Buenas, Yo Aqui les vengo con una nueva Historia, muy especial para mi.

Esta dedicada especialmente A: Mell, Osbelys, Monserrat, Gabriela, y Aryam, las ultimas dos, son nuevas amigas que me han dado gran apoyo, he descubierto que son unas personas muy hermosas, y de verdad, gracias chicas...

Musica Recomendada: Eyes on Fire-Twilight Soundtrack

Aprendiz-Malu

Gracias A: FFAD, por su apoyo, a Paulitha por la Portada y a Moz de nuevo, por el beteo.

Actualizo cada dos semanas, No antes por razones como: Colegio, Tareas y Vida Social...

Gracias a Todas las que me leen y son Fieles.

Finalmente...


El Pasado siempre estará con nosotros,

Recordándonos lo que fuimos,

Nuestros errores, nuestros fracasos

V. S

Prologo

La luz se filtraba por la ventana, odio la luz, me recuerda que estoy vivo; me regresa a la realidad; me hace reaccionar y darme cuenta de que no soy solo sombras y oscuridad.

Eso no es bueno, yo no soy bueno.

No me gusta saber que estoy vivo, el pasado vuelve, me atormenta, me consume.

Los demonios me acompañan siempre, la luz los espanta, no me gusta… por el contrario, me gusta cuando me hablan, son aterradoramente divertidos, claro, es un humor jodidamente negro.

Ella ha vuelto, puedo oler su estridente perfume desde la cama. Me duelen las muñecas, esta mujer, Victoria, siempre me mantiene atado. Tengo frío y ella siempre me mantiene desnudo.

Hace varias horas que no duermo, solo me mantengo ausente. No puedo dormir, no con ella ahí, no quiero dormir.

Cuando duermo me atormentan los recuerdos, no quiero, no quiero.

Ella abre la puerta, esta desnuda, va a comenzar de nuevo la tortura, ¿No está saciada ya?

Tengo asco, no me gusta, no quiero, ¡No!... pero es muy tarde. De mi boca no han salido palabras desde hace quince años. Cierro los ojos, imagino otra cosa, imagino la libertad y ella empieza a tocarme… es asqueroso, las lágrimas ya no se derraman.

Ya no.

Es muy tarde, al menos ya es muy tarde para mí.

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Capitulo Primero: Los Demonios y los Ángeles.

Desperté del mismo sueño aterrador, el pasado sigue atormentándome, y aunque intento creer que lo superé, es una maldita mentira.

No puedo creer que a mis veintiocho años, diez años después, todavía recuerde esa época. ¡Yo soy Edward Cullen! el dueño de Cullen's Holding Company; parezco un niño asustado, aunque en el fondo lo soy… soy un maldito niñato traumado en el cuerpo de un sombre astuto y con carácter.

Me levanté enfadado, como cada día… molesto conmigo mismo, con mis padres, con todo el mundo, con las mujeres, ¡Oh sí! con las ellas en especial.

Miré mi reflejo, era hermoso… yo lo sabía y me aprovechaba de eso para hacerlas pagar a todas y cada una de ellas por lo que me hicieron. Todas son culpables, las mujeres no deberían existir, son ratas asquerosas, son basura.

Cepillé mis dientes y me di una ducha rápida. Jamás llegaba tarde a mi empresa. Elegí mi traje, color vino, camisa blanca y corbata del mismo tono que el traje, mi cabello, siempre alborotado y salvaje, tomé mi maletín y llamé a Taylor.

— ¿En qué puedo ayudarlo señor? —preguntó con su típico tono eficaz.

—Prepara el auto, estaré en la entrada en cinco minutos, no te retrases —ordené con voz dura. Era así con todos, odiaba a todos y se los hacia ver claramente. No quería ningún tipo de relación, ninguna que no involucrara un rápido revolcón y bajar la autoestima a las perras que se ofrecían.

Caminé por mi enorme Pent House, decorado en colores oscuros con un fuerte estilo minimalista y moderno. Tomé el elevador que me dejó rápidamente en la primera planta, ahí me esperaba Taylor, elegante, sofisticado y discreto.

—Buenos días señor Cullen —dijo en voz baja. Yo no respondí, nunca lo hacía, siempre era distante y hostil, siempre era sombras.

Me subí al auto con rapidez. Él condujo hacia Cullen's Holding Company. Mientras lo hacía me sumergí en mis pensamientos, en mi oscuridad.

Esta empresa la había fundado mi querida Jane, ella era la antigua dueña. Esto antes era Volturi Home Holding Company, empecé en esta empresa desde abajo, desde el puesto más mínimo, repartiendo el café, hasta la gerencia. En ese momento ella decidió que yo sería su heredero, al menos de esto, en ese entonces cuando yo tenía veinticuatro años. Me entrenó, me enseñó todo lo que debía saber sobre la administración de una empresa, me convirtió en un hombre de negocios, elegante y sofisticado, y cuando estuve listo, ella me cedió el puesto cambiando así el nombre por el actual. Cuatro años en el mando y ahora era una de las mayores empresas de bienes raíces de toda América del Norte. Y yo, a mis veintiocho años, tengo todo lo que quiero y que al menos compensa las cargas y el peso que en mi recae.

He tenido todas las aventuras que he querido, he estado con cada mujer en que he fijado mi mirada, todas, han sido mías. Mías hasta el punto de que no pudiesen vivir sin mí, ese era el momento que decidía para bajarlas de la fantasía y dejarlas vueltas nada, recordándoles siempre lo inferiores que son, recordándoles que son simples paracitos de la sociedad.

Las he despreciado a todas, menos a Jane, le debo todo lo que soy a ella, y sé que siempre estará para mí. Con sus veinte años de diferencia, es todo lo que puedo necesitar de alguien, ella y mi dinero, con eso es suficiente.

Ella ahora se dedica a su imperio vinícola, es elegante, hermosa, sensual, inteligente, es la excepción de su sexo.

El auto se detuvo, habíamos llegado, respiré profundamente, sonreí como siempre lo hacía y me bajé del coche, caminé lentamente, haciendo delirar a las féminas, recordándoles siempre con mi fría mirada que solo las usé.

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Entré a mi oficina dando un portazo ¿Cuan inepto se podía ser?, ¡Pero ya verán! Los despediré a todos, así me quede sin el jodido personal, tengo que hacer unos negocios en veinte minutos con el viejo Weber, recuerdo su apellido porque su querida e "inocente" hija me la había follado la semana pasada.

Me senté en mi silla, y comencé a buscar una carpeta color verde que debería estar en mi escritorio. Gritó el nombre de mi secretaria, María, ella viene corriendo a verme, ¡Dios pero que vulgar!, su camisa era como tres tallas menos de lo que debería ser, sus senos estaban a punto de saltar de esta, y esa falda no dejaba nada a la imaginación, esos tacones eran baratos, marginales. ¿Creía que podía seducirme con esa estupidez?, ¿Acaso piensa que soy un niñato de doce años que se excita por ver una mujer en vestido?, ¡Mierda pero cada vez me sorprendo más del sexo femenino!

—María, ¿dónde está la carpeta que tenía la información de Weber Company?

Ella me miró "seductoramente", ¡Jesús!, ¿Acaso no tenía límites?

—Señor, es esta que está en el estante —dijo caminando, mejor dicho, contoneando sus caderas hasta llegar a mi lado y ¡agacharse casualmente!, de manera que pudiese ver… ¡Mierda pero si no tenía bragas!, podía ver su coño húmedo desde aquí, eso fue la gota que derramo el vaso, le enseñaría una lección a esa niña.

La jalé por las caderas, ella gimió, la muy zorra lo esperaba, la puse sobre mis rodillas, iba a nalguearla, fuerte y duro.

— ¿Quieres esto María? —pregunté, ella jadeó.

—Sí señor Cullen —casi gritó retorciéndose, jodida perra.

Le abrí las piernas, la falda estaba por su cintura, dejando todo su enorme trasero al aire, mi mano lo azotó con fuerza… sin piedad, sin lujuria, solo era rabia, rabia que ella malinterpretaba.

Cuando llegue a la décima nalgada podía sentir sus lágrimas, odiaba ver a alguien llorar, aunque por mi podría pudrirse en el infierno. La jalé por las piernas hasta sentarla de golpe en el escritorio, causándole dolor a su trasero, me bajé la cremallera y la penetré con fuerza, no me preocupe por si estuviese mojada, ella lo quería, y lo obtuvo.

Gemía como una cerda, lo estaba disfrutando, le di fuerte y duro, llegue rápido, cuando obtuve mi orgasmo me salí de ella dejándola frustrada, eso era lo que quería.

Ella me miró casi llorando, ¡toma eso Perra!

—Señor Cullen, no he llegado —susurró.

— ¿Y eso debería importarme?, lárgate de aquí antes que te despida, y piénsatelo mejor antes de volver a tener el atrevimiento de hacer lo que acabas de hacer, porque te podría ir peor María—solté con voz dura.

—Afuera lo está esperando una chica que viene por el programa de becas señor Cullen —contestó con fastidio… ¿¡Pero qué se creía esta!?

— ¿Dónde está el licenciado Wiclitock?, ¿Acaso no es ese su trabajo? —pregunté impresionado mientras ella se arreglaba el uniforme.

—El licenciado, pidió un día libre hace meses y usted se lo concedió para hoy. ¿Es el único capacitado para recibir a la estudiante señor Cullen? —insistió mi secretaria, con un bufido asentí.

—Hazla pasar María —concedí mientras ella asentía y salía de mi despacho, me senté en la silla y crucé mi pierna, vería a otra perra más, ¡Una estudiante!, esas son las peores.

Escuché unos pasos, debía ser ella.

Entonces entró…

Era una chica menuda, baja, de cabello color canela, era un canela muy fuerte. No podía ser americana, su piel era perlada, hermosa, sus mejillas sonrojadas, y sus ojos estaban cubiertos por unas gafas grises, aunque se podía apreciar un tono color chocolate, ¡Definitivamente no lo era!, su cuerpo tenía curvas, no era insípida, traía puesto unos jeans roídos, una playera color azul celeste, manga tres cuartos unos tenis y traía una mochila vieja, no usaba ropa atrevida, eso era extraño.

No podía ser de este país.

Era hermosa, muy hermosa, yo no solía pensar eso sobre las mujeres, pero ella lo era, eso era malo.

Ella se sonrojó aún más cuando nuestras miradas se encontraron, se mordió el labio, Oh Jesús, ¿Lo haría a propósito?

—Buenos días —me levanté de mi asiento hasta acercarme y le tendí mi mano. Ella la tomó, una electricidad recorrió mi cuerpo, su mirada era cálida, misteriosa.

—Buenos días, señor Cullen —musitó ella, su voz era como miles de campanadas… Era impresionante.

Tiene que ser mía, debe serlo. Va a serlo.

—Buenos días Señorita… —no sabía su nombre.

—Swan, Isabella Swan —dijo con voz nerviosa. Mmm, Isabella.

—Bueno Isabella, que te parece sentarnos y hablar —pregunté con voz seductora, ella no pareció notar el trasfondo de mis palabras.

—Bien —dijo.

Nos sentamos y fue mi turno de comenzar con la inquisición, solo que modificaría mucho más las preguntas.

—Bueno señorita, Swan, ¿De dónde es? —pregunté intrigado al hermoso color de sus ojos y cabello.

—Soy de Venezuela, vine aquí a estudiar y me pareció su programa de becas muy competente y accesible —dijo con una tierna sonrisa en sus labios. ¿¡Me quería matar!?

—En efecto, nuestro programa de becas es excelente, ¿Cuántos años tiene? —pregunté maliciosamente, pero ella no parecía notarlo.

—Dieciocho señor Cullen —musitó avergonzada.

— ¿Qué desea estudiar y en dónde? —pregunté interesado.

—Deseo estudiar Literatura, en la universidad de Seattle, L. James —dijo ella, ¡Vaya!, eso era una gran universidad, debía tener muy buenas notas.

— ¿Cuál fue su promedio en el instituto? —pregunté.

—Fui la mejor de mi clase—contestó de inmediato.

— ¿Trae sus documentos? —dije cruzando los brazos, sería mía

—Sí, por supuesto —contestó ella bajando la mirada y rebuscado entré esa vieja mochila hasta que sacó una carpeta marrón.

—Muy bien Señorita Swan, necesito que llene este formulario. Yo la llamaré mañana para comunicarle mi decisión —dije seriamente, ella suspiró y asintió, con una sonrisa.

Le tendí un lapicero y el formulario. Ella lo tomó, nuestras manos volvieron a rozarse y la electricidad atacó.

Cuando terminó de llenarlo, me lo tendió, su letra era muy hermosa, femenina, yo asentí con una sonrisa.

—Fue un placer conocerla Señorita Swan —dije ofreciendo de nuevo mi mano.

—El placer mío Señor Cullen —dijo ella sonriendo, la estrecho, su piel era suave, sedosa

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—Damon, quiero que investigas a alguien —dije a través del teléfono a un viejo amigo.

— ¿A quién señor Cullen? —preguntó este con su típica voz gruesa y burlona.

—A Isabella Marie Swan, venezolana, dieciocho años—dije rápidamente—. Quiero el informe, mañana mismo —contesté para luego colgar sin esperar respuesta.

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Después del trabajo, regresé a casa, no tenía ganas de hacer muchas cosas hoy, estaba muy cansado, no había dormido nada.

Pero claro, ni descansar podía. Jane llegó para interrumpir mi sueño.

—Edward, te necesito —musitó contra mis labios. Yo no pude negarme, con ella no podía, nunca podría.

La besé de vuelta, con fuerza y ganas, descargando las molestias del día, las frustraciones y mi dolor.

La pegué contra la cama arranqué su vestido, sin contemplaciones, yo en el fondo también la necesitaba.

Volvía a caer en la oscuridad.

Volvía a recordar mi pasado.

Volvía a hacerlo.

Me dejé llevar.

Cerré los ojos como lo hacía antes, imaginé otra cosa… dejé que se satisficiese de mi cuerpo.

Me daba asco, en el fondo lo hacía, pero no podía hacer nada, no podía…

Ya mañana la luz vendría y quizás, solo quizás pudiese seguir con mi vida.

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Los demonios se fueron de nuevo, me han dejado solo. Jane se fue, puedo sentir su ausencia en mi cama, aunque su perfume sigue impregnado de mi piel… odio su perfume.

Me levanté con pesadez, no recordaba nada de lo que había pasado. Era un mecanismo de bloqueo, así reaccionaba mi cuerpo con todo lo que me hacía daño, menos con aquella época, porque era eso, el dolor, lo que me hacía darme cuenta de que tengo que continuar y hacer pagar a las que me hicieron tanto daño.

Me duché, aunque sabía que el agua no podía quitar mi suciedad. Pasé más tiempo en el baño de lo normal, me afeité, me puse mi traje de hoy, uno negro, clásico, mi perfume Hugo Boss, tomé mi maletín.

Y fui a cumplir rutina.

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—Señor Cullen, aquí está el informe —dijo Damon, entregándome un sobre color beige, algo grueso, asentí y le hice señas, con eso él se marchó dejándome solo.

Abrí el sobre casi desesperado, comencé a leer.

Isabella Marie Swan

Edad Actual: 18 años.

Fecha de Nacimiento: 13 de Septiembre de 1994

Estado civil: Soltera.

Padres: Renée Dwyer, Charlie Swan.

Hermanos: Ninguno.

Estudios: Primaria-Joseph L., Secundaria e Instituto- Joseph L.

Religión: No se conoce.

País de Procedencia: Venezuela.

Idiomas: Español e Inglés.

Residencia Actual: Edificio SunHome- Seattle- Piso 7 dpto. 72.

Teléfonos: Desconocido.

Suspiré, era tan simple y sencilla, una hermosa latina, y me atraía como un demonio.

Ya tenía un plan claro, la sobornaría, ¡Oh sí!, ella sería mía de una u otra manera.

— ¡María! —grité enfadado.

—Dígame señor —dijo ella desde la puerta, no me moleste en mirarla, sabía que tenía ese mismo atuendo vulgar.

—Llama a la señorita Swan, dile que venga ahora mismo —ordené con la vista centrada en el formulario y el informe.

—Sí señor Cullen —dijo corriendo. Podía oír desde aquí el repiqueteo de sus tacones. Estaba nervioso, yo nunca estaba nervioso.

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—Señorita Swan, un placer de nuevo volver a verla —dije levantándome de un salto, ella me sonrió y nos dimos un apretón de manos.

Ella traía los mismos lentes, su cabello caoba estaba trenzado en una hermosa y afrodisiaca trenza, traía una camisa de tirantes aguamarina; una falda de jean; un par de sandalias y un abrigo blanco, se veía angelicalmente hermosa.

Era un Ángel.

Y yo la corrompería hasta volverla un demonio.

—El placer es mío señor Cullen —dijo ella sonrojada.

Nos sentamos, y comencé con mi juego.

—A pesar de sus altas calificaciones, me parece imposible darle la beca, tenemos muchos jóvenes incluidos y no podemos costear sus estudios —comencé, su cara decayó y había lágrimas, Oh no… Ángel, no llores por mí—. Quiero proponerte algo… hay una forma de costear tu beca —dije con voz maliciosa, ella me miró con la ceja alzada.

— ¿Cuál señor Cullen?, haría lo que fuera, de verdad necesito estos estudios, mi familia necesita eso, necesito poder establecerme señor…—murmuró ahogando un sollozo.

—Tranquila niña ya te dije que hay una forma, pero todo depende de ti —dije cruzando la pierna, mirándola sádicamente; ella se sonrojó… Ya me encargaré yo de quitarte esos sonrojos.

— ¿Cuál es esa forma? —preguntó, ¡Pero que inocencia tan incómoda!, la mayoría de las mujeres ya se hubiesen lanzado a mis brazos, pero mirándola a ella, pareciese que todo lo que sé de las mujeres desapareciera.

—Pues fácil niña, tú te vuelves mi dama de compañía y yo te mantengo a ti y a tu familia —solté de golpe mirándola atentamente. Ella me miró asombrada, sus ojos estaban como platos, pasó del rojo al blanco en un instante.

— ¡Quien cree que soy Señor Cullen! —jadeó con voz exaltada— ¡Yo no soy una Puta! —dijo alzando la voz con indignación. Oh pronto lo serás.

—Oh niña, es tu única opción, si yo no te doy la beca tendrías que regresar a tu país; y dudo que quieras eso. Necesitas el dinero y yo estoy dispuesto a dártelo, claro si tú estás dispuesta a concederme ciertos favores íntimos —dije con voz sofisticada. Ella se atragantó con su saliva.

—No me pida eso por favor, yo haría cualquier cosa menos eso señor Cullen. No fui criada así, yo tengo moral y dignidad, pídame lo que quiera… —dijo y pude ver varias lágrimas resbalarse, pero no me rendiría ella iba a aceptar… sí o sí.

—Te quiero a ti, disponible cuando quiera y en donde quiera, quiero que me ofrezcas tu cuerpo, toda tú. A cambio te daré lo que me pidas, incluyendo tus estudios, no será tan difícil entregarte a mí, Isabella. Soy un hombre muy atractivo —dije con convencimiento; ella me miró suplicante, su mirada de inocencia se mezclaba con el dolor que le producían mis palabras.

Señor Cullen yo… —musitó tragando en seco, yo sonreí.

— ¿Qué Isabella?, solo me tienes a mí…. es eso o devolverte a tu país. Además, ¡No es como si fueses virgen! —afirme riéndome.

Ella me miró sonrojada y bajo la cabeza, ¡Oh no!, ¿Acaso es cierto? Ella es… ¡No me atrevo ni a pronunciarlo, la miré expectante hasta que alzó su mirada y con ¿Rabia?! Y vergüenza escupió.

—Sí señor Cullen, soy virgen —dijo retorciéndose en el asiento. ¡Mierda!, era virgen…. Jodidamente pura, ¡Era un ángel!, un verdadero ángel… ¡Y yo!, un demonio dispuesto a morir por corromper y mancillar se corazón puro.

Eres una caja de secretos —dije sonriendo, ella se sonrojó más— ¿Aceptas el trato o no? —pregunté directamente, estaba ansioso, lleno de energía.

— ¿No tengo otra opción cierto? —preguntó con un suspiro, sus ojos estaban húmedos, ¡Iba a llorar!

—Al parecer no —contesté con voz seca.

—Está bien señor Cullen, acepto ser su dama de compañía —dijo con asco sus últimas palabras, ¡Oh niña!, ya te enseñaré yo a modelar ese carácter.

—No esperaba menos de usted Señorita Swan —dije sonriendo, ella asintió sin mirarme—. Debemos establecer horarios y reglas —dije con voz dura, diciendo el mismo discurso que les decía a todas las que estuvieron en su puesto, el juego comenzaba ahora mismo, y yo tengo todo para ganar.

— ¿Qué reglas? —preguntó con miedo.

—Primero que todo, esta noche saldremos iremos a el restaurant Gino's Ristorante, así que vístete elegante; ahí estableceremos los parámetros —dije mirándola a los ojos, esos hermosos ojos castaños, cálidos y llenos de secretos.

—Está bien señor Cullen —dijo respirando profundamente.

—Te pasaré a buscar a las siete, espero que estés lista. Eso es todo señorita Swan, puede retirarse —mi voz salió ronca, desfigurada, esa jodida falda me tenía mal.

Ella se levantó asintiendo, esas piernas largas, cremosas, no había centímetro en su cuerpo que no fuera perfecto.

—Hasta las siete Señor Cullen —musitó antes de irse.

Hasta las siete…. Isabella.


¿Que les parece?, ¿Merezco Reviews? Espero que si... Un beso, desde Venezuela, Valentina Shaday.

ADELANTO DEL PROXIMO CAPITULO:

En ese segundo no importo mas nada, solo estábamos mi oscuridad ella y yo, a punto de unirnos por siempre, yo estaba a punto de dañar al ángel, de quitarle la inocencia, de convertirlo en parte de mi alma, estaba a punto… de hacerlo.

Lo hice, me posicione para entrar y lo hice, de un solo golpe, cortándole la respiración, dejándola tensa, provocando un grito desgarrador que alimento mi alma, que se guardo en lo mas profundo de mi corazón, ese fue el inicio, el inicio, el momento en que el demonio se apodero del alma del ángel.

Bye...