A todos les deseo una feliz Navidad y un prospero Año Nuevo.
Este es mi pequeño regalo para todos ustedes.
No soy muy buena con las historias de Navidad o cosas por el estilo, pero quería hacer algo para estos últimos días del año.
Por favor lean y disfruten.
MIENTRAS LA NIEVE CAE
Aun recuerdo aquel día, la nieve caía como si se tratara de pequeños pétalos, como si fuera primavera, lentamente, cada copo, caía con gracia, como si bailaran dulcemente con el frío viento.
Temiendo caer y desaparecer en un instante.
Aquella nieve fría y blanca, que comparaba con tus ojos de luna.
Aquellos ojos que pudieron calentar la fría nieve y curar mi adolorido corazón.
El parque de Konoha era muy grande, siempre había parejas de enamorados y niños jugando, cada temporada tan diferente pero al mismo tiempo tan parecida.
En primavera los cerezos florecían, muchas jóvenes caminan con sus hermosos uniformes, los niños recogían los pétalos y los lanzaban.
En verano las paletas de hielo, los globos de agua.
El otoño, las hojas secas cayendo, el comienzo del frío viento.
Y el invierno, la dulce y hermosa nieve.
Si solo cambiaba el paisaje, las personas parecían ser las mismas.
Pero para mi el invierno siempre será la estación que mas amare por el resto de mis días.
Recuerdo que tenia como cinco años en ese entonces, no tenia mas parientes que mis abuelos, mis padres habían fallecido cuando yo era demasiado joven como para recordarles.
Sin embargo mis abuelos siempre me hablaban de ellos, por lo cual yo sentía que estaban en todo momento a mi lado, pero a pesar de ello siempre fui un niño solitario.
Mi único amigo en aquel entonces era Sasuke Uchiha, su familia tenía negocios con mis abuelos, por lo que siempre terminábamos juntos, aunque de vez en cuando teníamos una que otra discusión.
Nos llevaban a ese parque todas las tardes, para que pudiéramos jugar con otros chicos, pero como siempre Sasuke era perseguido por algún grupo de niñas alborotadas por lo lindo que se veía.
Yo me preguntaba por que nunca me veían lindo, mi abuela me decía que lo era, pero las niñas nunca lo veían de ese modo.
Así que solo me sentaba a ver como mi amigo terminaba en otro sitio menos en aquel lugar.
Mi primer amor, una linda niña de cabello rosa y ojos verdes como esmeralda, pensé que al menos con ella estaría menos solo, pero fue demasiado doloroso el saber, que ella también estaba enamorada de Sasuke.
Abandonado solo iba al parque a sentarme en los columpios, y ver a la gente que siempre iba.
Muchos niños con amigos, parejas de enamorados y madres con sus pequeños hijos.
La nieve comenzó a caer y por el frío muchos comenzaron a retirarse, yo no deseaba hacerlo, me sentía muy mal ese día, pronto habría celebraciones y esa vez mis abuelos tenían que atender los negocios, y seguramente no tendría una cena como el resto.
Me pareció que me había quedado solo, pero me llamo la atención una pequeña figura acurrucada en un rincón, pensé que solo se trataba de un bulto, pero un movimiento me hizo ver que no era así.
La nieve le cubría parte de sus negros cabellos, la retire con las manos y fue cuando te alzaste con miedo.
Tus ojos llorosos se encontraron con los míos.
Nunca había visto unos así.
Era como la nieve, como la brillante luna,
Eran de verdad hermosos, mientras tus lágrimas, recorriendo tu blanca piel las cuales llamaron mi atención.
-Por que estas aquí sola –
Ella me miraba con miedo
-No te preocupes no voy a hacerte nada,- le dedique la mejor de mis sonrisas.
Después de eso me miraste con una sonrisa tan dulce, que sentí que algo dentro de mí latía con tanta fuerza que saldría en cualquier momento.
Mire tus manos y no tenias guantes, tus manos estaban frías, pero antes de que pudiera decirte algo, volviste a llorar.
- Mi mama…mi mama…acaba de morir – me dijiste sin parar de llorar.
No supe que hacer, el dolor que tenias en ese momento, no sabía como calmarlo.
Así que recordé algo que una vez me contó mi abuelo, y te abrace tan fuerte como mi pequeño cuerpo pudiera hacerlo.
La nieve no paraba, pero por alguna razón no sentía frío, el sentir el calor de tu pequeño cuerpo me reconfortaba, después de un rato te habías tranquilizado.
Me miraste sonrojada después de ver como te tenía.
Nos reímos yo escandalosamente y tu tímidamente.
Supe que estabas de visita en la ciudad, de tu familia, y la soledad en la que vivías.
Yo siempre creí que era la única persona que sufría, pero al conocerte supe que había mas personas que tenían dolor.
Puse mis guantes en tus manos, para que pudieras calentarlas.
Nos despedimos quedando de vernos el día siguiente.
Así fue, nos vimos al día siguiente, y continuamos platicando de miles de cosas, algunas importantes otras solo tonterías.
Cuando te presente a Sasuke sentí que te perdería, pero para ti solo era otro chico.
Me sentí feliz, no fuiste tras de el como el resto.
Seguías a mi lado, jugábamos, reíamos, era feliz solo tenias ojos para mi.
Cuando me di cuenta, el ir a aquel parque se había vuelto toda una costumbre.
Sabía que siempre me esperabas.
Siempre éramos los últimos en irnos, aun cuando la nieve comenzara a caer, siempre disfrutábamos de ella.
Aquel era nuestro paraíso.
Un día llegaste demasiado tarde, me preocupe, no sabia que te demoraba tanto.
Te veías mas pálida de lo normal, pero me sonreíste y fingiste que no pasaba nada, pero al sujetar tus manos, un quejido salio de tus labios.
Sin preguntarte aparte los guantes y vi con horror, tus delicadas manos estaban lastimadas.
Lloraste con desesperación, no querías que me preocupara, pero me había dado cuenta.
Tu padre te había castigado fuertemente.
Te abrase, quería protegerte, quería evitarte el sufrir, pero solo era un niño y no sabia como hacerlo.
Sin pensarlo te tome de los hombros y puse mis labios en los tuyos, un dulce y casto beso, algo que hice sin pensar, solo guiándome por mi corazón.
Tu rostro cobro un tono rojizo, pensé que te había hecho daño, me disculpaba, no sabia lo que había hecho, sonreíste, como era posible que con el solo hecho de hacerlo pudieras calmarme tan fácilmente.
Tomaste mi mano y la pusiste en tu pecho, querías mostrarme el latir de tu corazón, el fuerte latir, te imite y puse tu mano sobre mi pecho, también deseaba que escucharas al mío a punto de salir en cualquier momento.
La nieve continuaba cayendo… siendo testigo de aquel dulce momento.
Los días continuaron y tuviste que irte.
-regresare en invierno- fue lo que me dijiste.
-te esperare.- te dije con una sonrisa, aunque por dentro sentía tanta tristeza, pero no quería que me vieras llorar.
Los días pasaban tan lento para mí, veía los cerezos florecer, llego el verano y muy pronto el otoño, hasta que por fin junto con la nieve el invierno llegaba.
Estuve varios días en el parque buscándote, me quedaba hasta tarde en tu búsqueda pero no estabas.
Fue hasta una semana que a lo lejos te divise, no habías cambiado mucho, tu cabello seguía corto, tu flequillo te daba un aire de inocencia que me encantaba, tus ojos que tanto me gustaban , aquellos que me miraban solo a mi.
Corriste con todas tus fuerzas mientras yo llegaba a sujetarte antes de que cayeras por la nieve.
Esas eran nuestras reuniones, nunca nos intereso lo que la gente pudiera pensar, si lo que hacíamos estaba mal o no, solo nos dejábamos llevar por nuestros encuentros.
Jamás me pediste cambiar algo de mí, a pesar de que era conocido por ser un chico problemático, tú siempre me apoyabas y me sonreías, no entendía como alguien como tú podría aceptarme como era, casi siempre eras callada y muy tímida, pero estabas con un chico revoltoso y travieso.
Aquellos inocentes niños pronto crecieron, teníamos doce años cuando deje de verte y nunca volví a saber de ti, aquel invierno fue el último que compartimos.
Ese día estabas triste y con lágrimas,
Tu padre había decidido mandarte a un internado, y ya no podrías regresar a nuestro paraíso.
No sabia que hacer, eras ya parte de mi vida, alguien muy importante, si dejaba de verte sentía que moriría en cualquier momento.
Me abrazaste y lloraste en mi pecho, mientras que con tus manos acercabas mi rostro al tuyo y depositabas un dulce beso, aquel fue el mejor que nos hayamos dado, transmitió el sentimiento de aquella despedida.
Dulce y amargo, algo tan difícil de describir aun con el paso de los años.
Lo que no entendía es como siempre terminabas olvidando tus guantes, creo que era un capricho tuyo el que siempre te llevaras los míos.
Como una promesa, marcamos nuestros nombres, en espera de encontrarnos algún día.
-Mientras la nieve caiga nos encontraremos algún día, y cuando eso suceda no te dejare ir, es una promesa, y yo nunca rompo una promesa. – Te decía para que dejaras de llorar.
Me sonreíste y afirmaste.
- Esperare ese día con todo mi corazón.- me dijiste mientras me abrazabas y te acurrucabas en mi pecho.
Fue el día que mas tarde nos quedamos en el parque, no importaba si nos reñían, no importaba si nos castigaban, el estar juntos lo mas posible, era nuestro único pensamiento.
Sin importar si hacia frío, si teníamos hambre, solo el mirar la nieve cayendo, como si nos diera una ultima vista estando juntos.
Aquella fría y blanca nieve, que parecía calentar nuestros doloridos corazones, continuaba cayendo mientras la luna comenzaba a asomarse.
Desde entonces vengo a este parque cada año, en espera de encontrarte.
Ya no soy un niño, acabo de cumplir veintidós años, no se si aun me recuerdes, si te encuentro pueda reconocerte, la gente cambia con el tiempo.
Me imagino un sin fin de cosas, que tanto habrás cambiado, te habrás enamorado de otra persona, estarías casada, tendrás hijos…muchas cosas.
Así que solo me siento y observo a las personas, los niños jugar y a las parejas de enamorados caminar como si no hubiera un mañana.
Sasuke termino casado con Sakura, están apunto de ser padres primerizos, me hace feliz, ahora los tres somos muy buenos amigos, insisten en que busque a alguna chica y que siente cabeza.
Parece fácil, pero al menos por mi no te he olvidado, no se cuanto tiempo podré seguir viniendo a este parque, los negocios me tienen muy ocupado, y aunque odio tener que pasar demasiado tiempo en la empresa, es preferible a una de las citas a ciegas de Sasuke.
Pero empiezo a creer que es mejor así.
Hoy es el último día en que podré venir, mis abuelos ya no pueden hacerse cargo por completo de la empresa, así que debo tomar control por completo de ella.
Es tarde y miro caer la nieve.
La gente ya se ha ido, solo un poco mas, solo quiero recordar un poco más, un poco de aquellos dulces días en que estabas a mi lado, aquellos días donde fuimos tan felices.
No se cuando podré volver aquí, tal vez es mejor comenzar de nuevo, seguramente me has olvidado, es mejor hacer lo mismo.
Emprendo el camino de regreso, pero me llama la atención hay una persona en el mismo árbol donde grabamos nuestros nombres, se lleva las manos hacia su rostro, tratando de calentarlas, no lleva guantes.
- Será posible- corro en su dirección,
Asustada con mi presencia una chica voltea al sentir mi presencia.
Un dulce rostro se muestra y aquellos ojos, tan hermosos y tan dulces me miran, aquellos ojos que de niño me miraban solo a mí.
-Hinata-
Me mira con asombro y sus ojos se llenan de lágrimas.
De un salto ya se encuentra en mis brazos, ha cambiado, siento su cuerpo, esta muy bien definido, y su cabello lo ha dejado largo, mi linda niña se ha convertido en una hermosa mujer.
Sin previo aviso la beso, ya no como aquel niño, sino como el hombre que soy ahora.
Ahora cinco años después volvemos a este parque, es invierno, la nieve cae dándonos nuevamente la bienvenida.
Nosotros hemos cambiado, pero parece que este parque no lo hace, ya que se mantiene siempre igual, siempre albergando los sentimientos de quienes le visitan.
Llevas tus manos hacia tu rostro, como siempre olvidaste tus guantes, sujeto tus manos mientras las llevo hacia mis bolsillos.
Me miras como siempre, con aquellos ojos que me enloquecen, aquella sonrisa que me conquista cada vez más.
Sentados vemos jugar a varios niños.
Hay un chico pelinegro que me recuerda a mi querido amigo, heredo los verdes ojos de su madre, pelea con dos niñas rubias, le echan montón entre las dos.
No puedo evitar reírme.
Mis queridas niñas, tienen el mismo carácter imperativo de su padre, pero también han heredado la belleza de los ojos de su madre.
Así es como pasamos nuestros días en invierno en aquel parque, nosotros cuatro, siempre en invierno, siempre presentes.
Observamos y recordamos nuestros días aquí.
Mientras la nieve cae.
Gracias por tomarse este tiempo para leer, y espero que te encuentres con la persona mas importante en estas fechas, no importa si es tu pareja, amigo, familiar, el solo hecho de tener a alguien a tu lado hace que cualquier momento sea como una eterna Navidad, sin importar creencias, razas, credos.
Ten fe y esperanza, y siempre tendrás algo que ni el dinero puede comprar.
El amor de esa persona especial.
Cuídense.
