Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

Mi versión sobre la reacción de Elia...


Silencio

Elia se mantiene serena. A su lado, Ashara entrelaza sus dedos y le da un suave apretón. Elia agradece el gesto de apoyo con un suave movimiento de cabeza, ya sintiendo el peso de todas las miradas sobre ella. No tardarán en hablar, en crear historias que sabe muy bien serán ridículas, pero que tendrán el mismo fin.

Incluso ahora percibe los susurros, pero eso a Rhaegar no parece importarle. Las rosas reposan sobre el regazo de la muchacha, quien luce comprensiblemente confundida. A su costado, el lobo salvaje parece ofendido. Ashara no dice nada…

—Mi señora… —Rhaegar toma sus manos entre las suyas—. Lo del torneo…

—¿Tiene que ver con tu profecía, Rhaegar? —Elia quiere enojarse, gritar, hacerle saber de su indignación, pero no puede (o no sabe cómo) hacerlo. Suspira pesadamente y lo mira a los ojos—. ¿Sabéis la vergüenza que me habéis hecho pasar, mi señor? —pregunta, recuperando el trato formal (y distante) con su esposo—. ¿Sabéis la ofensa que le habéis causado a la muchacha Stark? ¿A su prometido? —No puede ser posible que no lo considerara, y si lo hizo, que le importara tan poco—. ¿Habéis visto a su hermano, mi señor? ¿Habéis visto la ira en su rostro? —¿Y habrá visto, también, las habladurías sobre ella, sobre él, sobre la muchacha? ¿Habrá visto el momento en que las sonrisas murieron?—. Mi señor…

Rhaegar la mira con tristeza. Elia aparta sus manos y hace una inclinación respetuosa. Sale de la habitación y solo entonces deja salir todo el aire que ha estado conteniendo en espera de una respuesta que nunca llegó.

Deja a Rhaegar con su silencio.