MUY IMPORTANTE: Este one shot es un spin off de Rewrite the stars, de Janet Cab, así que debéis leer antes ese fic para entender este -y no comeros un spoiler. Avisados estáis.
The other side
Kyoutani respira hondo, agradecido por que la sala del club esté vacía y alejada del bullicio. La sangre aún le ruge en los tímpanos y el cuerpo le vibra, a pesar de que hace un rato que ha terminado el show. Es una sensación extraña. No es un temblor como cuando se machaca entrenando y sus músculos se rebelan, sino que parece como si cada una de sus células latiese con vida propia, pequeñas réplicas de la bomba de adrenalina que han armado entre todos y que ni un batallón de artificieros podría haber desactivado.
Ha estado bien. No va a reconocerlo ni muerto, y menos ante los de tercero, pero ha sido una pasada. Bailar y cantar –aunque fuese en diferido- delante de cientos de personas. Dejarlos con la boca abierta. Que sus conocidos se sintiesen orgullosos de él. Porque uno puede ser lo bastante independiente para no basar su autoestima en la aprobación ajena, pero no estaba nada mal llevarse una ovación y que la gente viese más allá de su fachada. Que a lo mejor no es el ser más puro y tierno de la creación, pero tampoco tiene culpa de que su careto sea intimidante por defecto y es injusto que lo etiqueten según sus pintas.
Sin embargo, aunque intente hacerse el loco al respecto, sabe que eso no es lo que más les ha impactado. A él incluido.
Su capitán y vicecapitán se habían dado un pico delante de todo dios como si nada.
No importa que eso sea lo que ocurre en la escena original ni lo escrupuloso, rozando la neurosis, que sea Oikawa. Cualquier persona habría asumido que se saltarían ese detalle. Pero no. Y todo el mundo se había vuelto loco, como si fuese lo más genial y maravilloso y llevasen media vida deseando que sucediese. Bueno. En el caso de Hanamaki, podía poner la mano en el fuego a que era así.
Lo más loco no es el beso en sí, sino la reacción posterior. O, más bien, la no reacción. Porque Oikawa no había acabado con un ojo a la virulé cortesía de Iwaizumi. Ni siquiera hubo un empujón o una mala cara. Podría convencerse de que eran unos actores de Óscar y dejarlo correr, pero si bien Oikawa era el señor de las apariencias, a Iwaizumi los cabreos y la exasperación se le notaban de lejos.
O sea, que están juntos.
Es la única explicación razonable que le queda.
No es que le moleste lo que hagan o dejen de hacer. Lo que le escama un poco es la nueva dimensión que le da a la insinuación que habían hecho ambos acerca de Yahaba y él. Como si lo se lo planteasen en serio, no sólo como una broma tonta de las que hace cualquier grupo de adolescentes entre sí para estrechar lazos a base del escarnio mutuo.
Yahaba y él.
Juntos y revueltos.
Que él le ha engañado, para más inri.
Por favor.
Él no es precisamente el que va dejando un rastro de babas cada vez que se cruza con una tía, así que incluso en el muy improbable supuesto de que estuviesen liados era absurdo pensar que él… Se yergue al oír pasos y dirige la vista a la puerta cuando esta se abre.
—Oh. Así que estabas aquí.
Reacciona soltando apenas un gruñido. Hablando del diablo, resopla con fastidio.
—Tranquilo, sólo vengo a cambiarme —dice Yahaba, tal vez notando su incomodidad, mientras se quita el gorro rematado con dos enormes cuernos, o antenas, o lo que sean.—A este paso voy a sacarle un ojo a alguien.
—¿Dices por accidente o porque es lo que piensas hacerle al próximo que te pregunte si pillas wi-fi con eso?
—En el segundo caso también será un accidente. O al menos es lo que diré si me llevan a juicio.
—Y que la gente aún crea que eres majo…
—Ya ves, lo que hace no tener una sonrisa de psicópata y saber vestir —lo repasa brevemente de arriba abajo.— Está bien que por una vez no parezcas salido de la zona chunga de Shibuya.
—Visto como una persona normal —protesta. Lo de la sonrisa es una causa perdida y no hay mucho que pueda hacer al respecto, pero que le pinche por no llevar trapitos de marca le toca la moral.
—Normal para un centro de menores —apostilla sin volverse a mirarlo.
—Niño pijo… —masculla. Yahaba no responde, pero sabe perfectamente que acaba de poner los ojos en blanco. Como si lo viera.—¿Te has visto hoy?
—Esto es un disfraz, yo gano al natural.
—Al natural —repite con sorna.
—¿Qué?
—Si tardas más de media hora en prepararte por las mañanas y usas más de dos productos para el pelo, no es natural, te pongas como te pongas.
Yahaba se gira por fin, el ceño ligeramente fruncido, mosqueado e intrigado a partes iguales.
—Creo que nunca te había oído una frase tan larga —esboza una sonrisa, pequeña al principio, que se va ensanchando hasta formar un gesto burlón.—Lo de cantar te ha venido bien. Podemos organizar algo parecido el año que viene.
Kyoutani abre los ojos como platos, rojo hasta las orejas. Ha aguantado al Chiflado mayor del reino por dos años, y por lo visto ahora le toca cargar con el mindundi ese que pretende tomar el relevo como Chiflado 2.0.
—Sí, claro —dice en un hilo de voz.—Y si quieres nos morreamos también, no te jode.
—Pues mira.
¿Eh?
—Oye, los demás iban al maid café que han montado unos de primero. ¿Qué tal si dejas lo de odiar al mundo para luego y te vienes?
¿EH?
—¡¿Qué has dicho?!
—Que te vengas a tomar algo.
—No. Antes —resopla.—El beso.
—¿Qué pasa? ¿Quieres que te bese ahora?
—Qué —se escandaliza.—¡No! Ni ahora, ni en un año, ni nunca —deja claro porque ¡sólo faltaba!—Y ni pienses en liarme para hacer otro disparate como este.
Yahaba se encoge de hombros con parsimonia, sonriendo tranquilamente como si no estuviesen hablando de nada del otro jueves.
—Quién sabe. A lo mejor de aquí a un año no tengo que obligarte.
Y ya. Ahí queda todo porque en ese momento la aptitud verbal de Kyoutani decide cogerse la baja por estrés, y suerte tiene con que su cerebro entero no pille la jubilación anticipada. Porque tiene claro que Yahaba no está hablando de trajes cursis y cancioncitas. Claro meridiano.
Le gustaría que le diese asco. Que la idea lo traumatizase un poco más. Que su reacción natural cuando lo agarra del codo para arrastrarlo con un "venga, anda, no te mueres por socializar un poco" fuera darle un manotazo. Pero en su lugar tiene una mezcla de nerviosismo y expectación cosquilleándole en la boca del estómago, como si estuviese a punto de inscribirse en un curso de paracaidismo.
Es una locura.
Puede ser peligroso.
Y a lo mejor, tal vez, resulta que le gusta.
Sólo a lo mejor.
-.-.-
Right here, right now
I put the offer out
I don't want to chase you down
I know you see it
You run with me
And I can cut you free
Out of the drudgery and walls you keep in
So trade that typical for something colorful
And if it's crazy, live a little crazy
You can play it sensible, a king of conventional
Or you can risk it all and see
(The other side - The greatest showman)
