Este par aún no sale de mi mente, así que aquí esta. Me salio algo extensa, por lo que lo dividí en dos capítulos. Espero les guste.
Clasificación M, y drama. Sí, me gustó hacerlos sufrir un poco.

Because of that night

Cap. 1

John bajó del taxi, pagó la carrera y caminó de mala gana hasta la puerta del 221B, esa cita no había salido tan bien como lo había planeado y todo por culpa de él mismo. Entró y azotó la puerta de un golpe, la señora Hudson se presentó en el primer piso cuando él estaba a la mitad de la escalera.

-John, querido, la puerta…-

-Lo lamento, señora Hudson. No volverá a pasar-

John había contestado con un tono demasiado serio para lo que la tenía acostumbrada, pero en ese momento no le importó del todo. Había llegado muy temprano en la noche de una cita a la cual realmente creía que amanecería en otro lado, en otra cama, acompañado de una hermosa mujer.

-Oh… llegas temprano-

La voz profunda de Sherlock lo recibió apenas había puesto un pie en el departamento. Este estaba en el pequeño escritorio en medio de la sala usando su computadora.

-Dime algo que no sepa, Sherlock-

Otra vez ese tono demasiado serio.

Sherlock frunció el ceño, las últimas tres citas de su compañero habían terminado mal y lo ponían de mal humor. No podía entender exactamente por qué alguien se tomaría tantas molestias por conocer a diferentes personas. Aburrido, tedioso y muy estúpido para su gusto.

-John, he leído…-

-No me digas nada, no quiero que deduzcas nada, no quiero saber tu opinión ni el de nadie ¿de acuerdo? -

El rubio se servía una taza de té en la cocina. Había interrumpido a su compañero para evitar tener que hablar de su fallida cita.

-No pienso hablar de tu aburrida cita. Hay un caso que quiero tomar, lo estaba leyendo cuando llegaste y de verdad creo que puede ser un 8 o 9-

John suspiró, tomó su taza, caminó hasta su asiento y se sentó en silencio. Posó su mirada en el fuego mientras daba un pequeño sorbo al tibio líquido.

Sherlock ya había soportado antes la malhumorada actitud de John cuando sus citas salían mal, pero con las últimas se había percatado de que, de alguna manera, John estaba molesto con él. Como si él hubiese sido el culpable de que sus citas salieran mal.

- ¿Hay algo que quieras decirme? - preguntó Sherlock

John le dio una rápida mirada, como si la pregunta le hubiese caído de sorpresa. Dio otro sorbo al té.

-No- contestó

-Por alguna razón estás molesto conmigo por lo pésima que resultó tu cita-

- ¡Oh, por favor! No todo gira alrededor de ti-

Sherlock entrecerró los ojos, que John respondiera de inmediato y agresivamente significaba que el rubio estaba controlando su rabia. Un recuerdo vino a su mente y se preguntó si esa era la razón de la actitud de su amigo. Coincidentemente, desde aquel incidente, las citas habían resultado fallidas.

El detective consultor podía ser un genio, podría ver cosas que nadie más, pero lo que era más obvio para otros, era totalmente invisible para él. No estaba seguro si su teoría era correcta, pero debía aclarar esa situación, su lógica se lo decía.

Sherlock cerró la computadora, se levantó y caminó hasta su asiento donde se dejó caer lentamente. En su mente formulaba la pregunta correcta con las palabras correctas, sabía que una discusión se armaría, pero evitarla solo la pospondría hasta la siguiente fallida cita.

- ¿Es por lo de esa noche? -

La pregunta llegó a los oídos de John cuando le daba el último sorbo al té, no pudo evitar atragantarse por lo directo que habían sido esas palabras.

-No, Sherlock… no voy a hablar sobre eso-

Se levantó para llevar la taza a la cocina y limpiar su camisa la cual se había mojado por el atragantamiento.

-Debemos hablar de eso-

El rubio llegó a la cocina y depositó la taza en el lavadero, guardó silencio por unos pocos segundos y apretó los labios no queriendo articular palabra para continuar con el tema.

-No- sentenció

-John, tuvimos sexo, eso fue todo-

- ¡Que no, Sherlock! - John dio un fuerte golpe al lavadero - ¡¿Y cómo puedes simplemente decirlo como si fuera algo sin importancia?! -

-Estábamos ebrios, John. No estábamos en nuestro sano juicio-

John lo miró con mucha ira y empezó a dar grandes pasos hasta la sala, todo su cuerpo gritaba que estaba al límite de su control, podría darle un puñetazo si quisiera y no sentiría culpa alguna luego.

-Tú eres un maldito marica que se aprovechó de mi borrachera. Fuiste tú el que me incitó a tal estupidez ¡Toda es tu maldita culpa, Sherlock! Todo eso fue por tu maldita culpa-

Sherlock frunció el ceño y levantó la barbilla lentamente. Recordó a un John totalmente ebrio riendo a carcajadas, resbalándose poco a poco de su silla.

-Si vuelves a tocar el tema otra vez, te juro por Dios, que te golpearé tan fuerte que despertarás en el maldito hospital ¿me oíste? -

John se había acercado a él para luego inclinarse y señalarle con el dedo de manera amenazante.

-No fui el único en llevar las cosas más lejos esa noche- respondió Sherlock

John sintió la ira apoderarse de él, quería moler a golpes al idiota de su amigo ahí mismo, pero antes de intentarlo, Sherlock se había levantado y de la misma manera amenazante se acercó a él.

-Tú y yo sabíamos qué era lo que queríamos-

Sherlock había casi susurrado, era un tema privado de ambos y sabía que las viejas paredes de la casa no ayudaban mucho con la tarea.

-Más vale que te calles, Sherlock…- amenazó el rubio mirándolo fijamente

- ¿Vas a golpearme? ¡Hazlo! ¡Pero acepta también parte de la culpa! -

Había sido un día bastante productivo y el caso se había resuelto con un glorioso enfrentamiento entre ellos y tres hombres. Habían evitado el robo del año y Lestrade no podía estar más agradecido con ellos - "¡Vamos por un maldito trago!" - habían sido las palabras del policía para iniciar la noche de alcohol. Sherlock no estaba muy convencido con la idea, pero la insistencia de John había sido demasiada pesada para seguir negándose.

Una vez los tres amigos habían salido del bar, John decidió comprar cervezas camino de vuelta a Baker Street. Sherlock ya estaba mareado, pero John resistía mejor, así que, luego de que el taxi los dejase frente a la puerta y ayudara a Sherlock a subir por las escaleras hasta llegar al departamento, abrió un par de latas y siguió bebiendo mientras sentía como su cuerpo perdía toda la coordinación. Sherlock reía mientras John resbalaba de su asiento poco a poco, por alguna razón, John se veía más pequeño de lo normal y eso le hacía más gracia aún.

-Eres tan enano, John, en serio…- Sherlock no pudo evitar reír con ganas

-Soy un maldito… duende-

John reía mientras ya casi la mitad de su cuerpo estaba al borde del asiento ocasionando que su camiseta y suéter se vayan levantando lentamente dejando al descubierto su estómago y parte de su pecho.

- ¿Estás cayendo o te estás… encogiendo? -

Luego de las carcajadas que esas palabras habían ocasionado en John, Sherlock se había levantado torpemente para poder ayudar a su amigo a sentarse decentemente en la silla. El efecto del alcohol no permitía un buen desempeño de su cuerpo, forcejeó como podía mientras las risas de ambos no paraban, hasta que, sin saber cómo, Sherlock terminó encima de John luego de un tropiezo. El rubio ya estaba en el suelo, con la ropa subida hasta el pecho y su espalda apoyada en su silla, mientras Sherlock había quedado con la cara en su hombro derecho al mismo tiempo que levantaba los brazos en busca de cualquier cosa que pudiera encontrar como soporte para inclinarse hacia atrás y así poder sentarse.

-Estás muy ebrio, Sherlock- comentó divertido entre risas

Sherlock bajó las manos situándolas a los costados del cuerpo de John, levantó la mirada y se encontró a centímetros del rostro de su compañero. Rieron nuevamente al verse tan cerca. Bajó su mirada y vio la ropa de John a la mitad de su cuerpo, así que levantó su mano derecha e intentó bajarlas sin éxito. Necesitaba que John se sentara para poder hacerlo.

-Siéntate…- Sherlock hizo extraños ademanes con su mano

- ¿Qué?... - preguntó divertido John

-Tu ropa… pues… ¡mírate! -

Otra risa sin sentido se produjo en ambos hombres, Sherlock posó sin querer su mano en el estómago de John, la suavidad de la piel llamó su atención en su mente, pero no bajó la mirada, estaba en contacto con los ojos de su amigo. Sin siquiera pensarlo, cortó el muy reducido espacio entre ambos y rosó sus labios con los de John, quien borró toda sonrisa de su rostro al sentir el roce en su boca. Sherlock no sintió culpa, ni lo había razonado en realidad, había sido un simple impulso, tal vez por la extrema proximidad en la que estaban. Se dispuso a alejarse para poder levantarse, pero apenas su mano había abandonado el estómago de John, este lo tomó de la muñeca y lo empezó a guiar lentamente hasta debajo de su ombligo.

Los recuerdos de esa noche no eran muy claros para ambos, pero podían recordar momentos muy vergonzosos, recuerdos que perturbaban en extremo la mente del médico. Sherlock, por su parte, también estaba avergonzado, pero tomaba las cosas con más lógica atribuyendo a los efectos del alcohol la insensatez que había hecho. No había sido él en realidad a pesar de recordar el momento exacto en que abría el pantalón de su amigo y utilizaba su boca como nunca antes lo había hecho o aquel momento en el que sentía esa emoción en su estómago al ver que John le tomaba las piernas y las colocaba encima de sus hombros para dar paso a sensaciones más intensas. No había sido él en realidad.

John colocó sus manos en su cintura y miró a su alrededor tratando de encontrar orden en su mente, era un milagro que todavía no haya alzado el puño para golpear a Sherlock.

-Eso no debió… lo de esa noche no debió pasar-

-Pero pasó, John, debes aceptar que…-

- ¡No soy gay! - interrumpió con un grito -No soy gay, pero tú sí y te aprovechaste esa noche. Fuiste tú el que me beso ¡fuiste tú! -

Sherlock suspiró profundo y quitó su mirada del rubio, se conocía muy bien y había tenido el tiempo suficiente como para reflexionar por lo ocurrido. Sí, había estado ebrio, él jamás hubiera permitido algo como eso estando sano, pero para ser serios con el tema, él no sentía arrepentirse de haberlo vivido.

-No volverá a pasar-

- ¡Por supuesto que no! - respondió inmediatamente -Y una cosa más, Sherlock-

No importaba que John fuese notablemente más bajo que su amigo, él se había acercado a Sherlock lo suficiente para poder susurrar de manera amenazante.

-Si vuelves a acercarte a mí o si te atreves a subir a mi habitación, si quiera a asomarte, te partiré la cara a golpes-

Eso había sido increíblemente injusto, Sherlock podría ser ingenuo e ignorante en ese tema, pero no se necesitaba tener un cerebro súper desarrollado para darse cuenta de que John estaba echándole toda la culpa de lo sucedido a él.

- ¿Disculpa? -

- ¿Estás sordo? ¡Te parto la cara a golpes! -

Estar tan cerca al fuego les había subido la temperatura muy rápido, la ropa había sido esparcida por el suelo y sus cuerpos fueron rápidamente cubiertos por una capa de sudor. Los efectos del alcohol o, talvez, sentimientos escondidos y reprimidos habrían sido los culpables del descontrol de esa noche, pero cada uno sabía exactamente qué estaba pasando, especialmente John quien era el que se había hecho cargo instintivamente de cada posición y acción que tomaban. - "Recuerda bien esta noche, Sherlock. Prométeme que la vas a recordar" - eran las palabras que había pronunciado el médico luego de emitir un gruñido gutural al momento de embestir a Sherlock con fuerza. El detective consultor no la pasó muy bien al principio, la desesperación de John por un contacto más íntimo y profundo lo habían hecho excluir por completo la obligatoria preparación de Sherlock. En ese momento no pasó por la mente del doctor que era la primera vez de su compañero, simplemente quería poseerlo ahí mismo. Las lágrimas de caían por el rostro de Sherlock tampoco fue impedimento, prefirió callar sus quejidos, que poco a poco fueron transformándose en placenteros gemidos, con intensos y largos besos.

Diferentes posiciones, ritmos, besos, caricias, todas guiadas por el mismo John Watson, mientras que el detective solo se dejaba hacer. No, definitivamente Sherlock no era el único culpable de aquella noche, ambos lo habían querido hacer y ambos habían participado voluntariamente.

-No evadas tu culpa, John Watson, ambos recordamos muy bien lo que pasó-

Sherlock se había mantenido impasible ante el grito de amenaza de su compañero, no se había movido ni un centímetro al ver lo amenazadoramente cerca que estaba John. Sabía que tenía razón y se lo haría entender sí o sí. Sin embargo, se arrepintió de no tomar seriamente el lenguaje corporal de John, pues este respondió con un fuerte puñete que hizo que cayera al suelo tropezándose con su silla de cuero. Sin perder el tiempo, John se lanzó a él y lo tomó de su bata azul para mirarlo fijamente a los ojos, sentía que estaba odiando infinitamente a Sherlock Holmes en se instante.

-Tú eres el culpable de todo esto. Estás en mi cabeza todo el maldito día ¡tú eres el maldito culpable de mi situación! -

-John…-

- ¡Cállate! - el rubio finalmente había perdido el control -Tú lo planeaste todo ¡tú me incitaste! -

- ¡Yo no planee nada, John! Tú quisiste seguir los tragos aquí-

Sherlock se sostenía como podía sobre su brazo derecho, John había sacado más fuerza de lo normal por la adrenalina del momento que lo tenía casi colgando completamente del agarre de sus manos en su bata, no se atrevía a moverse o forcejear para evitar provocar que su amigo lo golpease nuevamente y tener él que responder para defenderse.

- ¡Yo no soy gay! -

- ¡Yo tampoco y aun así pasó! -

Hubo unos segundos de tenso silencio entre ambos, ninguno dejaba de mirarse de manera desafiante.

-Aun así, pasó- continuó Sherlock modulando esta vez su tono de voz -Yo no soy gay, John, pero… lo fui esa noche. Contigo-

Un familiar escozor en los ojos le avisaba a John que lágrimas amenazaban con caer por su rostro, estaba luchando contra sí mismo en esos momentos, sintiendo como la realidad lo golpeaba de manera brutal. Aquellas palabras le habían parecido tan familiares que no pudo evitar sentirse identificado, porque sí, él no era gay, pero lo había sido aquella noche con Sherlock y lo había disfrutado.

-John, tú buscaste que esto pasara, compraste el alcohol e iniciaste lo demás-

-No… no, tú me besaste- John tartamudeó nervioso de sus propias palabras

-No estaba en mi mente que tuviéramos sexo, yo quise alejarme, pero tú llevaste mi mano hacia abajo. John… tú… querías hacerlo conmigo esa noche-

Listo. Lo había dicho. Todo lo había buscado John de manera inconsciente, el porqué era algo que sólo el rubio debía descubrir. Aunque todo era tan evidente, la negación de John hacia lo que él nunca había sentido y siempre estuvo convencido de que jamás lo haría, lo cegaba a tal punto que, si no fuera por las palabras de Sherlock, él siempre hubiese creído que su compañero había sido un maldito y pervertido oportunista.

Soltó a Sherlock lentamente, sintiendo los estragos de la fuerza contenida en sus brazos. Se dejó caer para terminar sentado en el piso. No se atrevía a mirar a los ojos a su amigo, la situación era increíblemente abrumadora para él.

Sherlock se acomodó la bata y llevó su mano hacia su rostro sintiendo la sangre que emanaba de la pequeña herida en su labio inferior. No estaba seguro de que debía decir en esos momentos, pero sintió miedo de que su amigo decida alejarse y se preguntó si de todas maneras había sido buena idea abordar el tema esa misma noche.

El sonido del crujir de las escaleras se empezó a escuchar, la señora Hudson había escuchado el alboroto y temió que sus inquilinos estuviesen siendo atacados por alguno de los tantos enemigos que tenían. Tocó la puerta fuertemente.

- ¡¿Chicos?! ¿Qué pasa? ¡Sherlock! ¡John! -

John se apresuró a levantarse y abrirle la puerta.

-Lo lamento, señora Hudson. Estábamos… recreábamos una escena… un crimen y, bueno, hicimos mucho ruido-

-Oh… - ella pudo respirar tranquila -Creí que peleaban con alguien-

-No, está todo bien, no se preocupe. Ya no haremos más ruido- John sonrió forzosamente

-Mira la hora, John, por favor…-

-Sí, lo sé, señora Hudson-

-Que sea la última vez-

La señora Hudson quiso mirar dentro del departamento, pero John apenas había abierto la puerta a mitad de su cuerpo y cerró un poco más cuando vio que ella intentaba mirar.

-Muy bien, jovencito, no los interrumpo, pero nada de ruidos-

-De acuerdo y lo lamento. Que descanse-

John se aseguró de ver que su arrendadora bajara todas las escaleras para recién cerrar la puerta. Sherlock ya no estaba en la sala, se encontraba en la cocina colocando dos cubos de hielo en un pequeño mantel para poder calmar el dolor del golpe. El ambiente se tornó tenso cuando ninguno de ellos sabía si continuar con el tema o simplemente retirarse a sus habitaciones.

-Yo… me iré a dormir- dijo John

-De acuerdo-

-Necesito descansar-

Giró sobre sus tobillos dispuesto a irse, pero algo lo detuvo y volvió a girar sin razón alguna. Sherlock seguía junto al refrigerador colocando el hielo encima del golpe en sus labios.

-Yo…- el rubio intentó hablar, pero incluso no sabía qué decir

-Si esto es lo que quieres escuchar: yo no busco nada contigo, John y prometo jamás hacerlo. Esto no tiene por qué afectar la amistad que tenemos y mucho menos el trabajo-

John sintió como si Sherlock entendiera mejor su mente que él mismo, sin saberlo, había escuchado las palabras que necesitaba para al fin poder retirarse.

-De acuerdo… gracias-

Fue lo único que dijo, luego giró y subió a su habitación sin más.

Sherlock no durmió en toda la noche, cerrar los ojos significaba volver a ver los ojos de John mirándolo con odio o recordar el momento en el que prometió no buscar más allá que una amistad con el médico. Lo sentía tan dolorosamente intenso que se maldecía a sí mismo por haber pronunciado esas palabras. Suspiró profundamente mientras tenía la mirada clavada en el techo, la habitación estaba a oscuras como nunca, siempre prefería dejar la lámpara encendida, pero esta vez quería oscuridad y desaparecer.

Cuánta razón había tenido Mycroft esa vez que le había dicho que involucrarse con John Watson le haría daño. Él simplemente había bufado con incredulidad y más aún cuando se hermano fue directo con él y le dijo que claramente se estaba enamorando. ¿Sherlock Holmes enamorado? Sonada tan surreal como estúpido, él jamás terminaría enamorado de nadie. John era su amigo, su compañero de piso y de trabajo. Nada más. Mycroft había terminado con una expresión de "recordarás lo que te dije" y se había retirado del departamento. Si el amor era un error, entonces Sherlock había tropezado con la misma piedra que todos los demás y la caída había sido tan fuerte que ahora se encontraba ahí, en su habitación a oscuras, llorando en silencio, sintiéndose tan solo como cuando era niño luego de perder a su mejor amigo.

Al siguiente día.

- ¿Y bien? -

- Bien ¿qué? -

Ambos desayunaban en el escritorio en medio de la sala, no se habían saludado, ni tampoco cruzaron miradas hasta que la señora Hudson había entrado con el desayuno para ellos.

-El caso, Sherlock. Ayer me dijiste que querías tomar un caso-

El detective consultor quedó impresionado y un poco horrorizado al mismo tiempo. Había olvidado por completo el caso que había leído, en ese momento se dio cuenta que los problemas con John estaban interfiriendo con el rendimiento de su capacidad mental.

-Oh… el caso, sí…-

-Dijiste que podría ser un 8 o 9-

John dio un sorbo a su té, tan tranquilo como si en la noche anterior no hubiese pasado nada. Incluso había ignorado por completo la pregunta de la señora Hudson luego de ver el golpe de Sherlock en la boca. Mientras, el detective no podía evitar irritarse ante la actitud del rubio ¡se había pasado la noche llorando por él! ¡¿cómo podía estar tan tranquilo?!

-Sí. Un hombre fue encontrado muerto en su auto, al parecer lo estuvo desde hace dos semanas, pero su familia asegura que hablaron con él el día anterior al hallazgo-

- ¿En serio?... pero la familia puede estar mintiendo-

-Los mismo pensé yo, pero las cámaras de seguridad de la calle en el que vive muestran que estuvo vivo hasta el día anterior del hallazgo-

John levantó las cejas impresionado. Realmente era un caso bastante interesante.

-Sí, definitivamente un 8 o un 9-

Sherlock se levantó de repente haciendo un fuerte golpe en la mesa, John pudo darse cuenta que se había levantado con furia. El detective tomó su taza y se retiró a su habitación cerrando la puerta fuertemente tras de sí.

John no dijo nada, se quedó solo terminando el desayuno mientras, nuevamente, trataba de evitar que sus sentimientos afloren. Ese golpe en la boca de Sherlock lo mortificaba, el pretender que anoche no había pasado nada lo estaba torturando, pero no quería tocar el tema, estaba temeroso. Anoche no había dormido por el simple hecho de darse cuenta de que el fuerte puñetazo que le había dado a Sherlock había sido nada más que un ataque de pánico al darse cuenta que se había enamorado. Estaba enamorado de Sherlock Holmes, no sabía cómo ni cuándo exactamente, pero lo estaba. El señor "casado con su trabajo y, a veces, increíblemente asexual" Holmes no se fijaría en un médico militar a quien, en innumerables ocasiones, había resaltado su inteligencia aburrida y comúnmente promedia, solo utilizable como apoyo para los casos. No, si Sherlock se enamoraba, tenía que ser por alguien diferente, con una inteligencia parecida o igual al de él. Irene Adler era claro ejemplo de ello, Sherlock se había mostrado impresionado y sintió al menos una breve atracción o interés hacia ella, definitivamente encontrar a alguien así lo atraía y John no podía competir contra eso.

Pasaron las horas y Sherlock apenas había salido de su habitación para tomar su violín e ir de regreso, ignorando a John leyendo el periódico en su silla. Se podía escuchar la música, melancólica todo el tiempo, luego llamadas al celular con inteligibles conversaciones, imposible entenderlas desde la lejanía de la sala. John se había tomado su tiempo con los periódicos, los leía despacio, como esperando a que Sherlock saliera y le preguntase qué había encontrado. Luego de un par de horas el dichoso detective por fin salía de su habitación, se colocaba el saco y su bufanda para luego salir del departamento sin decir nada.

- ¿A dónde vas? ¿Necesitas que vaya con…? -

-Vuelvo más tarde-

Esas habían sido las únicas palabras que habían cruzado antes de que Sherlock bajara y saliera. El resto del día no mostró mensajes y mucho menos llamadas. John se sintió tentado en escribirle a su amigo, pero siempre se arrepentía al último segundo, daba vueltas por la casa, miraba por la ventana esperando ver a Sherlock llegar, pero nada. Y así pasaron las horas hasta que casi la una de la mañana marcó en su reloj. Sentado en su silla, con una taza de té en las manos, el fuego encendido y en silencio, era claro que Sherlock había ido a resolver solo el caso y eso le dolía.