Ángeles en el Hielo.

Escrito a dueto por Lily de Wakabayashi y Maderique.

Capítulo 1. Un triste y helado camino.- por Lily de Wakabayashi.

Ella nunca olvidaría ese día... Aun podía recordar el intenso frío de la pista, la dureza de los patines, sus dedos entumidos por el frío...

Pero más que nada, recordaría por siempre el olor a sangre...

Todo andaba bien. Parecía ser un entrenamiento como cualquier otro. Ella estaba agotada, pero él se vía radiante, como siempre.

- Una vuelta más y podrán irse a descansar.- dijo Jean.- Lo están haciendo muy bien juntos.

- Si seguimos así, ganaremos la medalla de oro algún día.- murmuró Elliot.- Cumpliremos nuestro sueño, tú y yo, Lily.

- Sí.- asintió ella, admirada.

Él era su motivo de admiración y de ánimo... Él era su ángel... Ambos ganarían la medalla de oro en el patinaje artístico en parejas en algunos Juegos Olímpicos de Invierno, algún día... Lily y Elliot llevaban años entrenándose juntos para ese gran momento, desde ambos eran muy niños...

Era una vuelta sencilla. Elliot debía patinar hasta el borde de la pista y adelantarse para recibir a Lily cuando ella saltara, pero entonces ella perdió el equilibrio, ya que al saltar no se sintió completamente segura y chocó contra Elliot… Los patines de él se atoraron y el impulso que ella llevaba los hizo caer a ambos al hielo… Él fue a golpearse contra el muro de contención... En sí, no fue una caída particularmente fuerte o aparatosa, Jean esperaba a que ellos se levantaran. Lily sí lo hizo pero los minutos pasaban y Elliot no se movía...

- ¿Elliot?.- Lily se acercó al joven.- ¿Estás bien?

Pero Lily no obtuvo respuesta...

- ¿Elliot?.- repitió Lily, y entonces ella vio la enorme mancha roja que iba creciendo cada vez más...

Lily sintió que un grito de horror estaba a punto de escaparse de su garganta.

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El futuro parecía ser promisorio para Genzo Wakabayashi. Él acababa de llegar a Alemania para convertirse en el mejor portero del mundo, por consejo de su entrenador Tatsuo Mikami. Genzo estaría en el equipo de Hamburgo, uno de los mejores de toda Alemania.

- Debo advertirte que los entrenamientos aquí son muy estrictos, Genzo.- dijo Mikami al muchacho.- Te costará trabajo, no será nada fácil los primeros días.

- No importa.- replicó Genzo, muy seguro de sí mismo.- No me daré por vencido.

Genzo fue a visitar a su tío, el doctor Hatori Wakabayashi, un reconocido neurocirujano a nivel mundial. Genzo viviría con él, por un acuerdo entre su padre y su tío, ya que el neurocirujano había dejado Japón para establecerse en Alemania un par de meses antes de que Genzo llegara, y tanto al padre como al tío de Genzo les pareció bien que el chico viviera con el segundo.

- Bienvenido, Genzo.- lo saludó Hatori Wakabayashi, con alegría.- Me da gusto que hayas llegado, hijo.

- Gracias, tío.- sonrió Genzo.- Por permitir que me hospede en tu casa.

- Tu casa es mi casa, quédate el tiempo que necesites.- respondió el doctor Wakabayashi.

Después de acomodar sus cosas, Genzo salió a conocer el rumbo. Hamburgo era una ciudad hermosa, y a partir de ese día se convertiría en su hogar.

- Esta ciudad pronto conocerá al gran portero que puedo llegar a ser.- murmuró Genzo, feliz de tener la oportunidad de mostrar su valía.

- Quítate, retrasado.- le dijo entonces un muchacho.- No me molestes.

Genzo volteó. Frente a él estaba parado un chico rubio el cual traía un uniforme de entrenamiento del Hamburgo y una pelota de fútbol en los pies.

- No me estorbes, retrasado.- dijo el chico.- ¿Qué no vez que no me dejas pasar?

- No creí que necesitaras tanto espacio para hacer pasar tu enorme ego.- respondió Genzo, sin dejarse intimidar.

- No molestes.- el muchacho rubio amenazó a Genzo en el puño.- O te pesará.

- ¿Qué harás?.- se burló Genzo.- ¿Me vas a golpear?

- Quizás lo haga.- el muchacho se acercó a él de manera amenazadora.

- Oye, Franz, ya deja de molestar.- cortó una voz de niña.

Genzo y el chico voltearon a ver a la niña que había hablado. Se trataba de una chica de largo cabello castaño oscuro y ojos negros, quien tenía la pinta de que evidentemente no era alemana.

- Oye, Lily, ¿qué no tienes que ir a cuidar a tu vegetal?.- preguntó Franz.- No vengas a molestar.

- ¿Y tú no tendrías que estar entrenando sin fastidiar a nadie?.- replicó Lily.- Podría ir a decirle al entrenador que no estás haciendo lo que deberías, Franz.

- Y serías de lo más capaz.- gruñó Franz.

- No necesito que nadie venga a defenderme.- interrumpió Genzo, algo enojado.- Mucho menos si se trata de una niña.

- Si serás maleducado.- Lily protestó, algo sorprendida y dolida.- Solo estoy tratando de defenderte.

- No necesito que nadie me defienda.- replicó Genzo.- Mucho menos si se trata de una niña.

- Eres un malagradecido.- musitó Lily.- ¿Saben qué? Mátense si quieren, yo me voy de aquí.

El chico le dirigió una mirada de odio a Genzo y otra más de desdén a Lily y se marchó. Genzo miró a Lily irse con cierta culpabilidad.

- Oye.- Genzo corrió para alcanzar a la chica.- Lo siento, no quise ser tan...

- ¿Maleducado?.- cortó Lily, secamente.- No te preocupes. No será el primero ni el último chico que tenga complejo de superioridad con el que tenga la desgracia de toparme.

- Oye, sé que me porté un poco grosero pero no es para tanto.- protestó Genzo, algo dolido.

- Pues para la próxima, procura que tu bocota esté conectada a tu cerebro antes de hablar.- replicó Lily, al tiempo que echaba a andar, moviendo llamativamente su larga cabellera.

Genzo sintió una gran desazón. Esa chica sí que podía ser un fastidio. A la mañana siguiente, Genzo tuvo su presentación oficial con el equipo. Él descubrió que el tal Franz se encontraba ahí. Genzo procuró no sentirse intimidado cuando sintió que las miradas de todos estaban clavadas en él.

- Así que eres japonés.- se burló Franz.- Pues ya puedes empezar a empacar tus cosas y regresarte por donde viniste.

- No me iré.- negó Genzo, firmemente.- Vine a aquí para convertirme en el mejor portero del mundo y así será.

Este comentario provocó un tumulto de risas sarcásticas entre los jugadores.

- Todo el mundo sabe que los japoneses no son buenos jugando al sóccer.- se burló Franz.- Nada más pierdes tu tiempo.

- Piensen lo que quieran.- replicó Genzo.- El tiempo me dará la razón.

Pero el entrenamiento de ese día casi hizo que Genzo desistiera. Los jugadores del Hamburgo hicieron todo lo posible para acabar con los ánimos de Genzo. los chicos lo golpearon miles de veces con sus potentes disparos y al final del día, el japonés estaba a punto de caer de agotamiento.

- ¡Regresa a Japón, al agujero del cual saliste!.- gritó Franz, al tiempo que seguía disparando los balones contra Genzo con mucha fuerza.

- ¡Empaca tus cosas y vete!.- gritó otro jugador.

Genzo recibía todos los disparos sin replicar. Los jugadores hicieron una pausa y Genzo se dejó caer de rodillas al suelo.

- Bien, creo que con eso será suficiente.- comentó Franz, con maldad.

- ¿Ya tan pronto se cansaron?.- preguntó Genzo, poniéndose nuevamente en pie.- ¿Les duelen las piernas?

Franz y los demás jugadores, molestos, continuaron con la lluvia de tiros. Al final, Genzo cayó desmayado al suelo y los jugadores al fin se marcharon. Genzo no supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, solo de repente sintió que alguien le limpió las heridas del rostro con un pañuelo. Genzo abrió los ojos y se encontró recargado contra las piernas de Lily. Ella lo miraba con cierta preocupación.

- ¿Estás bien?.- preguntó ella, algo preocupada.

- Creo que sí.- Genzo intentó incorporarse pero se sintió muy cansado.- ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a defenderme otra vez?

- Pasaba por aquí.- respondió Lily, encogiéndose de hombros.- Y te vi tirado en el suelo...

- Ya veo.- dijo Genzo, incorporándose con mucha dificultad.

- Deberías ir con el doctor.- sugirió Lily, preocupada.- Sufriste muchos golpes y contusiones.

- Estoy bien.- negó Genzo.- No necesito ningún médico ni tampoco que me digas lo que tengo que hacer.

El muchacho se levantó y se sacudió la ropa. Genzo notó que Lily, quien se incorporó detrás de él, iba vestida con un lindo uniforme escolar de color azul marino y que llevaba con ella un maletín deportivo.

- Como quieras.- Lily se encogió de hombros.- Si te quieres morir, pues muérete.

- ¿Qué escuela queda de camino de este campo de entrenamiento?.- preguntó Genzo, curioso.

- No voy a la escuela.- negó Lily.- Sino a otro lado.

- ¿A dónde?

- Eres demasiado curioso como para ser un muchacho que sabe defenderse solo.- sonrió Lily.- Nos vemos después.

La chica comenzó a andar, tomando su maletín con ambas manos.

- ¿Practicas algún deporte?.- quiso saber Genzo, al notar el maletín, echando a andar a un lado de ella.

- Quizás.- Lily se encogió de hombros.- Pero eso es algo que definitivamente no te interesa.

- La verdad, no.- bufó Genzo, algo molesto por la respuesta.- Y supongo que tienes un nombre... .- Genzo hizo memoria.- Si mal no recuerdo, creo que Franz te llamó Lily.

- Ajá. Ése es mi nombre.- respondió ella.

- Es de mala educación no dar tu nombre completo a alguien que te lo pregunta.- Genzo frunció el entrecejo.

- Y también es de mala educación el tratar mal a alguien que se preocupa por ti.- Lily lo cortó en seco.

Genzo y Lily se detuvieron y se miraron fijamente por varios minutos. Ella echó a andar nuevamente, sin decir palabra. Genzo la miró irse. Realmente esa chica lo exasperaba.

- ¡Qué fastidio!.- murmuró él.- Las niñas pueden llegar a ser una verdadera molestia.

Era algo raro que una niña como Lily se encontrara en el campo del entrenamiento del Hamburgo, y más raro aun fuera el que el Dr. Stein, el médico del equipo, fuese a buscar a Genzo para revisarle las heridas.

- ¿Cómo se enteró de que estaba yo herido?.- preguntó Genzo, sorprendido.

- Un ángel me lo dijo.- el Dr. Stein sonrió con misterio.

Y mientras Genzo se recuperaba de sus lesiones, Lily llegó a una enorme pista de patinaje. Jean, su entrenador, ya estaba esperándola.

- ¿Por qué tardaste tanto?.- quiso saber Jean.- Tienes diez minutos de retraso.

- Lo siento.- se disculpó Lily.- Fui a ver a mi tío y me entretuve.

- Ya veo.- bufó Jean.- Que sea la última vez que llegas tarde. Cámbiate de ropa y comienza a calentar.

- Sí, entrenador.- Lily obedeció.

Después de un arduo entrenamiento en el hielo, Lily estaba agotada. La práctica de ese día fue excepcionalmente dura, quizás porque las eliminatorias para el campeonato mundial de patinaje artístico individual estaban por comenzar. Y a pesar de los muchos regaños de Jean, el entrenador francés estaba bastante satisfecho.

- Mañana continuamos.- dijo Jean.- A las cinco de la mañana. Procura no llegar tarde.

- Aquí estaré, a las cinco en punto.- respondió Lily, muy seria.

Ella se vistió con un traje deportivo azul marino y se dirigió al Hospital General de Hamburgo. Allí, las enfermeras la dejaron pasar, ya que era hija de uno de los médicos del hospital. Lily entró al cuarto 125, el cual llevaba ya varios meses ocupado por el mismo paciente...

Lily se acercó con suavidad a la cama en donde reposaba el apuesto muchacho de cabello negro y ojos grises, los cuales se encontraron cerrados en ese momento. Las enfermeras le habían dicho a Lily que el chico no había presentado mejoría...

- Hola, Elliot.- murmuró ella, dándole un beso en la frente al muchacho.- Te he extrañado mucho... Como todos los días...

Lily trataba de no perder la esperanza, pero Elliot ya llevaba varios meses en coma y parecía que no iba a despertar jamás...

Notas:

- Bueno, pues este fic será escrito a partes iguales por mi amiga Maderique y yo. No diré de qué se trata, solo léanlo XD. Por cierto que este fic tratará de dos historias separadas, narradas por Made y por mí, historias que de vez en cuando se cruzarán XD.

- Lily Del Valle, Jean Lacoste y Elliot Tapia son personajes creados por Lily de Wakabayashi.

- Los personajes de Captain Tsubasa son creación y pertenecen a Yoichi Takahashi y Shueisha.