Luego de eso tanto ella como el Hokage se despiden de mi, asegurándome que me verán pronto. El día después de mañana, de hecho. Entonces se retiran, aun con esa expectante mirada en los ojos, que yo destruyo al sólo asentir y no mostrar nada más.

Silencio es todo lo que queda en la habitación conmigo, y por primera vez en estos cinco días, temo el dejar el Hospital. Por todo lo que sé, es el único lugar seguro que conozco.

-Anda, vamonos ya -comanda Hatake- Tengo programado un entrenamiento con el equipo 7 y quiero llegar a tiempo.

Le miro serio con una ceja enarcada; si bien recuerdo, todos los entrenamientos se realizan a primera hora del día y por la posición del sol en mi ventana se que el descanso para comer no tardará en llegar. Hatake llegará más de tres horas tarde sin importar que tan apresurado camine lejos de aquí. Él parece entender mi conclusión y sólo curvea los ojos tras encoger los hombros; se da la vuelta y comienza a caminar fuera de la habitación. Aprensivo, lo sigo. No puedo sacar de mi cabeza nuestro último encuentro, esas 72 horas en las que lo torturé a placer. Su dolor, sus gritos. Su sangre. Las recuerdo vívidas y no puedo entender, cómo es posible que éste hombre esté tan dispuesto a ayudarme. Porque ha estado a mi lado, tomándose el tiempo para explicarme ésta Konoha. El accidente que involucró mi resultante 'amnesia'. Dijo que trabajamos juntos, y desempeñamos misiones espaciales para el AMBU bajo las directas órdenes del Hokage, aunque ninguno sea ya parte del escuadrón. Entiendo que es mi superior y que se siente responsable por mi condición actual, tal vez por eso está tratando de cuidar de su subordinado. No lo sé.

Lo que sé, es que, aunque mi mente me grita que esté alerta y desconfíe de él, cada vez que aparece, la ansiedad que siento desde que desperté en ésta paralela realidad se amilana ante su presencia.

continúa