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Capítulo 1
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A veces las cosas pasan porque el destino cree que es lo mejor para una persona, y por eso le da lecciones. Lecciones que uno jamás olvida.
El corazón es engañoso, lo había descubierto ese día. Uno cree que la persona indicada y la correcta está a tu lado, mientras él duerme plácidamente en la cama. Pero no, había cometido un error.
Él estaba ahí, durmiendo, sin saber que su hermano y yo nos amábamos. Me dolió dejarlo, en serio, porque mi corazón aquella noche anterior gritaba exteriormente su nombre, pero interiormente gritaba aquél nombre de ese hombre, ese hombre con coleta y ojos penetrantes, sus manos, al recordarlo, me rodeaban y juraba protegerme con su vida, mientras mis lágrimas salían automáticamente. Entonces comprendí que lo amaba más que a nadie en el mundo, lo comprendí; pero tenía miedo. Miedo que se apoderaba una vez más de mi cuerpo, de mi mente, ocupando el lugar de mis sueños donde dormía, porque se volvía una vez más pesadilla.
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Sasuke, se removía, acomodándose una vez más. Sentí sus ojos posarse sobre mí, con una sonrisa cálida que derretiría a cualquiera, pero solo la brindaba a personas especiales, especiales como yo... Momentáneamente.
Tenía veintidós años de edad. Su nombre completo es Sasuke Uchiha. Y aunque un día le jure amor eterno, ese amor se desvaneció como por arte de magia el día que conocí a su hermano mayor. Fueron casualidades de la vida, algo nos pasó, y sucedió. No podría explicarlo, pero ya no era sólo un sentimiento de atracción, era mucho más que eso, y él también lo sabía. Todo se nos fue de las manos, no lo supimos aun menos entender.
Todo comenzó un día, en donde yo visitaba la casa una vez más de mis suegros. Para ese entonces teníamos unos simples diecisiete años de edad, unos críos de mamá.
—¿Y cuanto llevan?—preguntó Mikoto, desde la cama, estaba enferma y por eso la visitaba un rato. No parecía de su edad, pero ella poseía unos 39 años de edad, era joven, pero con su cara angelical de madre, ella parecía mucho más joven y por no decir que era hermosa, me encantaba su forma de pensar y actuar, quería ser como ella algún día.
—Tres años—respondí con una sonrisa mientras le tendía una bandeja llena de comida.—Señora Mikoto debe comer bien, si no lo hace jamás podrá salir de esta cama me temo.
—¿Practicando para ser Doctora?—dijo con burla y una risita se escapó de mis labios—. Sé que serás una gran mujer y una gran doctora.
—Muchas gra...
El teléfono había interrumpido, en un rápido movimiento fui hasta el estante y atendí, para luego pasárselo a Mikoto. Ella hizo un gesto de reverencia, agradeciendo. Comenzó a hablar.
—¡Oh, querido!-la escuché hablar.—¿Cómo has estado?... Claro, claro, entiendo. ¿Ya? ¿Tan rápido? ...Oh, ya veo. De acuerdo, nos vemos, ten mucho cuidado, cariño.
—¿Qué ha pasado?—pregunté un poco intrigada.
—Itachi—.Bien, eso no me decía mucho—.Es el hermano mayor de Sasuke, viene a quedarse unos días aquí, su vuelo se ha retrasado por algunos problemas y le han dicho que no saben cuándo ni cómo se resolverá.
—Sasuke nunca me había dicho que tenía un hermano mayor—comenté un tanto curiosa, el hecho de que nos conociéramos hace tanto tiempo y jamás me haya dicho que tenía un hermano mayor me dejó un poco aturdida. Tal vez no confiaba lo suficiente en mí.
—Su relación es muy extraña, de niños Sasuke solía admirarlo, pero Itachi es muy reservado y muy pocas veces le complacía a Sasuke, después de todo era mayor y Fugaku le encargaba responsabilidades más pesadas conforme a su edad.—dijo Mikoto mientras le daba un bocado al puré de papas.—El pobre Sasuke se esforzaba siempre por obtener la atención de su padre, mi esposo, pero solo pocas veces la conseguía; y esa admiración hacia su hermano se convirtió en odio, y mucho más cuando se enteró que había conseguido una beca para estudiar en el exterior.
—Vaya...—murmuré. Nunca había creído que mi novio fuera esa clase de persona, alguien de una forma... oscura, odiando a su hermano, siempre creí en el Sasuke compasivo, amable, tierno, y muchas otras cosas más... Entonces comprendí que nunca se termina de conocer a las personas, siempre traen nuevas sorpresas, nuevos sentimientos, nuevos problemas.— ¿Crees que reaccionará bien con su llegada?
—No lo sé—sacudió la cabeza para luego cerrar sus ojos.—El tiempo ha pasado, supongo que él sabrá aceptarlo, además se está esforzando muchísimo.
Unos cuantos minutos después, Mikoto me entregó la bandeja de plata en donde estaba servida la comida. Me agradeció y yo solo entonces salí de la habitación para dejar todo en su lugar y esperar la llegada de mi novio.
La casa Uchiha, o mejor dicho, Mansión Uchiha estaba muy bien decorada, los padres de Itachi y Sasuke, el esposo difunto de Mikoto, era un hombre muy famoso, un empresario que le dejó todo a su hijo mayor y menor. Fugaku Uchiha había muerto en un accidente lamentable, Sasuke no había contado mucho de eso, no le agradaba el tema, Mikoto sólo decía de vez en cuando algún detalle, pero la familia Uchiha, después de su muerte, no volvió a ser la misma; una familia misteriosa. Con muchos secretos por descubrir. Luego de su muerte, Fugaku, había escrito un testamento dejando su fortuna a Mikoto a cargo de todo, y a sus hijos por supuesto, que la cobrarían cuando hayan alcanzado la mayoría de edad. Itachi se había hecho cargo de algunos negocios, de los emprendimientos iniciados por parte de su padre, saldado las cuentas de la empresa Uchiha. Por suerte, Itachi era un hombre de unos veintitrés años de edad, responsable, tal y como lo había querido su padre.
Mikoto podía darse lujos cada mes por ello, su esposo quería lo mejor para ella, la mejor comodidad, comida, ropa, calzado, todo incluyendo joyas y viajes al exterior; darle un consuelo después de su muerte, que ella supiera que él la amaba desde lo más profundo de su ser, y que la estaría esperando, siempre.
La mansión era amplia, con unas diez habitaciones, en ellas estaba las de los invitados, las de los empleados, la de su mujer y la de sus hijos por supuesto, una para cada uno. Poseía una sala de estar y una sala de juegos, en donde solían pasar en familia cada domingo, mirando películas, o haciendo una que otra cosa, pero siempre juntos. Tenía dos comedores, uno para estar en familia, con una mesa de algarrobo y cuatro pero bien lindas sillas de también algarrobo; el otro comedor era bastante grande y bien decorado, este se utilizaba solo para las fiestas de fin de mes que celebraba la empresa con más de treinta invitados importante, algo no tan llamativo, pero perfecto. Cada parte bien decorada, comida de primera, chefs y cocineros, mozos y mayordomos educados, el servicio de limpieza era único y discreto, todo, siempre, de confianza.
El inmueble estaba divido en dos pisos, de manera que eso aumentaba su valor y hacía que cada empresario le eche algún que otro ojo para la compra, ofreciendo cifras inimaginables a los Uchihas, cosa que siempre han sido rechazadas.
Debido a que me encontraba escuchando música, no pude escuchar el timbre que dieron en la puerta, pero siempre estaban los empleados allí, dispuestos a servir sin ningún problema. No había prestado ni la más mínima atención de que el mismísimo Itachi Uchiha entraba por la puerta, ya que estaba dedicada a dejar las cosas en su lugar porque la encargada, la cocinera, se había pedido el día libre. Esto no me enojaba para nada, es más, yo tenía muchas ganas de hacerlo, me encantaba cocinar, y cocinar para mi futuro marido, más que nada en el mundo.
Al terminar subí a la habitación de Mikoto y sin pensarlo dos veces abrí la puerta con cuidados, a ella le tocaba tomar la pastilla que le habían recomendado el médico.
—Señora Mikoto es hora de...—mi voz se apagó cuando lo vi. Estaba muda, y quien sabe cuánto tiempo me quedé mirándolo, ahí, parada. Su cabello era largo y negro, al igual que Sasuke, el parecido con él era increíble, solo que él tenía en su aspecto la apariencia de alguien que se está convirtiendo en todo un hombre, un hombre viril... Que hasta a mí me sedujo solo con una mirada. Vestía un traje, aunque algo informal debido seguro a la espera, su corbata estaba desajustada y los primeros botones de su camisa desabrochados. Parecía cansado, sus ojeras lo delataban.
No cabía duda de que ese era el hermano de Sasuke, Itachi.
—Sakura, él es...
—Itachi Uchiha, un placer—lo escuché decir para segundos después tomar mi mano y besarla, comencé a sentir una oleada de calor en mis mejillas para después expandirse por todo mi rostro.
¿Pero qué demonios con este hombre?
—Sakura Haruno—hice una reverencia. Y podría casi jurar que Mikoto entendió mis expresiones, en ese entonces pude observar de reojo una mueca de oleada de culpa me invadió por unos momentos—.Mikoto-san, su pastilla...
—¡Oh, es cierto! Se me olvidaba, muchas gracias Sakura.—Solo entonces aceptó lo que había en mis manos y las tomó.—Itachi, ella es Sakura, tu cuñada.
—¿Cuñada?—sus ojos se posaron en mí, de arriba abajo, podía examinar todo como si estuviera desnuda, su mirada era penetrante.—Vaya, pues bienvenida a la familia.
—Ah... Mm... Gracias...—contesté apenada.—Voy a... lavar lo que está sucio en la cocina, Mikoto-san.
—No es molestia, Sakura, sabes que puedo...
—¡No, por supuesto que no!—exclamé alarmada.—Me gusta hacerlo, me realaja. Además, tengo que aprender para poder hacerlo bien cuando tenga una familia. Si me disculpan...
Salí de ahí una vez más, no podía creer que Itachi Uchiha estuviera frente a mis ojos, y que por sobretodo sea tan... sexy. Sacudí la cabeza, estaba equivocada. Se suponía que yo ya tenía a Sasuke y que con eso me bastaba, yo lo amaba, y él a mí. El no soportaría que yo, su casi-mujer, me fuera detrás de un hombre desconocido, o mejor dicho, no podría soportar que me fuera con su mismísimo hermano. Los años estando con él a fin de cuentas, serían en vano; y por Dios que no quería que nada de lo que haya pasado se vaya a la basura.
Como pude, trate de borrar la escena sucedida hace un par de minutos, Itachi Uchiha estaba carcomiéndome la mente, la cabeza, su cuerpo... No, no y no, era algo impropio, no digno. Cuando entonces, sin querer, se me cayó una taza de las manos, alarmada y algo apenada, trate de recoger los pedazos de ella, pero en un movimiento en falso sólo logré cortarme el dedo índice de mi mano derecha.
—Que daño...—murmuré.
—Señorita Sakura, ¿está usted bien?—me preguntó uno de los empleados.
—Claro que sí.—sonreí.—Fue sólo un accidente, yo...
—Yo me haré cargo, no hay de qué preocuparse, Takashi.—intervino una voz que hizo que mi cuerpo se tensara y temblara a la vez. Automáticamente lo miré.-Puedes irte.
El empleado solo se fue sin decir más que "sí, señor" dejándonos solos a los dos. Itachi se arrodilló y me ayudó con los destrozos de la taza.
—En verdad lo siento...—susurré sin mirarlo.—Yo...
—Tranquila, sólo es una taza—sonrió al terminar de colocar los pedazos en un envoltorio de diario. Ambos nos levantamos y él me tomó la mano.—Muéstrame.
—No deberías preocuparte, es sólo...—extendió mi dedo índice y con su boca comenzó a tomar, chupar y absorber la sangre que salía de éste. Una risita se escapó de mis labios y al verle su rostro de confusión, respondí.—Pareces vampiro.
—Estás loca—rió tan fuerte que hasta a mi me sorprendió. Creí que Itachi Uchiha sería alguien más serio, más cortante y frío, pero no, era la cara de otra moneda, y eso hizo sentirme segura. De su bolsillo buscó un pañuelo de tela, y al encontrarla le arrancó un pedazo con los dientes, y la envolvió en mi dedo con un nudo fuerte.—Listo, y la próxima vez no vuelvas a ser tan torpe.
—¡No soy torpe!—le reproché inflando los cachetes. Era mi actitud infantil, otra vez, no podía evitarlo. Se salía de sí cuando me sucedia algo vergonzoso, y oh, creánme, que esto era demasiado vergonzoso. Mirar sus ojos llenos de diversión hizo que mi corazón se contrajera y sé que por muy rápido o estúpido que sonara, ya había chispa entre nosotros. Nos reíamos más de lo común, nos acercábamos más... Y todo eso conduciría solo a una cosa.
—¿Qué haces aquí?—y esa nueva voz, seria la discordia.
—Sasuke-kun...
