N/A: Hola de nuevo!! Ya sé que prometí estar aquí para Febrero, pero se me alargaron un poco más los exámenes y hasta hace una semana no los terminé. Es lo que tiene ser estudiante XD. Bueno, pues una vez encontrado el equilibrio estudiantil, vuelvo con material nuevo. Tenía pensado incluir un mini-fic entre este y el de "Cómo conseguir que te echen del Santuario", pero tendrá que esperar porque todavía me falta un poco (bastante) que retocar. Era un poco contar lo que pasaba desde que Nela aparece por el Santuario hasta lo que ocurre en este fic. Y no son pocas cosas teniendo en cuenta que bien podrían ser meses enteros de roleo via msn con Ro de Piscis (Guardiana por aquí). No sabeis la de cosas que pueden pasar en tres horas de "aventuras" XD.

Esta vez es... bueno, no sé en qué categoría podría entrar este fic. ¿Una agenda? ¿Un diario? El caso es que no se parece a nada que haya escrito antes. Es mi estilo, pero tanto quise esquematizar las ideas... que al final así se quedó. ¡De verdad! Empecé a poner ideas en un brainstorming sin orden aparente y acabé poniéndolo todo como si estuviera planeando el momento exacto en que podría pasar todo. Para evitar acciones demasiado largas o demasiado cortas. Bueno, en cuanto lleguemos al segundo capítulo se entenderá mejor. Eso sí, esta vez será actualización semanal (o, a lo sumo, lunes y jueves dependiendo de cómo vaya la semana) porque es bastante cortito y no quiero quedarme sin material antes de terminar otra cosa.

Ahora sí... al tema.

DISCLAIMER: todos los personajes mostrados en esta historia son propiedad intelectual de Kurumada Masami y todo aquel asociado al proyecto. Tan sólo poseo derechos sobre mi propia historia y mis personajes (Nela... quien, de hecho, es un self-insertion). Los demás personajes mencionados/mostrados tienen sus respectivos dueños: Baby-Guardiana Majere, Guardiana, Dannah, Ayron, Eurydia y Orphen son propiedad intelectual de Guardiana/Ro de Piscis. Shuitza y Syrianth pertenecen a Syrianth. Cualquiera que tenga intención de incluirlos en una de sus historias, por favor me avise para contactar con ellas. Esta vez no se incluye nada de yaoi, aunque los personajes siguen estando muy OOC (Out Of Canon). Si te gusta o te interesa el fic, puedes darle al botoncito ese que dice 'Review' y dejar tu comentario. Reviews anónimas serán respondidas en mi profile (aunque agradecería un mail para responder mejor ^.^)


DE COMO CONSEGUIR QUE NO TE ECHEN DEL SANTUARIO

(O de como Nela consigue licencia de residencia permanente)


"¿Puedo preguntarte algo?"

"Desde luego"

"¿Quién te ha dado permiso para mudarte?"

Desde la puerta de su habitación, el impotente Saga observa cómo su ropa va perdiendo espacio en su propio armario, dando paso a una extraña invasión de prendas de corte occidental que no terminan de encajar con el estilo de las suyas. Mientras tanto, la aguerrida reportera continúa con su misión del día: ocupar Géminis. Literalmente. Ha traído con ella un arsenal digno de las mejores divas del espectáculo: cuatro maletas tipo familiar llenas de ropa y zapatos, cajas y cajas de objetos de decoración varios, toneladas de libros y media docena de petates en los que, supuestamente, guarda todo el material de trabajo.

Pero la joven sabe muy bien cómo hacer las cosas para evitar posibles represalias.

Esa misma mañana, en cuanto vio salir a los gemelos hacia la arena a entrenar, empezó a dejar sus cosas en medio del pasillo que atraviesa Géminis. Consiguió una bonita montaña de cajas y maletas. Al rato pasó el Caballero de Tauro que, extrañado por la nueva decoración, le preguntó qué era todo aquello. Sin responder directamente, la joven le dijo que todas esas cosas iban dentro y el Caballero, amable como él sólo, le ayudó a ponerlas en el salón supuestamente para que Saga, cuando llegara, se hiciera cargo de todo. La reportera todavía consiguió desembalar las cajas donde traía sus recuerdos de viaje antes de que el caballero Kanon llegara y se topara con el desastre. Antes de que ella pudiera decir "hola", el Caballero salió corriendo de allí y la dejó de nuevo sola decidiendo cuál era el mejor lugar para poner su réplica en miniatura de la Torre Eiffel.

Por otro lado, en cuanto al susodicho Kanon, no dejó de correr hasta que llegó de nuevo al campo de entrenamientos. Después de darle un susto de muerte a todos, que ya pensaban que algún dios vengativo volvía a la carga, consiguió decirle a su hermano que había llegado el Apocalipsis a Géminis. Saga no lo entendió a la primera pero, en cuanto le dijo que el Desastre era rubio y tenía complejo de pulpo… cundió el pánico. Tras un minuto de histeria colectiva (los compañeros se solidarizaron con su desgracia, pero no ofrecieron ningún tipo de ayuda o solución), los gemelos tomaron rumbo a su Casa para enfrentar el mal que les había caído encima.

El panorama que encontraron dejó a uno sin palabras y al otro con un extraño revuelto de emociones que iban desde la ira más profunda hasta las más infantiles ganar de ponerse a llorar llamando a mami.

La habitación que normalmente estaba vacía y que hacía las veces de trastero, estaba ahora impecablemente ordenada y decorada con estanterías, vitrinas y un par de cajoneras. Todo para que allí pudieran guardarse todo tipo de figuras y objetos tipo "souvenir", libros y más libros… y una desconcertante colección de armas afiladas. Tras el segundo de silencio pertinente por la muerte de alguna que otra neurona por sobrecalentamiento del cerebro debido a la ira, la siguiente parada de la ruta turística es el baño. Y no precisamente el baño auxiliar que está en el pasillo, al que cualquiera puede entrar de necesitarlo. No, que va. Es la pequeña terma privada que hace las veces de baño anexo a la habitación del caballero Saga la que está ahora redecorada con un indescriptible estilo tropical, cortesía del Desastre encarnado. Hay un par de palmeras en miniatura apostadas contra las columnas que están a los lados de las escaleras de bajada a la zona de baño propiamente dicha, algo que parecen arbustos desmayados colgando del techo y, para rematarlo todo, cortinas de gasa ondeando al viento en las ventanas. Sólo faltan los mosquitos y los trinos de algún loro para creer que de verdad estás en el Trópico, el Caribe o algo por el estilo.

No se sabe muy bien si desanimado o pretendiendo escapar a la tormenta, Kanon se rinde y abandona la Tercera Casa anunciando que comerá en Escorpio y que, seguramente, también dormirá por allí esa noche. A Saga no le queda más remedio, entonces, que enfrentarse él sólo al Caos de su vida. Inspira hondo un par de veces, recita el mantra que hasta el momento le ha servido para afrontar situaciones parecidas ("Si la mato, el Maestro se enfada… Si se muere, Hades me echará la culpa… Tolerancia…") y se da ánimos recordando que él es un Caballero de la Diosa y ella una sencilla mujer del montón.

Avanza decidido hasta su habitación y, en la puerta, tropieza con la rubia reportera, que va en busca de otra maleta con la que seguir rellenando el armario de su nueva habitación. El desconcierto del Caballero parece resultarle divertido, porque sonríe con picardía y, poniéndose de puntillas, alcanza a darle un beso en la mejilla a modo de bienvenida. Tras el minuto de estupor oportuno, Saga sigue a su nueva inquilina tratando al menos de frenar su avance. Ella le ignora y sigue buscando la maleta en la que guarda la ropa de diario. Al cabo de varios intentos de entablar conversación con la joven, el Caballero decide cortar por lo sano y la levanta en volandas hasta que ella grita de frustración. Una vez que ha conseguido su atención, la somete al tercer grado tratando de averiguar qué demonios ha pasado en su Casa durante la hora que lleva fuera de ella. Como con el cuervo de Poe, sólo consigue una respuesta para todas sus preguntas: "vengo a vivir contigo".

Dándose por vencido, deja que ella vuelva a su quehacer de deshacer maletas y la sigue para asegurarse de que no causa más daño del necesario.

"Creo que en nuestra última conversación llegamos a la conclusión de que, si yo me mudara aquí contigo, ambos saldríamos beneficiados", dice ella.

"Refréscame la memoria porque no es eso lo que yo recuerdo, rubia", replica él.

"Tú dijiste que yo no traería nada de bueno a tu vida, y yo te dije que, al contrario, te traería más cosas buenas que malas", dice la chica colocando una camisa en una percha para colgarla.

"¿Y eso se convierte en una autorización para invadir MI CASA?", pregunta él con la vena de la frente a punto de estallar.

"Eso no", dice ella. "Pero pareciste convencido con la parte de que mi presencia en tu casa podría proporcionarte ropa limpia, comida casera todos los días, espacios habitables y limpios y, lo más importante, mi agradable compañía"

"Creo que tú y yo tenemos un concepto diferente de 'estar convencido de algo' y 'agradable compañía', rubia", resopla él.

"Me encanta cuando me llamas 'rubia', ¿sabes?", dice ella dejando lo que está haciendo para ir a abrazarse a su cintura.

Lo que sucedió después… Mejor no relatarlo, no vaya a ser que alguien demande al pobre Caballero por agresión violenta con premeditación y alevosía. Eso sí, si no hubiera sido por la inestimable ayuda de una lamparita, la aguerrida reportera no habría podido contarle a las futuras generaciones cómo consiguió escapar de la muerte por un pelo de liebre.

"Será mejor que vayas recogiendo TODAS tus cosas y te largues a TU propia casa, mujer", dice el Caballero sobándose el chichón que tiene en la coronilla.

"Tengo nombre para que lo utilices, cabestro", replica la reportera comprobando que, bajo la camiseta quemada, no hay mayores daños que lamentar en su costado.

"Largo", masculla él con rabia.

"¿Sabes una cosa? Si fueras un poco más amable creo que la gente no te tendría por un amargado sociópata", protesta ella tras asegurarse de que no tiene calvas en el pelo.

"Sigue así y conseguirás ser la primera reportera en entrar en órbita alrededor de Saturno", gruñe el Caballero apretando los puños.

"Tú hazlo si te atreves, copia mal hecha", le desafía la joven palpándose el corte de la barbilla.

"Contaré hasta cinco. Si no has empezado a recoger cuando termine, la tortura china te parecerá un dulce juego de bebé comparado con lo que te haré", dice él, ya furioso.

"Pues yo contaré hasta cinco y si, cuando termine, no te has disculpado por toda la sarta de estupideces que me estás diciendo, iré a hablar con la Princesa en persona y le diré que me preocupa mucho que al Caballero de Géminis le esté cambiando el color de ojos a un precioso rojo sangre", rebate ella plantándose en el sitio con los brazos en jarras.

"No te metas con lo que no sabes, que acabarás mal", continúa él, prendiendo su cosmo de pura rabia.

"¿Cómo puedes ser tan impertinente conmigo cuando hace menos de seis meses me arrinconaste contra la mesa de la cocina para, según tú, 'jugar a un juego muy divertido'?", le reprocha ella, al borde de lanzarse a arañarle la cara.

"Ya ves: resulta que conocerte mejor me ha hecho querer evitarte a toda costa", dice él, sonriendo con cinismo.

"Capullo", masculla la chica.

"Eres una de esas personas que, cuanto más las conoces, más insoportables resultan y más lejos las quieres. No eres más que un maldito estorbo", dice él, tan tranquilo.

¡Auch! Eso le duele hasta al más pintado. Aunque claro, después de la pedazo de amenaza (con recordatorio de tiempos pasados incluido) que la rubia ha soltado, nadie podía esperar que Saga respondiera civilizadamente. Si lo que pretendía era minar su determinación y hundir su autoestima… lo ha conseguido: la reportera más dicharachera a este lado del Mediterráneo está ahora con el ánimo por los suelos y el corazoncito hecho pedazos.

"¿Vas a llorar? Porque, si vas a hacerlo, quiero grabarlo en video y pasarle la cinta a los demás para reírnos un rato", dice él, cruzándose de brazos con una retorcida sonrisa en los labios.

"Hay maneras y maneras de decirle a alguien que no te resulta agradable tenerla cerca, ¿sabes?", responde ella descolgando la camisa que estaba colgando hace unos minutos.

"Te lo he dicho de todas las maneras posibles y no has querido hacer ni puñetero caso", replica él apoyando la espalda contra la pared. "Si resulta que hacía falta ser hiriente de verdad para que te dieras por aludida, no es culpa mía"

La chica está a punto de decir algo, pero se calla y guarda la camisa de vuelta en la maleta. Luego descuelga el resto de su ropa y la mete de cualquier manera en las otras maletas vacías. Las saca todas al salón y se dirige al antiguo trastero a sacar de allí sus cosas. Saga la sigue muy de cerca. Bien sea por curiosidad, bien por asegurarse de que no se deja nada para tener excusa de volver… o bien por los remordimientos que le carcomen por haber sido tan rastrero. Sabe muy bien lo que se siente cuando todos te rechazan porque, según ellos, resultas insoportable una vez te conocen. Y ahora va él y le suelta precisamente la frase que siempre le decían a él los aprendices mayores al poco de llegar al Santuario. Por eso en su momento se centró tanto en los entrenamientos. Por eso sólo jugaba con Kanon. Por eso nunca se preocupó, años más tarde, por trabar amistad con los demás aprendices. Por eso ahora es un amargado incapaz de tener un poco más de paciencia y que se defiende atacando de la peor manera.

"Nela…", dice siguiendo a la joven hasta el montón de cajas que está formando en el salón.

"Si, ya sé: que no me deje nada escondido para volver a buscarlo luego", replica ella con desgana. "No te preocupes, que esta vez me voy para no volver a molestarte"

"No es eso", responde él sintiendo un extraño nudo en la garganta.

"Y lo del baño lo recojo ahora, descuida", dice ella sin girarse a mirarlo.

"¿Me escuchas un momento?", resopla él.

"¿Para qué? ¿Vas a hacerme una lista con todos mis desagradables y horribles defectos? No, gracias", suspira ella sin girarse a mirarlo.

Uy… ese extraño retortijón en el estómago no tiene pinta de ser hambre. Saga detiene sus pasos, observando cómo Nela recoge concienzudamente todas sus cosas para volver a empaquetarlas. A pesar de lo que podría parecer, desmantela todos los muebles del trastero en pocos minutos y guarda todos sus recuerdos y 'juguetes' en las cajas en las que llegaron en la mañana. La ve desaparecer tras la columna del pasillo para, al cabo de un rato, volver con las plantas y las cortinas en otra caja.

Es más que probable que se arrepienta de lo que está a punto de hacer, pero su honor de Caballero está amenazando con hacerse el hara-kiri si no reacciona de una vez.

"Nela", dice dando un paso hacia ella.

"No me dejo nada", responde Nela cerrando la última caja. "En cuanto consiga transporte para volver a Atenas te despejo el salón"

"No es eso. Escucha…"

"En la cocina he dejado una caja con magdalenas que hice esta mañana", dice ella dándole la espalda, "Si las guardáis bien, os pueden durar frescas un par de días más"

"Te propongo un trato", dice él ignorando las ganas de ir corriendo a hincarle el diente a los dulces.

"Si, ya sé: yo desaparezco para siempre de tu vida y tú no me mandas a otra dimensión. ¿A que sí?", replica la joven con una sonrisa triste.

"Melodramática", murmura Saga, para luego alzar la voz de nuevo. "Te ofrezco un periodo de prueba"

"¿Un qué?", pregunta Nela girándose a mirarlo con genuina confusión pintada en la cara.

"Un periodo de prueba", repite él. "Tienes una semana para convencerme"

La cara de la reportera en esos momentos bien podría haber servido para ilustrar la definición de la palabra 'estupefacción' en cualquier enciclopedia.

"¿Me estás diciendo que puedo quedarme?", pregunta ella, desconfiando.

"Durante una semana", repite él. "Si pasado ese tiempo no mejora la re… Si cuando termine la semana, no te he mandado a otra dimensión, a lo mejor me planteo la posibilidad de abandonar las hostilidades"

"¿Tregua?", dice ella, esperanzada.

"Tregua", responde el Caballero, empezando a arrepentirse al ver cómo la joven se posiciona para saltar sobre él. "Pero vas a tener que esforzarte en serio si quieres tener la más mínima posibilidad"

"Bien. Vale. Negociemos los términos", dice ella, tratando de que no se note demasiado que le están temblando las rodillas. "¿A qué te refieres con 'esforzarme en serio'?"

"A que vas a tener que dejar las tonterías a un lado y empezar a comportarte un poco más como la adulta que se supone que eres", dice Saga cruzándose de brazos. "No creo que, en tu trabajo, te comportes igual que aquí"

"Vale, concedido. Contendré mis hormonas y volveré a ser yo misma", responde Nela afirmando con la cabeza y llorando por dentro.

"También sabrás que yo valoro ciertas cosas, ¿no?"

"Desde luego. Seriedad, madurez, saber estar, discreción… Vamos, que hay que ser un experto en protocolo a tu lado", responde la joven sonriendo para sí.

"¿Ya empezamos?", dice él, suspirando.

"Sólo era un comentario inocente", dice ella. "Te aseguro que, cuando aparco mi lado más salvaje, soy una chica normal"

"Permíteme que lo dude"

"¿Ya empezamos?", replica Nela, cruzándose de brazos. "A ver si eres tú el que pide un poco de seriedad y te vas a pasar toda la semana tocándome la moral"

"¿Perdona?"

"Que, si yo estoy dispuesta a atenerme a tus condiciones, también podrías poner un poquito de tu parte y, al menos, no boicotearme", se queja la joven.

"Supongo que eso tiene sentido", reflexiona él a media voz. "De acuerdo. No te daré facilidades, pero tampoco trataré de 'entorpecer' tu misión. Seré imparcial y objetivo. Como si nos acabáramos de conocer."

"Entonces… ¿vuelvo a deshacer las maletas?", pregunta ella al borde del ataque de nervios.

"Si, pero en la habitación de invitados", responde Saga para decepción de la reportera.

Dos horas más tarde, todas las cosas que Nela trajo consigo están en la pequeña habitación al fondo del pasillo. Bueno, más bien ha conseguido acomodar parte de la ropa en el armario y lo más indispensable en los estantes de la pared. El resto sigue guardado por falta de espacio. Pero oye, que con tener más o menos localizadas las cosas en las cajas le basta. Lo que importa ahora es que, de una manera u otra, ha conseguido establecerse en Géminis y está más cerca de conseguir su meta. Saga le ha concedido una semana para convencerle de que es la mujer de su vida y, por la bendita Athena y su maldito Niké, que no va a desaprovechar la oportunidad.

Dentro de siete días dormirá abrazada a Saga… sin que él esté bajo los efectos del cloroformo o atado a la cama.