Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son del mágico mundo de Harry Potter que salió de una maravillosa mente como lo es la de J.K. Rowling.
La segunda guerra terminó y dejó más secuelas de lo que se podría llegar a creer. ¡No! No se trata solo de aquellas pérdidas físicas que tanto nos duelen y tanto lloramos, sino de aquellas cicatrices internas que nos dejó a más de uno y de esas pérdidas de camino que sufrimos muchas veces.
Lloré muchas veces, sola en mi cuarto. Sí, increíblemente la "Fuerte" Hermione Granger tiene sentimientos, ¿Cómo no tenerlos? Si lo amé por tanto tiempo, aunque nunca fui capaz de admitirlo. Ahora me toca de nuevo pisar el suelo de lo que fue mi casa por varios años, esta vez en el papel de aprendiz, y sé muy bien que se me hará difícil sin él ahí presente. Pero soy una Leona y como tal debo afrontar mi destino con el rostro en alto… Como siempre lo he hecho.
Dejé mis pensamientos de lado y me dispuse a salir del compartimiento del Expreso de Hogwarts donde decidí venirme una vez más. Más fácil hubiese sido la red flu o simplemente aparecerme, pero no tenía ganas. Quería rememorar mis buenos recuerdos en estos angostos pasillos, en estos pequeños compartimientos con mis mejores amigos, mis hermanos.
Apenas llegué, me dirigí al despacho de la profesora Mcgonagall para ubicarme de una vez en mi habitación y luego dirigirnos al Gran comedor a ver la ceremonia del sombrero seleccionador y a ser presentada ante el alumnado. Ya había algo nuevo en que pensar: ¿Con quién trabajaría? ¿En qué área me colocarían? ¿Cómo me recibirían?
Dejé de pensar estupideces y entre al despacho luego de tocar la puerta cortésmente. Esta se abrió y me dio paso. Qué recuerdos me trajo la habitación de mis años de estudiante.
-Señorita Granger, Qué agradable tenerla de nuevo por estos lados- me dijo La profesora Mcgonagall una vez frente a mí.
-El placer es mío, profesora. Estoy encantada de poder ayudarla y a la vez ayudarme a mí- le dije con una gran sonrisa en mi rostro. No le mentía. Siempre me era agradable poder ayudarla, además de eso, tenía la oportunidad de agregar más conocimientos a mi Currículo al momento de ingresar al ministerio y continuar con mi preparación. Uno nunca sabe lo que le pueda ser útil en esta vida.
-Debo comunicarte primero que todas las áreas donde estaban las habitaciones de los maestros están ocupadas por algunos aurores y demás personal que decidió hacer vida en el colegio y ayudarnos a levantar nuevamente el mismo en poco tiempo, así que tus aposentos serán en las mazmorras.- dijo Minerva viéndome directamente a la cara- lo otro que debo comunicarte es que serás aprendiz del profesor de pociones.
-¿lo cambiaron?- fue mi pregunta. No había necesidad de dar nombres porque ambas sabíamos a quién me estaba refiriendo.
-Lamento informarle que no es así, señorita Granger- dijo una voz a mis espaldas que yo conocía muy bien. Sentí que me faltaba el aire y que el color abandonó mi cuerpo. Me volteé tan rápido que me mareé pero no lo di a demostrar. Ver su rostro después de tanto tiempo fue como un balde de agua fría para mí. ¡Después de creerlo muerto el malnacido se presenta ante mí como si nada!
Él me observaba serio, como siempre lo fue, sus muecas de desagrado no habían cambiado, pero había un brillo en su mirada que no estaba ahí antes pero no sabía que podía significar. Un nuevo sentimiento de rencor se adentró en mi pecho. Me sentí engañada y de pronto eso me molestó sin saber por qué.
-Esto debe ser una broma- le digo a la profesora Mcgonagall viéndola directamente a la cara.
-¿A qué se refiere usted, señorita Granger?- me preguntó ella sin comprender.
-Él estaba… estaba…- dije nerviosa, no sabía cómo pronunciar las palabras que se me atoraban en la garganta- yo lo vi.
-Me vio tirado en el cobertizo, más no me vio morir- dijo Snape acercándose a nosotros y tomando asiento.
Respiré profundo y conté hasta diez mentalmente. Lo odiaba, lo odiaba por creerlo muerto.- bueno, profesora Mcgonagall, ya que conozco a mi… tutor y me indicó donde me quedaré, ¿me puedo retirar para darme una ducha antes de la ceremonia de las casas?
-Por supuesto, Granger y por favor, llámame Minerva, ahora que seremos colegas lo considero lo más sensato. Te espero en el comedor. Snape, haz el favor de acompañarla.
-No es necesario Prof.… Minerva, yo me sé el camino- dije viéndola.
-Insisto y no acepto discusión sobre el asunto- dijo y salió del despacho dejándome completamente sola con Snape. Di un giro sobre mis talones y me dispuse a salir de la habitación directo a mis aposentos.
-señorita- llama Snape pero no le hago caso sino que sigo mi camino- Señorita Granger- repite y yo estoy a punto de cruzar el umbral de la puerta cuando esta se cierra en mi cara.
Siento como Snape se acerca, respiro profundamente y lo encaro, molesta.
-Deje de ser tan insolente que le estoy hablando- me dice más molesto que yo.
-Oh, disculpe, PROFESOR, es que estoy asimilando la noticia de que usted no es un fantasma. Disculpe mi torpeza
-Esa manera de contestar de usted le va a traer consecuencias.
-Ya no soy su alumna, soy su aprendiz, no puede quitarle puntos a mi casa, y ahora, si me permite, necesito refrescarme antes de ir al comedor.
Él se acerca hasta a mí, iba a decir algo pero cerró la boca, cerró los ojos a su vez, respirando profundo y la puerta se abrió, cosa que aproveché para salir de ahí y recibir aire fresco, porque sentía que me estaba asfixiando y que el espacio se hacía cada vez más pequeño.
Llegamos a las mazmorras y me dispuse a entrar a mi habitación cuando Snape me agarró del brazo, haciendo que una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo.- No se tarde, Granger. Falta poco para empezar la ceremonia.- me soltó, dio media vuelta y se fue.
Tengo el leve presentimiento de que no era eso lo que me iba a decir, pero lo dejé pasar. Respiré profundo nuevamente y me recosté en la puerta una vez esta se hubo cerrado. Si las cosas empezaban así no me imagino como sería el resto del año.
