Prólogo
El crepúsculo se extendía sobre los cielos tan intensamente, que se podía percibir como si cada uno de esos reflejos dorados y naranjas fueran capaces atravesar su alma, dando una sensación de calidez y tranquilidad… Era como si el cielo se encontrase ofreciéndole algo de consuelo, para aislar de ella toda la angustia que la colmaba en ese momento.
Para Kagome Higurashi, su destino estaba descrito. Observando a través de la ventana, intentó calmar su intranquilidad, aceptando el hecho de que ya se había llevado a cabo la sentencia que le daría un nuevo rumbo a su vida, como si una niña de 8 años pudiera ser capaz de asimilarlo… pues sí, la verdad, Kagome tuvo que aceptar su destino a muy corta edad. Su familia había pactado su compromiso con Inuyasha, el hijo menor de la familia Taisho, una de las familias que contaba también con un alto prestigio al igual que la suya y con la cual su padre, Saito, tenía relación desde la infancia, debido a que éste y el líder de la familia Taisho, habían compartido su niñez y parte del su tiempo en el instituto haciéndose mejores amigos.
Sus pensamientos se vieron sorpresivamente interrumpidos en el mismo momento en el que la limusina en la que iba se detuvo repentinamente.
- " Kagome, querida, hemos llegado… "– anunció Naomi suavemente, sin recibir ningún comentario de parte de su hija. Cuando las miradas de ambas se encontraron, ésta pudo notar el rostro taciturno de su pequeña, el cual se alejaba mucho de la verdadera personalidad que ella mostraba normalmente, y no pudo evitar sentir una terrible pena. Verla ahí, tan indefensa como un animalillo enjaulado, hizo que su corazón se oprimiera, no entendía por qué su pupila se encontraba así, pero sonrío, porque en el fondo sabía que todo aquello era lo mejor para su primogénita, sólo así aseguraría lo mejor para su futuro. Se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos - " ¿Qué ocurre cariño, qué te preocupa? " – Inquirió en un susurro junto al oído de su niña.
– " Tengo miedo… Madre yo no me quiero comprometer ni casar nunca, quiero permanecer siempre contigo y mi padre" – Su madre conmovida por sus palabras, pensó en como consolarla, pero entendía su temor, tan pequeña tenía que lidiar con una gran responsabilidad, sin embargo aquello era lo mejor para su hija.
– " Querida, aún falta mucho tiempo para que te cases, aún eres una pequeña pero cuando haya llegado el día serás una gran mujer y verás que ese miedo habrá desaparecido, no tienes de que preocuparte, te aseguro que todo estará bien. " - Kagome le dirigió una mirada no muy convencida.
Los nervios no se apaciguaron, pero algo la consoló y fue el hecho de que era mucho tiempo el que faltaba para casarse y pensó que cuando creciera tal vez no recordaría tantas preocupaciones.
- " Vamos Kagome, no tienes nada que temer "– La alentó su padre – " Es hora de que conozcas a tu nueva familia." - Saito salió del automóvil y luego Naomi le siguió.
Sin pensar más en ello, pero con el corazón latiéndole a mil por segundo, salió del vehículo sosteniéndole la mano al chofer que la esperaba en la puerta del mismo, y alcanzó a ver a una mediana distancia como sus padres saludaban afectuosamente a otras dos personas de pie junto a la puerta de aquella gran mansión. Desde lejos el señor alto, de ojos dorados y cabello plateado, de una altura enorme le sonreía y una señora tan joven como su madre, de ojos verdes y cabello castaño y lacio se había acuclillado en los escalones y le extendía los brazos en forma de una cariñosa bienvenida.
- " Acércate Kagome, ven a darle un abrazo a la señora Izayoi " - Tras las palabras de su madre, Kagome, aún un poco tímida, se acerco lentamente a la señora que le extendía los brazos y la rodeó con los suyos, no pudo evitar sentir una gran calidez rodearla, se sentía muy similar a abrazar a su propia madre.
- " Que niña tan hermosa eres… vaya que eres una belleza, tienes unos tiernos ojos, castaños y los rizos de tu cabello son espléndidos… Yo soy Izayoi, y desde ahora puedes verme como una madre más pequeña Kagome " – Las palabras de la mujer y su sonrisa tan alegre la hicieron sentir como en casa.
- " Yo soy Inu No Taisho, para lo que necesites linda Kagome, es un placer finalmente conocerte, tus padres hablan mucho sobre ti " – El señor InuNo la miró y le ofreció una cálida sonrisa, para después todos adentrarse en la gran mansión.
Kagome se encontraba ya un poco más calmada, los padres de su prometido parecían personas muy amables, pero ¿Cómo sería él?...
Tras adentrarse en aquella majestuosa residencia, no pudo evitar soltar una ligera exclamación de sorpresa, por dentro, aquél lugar lucía incluso más grande, perfectamente decorado con el más fino y exquisito gusto, parecía de ensueño.
- " Bienvenida Kagome, ésta casa es tuya también " – enunció Izayoi – " ¿Te gustaría echar un vistazo? Yo buscaré a Inuyasha " – Mientras sus padres platicaban amenamente junto al señor Inu No en la sala de estar con respecto a hechos importantes sobre la asociación de ambas empresas, Kagome observó a Izayoi perderse en uno de los pasillos, mientras, ella se acercó a unos grandes ventanales de vidrio que daban hacia el jardín, y los deslizo para pasar a través de ellos.
Emocionada, Kagome se escabulló al jardín, donde los rosales la cautivaron enseguida y se dirigió a ellos con la intención de oler las rosas. Al inclinarse dispuesta a hacerlo, logró divisar entre éstas unos pequeños zapatos escondidos, se hundió más y se encontró frente a un niño tierno, de cabellos plateados y ojos dorados y brillantes como jamás los había visto – " Oye, ¿Qué haces aquí tan solo ? " – cuestionó Kagome con una sonrisa.
El niño, se encontraba embelesado mirándola fijamente a través de sus dorados ojos, se había quedado deslumbrado con esa niña, era la más linda que había visto jamás.
- " Me estoy escondiendo… " - expuso, intentado parecer rudo, pero la realidad era que esas palabras no lo hacían lucir para nada rudo.
- " ¿De quién? " – curioseó ella con sus ojos chocolates, grandes y ansiosos.
- " De una niña con la que mis padres quieren que me case "- respondió sonrojado, pero su rostro aún intentando parecer rudo. Espera… a caso ese niña sería… - " Espera, acaso tu… ¿tú eres Kagome? " – Sus ojos estaban agrandados, ¿Sería ella? Era hermosa.
- " Pues la verdad es que sí, e imagino que tu eres Inuyasha ¿No es así?… y te entiendo bien, pues yo también quisiera esconderme, tampoco quiero casarme. " – Inuyasha la miró con atención pensando en qué hacer.
- " Así es, Soy Inuyasha " – Se tómo unos segundos y añadió pensativo - " Se me ocurre una idea…" – Ella le observó insegura – " ¿Qué te parece si nos escondemos Kagome? No creo que aquí nos encuentren… ya que ninguno quiere casarse, mejor quedémonos aquí y cuando se hayan ido a dormir saldremos y podremos huir, así no tendremos que casarnos… " - Sugirió muy animado, mientras Kagome sonreía.
- " ¡Me agrada esa idea, es grandiosa! Por cierto, ¿Cuántos años tienes?" – preguntó Kagome.
- "Tengo 10 años" - Respondió él- "¿y tú?"
- "¡Tengo 8!" – exclamó emocionada.
- "Pero si eres solo una chiquilla…" - expuso Inuyasha, mirándola de reojo.
- "Pronto creceré y seré una gran mujer" - recordó lo que había dicho su madre "sería una gran mujer".
- "No lo creo, eres muy fea y te aseguro que cuando crezcas lo serás aún más" – opinó burlón.
- "Ohhh pero que malo eres Inuuu, te daré tu merecido"– A Inuyasha le agradó mucho que lo llamara Inu, nadie nunca le decía así excepto su madre, pero viniendo de Kagome le causó un sonrojo.
La niña se lleno los pequeños puños de lodo y se aventó hacia él. – " Kagome me has dado una idea " – La interrumpió sosteniéndole las muñecas, mientras ella le dirigía una mirada curiosa - " Podemos cavar un hoyo y ocultarnos aquí cuando nos obliguen a casarnos, y en lugar de eso podemos ser los mejores amigos ¿Qué te parece mi idea? "- cuestionó Inuyasha.
- " ¿Amigos? " – preguntó Kagome - " ¿ De verdad te gustaría ser mi amigo Inuyasha ? " – musitó sonriente.
- " Si Kagome, desde hoy seremos amigos y para siempre, es una promesa, y cómo símbolo de ésta promesa te daré un obsequio " – Inuyasha se puso a pensar en que regalarle, dudó unos segundos y contemplando su alrededor no puedo encontrar nada, repentinamente advirtió el prendedor dorado en forma de "I" sujeto a su camisa, ahora manchada por lodo– " Mira, éste es un prendedor mágico que te puede cumplir cualquier deseo… te lo daré como símbolo de nuestra amistad y de nuestra promesa, prométeme que lo conservarás…" - Le pidió él con unos ojos llenos de ternura infinita.
Kagome se abalanzó contra el abrazándolo – " Es una promesa Inu " – respondió aceptando su regalo y guardándolo en uno de los bolsillos de su vestido, para luego ponerse a hacer un hoyo. Tras de ellos surgió Izayoi.
- "Vaya que te he buscado por todos lados cariño, veo que ya se han conocido, no debías esconderte así hijo, he ido a todas partes sin dar contigo " – dijo Izayoi con una suave sonrisa, que se acerco a ellos luego de haber seguido a Kagome sigilosamente. Ambos se dieron vuelta y la observaron tímidos, como si hubiesen estado haciendo algo malo – " Al parecer se han estado divirtiendo con el lodo ¿no? Son unos traviesos, los señores Higurashi estuvieron esperando para conocerte, pero has tardado demasiado, vamos " – Les ofreció sus manos a cada uno y los llevo consigo hasta el comedor.
- " Así que decidió aparecer… pero ya es algo tarde para eso Inuyasha, estoy decepcionado por tu comportamiento" - Comento Inu No Taisho lanzándole una mirada seria y fría a su hijo, que no paso desapercibida por Kagome. El niño inclinó el rostro sintiéndose apenado.
- ·Eres un niño muy apuesto, mi nombre es Naomi, me hubiese gustado charlar un poco más contigo… supongo que será en otra ocasión" - Inuyasha se arrepintió de haberse escondido, la señora Naomi era muy dulce. - " Ya es hora de irnos, ha sido un placer pequeño " – Dijo sonriente.
- " Lo mismo digo" – Dijo el señor Saito Higurashi – " Nos veremos muy pronto Inuyasha " – y dirigiéndose hacia Inu No Taisho le comentó – " Ésta será una gran asociación Inu No, me alegro de haberte visto, permaneceré en contacto contigo para solventar los asuntos pendientes de nuestro trato, me comunicaré próximamente y contactaré con mi administrador " .- mencionó Saito interesado.
- " Estaré esperando Saito, como siempre ha sido un gusto verte a ti y a tu familia, gracias por la visita " – comentó InuNo animadamente. La asociación de ambas empresas sería un éxito económico y además lograría la unión de dos familias con alto prestigio, no podía haber ningún tipo de falla en eso.
Fue así como, el acuerdo entre familias había definido su vida y con ello, su joven corazón nunca conocería lo que era el amor, pues su matrimonio era uno arreglado y ella no podía considerar otra alternativa, debía unirse en matrimonio para que ambas familias se aliaran, al igual que las famosas empresas detrás de éstas, asegurando así una asociación exitosa y de la cual sacarían grandes provechos actuales y para próximas generaciones a través de los hijos concebidos, desde luego, era la promesa de un éxito futuro e irrefutable, y ella debía consumar aquello, inclusive a costa de su propia felicidad.
Se despidieron sin más y se adentraron en su limusina, pero antes de que la puerta se cerrara, Inuyasha vociferó – "¡Kagome no olvides nuestra promesa!" – deseando desde el fondo de sí mismo que sus palabras la alcanzaran. La puerta de la limusina se cerró.
Desde la ventana del auto, una dulce Kagome contempló a su nuevo amigo Inuyasha, sosteniendo fuertemente contra su pecho el prendedor que él le regaló. Nunca lo olvidaría, ni su regalo, ni su promesa, amigos… para siempre.
- "- Adiós… Inu…-"
...Meses después...
Las puertas del despacho de la casona Higurashi se abrieron, dando paso a un hombre alto, de cabello oscuro ébano, largo y ondulado, su rostro asimétrico de rasgos muy varoniles y atractivos, ojos carmesí refulgentes que parecían brazas ardiendo en tonalidades púrpura, labios delgados y apariencia muy joven, atravesó con movimientos pausados hasta el borde del escritorio, al otro extremo de la habitación donde se encontraba Saito Higurashi.
- " Naraku, mi buen amigo, me alegro mucho de que hayas podido venir… Esta mañana cuando llamé a tu oficina, tu asistente me comunicó que te encontrabas fuera de la ciudad, espero no haya sido un inconveniente para ti haber llegado hasta aquí " – comentó Saito cordialmente.
- " No señor Saito, por supuesto que no ha sido ningún inconveniente para mi, al contrario, me alegra mucho que haya llamado, tenía pensado visitarlo, es sólo que como administrador de la éxitosa compañía Higurashi, he tenido que resolver algunos pendientes financieros con los inversionistas, entre otros asuntos. ¿Me ha llamado para algo en especial? " – Inquirió Naraku.
- " Sí, había querido comentarte hace un tiempo, que la asociación con el presidente de la empresa . ya es un hecho, y se han llevado a cabo los trámites y el papeleo y me gustaría que sigas participando en la administración " – pidió cortésmente Saito.
- " Por supuesto señor, lo haré, hoy mismo contactaré con los administradores de " Taisho Corp. " para cumplir con lo que haga falta " – respondió simplemente.
- " Me complace mucho tu eficiencia Naraku, además de ser mi administrador, te considero como un hermano menor y parte de mi familia. Estoy muy feliz de comentarte que además de la asociación de ambas empresas, hemos llevado a cabo una asociación familiar… ¿Puedes creerlo? Es el éxito asegurado, las mejores compañías de nuestro país unidas " – dijo un muy emocionado Saito.
Naraku escuchó, confundido… ¿Asociación Familiar?... ¿Acaso…?...
- " Señor, no logro comprender ¿Asociación familiar? Pero eso sólo se llevaría a cabo si uno de sus descendientes se desposa con uno de la familia Taisho " – añadió confundido Naraku.
- " Así es mi buen amigo, yo sé que es muy pronto para hacer una asociación de tal magnitud, pero ya se ha llevado a cabo el contrato sobre la asociación de ambas empresas, y con ello un pacto entre Taisho y yo, un compromiso entre Kagome, mi hija e Inuyasha el primogénito de los Taisho. "-
- " Señor, pero si la pequeña Kagome es tan sólo una niña, ¿no le parece algo precipitado? " - Naraku disimulaba, pero estaba fúrico. No… No podría estar pasando esto, no a él… Kagome… Kagome…
- " Kagome, aún es una niña inocente, pero como mi hija algún día deberá reconocer que su futuro depende de esta empresa y su éxito. Aún es una pequeña pero con el pasar de los años será una mujer madura y preparada para afrontar su destino, llegado el momento se casará y eso será lo mejor para ella " – sentenció Saito – " Así, y sólo así resguardaré el bienestar de mi pupila. "
- " Pero Señor yo…" - Naraku se vió interrumpido por Saito.
- " Creo que ya no hay nada más que agregar Naraku, gracias por venir, en estos momentos tengo que ocuparme de otras cuestiones, así que si me disculpas " – lo despidió rápidamente Saito.
- " Sí señor, como usted diga, estaré al pendiente para lo que se ofrezca, con su permiso. " - Sin más nada que decir, Naraku dio media vuelta y abandonó el despacho. No, no, no y no podía estarle pasando aquello… la pequeña Kagome… La pequeña, dulce e inocente Kagome, la flor silvestre, con un imbécil de la familia Taisho, esa familia que tantas humillaciones le hicieron alguna vez a su madre y a él mismo. Si Saito llegara a enterarse de quien era él en realidad, no dudaría un segundo en expulsarlo de la empresa.
Mientras avanzaba a través de los pasillos hacia la salida, escuchó unas carcajadas que para él fueron como el mismo cantar de los ángeles. Se asomó a la puerta entreabierta de la habitación de Kagome y golpeó la madera con los nudillos suavemente.
- " ¿Puedo pasar Kagome? Soy tu amigo, Naraku… " - A simple vista él parecía inocente, como si de otro niño se tratara.
- " ¡ Hola señor Nobu ! " – Exclamó Kagome, feliz, usualmente ella usaba ese apodo cariñoso para referirse a Naraku.
- " Hola hermosa, estaba visitando a tu padre y decidí pasar a verte… Vaya que cada día te pones más hermosa, ¿Lo sabes verdad, que eres encantadora? " – Dijo Naraku mientras se colocaba de cuclillas junto a ella y con los nudillos le acariciaba la mejilla. Las palabras de Naraku escondían un sentido muy extraño e incierto, que la inocente Kagome no podía notar, simplemente lo veía como un gesto de amabilidad.
- " Muchas gracias señor Naraku, he conocido a un niño que es un tonto, me ha dicho fea y además es mi prometido, ¿no le parece que el tonto es él? " – comentó Kagome con una sonrisa alegre. El rostro de Naraku se ensombreció y Kagome notó como los ojos de él se crispaban, causándole leve estremecimiento que recorrió su espalda.
- " Ya es hora de que me vaya, tengo mucho oficio que hacer, nos veremos pronto dulce Kagome, mi traviesa flor silvestre… " - Se inclinó hacia ella y le besó la mejilla, un beso que parecía guardar otras intenciones, otra de las cosas que la pequeña Kagome sería incapaz de percibir. Se puso de pie, y se alejo hasta que Kagome lo vio perderse en el límite de la puerta.
- " Maldita sea, maldita sea " – Eran las palabras que Naraku gritaba en su cabeza una y otra vez. - " Kagome, no me daré por vencido, no hasta obtener lo que más deseo, mi dulce flor " - Una sonrisa cruel se dibujaba en su rostro a la vez que un destello sanguinario cubría su mirada.
Continuará.
N/A: Holaaaaa ¿Hay alguien ahiii? jejeje Bueno hace mucho que no escribía, y muchas historias que tenía anteriormente publicadas me las eliminaron porque me hackearon, y pues he regresado, esperando que lo que he escrito de verdad sea de su agrado, acepto sugerencias, ideas y críticas constructivas, claro ;) sin más nada que agregar, les pido por favor dejen sus Reviews expresándome que tal les pareció, qué no les agrada, o si algo les agradó XD sin más nada que decir me despido deseándole lo mejor a todos !
Gracias,
Emi.
