Hola a todos, aquí SilentDrago. Algunos de ustedes ya me han visto por aquí gracias a los comentarios que les he dejado y otros han leído algunas de mis historias, pero esta es la primera vez que escribo algo de YuruYuri. La verdad es que hacía mucho que quería publicar esto, pero por temas de tiempo no había podido. Veamos qué les parece el inicio de esta historia. Nos vemos abajo con más.


Operación Ron con pasas

En el salón del consejo estudiantil de la secundaria Nanamori, dos chicas se encargaban de hacer el papeleo del día. Una de ellas, pelimorada y con el cabello atado en una coleta, lucía particularmente concentrada.

- Listo, ya termine con esto –dijo después de un rato.

- Buen trabajo, Ayano-chan –la felicitó su acompañante, una chica de pelo blanco y lentes–. ¿Qué harás ahora?

- Creo que iré a casa. Estoy algo cansada.

- ¿No irás a ver a Toshino-san?

- ¡¿QUÉ?! Digo, ¿por qué razón iría a ver a Toshino Kyoko? No es como si me interesara ella o algo así, Chitose –afirmaba Ayano con su rostro iluminado como una baliza.

La peliblanca soltó una risita.

- Ayano-chan, sabes que puedes ser honesta conmigo.

- … Iré a ver qué está haciendo Toshino Kyoko…, pero no porque me lo sugeriste. Ya sabes lo inquieta que es y los problemas que suele causar.

- Te acompaño.

Las dos se dirigieron al salón del club de la ceremonia del té. Nada más llegar, la pelimorada hizo su llamado característico:

- ¡Toshino Kyoko!

- Pero si es Ayano –dijo una rubia en cuanto la vio.

- Buenas tardes, Ayano, Chitose –saludó una pelinegra.

- Sugiura-senpai, Ikeda-senpai, buenas tardes –hizo lo mismo una pelirroja.

- ¿Cómo están, senpais? –preguntó la última chica en el salón, una pequeña pelirrosada–. ¿Les sirvo un té?

- Sí, gracias.

Las chicas se ubicaron en sus puestos.

- Oye, Ayano, ¿qué te trae por aquí? Hoy no debía entregar ningún reporte –dijo Kyoko.

- Bueno, yo…

La vicepresidenta del consejo estudiantil jugaba con sus dedos nerviosamente. Realmente, no tenía una respuesta.

- Oh, ya veo –habló la rubia con un tono insinuante–. ¿Acaso querías verme?

- ¡¿Q-QUÉ?!

- Ya veo, Ayano quería verme –La inquieta "presidenta" del Club de Entretenimiento se aferró al cuello de la pelimorada y comenzó a frotar su mejilla con la de ella. Esta, por su parte, estaba paralizada por los nervios.

- ¡Kyoko, contrólate! –exclamó la pelinegra dándole un golpe en la cabeza.

- ¡Yui, qué mala eres!

- Sí, vine a verte, Toshino-san. ¿Qué tal si me das un beso como premio? –decía Chitose inmersa en una de sus fantasías. Un hilo de sangre corría desde su nariz.

- ¡Ah, Ikeda-senpai! –gritó alterada la pelirroja–. ¡Chinatsu-chan, alcánzame esos pañuelos!

- Como digas, Akari-chan –respondió la pelirrosada calmadamente.

Ayano no podía evitarlo. Sabía que Kyoko era inquieta, floja y egoísta, pero aun así, se sentía muy atraída por ella. A pesar de considerarla su rival (ya que siempre se estaban disputando el primer lugar en los exámenes, aunque dicha rivalidad venía más por el lado de Ayano), su verdadero deseo era volverse su amiga y, con un poco de suerte, algo más que eso. Eso sí, ocultaba sus sentimientos frente a los demás, aunque su amiga Chitose logró darse cuenta de ellos y la animaba a seguir a su corazón.

- Aquí tienen, senpais.

- Muchas gracias.

- Muchas gracias, Yoshikawa-san.

Mientras bebía su té, Ayano no podía evitar echarle un vistazo a Kyoko. La rubia hacía lo suyo, fastidiando a Yui, incordiando a Chinatsu e ignorando a Akari, aunque nunca con mala intención detrás. Eso Ayano lo sabía de sobra.

- Toshino Kyoko…

- Oye, Ayano-chan, ¿en qué piensas?

- ¿Qué? Ah, no, en nada, en nada.

Chitose sonrió; sabía que en realidad su mejor amiga estaba pensando en cierta rubia.


- ¿Sabes, Ayano-chan? Deberías confesarle tus sentimientos a Toshino-san.

La pelimorada se encendió como una luz de Navidad. Para entonces, ambas habían dejado la escuela y caminaban de vuelta a casa.

- ¡¿D-d-d-de qué estás hablando, Chitose?! ¡Yo no siento nada así por Toshino Kyoko!

- No es necesario que me lo niegues. Yo lo sé todo –dijo la peliblanca con toda calma.

- Pues creo que estás suponiendo cosas erradas –comentó Ayano haciéndose la tonta.

- ¿Sabes, Ayano-chan? Pienso que para que Toshino-san se enamore de ti, deberías atraerla con cosas que le interesen.

Aunque la vicepresidenta aparentaba no escuchar lo que decía su amiga, en realidad estaba muy atenta.

- Atraerla con cosas que le interesen…

Mentalmente, empezó a enumerar las cosas que sabía que le gustaban a Kyoko, y terminó eligiendo una con la que podría empezar su tarea de conquista, una muy simple.

- Helado de ron con pasas.


Al día siguiente, antes de ir a clases, Ayano pasó por una tienda en donde compró el helado favorito de la rubia que le provocaba mariposas en el estómago. Apenas llegó a la escuela, lo guardó en el refrigerador que tenía en la sala del consejo: planeaba dárselo a Kyoko en cuanto terminaran las clases.

- Pero tengo que hacerlo de una forma discreta. Que no se dé cuenta de que el helado es para ella.

Tras tranquilizarse un poco, Ayano se dirigió a su salón. Al ingresar, pudo notar que Chitose, Yui y Kyoko ya estaban allí.

- Buenos días, Ayano-chan.

- Buen día, Ayano.

- ¡Ayano, déjame ver tu tarea! ¡La malvada de Yui no quiere mostrarme la suya!

- ¡Oye!

La rubia se acercó peligrosamente a la pelimorada, quien cada vez se ponía más roja por la proximidad entre ambas. Chitose, por su parte, se había sacado los lentes para sumergirse en sus fantasías yuri.

- ¡Deja de molestar a Ayano, Kyoko! ¡No tendría que regañarte si fueras responsable! Discúlpala, ya sabes cómo es –dijo Yui dirigiéndose a la vicepresidenta al final.

- Tranquila, Funami-san. No pasa nada –respondió la chica restándole importancia al asunto.

No hubo tiempo para mucho más. La profesora llegó y la rubia se quedó con un cuaderno en blanco para mostrar.

Al terminar la jornada escolar, Kyoko y Yui se dirigieron al salón de su club para sus actividades recreativas y encontrarse con Akari y Chinatsu, mientras que Ayano y Chitose fueron al salón del consejo estudiantil. Antes de tomar ubicación, la pelimorada revisó el refrigerador: ahí estaba el helado que había comprado en la mañana, esperando ser comido.

- Si tan solo hubiese una forma de dárselo a Toshino Kyoko sin que se percate de mis intenciones…

- Oye, Ayano-chan, parece que Toshino-san debe entregar un reporte el día de hoy.

Al parecer, una pequeña puerta se había abierto.

- ¡¿Ah?!... Bueno, ambas sabemos que Toshino Kyoko es muy descuidada. No tengo otra opción que ir a buscar ese reporte yo misma –dijo la tsundere haciendo como si el asunto no le interesara.

- ¿Quieres que te acompañe?

- Por mí no hay problema.

Ambas dejaron el salón del consejo.

Al mismo tiempo, Kyoko y Yui caminaban por los pasillos. Habían ido primeramente al salón de la ceremonia del té, pero después la pelinegra le exigió a su amiga que entregara su reporte en la sala del consejo estudiantil nada más enterarse de que no lo había hecho.

- Cielos, Kyoko, no entiendo por qué causas tantos problemas.

- Jeje, me nace.

Yui lanzó un resoplido.

- No entiendo por qué cambiaste tanto. Cuando éramos niñas, no actuabas así.

A medio camino, se encontraron con Ayano y Chitose.

- ¡Ah, Ayano!

- ¡Toshino Kyoko! ¿Qué haces aquí?

- Iba a entregar el reporte que debo.

- Qué coincidencia. Justamente íbamos al salón de su club por lo mismo –dijo la peliblanca–. Pero ya que están aquí, ¿por qué no nos acompañan de regreso?

- Chitose… ¿acaso te diste cuenta? –pensó Ayano.

De alguna forma, supuso que había visto el helado en la nevera, o por lo menos que había algo adentro que quería entregarle a la rubia y que por eso no se lo había comido sea lo que fuere.

- ¡Genial! Tengo ganas de comer un pudín.

- ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! ¡Los pudines son míos!

Kyoko salió corriendo hecha una bala mientras Ayano la perseguía. En la mente de la pelimorada, eso sí, se acumulaba un montón de pensamientos felices.

- ¡Excelente! ¡No tendré que forzar a Toshino Kyoko a abrir el refrigerador! ¡Ella misma encontrará el helado y estaré un paso más cerca de llegar a su corazón!

Un par de voces desde dentro del salón del consejo estudiantil interrumpió la carrera antes de que abrieran la puerta.

- ¡¿Cuántas veces te he dicho que no tomes cosas del refrigerador sin permiso?!

- ¡Tenía hambre! Parece que tus enormes pechos no te dejan pensar ni tener compasión conmigo.

- ¡¿Qué tienen que ver mis pechos con esto?!

Kyoko irrumpió en el salón y vio a una peliazul y a una castaña en el lugar. Esta última tenía un pote de helado en sus manos y algunos restos del mismo manchaban su boca.

- ¡Hima-chan, Saku-chan!

- ¡Toshino-senpai, ¿qué tal?! –exclamó Sakurako.

- Buenas tardes, Toshino-senpai –saludó Himawari mientras hacía una reverencia.

- ¿Qué estás comiendo, Saku-chan?

- Este helado que estaba en el refrigerador –respondió orgullosa mientras le extendía el envase–. En realidad, quería un pudín, pero esto estaba adentro y no quería que se desperdiciara.

- Yo le dije que no lo hiciera, pero nunca me hace caso –comentó la de abundante delantera.

Ayano, quien veía la escena algo más alejada, quedó petrificada: su regalo para Kyoko ahora estaba en el estómago de alguien más.

- ¿No es ese… helado de ron con pasas?

- Sí –contestó Sakurako relamiéndose los labios de puro gusto.

- ¿Verdad que es delicioso? –preguntó la mayor con un brillo los ojos.

- Lo es, lo es.

Ambas comenzaron una conversación sobre cuán fantástico era ese sabor en particular, provocando algo de vergüenza ajena en Himawari. En cuanto a Ayano, todavía no reaccionaba.

- El… El helado…

- Cierto, voy a revisar si hay pudines en el refrigerador.

Para ese momento, Yui y Chitose habían llegado al lugar.

- ¿Qué ocurre, Ayano?

- ¿Pasó algo, Ayano-chan?

- El… El… helado…

Ambas se miraron algo confundidas.

La pelimorada no se recuperó hasta pasado un rato. No está de más decir que se quedó sin pudines.


Al día siguiente, Ayano ya se veía más recuperada.

- Parece que ya estás mejor, Ayano-chan.

- Sí, solo necesitaba descansar un poco.

- ¿Algún nuevo plan para acercarte a Toshino-san?

- ¿Eh?

Chitose se sacó los lentes y comenzó a fantasear.

- ¿Qué prefieres, Toshino-san: me cubro de pudín o de helado de ron con pasas?

- ¡Chitose, deja de decir cosas tan vergonzosas!

A pesar de las perversiones que imaginaba su amiga, la tsundere sabía que contaba con su apoyo; y aun cuando tenía temores y nervios, estaba decidida a lograr su misión.

- Tengo que hacerlo… Tengo que conquistar el corazón de Toshino Kyoko.


Hasta aquí por ahora. Corto, pero espero haber captado su interés. Cualquier sugerencia sobre qué más podría hacer Ayano para conquistar a Kyoko es bienvenida. Acepto halagos, ideas y críticas constructivas en los reviews.

Por si alguien está interesado, tengo una página de Facebook y una cuenta de Wattpad. Ambas pueden encontrarlas en mi perfil.

Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.