Disclaimer: sí, sé que me parezco a Rowling. Pero eso es porque me he teñido el pelo.

Notas: dedicadísimo a Gui. No pude resistirme, e hice, exactamente, tooodo lo contrario de lo que me pediste. Ya te haré la parte feliz otro día, chica; ya sabes que lo mío son los dramones.

Finite incantatem

La mira, como si la viera por primera vez. Pelo negro, sucio, desgreñado; ojos oscuros y profundos, y una especie de belleza salvaje que queda oculta, bajo todo eso. Está en los huesos. Está en los huesos, y huele mal, y Tom se pregunta cómo es posible, cómo es posible que la haya querido, en algún momento, que haya encontrado el placer en sus labios, la felicidad en ese vientre ahora hinchado.

Merope baja los ojos, le toma de la mano. Soy una bruja, Tom, dice, como si eso lo explicara todo. Y puede que lo haga.

Me has hechizado. Ella se toma las palabras como un cumplido, o lo intenta; esboza una sonrisa inquieta, pobre criatura. Tom la obliga a levantar la cabeza, a alzar los ojos y sostenerle la mirada, unos instantes. Luego, la deja caer. Merope no dice nada. No tiene nada que decir. Sólo te quiero, y no son las palabras que él necesita, ahora.

Me voy, dice, finalmente, con su voz de barítono y ese tono de señorito que usa con todos. Con todos, menos con ella, al menos hasta hoy. Y se aleja, y le parte el corazón, sin darse cuenta. Sólo siente rabia, odio, desprecio. Hacia ella y hacia sí mismo, porque quizás, en el fondo, hay algo más que engaño, algo más que aquel brebaje rojo que le hacía beber, cada cierto tiempo. Merope tiene unos ojos bonitos, sí, y lleva a un hijo suyo en las entrañas.

Y Tom Riddle duda, en ese instante. Duda al abrir la puerta, al acercar la mano al picaporte; la siente sollozar, más que escucharla, a sus espaldas. Es patética, piensa, es tan patética. Querría girarse y decírselo, constatar el hecho; besarla, quizás, después de eso. Tom, musita ella, y él cierra de un portazo.

Daenerys Pendragon