By Sereitei (UnknownOrchestra)
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EVERGREEN I
Don't say goodbye
-Obsesión, odio y amor-
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"Don't say goodbye you are the only one for me
obsotdon ilchorom onuri to jinamyon
soro mamul nochi anko modu igyonaegetjyo
Cause you are my everything to me"
Dong Bang Shin Ki
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Me pides de favor, con mirada suplicante, con un suave y fugaz beso en los labios, con tus manos en mis mejillas y tu fragancia impregnada en mi cuerpo, que espere… Te pregunto cuánto tiempo más. Entre palabra y palabra escribo una interrogante en el aire: ¿sabes cuán difícil me es esperar?... tomo tu mano, beso las yemas de tus dedos bajando hacia tu muñeca, a tu codo y a tu hombro, con el rose de los labios, atrayéndote hacia mi cuerpo desnudo. Las sabanas murmullan entorno nuestro. Respondes a mi oído con un trémulo: no se.
La habitación del hotel vuelve a quedar vacía tras tu salida. Dejo de ser un ser viviente para transformarme en un mueble, un ente insípido en el mundo que observa tu partir desde la octava ventana del piso 9 –el mismo lugar de siempre-, sin que vuelvas la vista ni una vez hacia donde sabes que estaré. Con tal de no entrar de nuevo en la dimensión de este miserable, ignoras el cielo nublado de una madrugada voraz y naranja –la misma hora-, partiendo con paso tranquilo hacia tu departamento, donde te darás una ducha para desvanecer de tu piel mi aroma, mi tacto, cubriendo con el traje negro y la camisa roja, todo rastro sobrante de la transgresión que cada semana cometemos a escondidas. No dormirás, te sentaras en el sofá frente a la tv, acariciando a tu gato huraño, viendo infomerciales o la primera cosa que se te cruce en el surcar entre canales. A las 7:00 en punto partirás en dirección contraria a nuestra zona de pecado, esperaras 5 minutos a que la florería abra, compraras un ramo enorme de rosas blancas y caminaras dos cuadras hasta el hospital privado más costoso del país. Entraras sin saludar, dejando a las enfermeras boquiabiertas por la imagen principesca y encantadora que ofreces. Subirás por el elevador al cuarto piso.
En la habitación 908 del hotel te envuelve la pasión y la lujuria, te consume la desesperación y la culpa de entregarte a mi… por eso nunca me sonríes, por eso ambos somos masoquistas, soportando un sexo tortuoso y salvaje, anhelando algún día, en algún momento, los arañazos, los gemidos, las caricias brutas y las lagrimas, se transformen en una entrega total, dulce como la miel, cursi… la realidad es que ninguno de los dos guarda esperanza alguna de que llegue… y lo que en verdad nos hace estremecer, acercándose sigilosa y palpablemente, es la proximidad del fin.
La habitación 405 del hospital es todo lo contrario al lugar reservado para nuestros encuentros. Tapizada en un blanco casto, te hará sentir la culpa de tu engaño, replanteándote por novena ocasión si lo que haces es correcto –sabes que no-, si deberías hablar con quien yace en la cama –no lo harás- recibiéndote con esa cálida sonrisa que te atraviesa el corazón con el puñal de tu traición; dejar de acudir, sencillamente, a mis brazos –es imposible-; o continuar –se que volverás a mi... o eso deseo creer.
Te acercaras a la cama del paciente, sonreirás con ternura, dejando de lado lo ocurrido esa noche y madrugada, lo abrazaras y de suave manera, tierno, besaras sus labios.
Y todo el día, como durante los últimos 2 años, permanecerás a su lado, haciéndole reír, cuidándole con esmero, regalándole todo de ti. Él te llamara, y tú responderás de inmediato con un "¿Si, Decimo?", te reprenderá por referirle de esa forma, y enterneciendo la mirada armaras en tus labios su nombre "Tsuna", él sonreirá, quizás llorara de la emoción y dirá:
--No es nada. Solo quería escucharte decir mi nombre.
Y para ambos será como vivir en una película romántica, mientras apostado a la puerta, cruzado de brazos y fingiendo desternillarme con Ryohei, sabré que mis fingidos realces de voz, risotadas y carcajadas, jamás llevaran a ti el dolor que ocultan, porque estas en un mundo perfecto en el que no puedo entrar hasta el momento en que quieras volver a estremecerte con el lacerar de nuestro amor… o quizás, solo hasta que apalees la necesidad de sentir compasión por alguien y te apiades de la adoración que te profeso, ofreciéndome un falso consuelo en tus brazos, con palabras como "espera" y "no sé".
La pregunta vuelve a formularse: ¿sabes cuánto me cuesta esperar?
No. Porque tampoco sabes lo terrible que me resulta ver como tus brazos rodean el cuerpo de otro.
No sabes cuan doloroso es tener que aguantar que tus alegrías, estén reservadas para él y no para mí.
No sabes hasta qué grado me tienes enloquecido, porque no sabes, no tienes la menor idea de que en secreto, incontables veces durante estos últimos años, he deseado la muerte de, no solo el Jefe de la familia Vongola, sino también mi mejor amigo, Tsuna.
No sabes lo cruel que puede resultar amarte.
Cada vez que una fracción de la inseguridad que siento con respecto a tus sentimientos, sale a relucir, desesperadamente buscas desaparecerla jurando y perjurando que me amas, que solo sigues al lado de Tsuna porque no tienes corazón para dejarlo, porque esa obsesión que sentías hacia él y que confundiste durante tanto tiempo, trajo consigo la culpa de ser objeto de un verdadero e intenso sentimiento de amor por parte suyo, y al cual te sientes atado, aunque tu trato hacia él no hable de ataduras.
Quizás… no recuerdes con la misma intensidad que yo el día en que aseguras, conseguiste diferenciar entre obsesión, odio y amor… pero no importa, basta con que en mí permanezcan frescos esos instantes.
Eran las 10 de la noche cuando por orden del Decimo, fuiste a buscarme al hotel que sería luego nuestro mudo cómplice de concreto. Mi apartamento estaba en remodelación, por lo que no tenía más opción que alojarme ahí.
Llamaste a la puerta. Del otro lado de la mirilla, intentaba guardar la compostura, como siempre buscaba hacer al tenerte a mi lado en soledad, resignado a haberte perdido desde hacía bastante tiempo. Abrí, me miraste con el resentimiento de que Tsuna jamás te informara que yo era el protector de una llave tras cuyo cerrojo se encontraba una preciada pertenencia suya, de la cual tampoco tenías conocimiento. Entraste y fuiste directo al grano, exigiendo la llave. Fingí demencia… por retenerte otro segundo, "lo que fuera", a penas abarcaría una porción de lo que estaría dispuesto a hacer –incluso rompería mi promesa de impedir que supieras que lo que guardaba con tanto celo el Decimo, era un amuleto que le regaló su primero amor, antes de morir en un lamentable accidente automovilístico.
Sé que mi forma de te saca de cávales, y esa noche en especial, no estabas de humor para soportarme, por lo que pronto estallaste en reclamos, gritando que no entendías como Tsuna –tu "amado" Tsuna-, pudo confiarme a mí y no a ti esa llave.
Tal vez fue que busqué silenciar tus reclamos, los tragos de wisky que tomé antes de tu llegada o los pensamientos perversos –sobre ti- que tuve en el baño antes de esos tragos, que me obligaron a desfogarme bajo la ducha, estallando con tu nombre expulsado en un gemido ronco que vertió sobre mi persona vergüenza y desprecio al ver el semen batido en mi mano, o no importa porque fue, que antes de que me diera cuenta de lo que hacía, te tenia entre mis brazos, con los ojos abiertos por la sorpresa y mis labios en los tuyos.
La falta de resistencia, los sentimientos desatados y la habitación solo para nosotros, dieron pie a una entrega sin límites ni reconocimientos. Explore tu cuerpo con mi boca, con la mirada, hasta agotar cada fragmento de tu cuerpo, gravarlo en mi mente y saborearlo con deleite. Devoré tus labios hasta hincharlos. Marque tu cuello con cardenales de chupetones, tus caderas, tu entrepierna y trasero. Me hundí en tu cuerpo, en tu esencia, en ti, hasta saciarme… deje en tu mente incrustada –a decir tuyo- la interrogante sobre a quién pertenecía tu corazón en realidad, si a quien decías amar, o a quien decías odiar.
A la siguiente semana, acudí a tu llamado en el mismo lugar, para escucharte decir esas dos palabras capaces de poner el mundo de cabeza, de traspasar con un as de esperanza la profunda y abismal desahucia del desamor.
--Te amo.
No dijiste otra cosa, no te deje hacerlo. Fui sobre tuyo, arrebate uno a uno cada beso nunca dado. Y volví a hacerte mío, tantas veces esa noche que solo recuerdo que a la mañana no pudiste ir a trabajar –me alegró tenerte para mí ese día-. Permaneciste en mis brazos hasta que te cargué a la tina, nos bañamos, pedimos el desayuno y comida a la habitación y luego de una última ronda, partiste.
Al pasar del tiempo, me di cuenta de la otra cara de la moneda… hablaste de amor, pero eras incapaz de decir a Tsuna, quien se encuentra mortalmente enfermo, una sola palabra sobre lo nuestro, y por ende, el darlo a conocer al resto del mundo estaba fuera de discusión.
Los encuentros semanales se convirtieron en sexo, sexo y solo sexo. Una agria costumbre que empezaba a dañarnos.
¿Sabes que es lo peor? Que de la misma forma en que no tienes corazón para decir a Tsuna lo que hacemos a sus espaldas, yo tampoco lo tengo para pedirte que lo hagas, por lo que el siguiente será nuestro encuentro conclusivo.
No te he dicho, no lo hare –y nadie lo hará-, que he realizado un acuerdo con el Decimo, quien ha aceptado mi renuncia a su guardia personal para trasladarme a la sede Vongola en América. A mis conocidos –incluyéndote- les será dicho que una misión especial me ha sido asignada, una misión secreta de la cual es imposible dar dato alguno…
…ahí terminara todo.
Creo que es lo mejor, que de fin a esto, independientemente a si en verdad existía amor, si era compasión, pasión momentánea, o una forma de desahogo de tu parte, o una sola obsesión de la mía.
Ya no tendrás que cargar con el peso del engaño, déjalo todo en mis hombros, y vive feliz al lado de Tsuna. No es que sea conformista, pero me doy por satisfecho con el recuerdo de tenerte entre mis brazos, el susurrar de tu nombre y el saber que al menos tu puedes alcanzar la dicha… quiero saber que en tu rostro, la curvatura de tus labios que nunca vi formarse para mi, puede perdurar, aunque sea para alguien más.
***5 meses después***
Hospital
--El doctor ha dicho que dentro de poco le darán el alta, ¿no es grandioso, Decimo?
--Claro que lo es… -Su mirada no expresaba la alegría que la noticia debía traer consigo para su persona.
--Decimo ¿Qué le ocurre? Hace un tiempo que he notado esta decaído.
En respuesta, un suspiro. Tsuna, sentado en la camilla con un suéter calado sobre los hombros, prefería prestar atención a lo alto de los edificios vecinos y el cielo despejado de otoño, abriéndose campo por la ventana, en vez de volverse a enfrentar a su novio...
--¿Alguna vez has hecho algo de lo que te arrepientas?
Su interlocutor detuvo sus manos, que giraban en torno a una manzana, temeroso de que un suceso ocurrido hacia meses fuera develado justo ahora que empezaba a apaciguar su pena.
--¿Por qué lo pregunta? –El temblar de su voz le culpaba con desfachatez.
--La "Intuición Vongola" trasciende el contexto de una batalla, y aunque resulte doloroso e indeseado, es fácil que los capos Vongola, por esa misma intuición, nos demos cuenta de cuando nos mienten, de los sentimientos que esconden los demás y otras cosas. El problema no es tanto el darse cuenta, y eso lo supe algo tarde… -jugaba con sus dedos, nervioso, y aun sopesando las consecuencias de lo que confesaría- el verdadero problema esta, en lo que uno puede hacer con lo que ha descubierto… interferir, separar, fingir, manipular, lo que sea, con tal de alejar a cualquiera de la persona amada, sin importar su sufrir…
La sola concepción de un rastro en su mente, sobre lo que Tsuna intentaba revelarle que hizo, era impensable, algo imposible de creer.
--No entiendo… no se dé que… me habla… Decimo.
--Gokudera ¿Sabes porque he dejado de insistir en que me llames por mi nombre desde la partida de Yamamoto?... -Por fin se dignó a mirarlo. En su rostro, no apareció la calidez típica, solo de amargura y remordimiento- por la culpa que siento…
Un torrente de lagrimas surco el rostro de Tsuna mientras una mejilla de Gokudera era mimada por una lagrima, desamparada, solitaria y triste, el reflejó perfecto del sentir de la tormenta.
--Perdóname… pero yo también lo amo tanto, que preferí esto a verlo a tu lado.
¿Odio? Claro que no. Desde siempre Tsuna supo la verdad, y también tuvo en claro su elección: desear al ser amado en brazos de a quien amaba, mientras este permanecía ajeno a sus propios sentimientos... alejar el camino de los tres de la alegría, en vez de verlos ser felices y agonizar por un amor no correspondido él solo.
----NA
Este, en inicio, era un One Shot –si, el final iba a ser ese: NADIE FELIZ. Sin embargo, desgraciada o afortunadamente, tuve la magnífica idea de pasárselo a mi hermanita antes de publicarlo…
Gracias a mi pequeña, ahora, este One Shot, es un FF de dos capítulos –porque el Epilogo salió demasiado grande…-, así que esperen el siguiente, "Forever Love", en corto.
Y si, sé que es una pésima escritura, pero apreciaría inmensamente sus rewius.
