Latin Hetalia y sus personajes no me pertenecen.
Personajes: Miguel Alejandro Prado (Perú), Martín Hernández (Argentina)
Clásico
Siempre era lo mismo cuando jugaba alguno de los dos equipos: el uno colgaba la bandera en el balcón, invitaba a sus amigos, traían harta cerveza y veían entre todos el partido mientras que el otro se sentaba a un lado, criticando cada jugada. Y entonces el uno rodaba los ojos y cuando todos se iban se quedaban discutiendo mientras Miguel preparaba la cena y Martín ponía la mesa. Y ahí entraban otros temas a la discusión y siempre Miguel terminaba sirviéndole una porción más pequeña a su esposo. Y Martín puteaba y le gruñe que iba a lavar mal su camiseta blanquirroja (las dos que tiene).
(Pero nunca lo hacía, porque eso sería cruel y además por algo se había casado con ese hombre tan testarudo.)
Pero peor era cuando había un clásico. La cosa era especialmente mala para Miguel, ya que la casa era de Martín (al menos legalmente) y por lo tanto este se encontraba en su autoproclamado derecho de ser quien trajese a sus amigos para ver el partido. Miguel entonces siempre se ve entre dejar la casa e ir donde un amigo o ver el partido rodeado de bosteros. Definitivamente le tentaba más la primera opción.
Sin embargo, cuando volvía a casa, Martín y sus amigos seguían ahí, borrachos, y las cosas podían variar. Si habían perdido Martín y sus amigos, eran unos borrachos picones insoportables, y si ganaron, eran unos jodidos borrachos insoportables. Sea la opción que caiga, Miguel siempre tenía que ingeniárselas para no estallar y tirarles las botellas vacías que encontraba regadas por el suelo de la sala. Lo que terminaba sucediendo siempre era que se cerraba y le quemaba la cena a su esposo y a los amigos de este, quienes finalmente preferían no comer nada y morir de hambre hasta irse.
Lo único bueno según Martín, era que esos días (una vez que hubiese echado a sus amigos) siempre terminaban en sexo de reconciliación. Siempre, y siempre se llevaba luego el enorme placer de al día siguiente ver a su esposo usar la camiseta de Boca.
(Y Miguel se podía dar por manoseado todo el día.)
