Latin Hetalia y sus personajes no me pertenecen.

Personajes: Miguel Alejandro Prado (Perú), Martín Hernández (Argentina)


Risas en la cocina

Cuando Miguel se ríe, Martín deja de hacer lo que sea que ha estado haciendo hasta ese momento y lo mira de reojo, sonriendo disimuladamente. No es que Miguel tenga una risa precisamente melodiosa (Manuel la calificaría de "sonora carcajada falta de gracia alguna"), pero tiene algo tierno y hasta infantil, a la vez muy idiota que es lo que provoca a contagiarse y reír con él. Miguel tiene una risa bonita por el hecho de que es sincera y a Argentina se le hincha el corazón y el estómago se le llena de sentimientos gays, recordando en el último segundo que, oh sorpresa, él es gay. Wow, a veces eso de enamorarse realmente lo vuelve el lento que su primo y vecino siempre afirma que es (creo que todos sabemos de qué primo hablamos. Sí, de Daniel).

Miguel al segundo ya está hablando de nuevo, siguiendo con la conversación (o monólogo) y entre frases pregunta si ya está la cebolla picadas. Martín parpadea, dándose cuenta recién medio minuto tarde que le ha hecho una pregunta, a lo que Perú vuelve a reír, acercándose y asomándose a su lado.

-Pucha, todavía te falta un montón -suelta mientras se agarra de la cintura de Martín para no irse de cara-. ¡Apúrate pe, causa! Se supone que esto va a ser el almuerzo, no nuestra cena.

Argentina sólo sonríe y niega con la cabeza, volviendo a concentrarse en las cebollas que lo hacen llorar como pelotudo. Miguel se da vueltas por la cocina, agregando el lomo, el tomate y las especias al wok, exigiendo nuevamente las cebollas. Martín se voltea y se las da por fin, hallando en las comisuras ligeramente tensas de sus labios la señal de que está impaciente. Ok, tiene hambre, se dice y suelta una risita.

-¿Qué te ríes? -refunfuña Perú sin mirarlo.

Argentina se queda junto a él, o mejor dicho detrás, agarrándole la cintura como el otro minutos atrás, pero al rato se aburre y lo abraza, rodeándolo por completo con sus brazos. Perú alza una ceja y por un segundo mira hacia atrás, instante que el rubio aprovecha para robarle un beso y ensanchar su sonrisa.

-¿Ah? -es todo lo que suelta Miguel y Martín se ríe.

-Nada, fijate que no se nos queme la comida, che -musita y apoya el mentón en su hombro.

Miguel se ríe y niega con la cabeza, no diciendo nada más, ya que el argentino no le estorba en esa posición y además porque le gusta que lo abrace.

(Aunque lo haga sentirse más chatito así…)