Disclaimer: Los personajes siguientes no me pertenecen, créditos a su respectivo autor Sir Arthur Conan Doyle y Guy Ritchie, en este caso.

Disfruten.


"Insisto"

El material se diluía de una forma paulatina, mezclándose con el líquido teñido del tenue color que este le habría proporcionado. Un tanto inconforme, Watson trataba de apaciguar su incipiente contrariedad provocada por la fija mirada miel del detective. Esos ojos que escrutaban su figura y su persona, sabiéndose levemente ultrajado por aquella intensidad que ignoraba desde la media hora en que Holmes de pronto, guardó silencio.

Y él, intentando en no caer en lo que había pensado era un juego, altivo; alzó su barbilla, desviando su atención al periódico que sujetaban sus manos.

Tick-Tock.

Tick-Tock.

Cinco minutos más tarde, impaciente, decidió sorber un poco de su té. —Holmes, lleva mucho tiempo...

Fue interrumpido.

—35 minutos.

Relamió sus labios.

—Como sea, viéndom...

Observándolo.

—¡Holmes!─ La taza rebasó ante el movimiento airado del doctor.

—Watson, ¿Sabía usted, que posee unas características semejantes a...-

—¡No quiero saberlo!

—Está nervioso.

Aquellas palabras le aclararon al doctor la finalidad con las que fueron emitidas. Enarcó ligeramente una de sus cejas.

No cedería.

—No lo estoy.— Carraspeó, antes de volver a posar sus azulados orbes al periódico.

Entonces, el pelinegro no murmuró nada hasta que Watson inclinó el papel para poder observarlo, intrigado por el silencio que había recibido en son de respuesta. Y aunque había pensado por una milésima de segundo que no cedería ante las artimañas y jugarretas de su amigo: terminó por hacerlo en cuanto las letras azabaches fueron reemplazadas por la insistencia de un color miel fijado en él.

—Sus manos temblaron por un instante, y hace una mueca con su rostro que refleja la incomodidad que usted jamás admitiría, por lo cual decidió ocultarlo, pero nada bien, mi querido Watson. Ya que no se puede ignorar fácilmente la leve, pero desmesurada presión que imponen sus dedos en el pobre y arrugado periódico. Vaya que sus músculos se encuentran tensos. — Divagó por un instante. —Entonces, mi fiel Watson, ¿Es que le pongo nervioso?— Finalizó, sosegado y serio.

El doctor se limitó a suspirar.

Holmes podía ser a veces, agobiante.

Aunque él mismo ya se había acostumbrado al detective.

—Holmes, cualquier persona se pondría nerviosa ante la acosadora mirada de un lunático. — Una mueca burlona se quiso cincelar en sus labios cuando el otro mostró un ápice de impresión y sólo quizá, de ofensa ante el comentario de su amigo. Y a pesar de que la última era la menos posible, ciertamente era la que más hilarante le parecía.

Holmes ignoraba también que a veces podía ser un tanto, inocente.

Terminó por sonreír de forma imperceptible.

En efecto, Holmes solía ignorar muchas cosas que, según él, no serían de ningún modo beneficiosas para su trabajo.

Entre una de ellas, sus propios sentimientos y emociones.

—Watson, levántese.— El doctor sólo logró contemplarlo.

Insisto.

—¿Otro de sus experimentos?— Soltó con cansancio y una inaudible curiosidad propia del doctor frente a lo que era y significaba Sherlock Holmes.

El detective asintió, encontrándose frente a frente a su confidente: John Watson.

Y ninguno dijo nada, tampoco alguno apartó la mirada de los ojos del otro. El silencio los envolvió a ambos en un ambiente apacible, hogareño, cálido, puro y sincero: atiborrado de una floreciente magnificencia que culminaba en la magia en donde doctor y detective, parecíanse transmitir algo que muchos no entenderían.

Hasta que Holmes lo besó y Watson sorprendido, le golpeó en la nariz.


Nueva OTP, señores, nueva OTP.

En fin, see you.

Goliath Lyrock.