Disclaimer: Todo lo que reconozcáis no es mío, si no de los genios creadores de Death Note Tsugumi Ōba y Takeshi Obata.

Eso es solo la introducción de una historia sobre el pasado de L, su niñez en Wammy's y como empezó como detective. Voy a usar un OC, aunque no me gusta demasiado la idea (ya intentaré que no sea ningún tipo de Mary Sue como la mayoría de OCs), ya que no han ningún personaje existente que hubiera conocido a L durante su niñez (a parte a A y BB, pero no sé tampoco hasta que punto se conocían).

Lo he puesto como T, porqué más adelante puede haber lenguaje duro, alusión a drogas y sexo, violencia y asesinatos... pero no os asustéis, nada exagerado.

Espero que os guste :)


Otro que cae

La chica de pelo negro deambulaba sin rumbo fijo por Hide Park, a diferencia de las niñas de su edad no se paraba a alimentar las ardillas, ni suplicaba a sus padres por un helado. Ella simplemente daba vueltas, con el único objetivo de matar el tiempo.

Como era normal, después de caminar pocas horas y coger unas cuantas carteras, encontró algunos universitarios con libros de texto desatendidos. Nunca había querido estudiar, aborrecía estar encerrada en un sitio siendo tratada como un orangután que apenas puede pensar, pero no por eso no quería aprender. Por eso, se acercó sigilosamente a las bolsas de los estudiantes y cogió algunos libros que parecían interesantes.

Uno de física y otro de Bioquímica.

Abrió el primero bajo un árbol y se sumergió en la lectura. Tan aislada estaba del mundo real, que no sé percató del momento en que un hombre de pelo blanco se sentó a su lado.

-Deberías devolver esos libros. Robar no está bien- dijo el hombre sin menor atisbo de enfado en su voz.

Su cerebro analizó el hombre, rico, amable, crédulo, inteligente, indefenso. Una víctima perfecta.

-Es que mis padres no me dejan tener libros, dicen que son caros e inútiles. Y es verdad que son demasiado caros, pero yo creo que no son inútiles para nada. –ella esbozó una sonrisa pequeña mientras entristecía los ojos e invitaba las lágrimas a salir. Fingió evitar que salieran las lágrimas.

-Pues creo que puedo ayudarte en eso, ¿quieres que vayamos a comprar un libro?- una sonrisa amble se dibujo en el rostro del abuelo. Ella fingió emocionarse mientras daba saltitos y gritaba Sí, sí, siiiiiiiii mientras pensaba en lo fácil que era engañar a la gente.

Caminaron hasta una librería de Oxford Street, hablando de ella y de su familia, esta vez había decidido ser Lilith Westwood hija de "mami" y "papi" que vive en aquella calle de baldosas grises con una tienda de ropa muy bonita y que está estudiando en casa porqué su "mami" dice que la escuela es muy cara. Una típica mentira poco elaborada para despertar lástima y obtener lo que quiere. El mejor método para obtener ropa, libros y comida.

Cuando llegaron el hombre la dirigió a la sección infantil, pero ella pidió con tanta amabilidad como le fue posible si podían comprar algo más interesante. Esta vez fue ella quien guió al hombre hasta la sección de libros de texto, y cogió un libro que parecía estar indicado para algún tipo de estudios médicos, y se lo enseñó con una sonrisa inocente.

-¿ Y porqué quieres este?

-Este no está a ninguna biblioteca, y no lo he visto nunca a ningún universitario al parque. – aunque esta vez respondió sinceramente, hizo una voz aguda y despreocupada, para no perder su papel.

-¿Sabes cuánto es 3465 multiplicado por 83749,89? –la preguntó el hombre con curiosidad i cierta emoción en su voz. La niña ni pensó, y respondió automáticamente antes de darse cuenta que alguien de su edad no podía hacer esos cálculos.

-290193368,85 pero déjalo en 2.9x108. – el hombre tardó un momento de reflexión antes de mirarla sorprendido.

-¿y la raíz cuadrada de 67!

- 1.909741105966688x1047 –respondió otra vez casi sin pensar que debería callar.- Creo.- añadió como para quitarle mérito.

-¿Sabes? Yo trabajo en una residencia para niños con altas capacidades, para qué podáis aprender todo lo qué queráis y ser lo que queráis, sin ningún problema ni impedimento para desarrollar vuestra inteligencia. Mira –dijo sacándose una tarjetita del interior de su chaqueta- si quieres puedes hablar con tus padres, pueden llamar aquí y pedir información. Y si vienes, tienes todos los estudios pagados, los libros que quieras cuando quieras, si quieres estudiar una carrera, dos o diez… lo que sea ¿Te gusta la idea?

-Claro. –la niña tomó la tarjeta y se la guardó en un bolsillo.- pero puedo coger ese libro de todos modos, ¿verdad?

-Claro que sí, vamos a pagar.

El cajero no sé extrañó al ver un hombre mayor comprándose un libro de medicina con su nieta, nadie habría pensado que la que iba a leer el libro fuera esa niña que aunque fuera alta y de aspecto maduro no podía pasar de los 12 años.

Cuando salieron la chica decidió que no iba a sacar más jugo de aquel hombre, podía esperar un tiempo antes de comprar ropa nueva; le gustaba ese top roto y los leggins tejanos grises. Eran suficientemente dejados para apoyar su pobreza ante los ingenuos Londinenses y suficientemente parecido a lo que llevaba la gente de su barrio como para no llamar la atención.

Al salir se separó del hombre, la tarjeta era de un tal Watari, responsable de la Wammy's House. La oferta le interesaba, pero nunca podría conseguir a nadie que fingiera ser sus padres y fuera creíble. Además, antes de dejarla entrar a un sitio así seguro que comprobarían sus datos.

Anduvo una hora larga hasta llegar a su casa. Si se le podía llamar así.

Era un edificio a la periferia de la ciudad, el propietario del cuál había muerto cinco años atrás y sus hijos aún discutían por su herencia. Estaba en unas condiciones pésimas, y algunos vecinos era mejor evitarlos. Pero era el único sitio dónde se podía vivir gratis, sin dar explicaciones y había unos okupas tan simpáticos.

Abrió la puerta y subió las escaleras, con el sonido de sus pasos, salió Joanna a saludar.

-¡Hola, pequeña! –dijo con una amplia sonrisa- Cenamos dentro de poco, si quieres. Hoy caducaban los filetes, así que vamos a comer como unos reyes.

-Cuenta conmigo Jo. –respondió con una brillante sonrisa, subiendo otro piso y entrando a su apartamento. Entró al salón y dejando el libro en una cómoda corcada pasó la escoba y limpió el polvo. El piso tampoco estaba mal, se dijo a si misma mientras encendía la lámpara de gas y empezaba a leer el libro.

En lo que a ella le pareció un segundo oyó que la gritaban abajo. Cuando bajó se encontró a toda la familia sentada.

Bueno, familia era una forma de hablar, ya que no estaban emparentados. Jo estaba llevando una plata llena de filetes medio crudos y Jace babeaba y miraba con deseo a la carne.

-Que carne más buena que veo. –dijo Ken con una risita dando un pico a Jo y tomando la plata y empezando a servir.

-Esos filetes parecen un león… -murmuró Andrew un poco ido, con los ojos rojos y el canuto aún colgando de los labios.

-No sé si lo serán, pero ya te digo yo que el que parecía un león era el tipo que quería cogerlos. Y yo que pensaba que en Muslos&Sepias (N/T: Se refiere al supermercado Marks&Spencer, el nombre viene de un día en que la situación no era demasiado distinta y salió ese nombre…^^') nadie sabía dónde tiraban la comida caducada, y va y me encuentro ese. Ha sido una suerte para él que no estuviera Kendra… -Jace tomó un pedazo a la vez que Ken le fulminaba con la mirada.

-¿Qué insunúas? –su tono era cualquier cosa menos amable, la gata estaba a punto de sacar las uñas. Pero Jo la paró con un beso y se limitó a coger un trozo de carne.

La niña cogió su porción y empezó a comer con calma, sin participar en la conversación, pero atenta a las divertidas discusiones, soltando alguna risita de vez en cuando o apoyando a alguno de ellos cuando lo creía conveniente.

Catorce minutos y veinte-y-siete segundos, ese es el tiempo exacto que tardaron entre los cinco a terminarse una plata capaz que alimentar a unas 15 personas. Entonces sacaron las patatas fritas y lo que habían conseguido durante el día.

-Creo que empieza a ser hora de irte a dormir, pequeña, tu madre te echará bronca si llegas pasado las doce. –esas palabras eran la señal que iban a empezar las cosas que censuraban a una niña de once años. Ella se despidió de todos y se fue a su piso.

Se metió en la cama y cerró los ojos, y sin poder evitarlo, Wammy's House y el anciano de pelo blanco se colaron en sus sueños, junto con un montón de niños de su edad, infantiles e inocentes que jugaban a juegos estúpidos.


Se agradecen Reviews, aunque sean para decir "Leído" o "dedícate a otra cosa".

Por aquí hay mucha variedad cultural, y no sé si en todos lo sitios es igual de común, pero cuando dicen que tienen filetes porqué caducaban hoy es porqué los supermercados cada noche tiran a la basura comida en perfecto estado solo porqué el envase dice que han caducado. Y muchas veces se pueden ver a los sin-techo y cada vez más gente corta de pasta que va a buscar la comida de los contenedores.