1. Un agradable encuentro
Nuestros amigos se sentían ya muy cansados por el viaje, y deseaban enormemente encontrar un sitio tranquilo para descansar y reabastecerse. Las chicas dormitaban a ratos abrazadas de Momo, mientras los chicos se golpeaban unos a otros para mantenerse despiertos tanto a Appa como a ellos mismos. Estaba amaneciendo, cuando al mirar hacia abajo se alegraron de ver una aldea a orillas de un río grande, y al pie de una montaña boscosa.
Al ir bajando, Zuko reconoció en los aldeanos las ropas de la Nación del Fuego, y advirtió a todos para que se pusieran sus disfraces por si había peligro. Pero, lejos de haberlo; los chicos se sorprendieron cuando al entrar en la aldea los habitantes los recibieron afectuosamente, invitándoles un modesto desayuno. Mientras comían, Katara se fijó en algo inusual. Las ropas de los aldeanos se veían viejas y gastadas, y nadie utilizaba herramientas ni utensilios lujosos.
Al preguntar por esto, les explicaron que los fundadores del pueblo eran soldados desertores del ejército de la Nación del Fuego, que habían huido convencidos de que la guerra de Ozai no traería nada bueno, y prefirieron buscar con sus familias un sitio donde pudieran rehacer sus vidas, encontrándolo en el lugar que ahora habitaban. A pesar de que no estaban en la abundancia nada les faltaba, y su única gran preocupación era que fueran encontrados por el general Zhao y que los obligaran a volver a la milicia, o ser terriblemente castigados por el mismo Ozai. Los chicos entonces decidieron levantar su campamento en las afueras de la aldea, para no darles más molestias a aquellas buenas personas.
Cuando terminaron de instalarse, hicieron planes para continuar entrenándose para la batalla. Katara se fue al río para conseguir agua y ver si pescaba algo, Aang y Zuko fueron a buscar un sitio idóneo para entrenar, y Sokka junto con Toph se internaron en el bosque para cazar algo para la comida. Ellos no lo sabían, pero ahí les esperaba una sorpresa.
— Bien Toph — dijo Sokka —, el plan es este; yo saco de su escondite a las liebres-gato y las asusto hacia ti, y tú las atrapas abriendo una trampa en el suelo, ¿entendido?
— Ya, ya entendí, no soy estúpida — le contestó Toph ofendida —. Anda, ve a por ellas, yo las pesco aquí.
Mientras Sokka iba en busca de las madrigueras, Toph esperaba con algo de aburrimiento, hasta que un ruido extraño llamó su atención. No pudo reconocerlo, y comenzó a caminar en círculos tratando de sentir en sus pies la presencia de algo o alguien. Ya empezaba a ponerse nerviosa, cuando sintió claramente el peso de una mano posarse en su hombro, reaccionando al instante y lanzando una oleada de piedras a su espalda.
— ¡Ya basta Sokka! — gritó enojada — ¡No me gustan esas bromas, sal de una vez o te sacaré yo!
Nadie contestó. En su lugar, una liebre-gato asustada pasó corriendo cerca de los pies de la chica ciega, y detrás de ella apareció Sokka, cansado y jadeante por la carrera.
— ¡Puf, puf! ¿Qué- qué pasó Toph? — preguntó el moreno recuperando un poco de aire — ¿Por qué no la atrapaste?
— ¿So-Sokka? — dijo la chica sorprendida —, si tú estás aquí, entonces… ¿Q-quién me-me…?
— ¡¿Quién qué?! — dijo Sokka poniéndose en alerta — ¿Sentiste a alguien, te atacaron, estás bien, qué pasó?
Toph iba a contestar, pero entonces una risa muy conocida la dejó muda de la sorpresa.
— ¡Ja, ja, ja, pero qué poco me conoces guerrero! — dijo una voz — ¿De verdad me crees capaz de lastimar a esta linda chica? No, no ,no; en serio no me conoces nada.
— ¡El ladrón sin nombre! — dijeron ambos chicos a un tiempo — ¡Vamos, sal de donde estés, queremos verte!
— ¿Así o más cerca guerrero? — dijo el ladrón apareciendo detrás de Sokka, y hablándole casi al oído. El moreno saltó del susto, y le lanzó una daga, que el chico atrapó casi sin verla.
— Mejor guarda tus juguetes guerrero — le dijo sonriente al moreno, devolviéndole la daga —, alguien puede salir lastimado. Hola chica linda, me da gusto verlos de nuevo.
Luego de los saludos afectuosos, los tres chicos charlaron por un rato y nuestros amigos se enteraron que el ladronzuelo ya conocía su identidad, pero no se las reveló porque quería que todos estuvieran juntos para escucharlo. En cambio, les convidó a Sokka y a Toph algo de lo que había cazado, y les prometió visitarlos en su campamento para decirles al fin su nombre. Luego se alejó, cantando aquella canción que tanto le gustaba a Toph. Al llegar al campamento, Katara los recibió muy alegre, y los detuvo para darles una noticia.
— ¡Toph, Sokka, al fin llegan¡ ¿A que no adivinan quién ha llegado hasta aquí?
— ¿Eh, pero cómo llegó antes que nosotros? — preguntó Sokka, haciendo dudar a Katara.
— ¿Ya está aquí? — dijo Toph emocionada — ¡Voy a con él!
Echó a correr hacia la fogata, donde Aang y Zuko charlaban con el visitante. Nada más llegar, la chica ciega comenzó a hacer reclamos.
— ¡Oye, nos dijiste que vendrías más tarde, y resulta que ya estabas aquí! Mejor hubieras venido con nosotros.
— Jamás cometería tal falta de educación y respeto para contigo, niña bonita — contestó elñ visitante, con una voz muy familiar. Toph la reconoció al instante y se sonrojó por la vergüenza. El que hablaba no era otro que el samurái Zen, y al terminar de hablar se levantó para ir al encuentro de la chica ciega.
— Ay, ay… Este, yo, yo, ay… — balbuceaba Toph confundida.
— Tranquilízate niña bonita — le dijo Zen con suave voz —. Veamos ahora, ¿con quién me confundiste?
Irónicamente, Toph sentía como si la tierra se la tragara de vergüenza. En eso, Katara y Sokka se acercaron al grupo.
— ¡Toph! — dijo la morena —. Sokka me ha contado ya lo que pasó en el bosque, dice que se encontraron…
— ¿Conmigo? — dijo de repente el ladrón detrás de los hermanos — Vaya, nunca creí tener tan "cálida" bienvenida, pero en fin. A mi también me da gusto verlos, les prometí que vendría y aquí est…
— ¡Vaya, vaya! — dijo Zen interrumpiendo. Al ladrón se le borró la sonrisa y se quedó mirando al samurái — Pero miren a quién tenemos aquí. ¿Cómo estás granuja, andas por aquí en plan de "conquista"?
— Hola samurái —dijo el ladrón, cortante —. Cuánto tiempo sin verte. ¿dónde est´pa tu enorme hermano Garg?
Los chicos guardaron un incómodo silencio, mientras los otros dos hablaban. Se quedaron atentos, por si las cosas se ponían difíciles entre ellos, mas se preguntaban si serían capaces de controlarlos, siendo ambos dos formidables luchadores.
