Nota del Traductor: Con esto comienzo con esta aventura de traducir estupendos fics que son de mi agrado y cuyos autores tuvieron la gentileza de dejarlos en mis manos. Este fic fue escrito en inglés por ZaKai, uno de mis autores preferidos y más queridos, a quien le agradezco la confianza. Disfrútenlo.

Disclaimer: Resulta obvio que ni Fullmetal Alchemist ni la autoría este fic me pertenecen.

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Future Memories (Recuerdos Futuros)

Capítulo Uno

New Arrivals (Nuevos Arribos)

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Un Edward Elric de siete años levantó la vista del libro que estaba leyendo y miró a su hermano menor. Alphonse se había quedado dormido, y roncaba ruidosamente. El niño torció los ojos, y miró el reloj. Cuando ellos habían sido aún más pequeños, su mamá acostumbraba a hacerlos dormir la siesta alrededor del medio día. Edward había dejado ese hábito hacía dos años, pero su hermano aún se quedaba dormido a esa hora la mitad de las veces.

Edward sonrió maliciosamente, y tomó uno de los bolígrafos que su mamá le había dejado para que practique los dibujos de círculos de transmutación. Silenciosa y lentamente llegó hasta donde se encontraba su hermano, y empezó a dibujar un bigote en el rostro de Alphonse. Luego de eso, había empezado a colorearle una barba cuando escuchó, "¡Edward Elric!" Encogiéndose, levantó la mirada, y encontró a su madre parada en la puerta, manos en las caderas, y supo que ella no estaba tan contenta que digamos.

"¡Entrégame ese bolígrafo inmediatamente!" Ella musitó suavemente, intentando no despertar a Alphonse.

Edward intentó aparentar arrepentimiento mientras le entregaba el bolígrafo, mas cuando miró nuevamente a su hermano, no pudo evitar la sonrisa que se le formó en el rostro.

Frunciendo el ceño, su madre apuntó hacia la puerta, él caminó pesadamente y salió de la habitación, sabiendo perfectamente que estaba en problemas. Luego que su madre cerrara la puerta tras ellos, ella lo miró y dijo, "Quiero que vayas al cuarto trasero y te quedes ahí hasta que yo llegue y te diga que salgas. Quiero que pienses acerca de lo que hiciste, y el por qué eso no está bien, y cuando tu hermano despierte quiero que te disculpes con él. ¿Entendiste?"

El niño rubio asintió. El entendía… entendía que sólo si se disculpaba con Alphonse cuando éste despertara, él sería perdonado; incluso si no lo dijera en serio. Caminando desanimado hacia el cuarto trasero, Edward volteó a ver si su madre lo estaba observando.

No, no lo estaba observando.

Rápidamente, entró al estudio de su padre, agarró un libro al azar de uno de los estantes y también una tiza, luego corrió deprisa hacia el ya cercano cuarto trasero para su 'castigo'.

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Trisha Elric sacudió la cabeza cuando oyó que su hijo se escabullía en el estudio de su esposo, y luego corría al cuarto trasero. Ella podía ir allí y decirle que regresara el libro, pero no lo hizo. Ahora no se tendría que preocupar de cuánto tiempo él se quedaría ahí. Permanecer callado en una habitación tranquila junto a un libro no era ningún castigo para el mayor de sus hijos.

Ella negó con la cabeza y sonrió. Ella adoraba a sus muchachos. Ellos eran la alegría de su vida y sin ellos sabía que no hubiera podido sobrevivir la soledad, tan prominente en las noches cuando los niños dormían.

Lágrimas aparecieron en sus ojos, y ella las desapareció con un pestañeo. No había tiempo para eso. Ella tenía mucho que hacer, antes de preparar la cena…

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"Disculpe señora"

Trisha levantó la vista desde su lavandería justo para ver a un hombre alto, de cabello oscuro en uniforme militar caminando hacia ella. Era bien parecido y parecía tener unos cuantos años menos que ella.

"¿Puedo ayudarle en algo?" Preguntó ella.

El se frotó la nuca, parecía avergonzado. "Bueno, creo que me he perdido… se suponía que iba hacia la estación de trenes pero…" Una risa nerviosa. "bueno… sólo empecé a caminar y nunca encontré la estación… cuando se sale de la ciudad de Rizembool, uno se encuentra con un increíble y vasto campo vacío…"

Ella le sonrió al joven. Era muy fácil perderse una vez que se entraba al campo. "Usted debe haber estado caminando por un largo rato." La estación de trenes estaba a cuatro horas a pie desde su casa.

El se sonrojó y se encogió de hombros.

"Bueno, no me importaría ayudarlo. Puedo darle las indicaciones, pero sería mejor si le dibujo un mapa."

Trisha entró a su casa, y tomó uno de los papeles que estaban cerca de Alphonse y sacó de su bolsillo el bolígrafo que Edward le había entregado. Cuando lo oyó caminar tras de ella, levantó la vista y vio una mirada divertida y sorprendida dibujada en el rostro del joven.

Ella se sonrojó delicadamente y dijo, "Mi hijo mayor es un poco bromista. Este es mi hijo menor. Pienso que va a sorprenderse un poco cuando se despierte." El asintió, y ella se dirigió hacia una silla. "Puede tomar asiento si gusta. Esto podría demorar un poco." Tomó una pausa y luego dijo, "¿Le gustaría tomar algo?"

El asintió vacilante y dijo, "Un poco de agua sería fabuloso, pero por favor, no se preocupe tanto."

"No es ningún problema ¿Señor…?"

"Mustang." Dijo él. "Mayor Roy Mustang. Alquimista Estatal." Esto último dicho con una pizca de orgullo.

Ella asintió, sonrió, luego le dio su nombre antes de traerle una taza de agua.

"Usted parece ser demasiado joven para ser un Alquimista Estatal." Dijo ella, sentándose para empezar con el mapa.

El se rió entre dientes. "Bueno, en realidad apenas acabo de pasar la prueba."

"¿En serio? Usted debe ser muy talentoso."

"Eso es lo que ellos dicen…" Dijo él. Ella lo escuchó levantar uno de los papeles y volteó a verlo. El viró la mirada hacia ella y dijo, "Usted parece conocer un poco de alquimia…" Estaba a punto de ser una afirmación, pero ella también escuchó la pregunta implícita.

"No… mis hijos son los que saben de eso. No yo."

El miró hacia el durmiente de seis años, y levantó una ceja. "¿Cuántos hijos tiene usted?"

"Sólo dos."

"¿En serio…?... ¿Cuántos años tiene el otro?"

"Siete."

El Mayor, asombrado, bajó la vista hacia el papel, luego dijo, "Me encantaría regresar algo así como en diez años para ver cuánto han progresado."

Ella afirmó tristemente. A él le gustaría regresar e intentar convencerlos para que se enlisten con los militares, ella supuso.

Sintiendo un fuerte deseo de quitar a sus hijos del foco de atención, Trisha dijo, "¿Ha escuchado alguna noticia sobre el Este?"

El suspiró y reclinó la espalda en su asiento. "En estos momentos sólo son escaramuzas, pero me temo que algo podría ocurrir de tal modo que se desencadene una guerra campal."

Ella se dio cuenta que él no estaba muy contento con aquello. Bueno, ella supuso que lo entendía así. Después de todo, si la guerra se desataba, y no podía ser controlada, los Alquimistas Estatales serían desplegados para ayudar a lidiar con el problema.

Armas Vivientes.

Ella se estremeció ante este pensamiento. No, ella no creía que le gustaba la idea de este Mayor Mustang regresando en diez años para 'ver cómo sus muchachos habían progresado'; no, ni un poquito.

De repente, se sintió un agudo sonido de algo que se rompía desde el la parte trasera de la casa y ruidos de gritos.

"¡Edward!" Gritó Trisha a voz en cuello, recordando que su hijo mayor aún se encontraba en el cuarto trasero.

Antes de que ella pudiera siquiera pestañar, el joven hombre uniformado se había levantado y corría hacia donde provenía el ruido. Ella se levantó de su silla, pero su falda quedó atascada en la madera y tuvo que jalar de la tela antes de poder seguir al hombre de cabello oscuro. Cuando finalmente pudo liberar su falda, escuchó otro grito. Este último más profundo; el grito de un hombre.

Que Edward esté bien. Pensó. Por favor, que mi muchacho esté bien.

Mientras corría desesperadamente por el pasillo, escuchó dos nuevos gritos que se les unían, y de pronto le inundó la confusión.

¿Cuatro voces?

Antes que ella llegara a la habitación, ese fuerte ruido, y los gritos, cesaron.

La puerta estaba ligeramente entreabierta, y cuando ella la abrió, vio cuatro figuras recostadas sobre un gran círculo de transmutación dibujado sobre el piso; su pequeño Edward, dos hombres de cabello oscuro vestidos de uniforme militar, y un adolescente rubio, con una trenza y un largo abrigo rojo.

Moviéndose rápidamente, Trisha volteó a su hijo, y revisó su respiración. Cuando vio que su pecho subía y bajaba ella exhaló de alivio. A pesar que los otros tres estaban recostados sobre sus estómagos, ella pudo comprobar que ellos también se encontraban vivos y respiraban.

Pero… ¿de dónde habían venido esas otras dos personas?

De curiosidad, ella caminó hacia los dos hombres uniformados. Uno era ligeramente más alto que el otro, y más corpulento. Uno tenía el cuerpo de un hombre que a duras penas llegaba a los veinte años, mientras que el otro tenía el cuerpo de un hombre a punto de llegar a los treinta. Pero ambos tenían el mismo tipo de cabello, la misma contextura, el mismo… en fin…

Ella nerviosamente volteó al más joven boca arriba. El Mayor Mustang gruñó, pero no se despertó. El corazón le latía rápidamente en su pecho, volteó al otro hombre y quedó boquiabierta. Ambos eran la misma persona. ¡Oh!, uno era definitivamente mayor que el otro ¡pero eran la misma persona!

El asombro la invadió al comparar a los dos Alquimistas Estatales, luego se le acrecentó un pensamiento, y giró su cabeza hacia donde yacía el rubio adolescente. Si este hombre lucía igual al Mayor Mustang, entonces…

Ansiedad y excitación la invadieron mientras su cuerpo se movía al voltear al rubio adolescente boca arriba. Sus asombrados ojos se empaparon de las facciones del muchacho. Maravillada, dirigió su mirada hacia su hijo mayor, luego hacia este extraño.

Este muchacho… este adolescente…

Su dedo recorrió cariñosamente las suaves facciones de su rostro.

Este adolescente era su Edward.


Espero que les haya gustado tanto como a mí la primera vez que lo leí. Trataré de actualizar semanalmente. Bye.

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