Latin Hetalia y sus personajes no me pertenecen.
Personajes: Miguel Alejandro Prado (Perú), Martín Hernández (Argentina)
Perdón
Los rumores sobre la homosexualidad de Martín ya habían estado circulando por los pasillos mucho antes de que el escándolo estallara. Miguel, como era típico, fue de los últimos en enterarse, solamente porque una de sus amigas había soltado un comentario al ver al argentino rubio pasar cerca. Miguel obviamente tuvo que preguntar.
-¿Qué no sabías? -bufó María incrédula-. ¡Pero si es un secreto a voces!
Miguel sólo pudo mirarla confundido.
-¿En serio? Pucha, no tenía idea… -murmuró apenado y se rascó la nuca, mirando al suelo.
La venezolana, quien en realidad sólo estaba cerca a él porque estaba con Catalina ahí, rodó los ojos.
-Pensé que eran amigos muy cercanos…
Miguel se mordió el labio, atreviéndose a ver sólo de reojo a la vieja ex del argentino en cuestión.
-Sí, yo también…
Martín y Miguel de hecho realmente eran buenos amigos, sólo que no realmente muy íntimos. Eran los típicos buenos amigos de toda la vida que podían pasarla bien cuándo, dónde y cómo sea, mas no eran de los que se comparten secretos ni nada de eso. Eran los buenos patas que siempre estaban de buenas cuando se veían, habían ido siempre al cole juntos y crecieron en el mismo barrio. Pero la salida del clóset de Martín tomó a Miguel totalmente desprevenido y lo golpeó tan fuerte, que ni supo cómo reaccionar. Trató de actuar como si no le afectaba en lo más mínimo, pero no pasó mucho antes de que Martín se diese cuenta de que el peruano se incomodaba en su presencia, comenzando incluso y evitarlo.
-Che, boludo… tengo novio, no voy a tocarte -bufó una vez cuando volvían del colegio juntos, harto del comportamiento esquivo de Miguel-. Mirá, sé que sos hétero y vos de todas maneras no me gustás, no sos mi tipo, ¿ya?
Miguel sólo se quedó helado, mirándolo boquiabierto. No había sido rechazado ni nada, pero aquella afirmación había herido su orgullo más de lo que cualquier rechazo lo había hecho en su vida, por más que ni siquiera estaba interesado en Martín, ni en cualquier otro hombre.
Dejaron de hablarse definitivamente. La gente lo notó rápido y se corrió la voz de que Miguel era homofóbico. No era que fuese realmente cierto, pero el peruano nunca se tomó la molestia de negarlo y hasta de alguna manera lo apoyó, soltando comentarios ásperos en contra del rubio (quien luego de él había perdido a sus demás amigos) por lo que quedó como un hecho fijo y aquello agrandó la distancia entre los dos.
Hasta que llegaron al último año y se fueron de viaje de prom. Nadie pregunte cómo pasó (la excusa se llamaba estado etílico) que terminaron encerrados en un baño maloliente, Miguel de rodillas frente al rubio, pidiendo perdón con la boca, pero sin emitir palabra alguna.
