Descargo de responsabilidad: Akagami no Shirayukihime no me pertenece.

Según el capítulo 9 del anime.


ESPEJOS

Él había decidido ser un príncipe digno.

Quizás alguien no tan frío y distante como su hermano, pero sí alguien que mereciera representar a la casa real y al reino.

Ser alguien de quien los suyos pudieran sentirse orgullosos.

Fuerte, honesto, con el orgullo propio de su clase pero sin olvidar jamás quiénes deben ser protegidos de los abusos de los nobles y seres de similar calaña.

Izana sabía —porque siempre lo sabe todo—, que el pequeño círculo que se había creado su hermano era su fuerza. Y ellos serían su refugio cuando enredos, conspiraciones y falsedades le salieran al paso. Zen los consideraba amigos. Izana los llamaba sus aliados.

El peso de la primera traición nunca fue olvidado y aunque Zen anhelaba sincero afecto, aprendió a ser cuidadoso en extremo. Pero su naturaleza abierta y franca era inevitable. Y su corazón generoso se convirtió en el espejo en el que se miraban los demás.

Regían su conducta por la suya. Devolvían honestidad con honestidad, lealtad con lealtad. Fuerza con fuerza.

Mitsuhide primero. Kiki, Shirayuki… Incluso el esquivo Obi…

Él era mejor por ellos.

Ellos eran mejor por él.

Para Shirayuki, Zen era el viento que la impulsaba a esforzarse.

Para Zen, Shirayuki era la voluntad y el deseo de superar sus propios límites.

Espejos el uno del otro…

Espejos reflejados hasta el infinito…